El documento describe las muchas emociones y cualidades humanas que se pueden observar en un partido de fútbol, incluyendo la fuerza, la velocidad, la lealtad, la traición, la cobardía y la suerte. También discute cómo los resultados de los partidos a menudo conllevan consecuencias violentas para el equipo perdedor y cómo el deseo de ganar puede llevar a algunos jugadores a abandonar el deporte si no tienen éxito. El fútbol captura perfectamente la naturaleza humana y sus victorias y der

1. En un partido de fútbol caben una gran cantidad de novelescos episodios. Allí distinguimos la
fuerza, la velocidad y la destreza del atleta. Pero también el engaño artero del que amenaza
una conducta para decidirse por otra. Las sutiles maquinaciones anteriores al contraataque. La
magnanimidad y el coraje del que entrega todo de sí, sin renuncias. La lealtad del que socorre
a un compañero en problemas. La traición del que lo abandona. La avaricia de los que no
sueltan la pelota. Y en cada jugada, la hidalguía, la soberbia, la inteligencia, la cobardía, la
estupidez, la injusticia, la suerte, la burla, la risa o el llanto. Los Hombres Sensibles pensaban
que el fútbol era el juego perfecto, y respetaban a los cracks tanto como a los artistas o a los
héroes. Todos los partidos terminan o deberían terminar con una preconcebida derrota del
equipo visitante. Si un cuadro tiene la mala ocurrencia de ganar, una lluvia de pequeños
objetos contundentes se desplegaba hacia la formación visitante a modo de venganza. Si el
resultado es una igualdad, desazones y conformidades se repartirían eventualmente. Y si,
como ocurre últimamente, los locales pierden, la violencia toma el nombre de castigo a la
“torpeza”. Otras veces los jugadores pisan al revés y se entorpecen, juegan mal. son excluidos
del equipo, abandonan el deporte, se entregan al vicio y se destruyen. Hay quienes no pisan
jamás una cancha y prosiguen oscuramente sus vidas, padecen desengaños, pierden la fé y se
destruyen. Venturas y desventuras, peripecias, barro y césped ceñidos sin remedio a la
ropa.Hay diagramas y espejos, lágrimas y estallidos de garganta, volcados en anhelo ardiente
de nada más ni nada menos que la gloria, que es ganar, ganar en el potrero o ganar la
Champions League, todo es reducible mecánicamente a ganar; y ganar se gana de muchas
maneras, incluso perdiendo.Canchas. Algunas de ellas muestran un conmovedor afán literario.