El documento presenta una carta abierta de Germán Cabrera Traversoni dirigida a José Mujica desde Venezuela. Cabrera fue miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en Uruguay y actualmente vive en Venezuela. En la carta, Cabrera ofrece sugerencias a Mujica sobre lo que no debe hacer como presidente de Uruguay basado en su experiencia viviendo el "socialismo bolivariano" en Venezuela durante once años, incluyendo no caer en la tentación de asumir la metodología bolivariana para consolidar el poder y
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Algunas reflexiones sobre los enfoques político-ideológicos en América Latina, y en particular en Venezuela y en Uruguay
1. Cartelera Social
Carta abierta de Germán Cabrera Traversoni desde Venezuela
Informaciones preliminares
La carta que se transcribe más abajo, está firmada por Germán Cabrera Traversoni,
quien actualmente reside en Venezuela, y quien se presenta como ex miembro de la
Dirección Nacional de Izquierda Democrática, y como actual miembro de la
Fundación Espacio Abierto.
La aludida nota se explica por sí sola, así que de inmediato pasaremos a transcribirla,
para inmediatamente después insertar un escrito-ensayo también del mismo autor,
también de Germán Cabrera, y que tiene por título “Revolución, fantasía, y
realidad”. A lo último, hacia el final, insertaremos unos breves comentarios
personales.
Texto de la carta firmada por Germán Cabrera Traversoni y dirigida a José Mujica
Querido Pepe:
Como recordarás yo también fui militante del MLN – Tupamaros, organización a la
que me integré en octubre de 1969. En aquel entonces yo tenía ¡19 años! y pensaba,
honestamente, como tantos otros, que cambiaríamos el mundo y terminaríamos con
la injusticia mediante el único método posible para acelerar el proceso, la lucha
armada.
Mi visión acerca de la democracia representativa en general y de la del Uruguay en
particular era de desprecio absoluto. La “Democracia Burguesa” era un escollo más
en el camino, y debíamos socavar sus bases y radicalizar sus contradicciones para
desestabilizarla, y de esta forma facilitar el rápido ascenso de un Gobierno
“revolucionario”, que ese sí se encargaría de construir una sociedad justa.
La Revolución Cubana, la muerte del Ché, la Teoría del Foco, los movimientos
guerrilleros latinoamericanos, y las lecturas superficiales de los textos del Marxismo-
Leninismo, fueron mi seguro soporte ideológico, y con mucha generosidad, miedo, y
entusiasmo, me integré al “aparato militar” de la columna 15.
El 2 de julio de 1971 caí preso en un allanamiento de mi propia casa, y poco después
llegué al Penal de Punta Carretas, con 21 años de edad.
Allí tuve la oportunidad de conocer a toda la plana mayor del MLN, y de entre todos
ellos sentí una especial afinidad contigo.
Eras maduro, mesurado, experimentado, respetuoso de los demás, humilde,
auténtico, y te transformaste para mí en una especie de “padre en la prisión”, con
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2. quien hablaba largamente mientras caminábamos en el frío invernal del Corredor 23.
No dejaba de sorprenderme que me trataras como a un igual, y llegaste a
presentarme ante los demás como “un futuro dirigente del MLN”.
Luego trabajamos en la fuga del penal (”El Abuso” como le llamábamos), corté
paredes con una rienda de alambre, y estábamos siempre al tanto del progreso del
túnel por el que al fin se fugaron 111 compañeros.
El destino hizo que un cambio de guardia me impidiera unirme a la fuga. Quien se
fue en mi lugar, el “Tío Quique”, murió en un enfrentamiento pocos días después.
A partir de allí fui designado como integrante de la Dirección del Movimiento
Tupamaro dentro del Penal.
Poco tiempo después, junto con otros, volviste a caer preso, y retomamos el trabajo
político, ahora compartiendo en aquella pequeña Dirección que fue para mí una
gran escuela. Salí del Penal creo que en marzo del 72, y fui retenido por Medidas de
Seguridad en el Campo de Punta de Rieles, y allí te vi brevemente meses después en
un descuido de la guardia, y a partir de ese momento la vida nos llevó por distintos
rumbos. Salí en libertad a mediados de 1973 y me exilé en Venezuela, país en el que
nací hijo de padres uruguayos.
Tú quedaste como rehén de la dictadura en las peores condiciones imaginables, pero
sobreviviste.
En el año 1985, una vez terminada la dictadura, visité Uruguay y fui a verte a tu
chacra en las afueras de Montevideo, y esa fue la última vez que conversamos.
Ayer triunfaste en las elecciones presidenciales uruguayas y vas al balotaje o segunda
vuelta, donde es muy posible (por lo que veo desde lejos), que triunfarás dentro de
una estructura democrática que sé respetas y reconoces, y que te lo ha permitido con
total transparencia.
Por esa razón escribo esta carta, y voy a cometer la imprudencia de darte,
humildemente, algunas sugerencias, NO DE LO QUE DEBES HACER, ya que
conociéndote a ti, a tu trayectoria, y a tu madurez, estoy seguro lo sabes, sino de lo
que considero que NO DEBES HACER en la búsqueda de una sociedad más justa y
democrática, incluyente, productiva, y de cara al futuro.
Estas sugerencias por cierto no son una sucesión de ideas planteadas aleatoria o
subjetivamente, sino que se basan en la experiencia de una persona que lleva más de
treinta y seis años viviendo en Venezuela, que piensa ha madurado humana y
políticamente, y que le ha tocado vivir, junto a todo este pueblo, once años de un
Gobierno pretendidamente revolucionario orientado por Hugo Chávez.
A quienes asumimos durante tanto tiempo La Revolución como objetivo de vida, y
nos ha tocado vivir en carne propia la experiencia del “socialismo bolivariano”, no
nos queda otra opción que alertar sobre el desastre que ha polarizado y desintegrado
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3. salvajemente a este pobre país caribeño, cometiendo desde las estructuras del Estado
todos los errores y abusos posibles, siempre al filo de la navaja.
Por lo tanto mis recomendaciones son las que enumero a continuación.
(1) NO CAER EN LA TENTACIÓN de asumir la “Metodología Bolivariana” para la
consolidación del poder, que se inicia con una Constituyente entusiasmante, y
termina arrasando esa misma Constitución con triquiñuelas leguleyas a conveniencia
del Gobierno, apropiándose de todos los poderes del Estado, irrespetando todas las
normas republicanas, y transformándose en una autocracia disfrazada de
democracia “for export”.
(2) NO DEJARSE SEDUCIR por el apoyo “internacionalista y desinteresado” de la
Revolución Bolivariana y su reparto de los petrodólares, fondos que se les esquilman
a los venezolanos. Dicho apoyo termina inmiscuyendo a nuestro Presidente en todos
los asuntos internos de las naciones vecinas, para provecho de sí mismo y de su afán
de poder ilimitado y perpetuo.
(3) NO ASUSTAR a ningún sector de la población con discursos amenazantes y
altisonantes, que generan paranoia, inseguridad, recelo, y que profundizan la
polarización.
(4) NO UTILIZAR EL RESENTIMIENTO SOCIAL como arma política de corte
radical.
(5) NO PROFUNDIZAR EL ENFRENTAMIENTO CLASISTA como forma trivial
de pescar en río revuelto.
(6) NO DESCALIFICAR, insultar, o humillar, al disidente u oponente. No calificar
de fascista, pitiyanky, golpista, reaccionario, cobarde, tarado, y demás, a todos
aquellos que disientan con la política oficial.
(7) NO MINIMIZAR ni ridiculizar los logros que, dentro del marco democrático y
pacífico, tenga la oposición.
(8) NO INVENTAR ACTOS DE MASAS oficiales, paralelos o simultáneos a los
actos o manifestaciones de la oposición, como forma casi segura de crear
enfrentamientos y de amedrentar.
(9) NO CONSIDERAR NINGÚN ESPACIO PÚBLICO como “territorio liberado”,
donde sólo pueden realizarse actividades pro gubernamentales, y donde será
prohibido realizar actos de la oposición.
(10) NO UTILIZAR nunca las instancias oficiales ni las dependencias del Estado,
civiles y militares, como centros de propaganda política del Gobierno, y menos en
períodos pre-electorales.
(11) NO UTILIZAR LOS DINEROS PÚBLICOS para financiar todas las campañas
políticas del Gobierno de manera abusiva, ni para la compra de los millones de
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4. uniformes mencionados en el punto 12, incluyendo las gorras y franelas con
consignas partidistas.
(12) NO UNIFORMAR A LOS EMPLEADOS PÚBLICOS, desde los barrenderos y
chóferes, hasta la alta gerencia de las Empresas del Estado, con los colores
distintivos del Partido de Gobierno.
(13) NO PINTAR CON LOS COLORES DEL PARTIDO DE GOBIERNO los bienes
muebles e inmuebles del Estado, los logotipos oficiales, los vehículos colectivos, los
postes y las barandas, ni poner consignas políticas gigantes en las fachadas de
cuanta empresa estatal existe.
(14) NO POLITIZAR Y MENOS PARTIDIZAR A LAS FUERZAS ARMADAS
NACIONALES en su conjunto, ni obligar a sus miembros a emitir saludos
parcializados en actos y paradas, ni pasar a retiro a todo aquel oficial que disienta.
(15) NO OBLIGAR a los empleados públicos a asistir uniformados a los actos
políticos del Gobierno, ni transportarlos en autobuses donde se pasa lista bajo
amenaza de despido.
(16) NO INCLUIR EN LAS PLANILLAS de quienes buscan trabajo en organismos
públicos, la pregunta de si está de acuerdo con el Presidente y sus políticas de Estado,
condicionando a la repuesta el otorgamiento del puesto.
(17) NO HACER LISTAS con los datos de los ciudadanos que hayan firmado
cualquier documento público, o participado en cualquier Referéndum, en contra de
las políticas de Gobierno, para luego utilizarlas en contra de esos mismos
ciudadanos, negándoles beneficios de cualquier índole, y acceso a fuentes de trabajo
en las instancias del Estado.
(18) NO CREAR SINDICATOS OFICIALISTAS pagados con fondos del Estado, y
paralelos a los elegidos por la base, en aquellos sitios donde el Gobierno no puede
ganar.
(19) NO CREAR UNIVERSIDADES PARALELAS de pensamiento único, cuando
no se logra el apoyo estudiantil al proceso.
(20) NO CREAR MILICIAS ARMADAS a la orden de la Presidencia, como brazo
armado del Partido de Gobierno y al servicio de la ideología oficial.
(21) NO PERMITIR EL FUNCIONAMIENTO DE GRUPOS CIVILES ARMADOS,
para agredir a los sectores de la oposición, argumentando luego “que son
incontrolables” o “que se escapan de las manos al Gobierno”.
