Ruth decidió permanecer con su suegra Noemí y seguirla a Israel por su afecto hacia ella y su admiración por la piedad de Noemí hacia Dios, a pesar de que esta decisión la expuso a la pobreza, el dolor y las pruebas. Su verdadera devoción a Dios la llevó a identificarse con el pueblo de Dios y a escoger a Dios como su posesión, instructor y esperanza, sin considerar la opinión de su propia gente o esperar recibir algo a cambio.