Entre 1850 y 1914, muchos europeos emigraron a países como Brasil y Argentina debido a la pobreza y bajos salarios en sus países de origen, especialmente desde las zonas más pobres de Europa. Estos inmigrantes provenían principalmente de zonas rurales e industriales y viajaban en barcos para establecerse como pioneros agrícolas en sus nuevos países, donde comenzaban largas jornadas de trabajo familiar en las tierras desde muy temprano.