Jesús contó una parábola sobre un sembrador que salió a sembrar su simiente. Algunas semillas cayeron en el camino y fueron comidas por las aves, otras en terreno pedregoso y se secaron, y otras entre abrojos que las ahogaron, mientras que algunas cayeron en tierra buena y dieron un fruto abundante. Jesús concluyó diciendo que aquellos con oídos para escuchar deben prestar atención.