(22) NO CREAR GRUPOS GUERRILLEROS pro Gobierno, que impunemente
actúen dentro del territorio nacional.
(23) NO PERMITIR QUE GRUPOS ARMADOS EXTRANJEROS actúen de la
misma forma que los referidos en el punto anterior.
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5. (24) NO UTILIZAR EL COBRO DE IMPUESTOS, como arma de presión contra
empresas que sean propiedad de ciudadanos opuestos al Gobierno.
(25) NO UTILIZAR AL PODER JUDICIAL para amedrentar a los ciudadanos ni
para hacer distingos obvios en el trato entre los favorables al Gobierno y los que se le
oponen. No aplicar las leyes con peso desmesurado hacia estos últimos, y con total
benevolencia hacia los primeros.
(26) NO TERMINAR CON LA NECESARIA INDEPENDENCIA de los Poderes
Públicos (Judicial, Moral, Asamblea Nacional), para en su lugar crear organismos
genuflexos al Poder Ejecutivo.
(27) NO TERGIVERSAR LOS HECHOS POLÍTICOS pasados y actuales, creando
una historia oficial manipulada y falsa.
(28) NO CONSIDERAR QUE LA HISTORIA comienza con el nuevo Gobierno, y
que todo lo anterior es deleznable, destruible, y posible de ocultamiento.
(29) NO ENGAÑAR AL PUEBLO con promesas infinitas de cosas que vendrán y que
nunca llegan, y no realizar mejoras e inversiones en los Servicios Públicos esenciales
solamente en épocas pre-electorales.
(30) NO UTILIZAR LA MENTIRA reiterada como política de Estado, ni aprovechar
la ignorancia popular en cuestiones teóricas o técnicas, para así manipular la
opinión pública.
(31) NO MANIPULAR LA EDUCACIÓN para allí imponer el pensamiento único
disfrazado de pensamiento crítico, educando a los niños y jóvenes según los criterios
ideológicos del Gobierno, dentro de una mitología militarista y con efemérides
golpistas.
(32) NO PERMITIR TODOS LOS ACTOS DE CORRUPCIÓN a los miembros y
amigos del Gobierno, acusando de corruptos a los oponentes aunque ellos no lo sean.
(33) NO ESTRUCTURAR UN PODER ELECTORAL parcializado, con mayoría
oficial, para así manipular leyes y fechas para beneficio del Ejecutivo.
(34) NO ABANDONAR SERVICIOS PRIMORDIALES del Estado, utilizando los
recursos económicos en regalos a los gobiernos de otros países sobre los cuales se
quiere influir. Por ejemplo, no construir hospitales en el extranjero cuando en los
nacionales el pueblo muere en medio de la desatención y la falta de insumos, ni
tampoco regalar ambulancias mientras los venezolanos más pobres transportan a sus
heridos o enfermos en taxi.
(35) NO CERRAR LA INVERSIÓN ni la investigación en las principales empresas
productivas del Estado, para destinar esos fondos a cuanta idea improvisada se le
ocurra a la Presidencia, o para ampliar sus medios de influencia.
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6. (36) NO AMENAZAR con despido inmediato o encarcelar a los sindicalistas y
obreros que se opongan a los sindicatos oficiales o voten en contra de ellos, o
simplemente sean testigos en las mesas electorales sindicales representando a grupos
adversos al Gobierno.
(37) NO DESPEDIR EN MASA y sin reconocerles ningún derecho ni pago alguno, a
aquellos empleados públicos que realicen paros o huelgas en oposición a políticas del
Estado.
(38) NO DESPEDIR DE SUS CARGOS ni detener las investigaciones de aquellos
científicos empleados del Estado que no comulguen con el Gobierno, o cuyas
investigaciones el Presidente considere innecesarias “para el pueblo”.
(39) NO QUITARLE LOS PEQUEÑOS SUBSIDIOS del Estado a los grupos
teatrales que no expresen a cabalidad el realismo socialista del siglo XXI, o que
tengan posturas críticas. E ídem con las fundaciones.
(40) NO REDUCIRLE los presupuestos docentes y de investigación a los centros
universitarios estatales donde el Gobierno no logre calar políticamente.
(41) NO UBICAR EN LOS CARGOS directivos o gerenciales del Estado, a personas
ineptas o mal preparadas, por el solo hecho de ser consecuentes u obsecuentes con
las políticas del Gobierno y por ende no negarle esos mismos cargos a personas
preparadas, responsables, pero críticas.
(42) NO CLAUSURAR NINGÚN MEDIO DE COMUNICACIÓN por no comulgar
con las políticas de Estado, no asumir las críticas al proceso político emprendido por
el Gobierno como agresiones merecedoras de cualquier retaliación.
(43) NO CONSTRUIR UN IMPERIO COMUNICACIONAL de radio, prensa, y
televisión, con fondos del Estado y al servicio exclusivo del Gobierno y su ideología,
excluyendo de allí cualquier disenso. No utilizar los medios de comunicación del
Estado al servicio exclusivo de la parcialidad política gobernante.
(44) NO UTILIZAR LAS CADENAS PRESIDENCIALES de radio y televisión como
forma permanente de abusiva propaganda política, y de descalificación del oponente.
(45) NO DEJAR QUE COLAPSEN las carreteras, los puentes, el servicio eléctrico y
de agua potable, los hospitales, la construcción de viviendas, la producción de
alimentos, mientras el país se desangra en medio de la corrupción, la ineficiencia, la
improvisación, y la regaladera al exterior.
(46) NO ESQUILMARLE AL OPONENTE contra toda norma constitucional los
espacios políticos ganados mediante el voto popular, no cambiar las normas en
“medio del partido o del juego”. Por ejemplo no quitarle los locales y los recursos
económicos, las armas de la policía, la autoridad sobre carreteras y hospitales, a los
Alcaldes o Gobernadores de la oposición elegidos por el pueblo.
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7. (47) NO CONSIDERAR PUEBLO O SOBERANO solamente a aquellos que apoyan
las políticas oficiales.
(48) NO ALIARSE POLITICAMENTE con cualquier dictadorzuelo o autócrata
perpetuado en el poder, por el solo hecho de considerarlo antiimperialista.
(49) NO CONSIDERAR BURGUESES U OLIGARCAS a las clases medias ni a los
sectores pudientes que se oponen al Gobierno, mientras se considera compañero u
aliado a los ricos que se pliegan al proceso y lucran con los dineros del Estado.
(50) NO CONSIDERARSE CONTINUAMENTE víctima potencial de magnicidio, y
atribuirle a la oposición democrática intenciones violentas, mientras las bandas
armadas del Gobierno agreden en las manifestaciones a los periodistas, y le caen a
plomo y gases lacrimógenos a la gente común, aún ante las cámaras de los medios de
comunicación.
(51) NO AMENAZAR SISTEMÁTICAMENTE CON EXPROPIACIONES O
CONFISCACIONES de empresas, o de tierras, como método de amedrentamiento
político, obviando cualquier tipo de consideración técnica.
(52) NO EXPROPIAR O CONFISCAR por consideraciones meramente políticas, a
empresas y tierras en plena producción, mientras se fracasa totalmente en el
funcionamiento de las empresas y en la producción de las tierras del Estado, o en las
que anteriormente fueron expropiadas.
(53) NO PERMITIR LAS OCUPACIONES ANÁRQUICAS de tierras privadas como
caricatura de una reforma agraria, ni la ocupación forzosa de casas y edificios como
política de viviendas, para suplir la desidia en las políticas de construcción.
(54) NO INTENTAR TRANSFORMAR LA ECONOMÍA en un capitalismo de
Estado disfrazado de Revolución, adueñándose de algunos medios de producción así
como de empresas de distribución y servicios, como método de abaratar costos, y en
teoría, hacer así productos o servicios más accesibles al pueblo.
(55) NO ASFIXIAR Y QUEBRAR a la empresa privada, en lugar de normar
racionalmente sus derechos y deberes. No pretender que produzcan por debajo de sus
costos de producción.
(56) NO CREAR NUEVOS MINISTERIOS hasta el infinito, para que se encarguen
de problemas puntuales o cotidianos que la ineficiencia y la desidia no permite
resolver por las vías idóneas.
(57) NO ABANDONAR A LA POBLACIÓN en las manos de la violencia del hampa,
de la extorsión, el secuestro, los robos y los asaltos, los asesinatos y las violaciones.
Eso genera sentimientos de indefensión y rabia a todo el país, sin distingos sociales.
En fin, querido amigo, la lista podría ser mucho más larga, pero no quiero abusar de
tu paciencia.
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8. Me despido con un fuerte abrazo fraterno, y te deseo mucha suerte, muchísima suerte
y sensatez.
Y firma… Germán Cabrera Traversoni, artista plástico, profesor de arte
e-mail: german_cabrera_t@yahoo.es
Octubre 26 de 2009
Revolución, fantasía, y realidad (marzo de 2009, revisado junio de 2009)
En el presente ensayo pretendo desarrollar una aproximación a la estructura de
pensamiento y de razonamiento político de la izquierda radical y revolucionaria, y de
las acciones derivadas de su visión del mundo.
Es importante destacar que fui en mi juventud partícipe de esos razonamientos, e
integré las filas del aparato militar del MLN-TUPAMAROS uruguayo. Ingresé a la
organización en octubre de 1969, actuando en la guerrilla urbana hasta el 2 de julio
de 1971, cuando caí preso. Luego de dos años de cárcel emigré a mi tierra natal,
Venezuela.
Entiendo que este somero análisis puede ser útil para ayudarnos a interpretar el
fenómeno de la “Revolución Venezolana” y de su influencia en América Latina, y
para ubicarnos en las perspectivas de lo que vendrá o podría venir. Parte de este
trabajo, (la caracterización y descripción del Gobierno de Hugo Chávez), está
dirigido a informar a los ciudadanos de otros países sobre lo que sucede en
Venezuela.
(1) SOBRE INSURGENCIAS Y OTRAS YERBAS
A manera de introducción, y siendo un poco esquemáticos (a veces las limitaciones
propias y del lenguaje nos obligan a ello), podríamos catalogar las reacciones
populares violentas ante el Estado con diversos términos según sus diferentes
características.
Podemos llamar “Levantamiento Popular” a un movimiento social espontáneo, y
provocado generalmente por hechos fortuitos o coyunturales considerados injustos
por el pueblo. Si bien en su inicio pueden ser azuzados por algún sector político, estos
movimientos toman su camino propio, sin dirección clara, como un alud de nieve.
Saqueos, agresiones, robos, manifestaciones, protestas, catarsis colectiva violenta, y
generalmente un desenlace breve. El levantamiento o alzamiento popular puede
fungir como ensayo o prueba para posteriores acciones políticamente dirigidas con
anticipación y premeditación.
