Un súbdito leal siempre le recordaba a un rey escéptico que Dios es bueno. Cuando el rey perdió un dedo en un ataque, el súbdito insistió en que esto podría ser para bien. Más tarde, el rey fue salvado de un sacrificio humano solo porque le faltaba ese dedo, lo que le hizo darse cuenta de que el súbdito tenía razón acerca de la bondad de Dios.