El documento argumenta que cuando los niños tienen curiosidad sobre los hechos de la vida, deberíamos explicárselos honestamente si podemos o admitir nuestra ignorancia si no podemos, en lugar de darles falsas excusas. Si nos negamos a responder sus preguntas, los niños encontrarán formas discutibles de averiguar las cosas por su cuenta, por lo que si vamos a ocultarles información, debemos aceptar ese riesgo.