Una “Rebelión Popular” implica, en mi criterio, planificación y dirección política
con antelación. Se busca desestabilizar un Gobierno con objetivos muy claros y
concretos, que generalmente consisten en la sustitución de aquel por otro Gobierno y
por otra forma de gobernar, que los rebeldes pueden considerar más justa o
conveniente. Este tipo de acciones buscan a menudo el apoyo de sectores de las
Fuerzas Armadas, para así hacer más eficaz el movimiento y más rápido el desenlace.
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9. La “Insurgencia” se refiere, a menudo, a movimientos de tipo militar, aunque estos
puedan tener apoyo popular y puedan ser acompañados, a veces, por levantamientos
y protestas generalizadas. Similares características tienen los términos rebelión
militar y levantamiento militar, que se inician como acciones de desacato dentro de
las Fuerzas Armadas con objetivos diversos, desde una protesta por situaciones
coyunturales, hasta el intento definitivo de derrocar gobiernos.
En América Latina estamos bien acostumbrados a oír frecuentemente estos términos
en boca de militares, como eufemismos elegantes para disfrazar intentos de Golpe de
Estado. “Insurgimos el 27 de febrero”, frase muy usada por los compañeros de
intentona de Chávez, que suena más “políticamente correcto” que “intentamos dar
un Golpe de Estado”, ya que ese término se le endilga a las intentonas de derecha.
Insurgentes más no golpistas, porque nos decimos “de izquierda”.
Pero en definitiva, dentro de los regímenes democráticos, si queremos ser justos, los
intentos de toma del poder mediante la acción violenta de las FFAA deben ser
entendidos y nombrados como Golpe de Estado, vengan de la derecha o de la
izquierda. Solamente las dictaduras, los regímenes de fuerza que cierren todas las
salidas democráticas, deberían ser, a mi criterio, enfrentados de manera lícita con la
fuerza militar y/o con la violencia popular.
Rebelión, Alzamiento, Levantamiento, Insurgencia, Subversión, Golpe de Estado, y
otras denominaciones, ilustran entonces, diferentes y variadas formas complejas de
intervención, que actúan a veces en solitario, y a veces combinadas, enfrentando a los
pueblos o las Fuerzas Armadas contra la propia estructura del Estado. En su
mayoría estos movimientos buscan simplemente la toma del poder, para así provocar
un cambio en la forma de gobernar, aunque, como veremos más adelante, pueden ser
útiles a otros objetivos más profundos o más espurios.
(2) REVOLUCIÓN
Se ha utilizado repetidamente durante todo el siglo XX el término “revolución”, para
referirse al tipo de fenómenos políticos nombrados anteriormente, y enmascarar el
“quítate tú para ponerme yo” o las dictaduras.
Ahora bien, una real Revolución es un proceso profundo que, más que sustituir un
Gobierno por otro, sacude un sistema político-económico-social, y subvierte el estado
de las cosas para lograr un orden nuevo.
Es como una mutación en el desarrollo de una sociedad, un corte abrupto en el hilo
de la historia, un cambio cualitativo, un corta caminos, un ahorra tiempo en la lucha
de algunos hacia una sociedad diferente a la anterior.
Llevar adelante un cambio tan radical como éste implica al menos tres etapas
fundamentales.
A. La toma del poder;
B. La consolidación del poder;
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10. C. La construcción de una nueva estructura de sociedad.
Como vemos esto significa, en primera instancia, que un grupo de personas deciden,
sin tomar en cuenta al resto de la población (mayoritaria o no), hacerse con el poder
para imponer su modelo social y su forma de pensar.
Por lo tanto para consolidar ese poder obtenido (segunda etapa), los revolucionarios
deberán enfrentar el descontento o la oposición del resto de la sociedad que no está
de acuerdo con su proyecto. Solamente una vez superando ese escollo, La Revolución
podrá comenzar en su titánica tarea de construir el nuevo orden social.
El descontento o desacuerdo con este tipo de procesos puede tener diverso origen, por
ejemplo el contenido de las propuestas revolucionarias, o la forma en que ellas
quieren llevarse adelante, o ambos aspectos simultáneamente, etcétera.
Dependerá este descontento, de la forma en que cada individuo se relacione con la
sociedad desde el punto de vista cultural, y también desde la perspectiva económica,
filosófica, y política de cada cual. El abanico de razones para enfrentarse con los
procesos revolucionarios puede ser casi infinito, y no necesariamente estará basado
en la defensa de intereses egoístas.
Cada Revolución tendrá sus métodos y sus tiempos, y las etapas B y C pueden
solaparse la una con la otra, dependiendo de la correlación de fuerzas entre los
sectores enfrentados, así como los intereses tácticos de los revolucionarios.
Dicha correlación podríamos medirla en apoyo popular, en habilidades políticas, en
paciencia, en voluntad e inteligencia, en relaciones internacionales. Ello siempre y
cuando no se desemboque en una ruptura completa y total de las reglas del juego
democrático. Pues a partir de allí se instalan la incertidumbre, la violencia, y el caos.
(3) LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA
Hemos hablado hasta ahora del concepto “revolución” de manera general. Vamos a
referirnos ahora a La Revolución Socialista a la que en adelante llamaremos a veces
“La Revolución”. Si bien esta aclaratoria semántica puede parecer innecesaria, la
considero importante ya que para el creyente revolucionario latinoamericano, la
“Revolución” es única y con características especiales a las que nos referiremos.
A los elementos descriptos anteriormente, La Revolución agrega un bagaje de valores
morales entre los que se destacan como más importantes, la justicia, la igualdad, y un
respaldo teórico ideológico de base marxista, que tiene variantes según las corrientes
pragmáticas en que se inspire, leninismo, maoismo, trostkismo, anarquismo, etcétera.
Influida por la experiencia de la Revolución Rusa, de la Revolución China, y luego
impulsada por la experiencia cubana, La Revolución cautivó a mucha gente y a más
de tres generaciones, como la salida deseable y posible a la injusticia social, y se
rodeó de un aura romántica y heroica, que influyó enormemente en la visión política
del latinoamericano.
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11. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y desde la consolidación de la URSS
como potencia a la sombra de la guerra fría, América Latina fue apetecida por la
izquierda para consolidar su influencia, y fue defendida y protegida por EEUU como
su patio trasero, con frecuencia poniendo y quitando gobiernos y dictaduras con
cierta impunidad.
El mundo, dividido en dos áreas de influencia, se vio presionado por un juego de
ajedrez brutal, en el que ambos contendores intentaban introducir sus piezas en el
terreno del otro. En esa época, casi todos los jóvenes militantes de la izquierda
revolucionaria, tuvimos de alguna manera nuestra pasantía en un Partido Comunista
de corte pro-soviético.
Durante los años sesenta, el surgimiento sorpresivo de la Revolución Cubana con un
discurso fidelista casi inédito, y con la romántica figura del Ché Guevara, planteó la
lucha revolucionaria bajo una nueva óptica, priorizando la lucha armada como
metodología.
Mientras tanto el mayo francés de 1968, la guerra de Viet Nam, el movimiento
contestatario norteamericano y europeo, el poder negro, la crisis de los misiles, el
movimiento hippie, y la música electrónica, entre otros elementos de influencia,
sembraron en los jóvenes, utopías y rabias y descontentos, que fueron campo fértil
para la búsqueda de salidas revolucionarias y violentas.
Las izquierdas fuera del poder lograron singularmente gran influencia en el
continente, y los Partidos Comunista pro soviéticos que durante muchos años
dominaron el sindicalismo marxista, recibieron gran apoyo electoral de la gente de
izquierda, pero tuvieron que enfrentar divisiones internas, así como el surgimiento en
su seno de disidencias radicales que eligieron el camino de la lucha armada, en
nombre de los desposeídos, y bajo la premisa o el paradigma de que “a un rico no se
le puede quitar lo que tiene por las buenas”.
La muerte del Ché Guevara, la ilusión del “hombre nuevo”, los manuales de
marxismo elemental, la aventura del Granma, la nueva Teoría del Foco de Regis
Debray, y las canciones de protesta, fueron suficiente base emotiva y teórica para la
creación de los grupos guerrilleros que se regaron por casi todo el continente.
“Hacer La Revolución” era el objetivo primordial, y la panacea para todos los males
sociales, y la lucha armada era el método de moda para lograrlo.
El cortoplacismo estaba a la orden del día, muchos querían imitar a Fidel Castro o al
Che Guevara o a Camilo Cienfuegos o a Marulanda, y tener la propia Sierra Maestra
o la propia selva colombiana en el propio suelo. Ese era el contexto. Esa era la idea.
En pocos años las acciones armadas sacudieron América Latina, despertando lo más
terrible de las sociedades de la época, y la repuesta oficial en muchos casos fue la
tortura, las desapariciones, los escuadrones de la muerte, y las dictaduras militares de
derecha.
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12. Algunos de estos movimientos guerrilleros actuaron contra dictaduras oprobiosas y
criminales (comunes para la época en América Latina), como forma totalmente lícita
de rebeldía. Pero otros grupos armados lo hicieron contra sociedades democráticas,
desestabilizándolas tan profundamente que ellas terminaron cediendo ante golpes
militares de derecha.
Es más, la desestabilización se transformó en un objetivo para lograr las
“condiciones objetivas y subjetivas” para La Revolución. Era la teoría del cuanto
peor mejor. “Agudizar las contradicciones” era el lema prevalerte, que llevó a
sociedades bastante equilibradas y ordenadas al desastre. Entonces, una dictadura o
una invasión gringa era deseable para transformar la lucha en una guerra de
liberación como la argelina o la cubana, que hiciera “despertar al pueblo
adormecido”.
No estoy afirmando que esas sociedades democráticas que se vieron enfrentadas al
fenómeno de la lucha armada fueran perfectas ni mucho menos, pues la pobreza y la
inequidad han sido características en una mayoría de países. Pero bueno, esas
sociedades al menos contaban con gobiernos elegidos por el pueblo bajo normas
relativamente justas, estructuras democráticas institucionales bastante sólidas y
funcionales, independencia de poderes, y una larga tradición de libertad, como era el
caso de Uruguay.
¿Qué aportó a esos países el intento de imponer La Revolución?
Nada positivo, sólo desasosiego, violencia, dogmatismo, presos, víctimas, y rencores.
Era más fácil y atractivo (al principio) tomar un arma y arriesgar la vida, que dedicar
esa misma vida a un trabajo político-social transformador.
La lucha armada y las consignas huecas son más románticas y adrenalínicas que la
acción político-social ordenada y creadora, aunque en el fondo su sustento histórico
y filosófico sea infinitamente pobre, o se sustituya por un dogmatismo maniqueo y
simplón.
