Una niña llamada Mariana Pelaez Castaño tenía dos grandes fantasías: construir su propia nave espacial y viajar al espacio. Después de ocho días de trabajo construyendo un cohete, emprendió un viaje al espacio que duró quince días, durante el cual observó monstruos y casas hechas de luna antes de regresar a la Tierra guiada por su asistente, dándose cuenta que su experiencia había sido solo un sueño.