El documento narra varias ocasiones en las que un hombre le pide a Dios que le hable, le muestre un milagro, lo toque o le ayude, pero el hombre no escucha, ve o aprecia las señales que Dios le envía a través de la naturaleza, el nacimiento de un hijo o un mensaje de correo electrónico. Concluye diciendo que Dios se comunica a través de las personas y situaciones más simples y que debemos estar atentos a sus señales.