El hombre le pide a Dios que le hable, se le aparezca o le muestre un milagro, pero no escucha el canto del pájaro, no ve la estrella brillante ni se da cuenta del nacimiento de su hijo. Aunque Dios le toca suavemente la mejilla, el hombre no lo nota. Finalmente, cuando pide ayuda, recibe un correo electrónico con buenas noticias pero tampoco lo ve. El mensaje nos recuerda que Dios siempre está con nosotros aunque no prestemos atención a las señales sut