Entre la Jara toledana y Monfragüe, el relieve de Extremadura se arruga, dando lugar al macizo montañoso de Las Villuercas, uno de los más quebrados y tortuosos del centro-oeste peninsular. Al abrigo de este conjunto de sierras, de modélico relieve apalachense, prospera una notable comunidad faunística, que tiene en las aves rupícolas, como las rapaces y la cigüeña negra, sus más destacados símbolos. Pero quizá el principal atractivo de la comarca sea su variada vegetación, que en medio del ámbito mediterráneo aún conserva elementos atlánticos, como rebollares y castañares, y relictos vegetales como el singular loro.