El consumo de agua embotellada tiene varios impactos negativos en la salud, el medio ambiente y la economía. El agua embotellada cuesta mucho más que el agua de garrafón y puede contaminarse con químicos como el BPA. Cada año se producen casi 28,000 millones de botellas plásticas de agua, la mayoría de las cuales terminan como basura. La producción y eliminación de estas botellas contribuye significativamente a la contaminación y al cambio climático.