En fin, hubo mucha entrega, mucho sacrificio, mucho heroísmo, e incluso mucho
amor y romanticismo, pero en su nombre se cometieron todo tipo de disparates, y al
final fuimos derrotados, encarcelados, desaparecidos, torturados, asesinados,
exiliados, desplazados, confinados.
Una generación de gente valiosa en una buena proporción con la vida destrozada, y
antiguas democracias imperfectas pagando el precio de las dictaduras.
(4) LOS REVOLUCIONARIOS
Para quienes tuvimos la suerte de sobrevivir el tiempo pasó, y con la madurez nos
enteramos (o por fin quisimos enterarnos y abrir los ojos) de los horrores del
Stalinismo, de las incongruencias de la Revolución Cultural China, de la caída del
Muro de Berlín, y por su parte la Revolución Cubana se transformó de panacea en
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13. pequeña dictadura fascistoide. Y el heroísmo y romanticismo sandinista derivó en
otra excluyente administración de cúpula que posteriormente fue derrotada.
Paralelamente fuimos testigos de los horrores del Kmer Rojo de Camboya, intentando
con su genocidio recomenzar la historia desde cero, y también tomamos conciencia
del delirio de Sendero Luminoso, con su amputador maoísmo trasnochado, de la
transformación de las FARC colombiana en narco-guerrila, de los problemas de
África debatiéndose entre enfrentamientos tribales, golpes, y revoluciones; y mucho
nos sorprendimos con el éxito de la conciliación moderada de Mandela en Sudáfrica.
Todos fuimos envejeciendo, tuvimos hijos, trabajamos, produjimos bienes y dirigimos
emprendimientos, experimentamos la infinita diversidad de experiencias que da la
vida, acertamos y erramos, y algunos maduramos políticamente convenciéndonos de
que no hay verdades absolutas, modificando nuestra forma de pensar y de ver el
mundo, sacudiendo los esquemas y el maniqueísmo violento.
La religión marxista leninista infiltró todos nuestros pensamientos y actos por más de
veinte años, en muchos sustituyendo nuestro raciocinio por la fe y la seguridad en los
aciertos del dogma.
En lo personal ese parto fue largo y difícil, ya que significa el cuestionamiento de
una anterior forma de vivir y de sentir, y la sustitución de una concepción emotiva y
parcializada de la política y de la historia, por una concepción mucho más racional y
mucho más equilibrada y coherente. El resultado final concluyente fue declararme
“librepensador”, un término que si bien decimonónico, ilustra mi nueva forma de
pensar y actuar en libertad, según criterios personales estructurados en torno a mi
experiencia. En todo caso, orientados según mi parecer y sin mirar a los lados.
Pero lamentablemente para todos, muchos siguen pensando igual que antes, como si
el tiempo y la historia no hubiesen transcurrido, aferrados a su forma de ver el
mundo, a lo que yo llamo la propia “cosmogonía revolucionaria”.
Una cosmogonía construida a través de los años con hilos invisibles compartidos que
les relacionan con el pasado, con el recuerdo de lo que fue, con el rencor, con la
cárcel y la tortura, con el heroísmo de algunos y con los compañeros muertos, con las
canciones de protesta, con la romántica Revolución Cubana de los inicios, con la
sonrisa el Ché Guevara muerto mirando al infinito, con las ideas de los años sesenta
y setenta. Pero por sobre todo con conceptos absolutos incuestionables basados en
presupuestos, con dudas imposibles, con razonamientos estáticos no sujetos a crítica,
y con afirmaciones inamovibles e incuestionables.
Es el “pensamiento quieto” y la “fidelidad a las ideas”, la base de los conceptos más
reaccionarios de la llamada izquierda política. Hay que ser fiel a las ideas de la
juventud para toda la vida, como si el cerebro no se nutriese de la experiencia
personal, del aprendizaje, de los cambios en la historia, de la ciencia, de la
tecnología, de la innovación, y del pensamiento creativo. Y también de la propia
madurez.
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14. Creo que si hay algo que debemos mantener es la fidelidad a los principios, a la
honestidad, al afán de justicia y libertad, a la búsqueda de la paz y de la equidad
entre los seres humanos, a la construcción de una sociedad y un mundo mucho
mejores.
Ya no creo en revoluciones, y menos en lo que antes he llamado La Revolución, y
asumo (¡oh pecado!) que soy profundamente reformista y evolucionista. Creo que las
sociedades poseen mecanismos naturales para superarse a sí mismas mediante la
evolución de sus estructuras. Me parece terrible someterlas a la arbitrariedad, a la
violencia y los traumas, a una loca aventura revolucionaria, en teoría buscando un
bienestar que perfectamente se puede lograr por métodos pacíficos e inteligentes,
aunque tal vez ellos puedan dar resultados más lentos de lo que desearíamos.
La Revolución Francesa, si bien quebró la sociedad monárquica y declaró los
Derechos del Hombre y el Ciudadano, terminó tragándose en el terror a sus propios
mentores, y derivó en el Imperio de Napoleón y su delirio militarista. La Revolución
Rusa, después de setenta años de represión, oscurantismo, ineficacia, y genocidio, se
desmoronó como un castillo de arena, y la URSS, atomizada y empobrecida, derivó
en las terribles guerras locales de las que fuimos y somos testigos, así como en el
Putinismo.
China tuvo que pasar por los horrores y las humillaciones de la Revolución Cultural,
para transformarse al fin en un híbrido perverso donde conviven lo peor del
autoritarismo con el capitalismo más salvaje. La Revolución Cubana, después de
encarnar la esperanza latinoamericana, se ha transformado en una pobre dictadura
unipersonal que, escudada detrás de “Patria o Muerte venceremos” y detrás de su
antiimperialismo eterno a flor de piel, no ha logrado después de cincuenta años,
cubrir las necesidades elementales de vivienda y alimentación de su pueblo,
sometiéndolo al poder absoluto y discrecional de una administración de cúpula.
La Revolución Sandinista, después de una lucha épica, fracasó con un Gobierno
excluyente la primera vez, y ahora, aliada con la derecha rancia, intenta sobrevivir
con las dádivas de los petrodólares que Chávez le escamotea a su propio pueblo.
En fin… ¿Dónde están las experiencias positivas e innovadoras de La Revolución?
¿Cuál es la sociedad modelo que se ha obtenido a través de la lucha armada
revolucionaria? ¿En qué experiencia de eficacia, equidad, libertad, justicia, y real
progreso revolucionario, podríamos inspirarnos?
Obviamente en ninguna, pues todas las experiencias surgidas de revoluciones han
fracasado.
Pero sin embargo, se mantiene la ilusión de la izquierda más terca, de construir el
“Socialismo del siglo XXI” sobre bases irreales, sobres bases ahistoricas. El asunto es
mantener la cosmogonía revolucionaria por encima de la realidad y la sensatez,
mantener vivo el lenguaje revolucionario, y sobre todo su vocabulario. Construir una
revolución verbal y romántica, por encima del fracaso de las revoluciones reales.
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15. La Revolución, en lugar de herramienta para el cambio, se ha transformado en un
objetivo en sí misma, aún por encima de los intereses del pueblo.
Ser revolucionario es algo para toda la vida, no importan los fracasos, no importan
las derrotas, no importa la experiencia que nos indique que ese no es el camino, y que
debemos buscar otra alternativa. Ser revolucionario es un sentimiento por encima de
la racionalidad.
Y los que no son revolucionarios o discrepan, son objeto del más puro desprecio,
descalificados y odiados, y tildados de reaccionarios.
Mi madre, Blanca Traversoni, profesora de historia y de arte, respondió así a una
pregunta mía que le formulé en el año 1966: “Si quieres trabaja con los comunistas,
pero nunca te afilies al partido, porque si no, cuando te vayas, van a decir que eres de
la CIA”. En ese entonces tenía dieciséis años.
Cuando ese sentimiento descalificador llega a las cúpulas, se traduce en una actitud
de “Ejército de Ocupación”. El YO revolucionario es dueño de la verdad además de
la justicia y de la historia (aunque en realidad los sucesos reales demuestren lo
contrario). El Yo revolucionario quiere el bien de los demás, la justicia y la igualdad,
y la única forma de lograrlo es mediante La Revolución. La conclusión es excluyente
de otras posibilidades. Quien no piense así será declarado fascista o facho, golpista,
agente norteamericano, Pitiyanki, reaccionario, oligarca, traidor a la patria, amén de
los términos peyorativos que sobre la marcha se le vayan ocurriendo al máximo y
único líder que siempre florece en estos procesos. De hecho, en Venezuela,
aparentemente cinco millones de electores son oligarcas y traidores.
Otra característica de La Revolución es que realmente se toma su tiempo. El tiempo
revolucionario para llegar al Nirvana de la perfección social, obviamente es muy
elástico. Mao decía que nadie conocería al verdadero comunismo hasta dentro de
cinco mil años. Chávez habla ahora de veinte, treinta, cuarenta, doscientos años,
según su humor. Fidel se ha perpetuado cincuenta años, montado sobre promesas y
consignas, y corriendo la arruga de objetivos no logrados hacia un futuro incierto
que algún día llegará. Las carencias materiales, el hastío existencial, y la ausencia de
libertad, no importan mucho pues cuando La Revolución se instala, el pueblo debe
aprender a esperar hasta la eternidad.
(5) TOMA Y CONSOLIDACIÓN DEL PODER
Como lo decíamos anteriormente, la izquierda revolucionaria latinoamericana
intentó repetidamente el asalto al poder mediante la lucha armada durante los años
sesenta y setenta. Fueron más los fracasos que los éxitos, y sin duda muy alto el costo
en sufrimientos y en vidas. Pero esto provocó una revisión metodológica. El asunto
planteado era cómo poder acceder al poder sin necesariamente enfrentar a las
FFAA. Por supuesto que entonces el método electoral no figuraba en sus planes, ya
que esta metodología siempre fue catalogada de reformista, y por lo tanto
intransitable.
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16. La Revolución siempre consideró a los ejércitos tradicionales como clasistas y
defensores de la burguesía, prácticamente como el brazo armado de la oligarquía, y
en algunas circunstancias esa afirmación se basaba en hechos reales. Con
notoriedad existían, de hecho, regímenes autoritarios con fachada democrática,
sostenidos por una oligarquía primitiva y voraz. Pero en forma simplista La
Revolución hizo extensiva esta idea a todo ejército perteneciente a democracias
consolidadas, y catalogadas con bastante desprecio de “democracias burguesas”.
Así que la forma más sencilla de doblegar esos ejércitos sería infiltrándolos,
ideologizando hacia la izquierda al menos a algunos de sus componentes.
