El arte barroco se desarrolló en Europa durante los siglos XVII y XVIII, caracterizado por su dramatismo, dinamismo, curvas ondulantes, colores vibrantes y efectos teatrales que buscaban provocar emociones fuertes en los espectadores. Este estilo artístico fue impulsado por la Contrarreforma y la Iglesia Católica para contrarrestar el avance del protestantismo.