1. Cuentan las leyendas que existió un brioso caballo alado que paseaba orgulloso por los
campos y sabanas compartiendo su energía y con los demás miembros de la naturaleza, las
plantas estaban presumidas de ser su alimento, gustosamente querían que se alimentara de
ellas, su color combinaba con las flores, los pastos, los árboles y el resto de sus compañeros
animales, su pelo brillaba como el oro; cierto día deambulaba Perseo por este campo
contemplando su hermosura cuando descubrió la imponencia de este animal, no pudo menos
que admirarlo e inmediatamente entabló amistad con él, caminaron juntos retozando de
alegría, todo era paz, felicidad, esplendor.
Llegó el momento en que Perseo fue llamado por Zeus para enfrentar a Cronos y los Titanes
Perseo, con mucha pena, le pidió el favor a su nuevo amigo que lo acompañara a la cita, este
aceptó gentilemente. Partieron inmediatamente después de un relincho para despedirse de
sus compañeros de la campiña.
Después de una pequeña carrera despegaron, en el campo había un halo de tristeza y vacio
porque se alejaba un ser que ocupaba un puesto importante entre ellos que les daba alegría y
los llenaba de paz, todos observaron que cuando batía sus alas, estas emanaban rayos de luz
blancos como la nieve, iluminando todo a su alrededor.
Zeus, al ver llegar a Perseo en este magnífico animal, quedó maravillado de la obra tan
perfecta de la naturaleza que le pidió amablemente que se quedara a su lado acompañándolo
en la batalla, nuestro personaje no pudo menos que aceptar la oferta, luego de diez años de
lucha, Zeus venció a Cronos y es por eso que cada vez que miramos al cielo y veamos rayos
de luz, ese es Pegaso acompañando a Perseo a su encuentro con Zeus y por las noches nos
ilumina el firmamento para orientar a los seres humanos y que lleguen con buen fin a su
destino, es el premio que le dio Zeus por su lealtad.