El Perú de Velazco Alvarado fue un intento. Y ahora le ha tocado el turno a
Venezuela.
Así surge en los años ochenta un pequeño grupo de oficiales de rango medio,
“revolucionarios”, y organizados en torno a una ideología confusa y primitiva
denominada “Bolivariana”, una especie de Cambalache en la que se mezclan
influencias tan dispares como la de un marxismo elemental, el pensamiento de
Douglas Bravo, la Bandera Roja, y también las ideas del argentino antisemita
Humberto Ceresole muy amigo de los fascistas Carapintadas. Y obviamente tampoco
podían faltar allí los pensamientos de un Simón Bolívar acartonado y apartado de su
contexto histórico.
Este movimiento fue, desde un principio, conspirativo y golpista, y se planteaba el
asalto al poder mediante un Golpe de Estado en un país con una democracia
consolidada durante cincuenta años.
Nadie que haya vivido en Venezuela durante los últimos treinta años puede dudar de
los defectos de la democracia petrolera de entonces: pobreza, inequidad, corrupción,
y por cierto también descomposición e ineficiencia de los partidos políticos
tradicionales. Pero la estructura democrática en lo básico funcionaba, con
independencia de poderes, alternabilidad de gobiernos, convivencia nacional, y se
avanzaba por encima de los errores hacia la descentralización y la modernización.
Venezuela era un país complicado y lleno de problemas, pero de cara al futuro.
Sobre el diagnóstico de su enfermedad, todos estábamos más o menos de acuerdo, las
discrepancias llegarían con las medicinas y el tratamiento que debían ser aplicados.
El Movimiento Bolivariano dio dos Golpes de Estado sangrientos y en ambos fracasó.
No olvidemos, ese fue el inicio.
Esas derrotas desmoronaron el “glorioso movimiento” que salvaría al país de las
garras de la corrupción. Pero dejó la semilla mediática de un teniente coronel de
paracaidistas que por televisión despreocupadamente afirmó: “Por ahora no hemos
podido obtener el poder”.
Después del primer golpe, Hugo Chávez es detenido y pasa dos años en prisión, de
donde sale indultado por el Presidente Caldera.
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17. Una vez en la calle, se dedica a recorrer el país anunciando nuevos alzamientos
militares, y declarándose partidario de la abstención electoral, ya que, sostiene, las
elecciones son un “fraude del sistema”.
Influido por políticos sagaces que se unen a su movimiento, adopta el segundo giro
estratégico importante que lo pondrá en el ascenso al Poder, presentándose a
elecciones. Va montado sobre la ola golpista, su aura romántica de militar rebelde,
con una boina roja, y su anterior afirmación “por ahora”.
Planteó desde el principio una campaña dual, violenta y descalificadora, cuando por
un lado prometía “freír en aceite las cabezas de los políticos”, y a la vez conciliadora
y paternalmente, cuando por otro lado prometía justicia e inclusión. Cabalgaba sobre
el concepto de la antipolítica y el antipartidismo, sembrados durante años por
algunos sectores pluri-ideológicos en el país. Sorprendía ver lo fácil que calaba en
diferentes estratos sociales, y entonces fue apoyado por la Iglesia, por sectores de la
burguesía, por importantes medios de comunicación, y comenzó a hipnotizar a las
clases más desposeídas, ávidas de un militar macho y autoritario, que pusiera orden
en esta vaina.
Fue la misma “democracia burguesa” que hoy día él ataca, quien, tras ganar las
elecciones, le entregó el poder con total transparencia y sin abusos. El primer
objetivo revolucionario, la toma del poder, había sido logrado por una vía inesperada.
Para el revolucionario, el Estado Democrático moderno así como la Democracia
Representativa son los enemigos, y como expresión política del capitalismo deben ser
radicalmente destruidos.
La otra etapa de La Revolución, consolidación del poder, implica copar todos los
espacios democráticos y alterar su estructura y funcionamiento, para así, sobre los
restos, construir una nueva y mejor sociedad, casi perfecta, remozada, renovada,
ideal, la Sociedad Socialista.
La Revolución parasita la estructura social nutriéndose de ella, para por fin
destruirla. “Profundizar La Revolución”, “radicalizar el proceso”, significan lisa y
llanamente apurar la destrucción de la sociedad capitalista y democrática, para
implantar lo antes posible el orden socialista.
Por supuesto que la palabra “socialismo” utilizada por el Chavismo, nada tiene que
ver con el verdadero socialismo democrático aplicado con éxito y con enorme eficacia
en algunos países.
Tomemos como ejemplo a los Países Escandinavos, que en sesenta años, desde la
Segunda Guerra Mundial hasta hoy día, con toda evidencia se han puesto a la cabeza
de Europa, con un sistema capitalista mesurado, una democracia estricta, una
justicia social profunda, un fuerte espíritu de trabajo, una fuerte apuesta a la
educación, y una enorme eficiencia producto de la continuidad de objetivos
planteados estratégicamente por sucesivos gobiernos socialdemócratas.
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18. ¿No es esa una sociedad deseable? ¿No es el bienestar del ser humano lo que
buscábamos quienes alguna vez luchamos sinceramente en las filas de La
Revolución? Inclusión social y política, justicia, alimentación, vivienda, educación,
seguridad, ocio creativo, felicidad… ¿Acaso esos no fueron siempre nuestros
principales objetivos? ¿No es por ello que debemos seguir luchando y luchando?
¿Pero… se necesita un proceso revolucionario para eso?
Lamentablemente para nosotros la respuesta del revolucionario convencido es un
muy fuerte y convencido SI, él siempre necesitará hacer La Revolución, porque ha
asumido esa acción como el significado profundo de su vida. Él vive por y para un
mito, el mito del único proceso que creará un “hombre nuevo” sobre el cadáver del
“hombre viejo”, y la “sociedad nueva y perfecta” sobre el cadáver de la “sociedad
vieja e injusta”.
No importa el tiempo que eso lleve, no importa la angustia ni el sufrimiento de un
país entero, no importan, en definitiva, los intereses del pueblo, porque por encima
del propio pueblo está La Revolución.
No importa ni siquiera la experiencia histórica plagada de fracasos, y tampoco
importa que Cuba, nuestra experiencia más cercana, se haya transformado en una
caricatura trágica de sí misma, con un pueblo cansado, sentado en los bordes de la
acera, mirando pasar la historia, o esperando, cuando más, que mueran los líderes
para entonces sí empezar de nuevo.
En su afán de romper con la relación de explotación entre la burguesía y el
proletariado, el revolucionario creará una nueva sociedad donde la casta en el poder
se adueñará de todo, hasta de la vida del ciudadano.
“Dentro de La Revolución todo, fuera de La Revolución nada”.
Estamos pues en Venezuela, en la segunda etapa de La Revolución. Recordemos que
Lenin hablaba de la Dictadura del Proletariado como etapa de dominio sobre los
poderes burgueses y en el período de transición hacia el Socialismo.
En teoría, en esta etapa debe mandar El Pueblo, quien se transforma en dictador.
Ahora bien, nuestra experiencia venezolana nos indica que El Pueblo es otra
abstracción, ya que proletario que esté contra el Gobierno es contrarrevolucionario y
nefasto, y por su parte burgués que se pliega “al proceso” pasa a ser bendecido como
aliado y empresario de La Revolución. En definitiva, podemos afirmar que en
Venezuela para ser considerado Pueblo hay que apoyar a Chávez: “Pueblo es todo
aquél que está conmigo, y lo demás es mierda”.
Así que esta etapa, como dijimos anteriormente, no debe tener límite de tiempo.
Tampoco su líder debe estar constreñido por fastidiosos períodos presidenciales, pues
el objetivo es mantenerse eternamente en el poder, como única garantía de que La
Revolución pueda llegar a feliz término. En ese camino, el Presidente acaba de
triunfar, con todo el abuso de poder imaginable, en un Referéndum para una
reforma constitucional, que pretende terminar con la propia alternabilidad,
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19. perpetuando el estatus quo “hasta que sea necesario”, como el propio Hugo Chávez
dice.
La Revolución debe tener un control absoluto sobre el Estado, y a eso metódicamente
se ha abocado desde sus inicios. El Poder Electoral está integrado por cuatro
miembros oficialistas y uno de oposición, e increíblemente, en la propia
juramentación de los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, éstos gritaron
de pie: “Uh, Ah, Chávez no se va”. El Defensor del Pueblo, El Fiscal General de la
República, y el Contralor General, son todos ellos obsecuentes militantes oficialistas.
La Asamblea Nacional tiene aplastante mayoría del Gobierno por errores
abstencionistas de la oposición. Todos los Poderes que en una democracia real deben
ser independientes, son aquí genuflexos al Ejecutivo, y todo el Ejecutivo se mantiene
a la espera de las órdenes del Presidente, y se expresa a través de una terminología
agresiva bien orquestada. La autocracia es absoluta: “La Patria soy Yo”.
Se obliga a todos los empleados públicos o contratados por el Estado a vestirse de
rojo, utilizando franelas y gorras con consignas revolucionarias, y todos deben asistir
a cada uno de los actos de calle que sean oficiales, a donde se les traslada en
autobuses desde todo el país, y se les pasa lista bajo amenaza de despido. Igual
amenaza se utiliza para los miembros de las Misiones Populares y sus familias, que
reciben becas de diferente índole.
Se juega con el secreto al voto dejando colar que el Gobierno puede enterarse por
quien votó cada ciudadano, y tomar las medidas del caso.
En cada acto electoral se cubren de propaganda oficialista todas las dependencias del
Estado, tanto civiles como militares, y se utilizan todos los vehículos oficiales para el
traslado de militantes y para hacer propaganda.
Se utiliza la Lista de Tascón (Diputado oficialista que se encargó de la tarea), para
privar de todo beneficio y trabajo con el Estado a cualquier ciudadano que, en
ejercicio de sus derechos democráticos, haya firmado el Referéndum o cualquier otro
documento en contra de La Revolución o de El Supremo, utilizando para obtener
esos datos los listados oficiales del Consejo Nacional Electoral.
Se prohíbe a cualquier empresa relacionada con el Estado de una u otra forma, a
contratar a alguno de los veinte mil empleados de la petrolera PDVSA despedidos
durante el paro nacional.
Se obliga a los militares a gritar como saludo “Patria y Socialismo, o Muerte”, y se
utiliza al Ejército y la Guardia Nacional para agredir a los manifestantes de
oposición, defender a los oficialistas, y hacerse la vista gorda ante cualquier agresión
a los demócratas.
El mismo criterio ideologizante y parcializado quiere utilizarse en la educación, cosa
que aún La Revolución no ha logrado plenamente.
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20. La venezolana es la única Revolución que pierde repetidamente las elecciones en
todas las universidades nacionales, tanto privadas como públicas, así que se trata de
una Revolución sin estudiantes, los cuales se han transformado en una de las
principales fuerzas de oposición al abuso y la exclusión.
El Gobierno trata de resolver el problema inventando nuevas Universidades paralelas
como La Bolivariana, donde con énfasis se catequiza a los estudiantes en el dogma
revolucionario.
La creación de estructuras paralelas a las del Estado en aquellos puntos donde le
convenga al Gobierno, es otra característica de este régimen mientras se afianzan en
el poder.
En paralelo a las Fuerzas Armadas se ha creado La Milicia Popular, como un brazo
armado a la orden del Presidente, quien desconfía de todos y de todo.
Se promueven sindicatos paralelos oficialistas, así como organizaciones paralelas de
profesionales, de la clase media “positiva”, de industriales, de comerciantes, etcétera.
En todas las áreas donde el Gobierno no logra triunfar democráticamente, paga para
crear una estructura paralela que se le opone.
El colmo del absurdo, es que existe en Venezuela una guerrilla oficialista “fuera de
control” del Gobierno, el Frente Bolivariano de Liberación, que actúa y secuestra
impunemente en el interior del país, sin que nadie la reprima.
También se utilizan grupos de choque urbanos armados y apoyados a cara
descubierta por dirigentes del chavismo, que hipócritamente también se mantienen
“fuera de control”, pues “se le escapan de las manos” al Gobierno.
Esta modalidad de aparatos represivos paralelos a los estatales es muy útil a la hora
de deslindarse hipócritamente de sus acciones, y muy práctica a la hora de reprimir
“sin responsabilidad gubernamental”.
Ellos atacan a periodistas en la calle, o realizan atentados a personas y grupos
políticos declarados “objetivos militares”, y expresan en los medios que hay que
matar al enemigo. Ellos utilizan bombas lacrimógenas y armas del parque estatal.
Y cuando conviene electoralmente, el mandamás arregla para poner presos a los
revoltosos frente a la televisión, y nada más sucede, y no se habla más del asunto.
Esos grupos han ocasionado decenas de muertos, han sido filmados y fotografiados
disparando con pistolas y revólveres a personas desarmadas, y están plenamente
identificados, e insólitamente aún están libres.
Y aquellos que son detenidos salen en libertad de inmediato por “órdenes de arriba”,
y para colmo, y para ignominia, algunos han sido condecorados como “Defensores
de La Revolución” en actos públicos.
Mientras tanto, los opositores presos languidecen en las cárceles durante años, sin
pruebas y sin juicio, por artimañas leguleyas que postergan sus audiencias hasta el
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21. infinito, como en el cuento del gallo pelón, y cuando se les juzga, se les descarga todo
el peso de la venganza ideológica, como “para que los demás se vean en ese espejo”.
Paralelamente, un descuido total hacia la seguridad del ciudadano ha provocado el
desborde absoluto del hampa que ya ha cobrado más de cien mil muertos (sí, cien mil
muertos), en lo que va de este Gobierno.
Pero no importa, esos son resabios de la sociedad burguesa con los que hay que
cargar, como rémoras adheridas al casco, hasta que algún día por fin podamos
extirparlos, y por ahora, al que no le guste, que se vaya del país.
El Presidente carga con una extraña mezcla de poder absoluto y sentimiento de
indefensión. Esto último es lo que yo llamo el “síndrome de minoría o de oposición”,
tan anclado en la psiquis de la izquierda que se mantiene aún en el poder y les hace
hablar permanentemente de magnicidio, de complot, de Golpe de Estado, de
emboscadas, protegiéndose perpetuamente detrás de anillos de seguridad cubanos y
también detrás de carros blindados, mientras que son los suyos quienes atacan de
manera impune y salvaje a todo disidente.
Hugo Chávez utiliza las cadenas presidenciales y todos los actos oficiales para la
propaganda política. El Poder Electoral mira para otro lado mientras se abusa
inmisericordemente del espectador o del oyente durante horas y horas. Todos los
canales de TV y emisoras de radio (oficiales y “comunitarias”), que en su mayoría
son de orientación oficialista, funcionan con el único y excluyente objetivo de hacer
propaganda a favor de La Revolución. No hay medida, no hay balance. ¡Y para
colmo de hipocresía en este surrealismo obsceno, el Gobierno afirma que hay
“desbalance” propagandístico a favor de la oposición! Ya se ha cerrado al canal de
TV más antiguo del país, y ahora se busca la forma de cerrar el único canal
informativo realmente crítico al Gobierno, aunque plural en su cobertura.
Dentro de este contexto de control total y de arbitrariedad, La Revolución plantea
una Democracia Referendaria a la que pueda manejar a su antojo, en una
desmesura de la cual parece que muchos extranjeros ni se enteran. Vamos de
elección en elección, y no hay tiempo para gobernar, pues la atención de los
problemas reales y cotidianos del pueblo vendrá mucho más adelante, cuando se
construya la sociedad justa y socialista, y cuando el poder se encuentre afianzado.
Se crean los “Consejos Comunales” en sustitución obligada de las Asociaciones de
Vecinos que funcionaban en gobiernos anteriores, y como polea de transmisión entre
el pueblo y las autoridades cercanas, para la mejor resolución de los problemas
cotidianos. Pero a este mecanismo se le da de inmediato contenido ideológico,
pretendiendo que funcionen como engranajes de La Revolución, mediante la presión
económica y la aprobación o desaprobación de proyectos tales como asfaltado, o
construcción de cloacas, etcétera. Se pretende, en teoría, crear una Democracia
Participativa y Protagónica, pero el ciudadano puede participar y ser protagonista
mientras esté de acuerdo con el proceso, y en realidad el asunto termina entonces
resumiéndose políticamente en que el supremo líder le “participa” al ciudadano lo
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22. que debe hacer, y los consejos comunales terminan siendo arrastrados a los actos
oficiales como se hace con los empleados públicos.
En paralelo se da a la gente “caramelitos” circunstanciales, a través de planes de
nombres rimbombantes y corto alcance, misiones educativas tipo “comida rápida”, y
regalos, muchos regalos, para que todos se mantengan pasivos a la espera de la
felicidad por venir, esperanzados y sumisos.
Para el chavismo no hay matices entre quienes se oponen a su proyecto, pues todos
los opositores son fascistas, golpistas, y pitiyanquis, desde la extrema derecha y la
centroderecha, hasta la centroizquierda y la izquierda radical ubicadas fuera del
proceso.
Corresponde destacar que toda la izquierda histórica de Venezuela está en la
oposición a este Gobierno, salvo el minúsculo Partido Comunista que tomó aires
nuevos en la alianza con Chávez, y que hoy se humilla para mantener su identidad.
La Revolución ataca y descalifica a todos los opositores por igual. Cualquier
disidente que surja dentro del Gobierno, es inmediatamente expulsado y pasado a las
listas del “enemigo”. La descalificación automática del oponente, por cierto ayuda a
que no se piense, evita el análisis y el cuestionamiento, y así el descalificador queda
en paz.
No hay discusión, no hay análisis político en las filas de La Revolución, sólo la
espera eterna y sumisa, a las órdenes y a los caprichos del autócrata.
La Revolución no tiene ni bolas ni ovarios ante el líder, pues es eunuca, y por lo tanto
se transforma en unipersonal, y todo el mundo es prescindible salvo El Supremo.
Se establece una relación religiosa entre el Predicador y sus fieles, entre el Rey y sus
súbditos. No hay racionalidad, ni verdad, ni evidencia que importe, cuando el amor al
líder domina, y cuando éste sabe manipular ese sentimiento.
La sociedad venezolana se ha dividido verticalmente en dos mitades irreconciliables,
provocado por el fenómeno no visto antes del chavismo, y durante lo que debería ser
la etapa madura de la democracia.
El mismo Presidente afirmaba hace pocos días después del referéndum del 15 febrero
2009, y ante las sugerencias de diálogo de algunos de sus partidarios, que “no
tenderé puentes con la oligarquía”, y “al enemigo no le daremos ni siquiera cacao”.
Desgraciadamente esa es la mentalidad.
Las victorias electorales de la oposición, lejos de aceptarse como parte de un juego
democrático válido, son vistas como amenazas al desarrollo de La Revolución, ya que
significan un retroceso en la etapa de consolidación del poder. Así de simple se
razona. Por lo tanto no debe sorprendernos, que no sean respetadas y que se
aprueben por ley, a través de una Asamblea Nacional obsecuente, asuntos antes
rechazados por el pueblo en Referéndum, como por ejemplo la reelección indefinida.
También es “normal” y “aceptable” para un revolucionario, que a los nuevos
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23. Gobernadores de Estado y a los nuevos Alcaldes que ganaron limpiamente elecciones
aún en contra del abuso más desmedido del Estado, se les “vacíen” las arcas antes de
que asuman su cargo, quitándole también competencia en canchas deportivas,
hospitales, maquinaria de asfaltado, etcétera, y también desarmando a la policía y
llevándose las patrullas a otra parte, así como las ambulancias y los camiones,
etcétera. Los revolucionarios disfrutan y se llenan de gozo, cuando el Presidente, con
su gracia habitual y su pintoresca forma de hablar, se expresa diciendo: “Allí les
queda su carapacho, y vamos a ver como hacen para gobernar”.
Esta forma mediocre y chabacana de llevar adelante un país, llega al ridículo cuando
el propio Gobierno entorpece los planes de mejora en el flujo del tránsito si esas
acciones son planificadas por esos Gobernadores o Alcaldes de oposición, ubicando
en las autopistas camiones que simulan estar averiados, o apresurándose a lavar y
pintar las paredes de un túnel abandonado por años, cuando la autoridad “del otro
bando” anuncia que lo hará.
Más difícil que enfrentar una dictadura donde las cosas se llaman por su nombre, es
enfrentar esta especie de “democracia malandreada”, hipócrita y abusiva, que utiliza
la mentira y las apariencias formales como principales armas políticas, caminando
en el filo de la navaja en su imagen exportada, y actuando como un ejército de
ocupación pero hacia adentro de fronteras.
Como un pueblo del lejano oeste de película de Hollywood, La Revolución
venezolana es una fachada de cartón sostenida por detrás por palitos. Y para que se
lo crean los ingenuos y los indiferentes (que aún quedan muchos), quienes por
comodidad o conveniencia filtran en su cerebro cualquier duda que los perturbe, y se
aferran a vocablos y etiquetas “políticamente correctos”, como por ejemplo
antiimperialismo, antiglobalización, neoliberalismo, capitalismo salvaje, y otras
expresiones de similar estirpe que en la mayoría de los casos no tienen una definición
muy precisa.
Muchos disculpan (y es una forma neo-colonial de razonamiento) los “excesos” del
chavismo o de algún otro proceso revolucionario, atribuyendo el origen de los desvíos
a un problema cultural, o como una característica propia de la idiosincrasia tropical,
del nuevo Buen Salvaje, pero claro, en las propias democracias imperfectas no
soportarían ni la centésima parte de los abusos cotidianos a que nos vemos sometidos
los venezolanos día a día en esta “revolución bonita y caribeña”. Las autocracias y
las dictaduras pueden ser justificadas, por algunos, desde lejos, pero el asunto es
soportarlas en su propia tierra. Y hoy día podría agregar que las revoluciones son
atractivas desde afuera, pero que es casi imposible soportarlas desde adentro, salvo
que se baje la cabeza y con fuerza se apoye el proceso sin expresar ninguna crítica.
La Revolución venezolana hizo suya, en sus inicios, la bandera del antipartidismo y
la antipolítica. Luego rápidamente se declaró enemiga del bipartidismo que
“alternaba sus gobiernos”, y ahora se ha transformado en la defensora del
monopartidismo fundando en el “Partido Socialista Unido de Venezuela”, que
monopoliza la militancia revolucionaria, obligando a los partidos de la alianza a
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24. desaparecer o extinguirse, para que así sus miembros se integren al partido único,
pues “al que no se una al PSUV lo aniquilaré políticamente”, espetó el Líder.
Monopartido y monoliderazgo, son la cúspide de la estructura política de la
democracia participativa en este proceso venezolano, donde además el Estado y el
Partido son la misma cosa.
(6) EL FASCISMO DE IZQUIERDA
Todos estos elementos descritos a partir de nuestras experiencias cotidianas bajo la
administración “revolucionaria” de Hugo Chávez, nos llevan a definirla como un
fascismo de izquierda.
El fascismo no es propiedad sólo de la derecha, también lo es de la izquierda
revolucionaria, pues el fascismo no es realmente una ideología, es una forma de ver
el mundo y de gobernar, creando su propia mitología, su propia cosmogonía, su
propio lenguaje, su propia iconografía.
En la historia del arte, el Realismo Socialista ruso y el Realismo Nazi alemán fueron
casi idénticos estéticamente. Ambos, producto de la concepción del “arte al servicio
del Estado y del pueblo”, debían ilustrar la historia oficial y representar al “hombre
nuevo”. Hombres nuevos fieles a Stalin y a La Revolución, o fieles al ideal racial
“dell Führer”, los unos con la hoz y el martillo en la mano, y los otros con el águila
del Tercer Reich en el hombro. Los artistas de vanguardia, en esa época “tan fértil”
del arte europeo, obviamente en su mayoría debieron emigrar para nutrir otras
tierras, y los nazis organizaron una exposición itinerante que mostraba el “arte
degenerado” cubista, constructivista, o expresionista. La expresión artística, en los
procesos políticos que pretenden cambiar las sociedades de raíz, paradójicamente, es
la más conservadora y retardataria de la historia.
El fascismo crea su propia épica histórica, modificando a su antojo los hechos
cotidianos a fuerza de repetir mentiras, y sacando de contexto a los “padres de la
patria”, para utilizar sus frases y sus pensamientos según el interés circunstancial.
También el fascismo “desentierra” personajes de la historia, a quienes viste con
nuevos ropajes ideológicos.
El fascismo se viste de banderas, las existentes y las nuevas, de símbolos, de marchas
militares, de mitinees, de discursos y consignas vacías y efectistas.
El fascismo uniforma a los ciudadanos de gris, de rojo, de negro, y les enseña a
pensar, hablar, y actuar, a imagen y semejanza del líder.
El fascismo se arma hasta los dientes, pero sus líderes tienen miedo hasta de su
propia sombra. El fascismo se viste de un heroísmo de opereta, amenaza, vocifera, y
cuando llega el momento, aniquila.
El fascismo es mesiánico, establece un vínculo religioso entre las masas y el líder, no
acepta disidencias ni cuestionamientos, y utiliza la obediencia militar como relación
vertical de los jefes con el pueblo.
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25. En nombre de los desposeídos, de la humanidad, y de la Patria, el fascismo y su
dogmatismo llevan a los hombres a odiarse y a matarse.
Y el fascista de La Revolución descalifica a los demócratas llamándolos fascistas.
En el terreno social y económico, si bien la administración revolucionaria venezolana
puso sobre la mesa el tema de la pobreza y le otorgó consciencia de sí mismo al pobre,
ha pasado diez años improvisando medidas de emergencia en correlación con sus
intereses electorales, sin modificar las estructuras y las problemáticas de fondo.
Ya, que como vimos, el objetivo principal es la perpetuación de La Revolución y de su
líder (que para el caso son la misma cosa), no se han planificado estratégicamente
medidas eficaces para extirpar la pobreza y la exclusión, sino que se han implantado
medidas efectistas según necesidades coyunturales.
Las Misiones, nombre que engloba todo aquel plan que se le ocurra al Presidente,
nacieron en un momento de baja popularidad, por consejo del Gobierno de Cuba
para enfrentar el Referéndum Revocatorio, y se han basado en la dádiva por medio
de todo tipo de becas anárquicamente repartidas, así como en el ofrecimiento de la
posibilidad de transformarse en un profesional o un técnico, condensando estudios
de pésima calidad en un mínimo de años.
El sistema nacional de salud ha sido abandonado, los hospitales carecen de los
mínimos insumos, y los médicos residentes cobran salarios de hambre. Allí son los
pacientes que deben pagar sus propias medicinas y tratamientos. La Revolución creó
un aparato paralelo de salud basado en primer término en la Misión Barrio Adentro,
estructurada (de forma similar a gobiernos anteriores) en módulos de atención
primaria dentro de las barriadas populares, pero en lugar de contratar personal
médico nacional, se importaron, mediante acuerdo bilateral, médicos cubanos de
baja calificación, que se intercambiaron por petróleo. Y de paso, esos médicos
ayudan en el trabajo ideológico. Este enfoque, que medianamente funcionó en
algunos aspectos, hoy día ha sido prácticamente abandonado.
Cierto, ahora se han creado Centros de Diagnóstico Integral, mejor dotados pero
insuficientes, mientras que todas las dependencias del Estado contratan los seguros
de salud para sus empleados en las clínicas privadas, las que no dan abasto ya que el
Sistema Nacional de Salud, con todos sus hospitales, se encuentra en total abandono.
La Revolución ha construido menos viviendas que cualquiera de los gobiernos
democráticos anteriores, y la metodología de invadir anárquicamente urbanizaciones
populares en construcción, desnuda a unos para vestir a otros. También se invaden
edificios en reparación o en venta, los que después se negocian o se transforman en
megaranchos en el propio casco urbano.
Por lo tanto la absoluta ineficacia en la construcción de viviendas, se cubre con
patente de corso a los “invasores”.
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26. Lo mismo sucede con las tierras, los grupos de campesinos (o con disfraz de tales)
afectos al Gobierno, invaden tierras ociosas rurales y urbanas, y sin más ni más allí
se instalan, sin ningún tipo de planificación.
Pero también se invaden tierras productivas que en poco tiempo se transforman en
un yermo, o que pronto se expropian y se entregan a personas que de inmediato las
venden, o las intercambian en una especie de mercado negro revolucionario basado
en la desidia, en la falta de planificación, en la desesperanza.
La reforma agraria se transforma en ocupaciones arbitrarias improvisadas, en
saqueos militares retaliativos de haciendas en plena producción, donde entre los
soldados y los invasores se comen hasta la última vaquita, y donde se destruyen o se
descuidan los cultivos.
Hay dos cosas en que el proceso ha sido eficaz, en la reestructuración del aparato
impositivo (ya que le aporta más dinero para gastar), y en la modernización del
sistema de cedulación (ya que le abre la posibilidad de más votos en los sectores
populares, y a la vez le permite manipular su base de datos para asuntos electorales).
En Venezuela todo se improvisa, al Presidente se le ocurre que hay que hacer
gallineros verticales en las azoteas para cubrir la necesidad de pollos, y al fin el
pragmatismo derrochador los termina importando de Brasil.
Después se le ocurre hacer sembradíos hidropónicos en los jardines de las plazas y
avenidas, “ejemplo de tierras ociosas que el pueblo debe aprovechar”, y se ve por
unos días a algunos ilusos sembrando tomates entre el humo de los autobuses y las
motos.
Más tarde se decide que las cooperativas son el futuro de la economía, y se pone a la
petrolera PDVSA a sacar toneladas de billetes para financiarlas. Se fundan 250.000
cooperativas y en cosa de pocos meses quiebran 235.000, y el dinero aportado
simplemente desaparece.
Luego el Presidente descubre que las cooperativas no son viables ya que alientan el
afán de lucro y el capitalismo, y se prohíbe que se sigan apoyando para crear los
grupos de economía endógena. De inmediato se da un golpe de timón, y se crean “las
comunas”. Después expropia cuanta pequeña empresa esté a punto de quebrar, para
transformarlas en Empresas Socialistas. Inauguradas con bombos y platillos por
televisión, posteriormente son olvidadas, y duran ellas lo que canta un gallo.
Al contrario que el Rey Midas, La Revolución transforma en polvo todo lo que toca,
pues han quebrado hasta las empresas del aluminio y del hierro, y la petrolera estatal
está al borde del colapso por falta de reinversión y de investigación, y por financiar
cuanta locura se le ocurra al Mesías, acumulando así una deuda delirante.
La Revolución confiscó mediante artimañas legales el canal de televisión más
antiguo y de mayor audiencia del país (RCTV), expropiando todos sus equipos a nivel
nacional. Se iba a transformar ese canal (que por supuesto tenía una posición crítica
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27. al Gobierno) en un “canal de servicio social”. Dos años después está prácticamente
quebrado, pocos lo ven, y trasmite puros enlatados extranjeros de tercera categoría.
La industria privada agoniza, arrinconada por regulaciones de precios que a veces le
obligan a vender sus productos por debajo de los costos de producción, mientras se
importa alegremente la carne, la leche, el pollo, el azúcar, y el arroz, en medio de una
corrupción tan feroz, que hace ver como niños de pecho a los corruptos de gobiernos
anteriores.
Una nueva casta política y económica crece a la sombra de La Revolución (nada
nuevo por cierto), y las Misiones y cuanto nuevo proyecto delirante se inventa,
funcionan como “cajas negras”, sin control administrativo, y según los criterios
individuales de los camaradas a cargo.
En toda esta guachafita fenomenal, La Revolución ha derrochado en diez años la
increíble cifra de novecientos mil millones de dólares estadounidenses, sin haber
construido ninguna obra de infraestructura importante, abandonando a la buena de
Dios la infraestructura nacional preexistente, y comprando con sus generosas
dádivas los favores de países aliados al proyecto revolucionario latinoamericano.
En Caracas muere cada fin de semana un promedio de cincuenta personas por
violencia callejera, asaltos y robos. El sicariato (inexistente antes) reina en el país, y
las cárceles son un infierno dantesco donde los presos se matan con granadas
introducidas por la misma Guardia. Cualquier ciudadano, de cualquier nivel social,
teme ser víctima de secuestro, ya que hay mercado y secuestradores para todos.
En fin, un panorama desolador para un pobre país petrolero al que lo único que le va
quedando es petróleo, una gran rabia, y un gran hastío.
(7) CONCLUSIONES
A lo largo de este trabajo hemos categorizado y descrito las fantasías y las realidades
específicas de La Revolución y de los revolucionarios latinoamericanos, y hemos
intentado describir el proceso venezolano.
Pecando de tocar temáticas en las que no soy especialista ni mucho menos, a
continuación me atrevo a aventurar algunas conclusiones generales.
Pese al descalabro, la ineficacia, y el despelote trágico del proceso venezolano,
podemos afirmar sin duda que estamos ante otro ejemplo de La Revolución
Socialista. En realidad se puede afirmar que ese despelote es una característica
inherente a La Revolución, el cual no le ha permitido en ningún caso histórico del
siglo XX pasar de la segunda etapa, o sea de la consolidación del poder, a la tercera
etapa, o sea la construcción de la sociedad casi perfecta que tanto se anhela.
Lo único que ha logrado La Revolución es desbaratar un sistema de producción
relativamente eficaz para sustituirlo por otro inviable, condenando las sociedades a la
miseria y a la desesperanza. Pero La Revolución sigue insistiendo, ya que cree que
por fin inventará el paraguas o el truco salvador, y para ello debemos prepararnos.
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28. El futuro de nuestra sociedad dependerá de los factores que se enumeran.
(a) De la eficacia o ineficacia con que el Gobierno pueda llevar adelante la
sustitución del aparato productivo capitalista por el aparato productivo estatal y
centralizado de tipo socialista. En Venezuela ya se está hablando explícitamente de
“apropiarse de los medios de producción”.
Ciertamente esto a la vez dependerá de la capacidad productiva que el Gobierno logre
mantener aún con costos irreales, y de la fuerza y entereza que despliegue durante
esa etapa de transición, sin crear desabastecimiento profundo, y eventualmente
recurriendo a las importaciones compensadas con petróleo. Y en el terreno político
también dependerá del nivel de aceptación popular que logre mantener durante la
crisis que este proceso producirá, y de que la crisis no se le vaya de las manos,
transformándose en un factor de ira popular.
Cierto, el Gobierno intentará mantener su fachada democrática mientras le sea
posible, y obviamente recurrirá a la represión cuando lo considere necesario, ya que
su tendencia es hacia la radicalización.
Cambiar de actitud o revisar, según su lógica, significaría “pactar con el enemigo” o
“caer en actitudes reformistas”, lo que terminaría con la verdadera esencia de La
Revolución, o en todo caso la atrasaría inevitablemente. Llegado el caso y por
razones tácticas, el Gobierno (sobre todo si está con el agua al cuello), decidirá tal vez
dialogar con unos y otros, para ganar tiempo, para correr la arruga.
(b) De la capacidad de respuesta que pueda desarrollar la sociedad democrática
venezolana, ante la crisis y los abusos que seguramente la implantación de estos
planes van a producir.
Eso implica, fundamentalmente, la capacidad de crear un frente unido con política y
candidaturas unitarias que se encuentren por encima de los intereses grupales o
personales, y también la capacidad de organizarse para todos los eventos electorales,
la capacidad de responder en la calle cuando sea necesario, la capacidad de informar
convenientemente al mundo, y la capacidad para llevar adelante de una vez por todas
un trabajo político serio en los sectores populares. Los liderazgos surgirán o se
destacarán sobre la marcha.
Cualquier intento de diálogo que el Gobierno quisiese llevar a cabo por las razones
que fuera, obviamente deben ser aceptados, pues los intransigentes no podemos ser
quienes nos oponemos a La Revolución.
Cualquier otra salida que ilusos se puedan plantear, y me refiero a salidas no
democráticas, ayudarían a “atornillar” aún más a La Revolución. Seguramente el
Gobierno desarrollará políticas de provocación, para inducir así algún error opositor
que le permita salirse por la tangente, con medidas dictatoriales más o menos
adornadas como respuesta. De eso ya tenemos experiencia.
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29. La participación sigue siendo la mejor arma de la oposición, y la abstención el peor
enemigo.
La Revolución está apurada, y eso juega contra ella misma. Chávez aceleró el
Referéndum antes de que llegue el impacto de la crisis que los precios petroleros y el
proceso de transición van a producir.
Pienso que la incapacidad organizativa y la forma unipersonal de gobernar
continuarán atentando contra cualquier medida, y dificultarán o impedirán un
desarrollo eficaz de los planes revolucionarios.
La transición obligada hacia otro sistema económico, aparte de ser un disparate,
requiere de una estrategia bien montada y de pasos tácticos bien precisos, cosa que
este Gobierno no está en capacidad de desarrollar, para alivio de quienes aún
conservamos la cordura.
Lo antedicho no quiere decir que no se siga intentando un cambio brusco.
Recordemos que La Revolución sólo se ve a sí misma como futuro, y que la tozudez
histórica es una de sus características.
Paralelamente, en el terreno político, el chavismo irá desarrollando otros frentes, de
manera de obligar a diversificar las respuestas del oponente y como provocación,
sobre todo en temas sensibles como la educación, los medios de comunicación, y la
propiedad privada.
Todas las reformas constitucionales que el pueblo ya negó mediante referéndum
intentarán ser impuestas por otras vías.
La Revolución buscará nuestro cansancio y nuestra entrega. Menuda tarea nos ha
tocado enfrentar.
Además de todo lo expresado, es muy importante mencionar que el “Proyecto
Bolivariano” es un proyecto internacional. Por muy anacrónico que nos parezca el
“crear muchos Viet Nam”, esa sigue siendo la meta de esta “revolución”. Solamente
que ahora los petrodólares venezolanos nutren a grupos radicales para el ascenso al
poder mediante procesos electorales, y hacia una eventual consolidación definitiva de
La Revolución.
El modelo chavista intenta ser exportado, como se exportó en los años sesenta la
Teoría del Foco y la Revolución Cubana.
Para nuestro Presidente es mucho más importante consolidar regímenes similares al
suyo y bajo su influencia en otros países, que resolverle los problemas a su pueblo, y
ello basándose en la premisa de que una “Revolución solitaria no puede triunfar”.
Esa prioridad se transformará en exigencias que La Revolución venezolana se verá
obligada a cumplir. Queda en manos de los países latinoamericanos ponerle coto a
los intereses neo-imperialistas de La Revolución venezolana.
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30. En fin, podríamos seguir, ya que el “material” que tenemos es mucho, pero no
queremos abusar de la buena voluntad del lector. A los amigos en todo el mundo,
gracias, reflexionen por sí mismos, y no nos dejen solos.
Germán Cabrera Traversoni, artista plástico, profesor de arte
e-mail: german_cabrera_t@yahoo.es
5 de marzo de 2009, revisado junio de 2009
Epílogo
Muy bien, si el lector ha sido consecuente, habrá leído los dos escritos de Germán
Cabrera Traversoni, así que se habrá ido formando una idea sobre lo que pasa en
Venezuela, en opinión del citado autor.
En lo personal opino que Cabrera Traversoni es honesto en sus comentarios y sus
reflexiones, así que inevitablemente hago comparaciones entre el caso Venezuela y el
caso Uruguay y el caso de otras estructuras institucionales latinoamericanas. Cierto,
muy cierto, los países son diferentes, las idiosincrasias son diferentes, los líderes son
diferentes. De todas formas, bien pueden señalarse ciertas similitudes y ciertos
paralelismos.
Obviamente tanto Hugo Chávez como José Mujica son personajes controvertidos,
que generan tanto adhesiones como rechazos, y que naturalmente inducen posiciones
muy polarizadas dentro de sus respectivos países, y eso es malo, y eso es muy malo.
Partidarios y opositores de esos dos líderes a todas luces se han radicalizado, y
naturalmente se enfrentan con fuerza.
Un Presidente debe ser una persona conciliadora, articuladora, tolerante, tranquila,
con gran intuición para la negociación, y obviamente los dos líderes recién
mencionados no tienen estas características.
Por otra parte, leyendo los escritos de Germán Cabrera Traversoni, quien más quien
menos creo debería concluir que ejercer las armas no es un buen método de cambio
de una estructura social, porque el sacrificio en vidas, el desorden, y la destrucción,
superan en mucho los eventuales beneficios que se podrían obtener una vez que se
tome el poder y de que la situación se estabilice. No se puede convencer con
amenazas, con dádivas, o incluso provocando temor.
Por lo tanto, de plano debería rechazarse cualquier solución o cualquier movimiento
que admita como viable a la lucha armada. Y con desconfianza deberían mirarse a
aquellas personas que en algún momento de su vida participaron activamente en
alguna lucha armada, como combatientes o desde la propaganda, en su propio país o
en tierras lejanas, especialmente si esas personas no hicieron un buen examen de
conciencia, y no repudiaron clara y públicamente su antigua forma de pensar y de
actuar.
Y también y en el plano político, Cabrera Traversoni parece querer señalar su actual
postura meditada y madura, en el sentido que es la socialdemocracia de inspiración
30 / 31 – Autor: Juan Carlos Anselmi Elissalde
Digimundo al servicio de la comunidad, Digimundo atendiendo necesidades de los usuarios
31. europea el sistema político que parece adaptarse mejor a las necesidades de este siglo
XXI, tanto en lo que se refiere a las necesarias reformas, como en lo que se refiere a
las inquietudes sociales, y como en lo relativo a una posición articuladora, moderada,
orientada al diálogo y a la elaboración de posiciones de consenso. Mucho conviene
consolidar lo bueno que se haya podido lograr, mejorarlo aún más en lo que se
pueda, y sobre esta base avanzar hacia la modernidad, el progreso, la racionalidad, la
equidad de oportunidades.
Por lo demás, prefiero que sea el lector que reflexione y opine por sí mismo.
Las cartas están a la vista. Ahora toca el turno a los jugadores, para que podamos ver
el resultado de la partida.
Gracias por visitar el presente documento web…
Para ampliar las temáticas aquí tratadas, y para complementar conocimientos con
otros tópicos relacionados, se sugiere acceder a los espacios web cuyas direcciones
electrónicas se indican a continuación: http://dinerotelematico.blogcindario.com/ y
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