2. Teoría conspirativa
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Una teoría de la conspiración o teoría conspirativa puede definirse como la tentativa de explicar un evento o una
cadena de eventos, sucedidos o todavía por suceder, ya sea percibidos o reales, comúnmente de importancia
política, social, económica, o histórica, por medio de la existencia de un grupo secreto muy poderoso, extenso, de
larga duración y, generalmente, malintencionado. La hipótesis general de las teorías conspirativas es que sucesos
importantes en la historia han sido controlados por manipuladores que organizan los acontecimientos desde
«detrás de escena» y/o con motivos nefastos o por lo menos egoístas.
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Una teoría conspirativa afirma que los atentados del 11-S fueron favorecidos por la administración de George W.
Bush, con el fin de tener una excusa para iniciar las guerras contra Afganistán e Irak.
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Es necesario señalar que el término «conspiración» es muy anterior al término «teoría conspirativa», y la
existencia de conspiraciones está bien demostrada en la historia, el Derecho Penal, las leyes
penales y sentencias de los tribunales. Esto ilustra el hecho de que la conspiración es y ha sido un
comportamiento humano real y frecuente, mientras que la validez del más reciente concepto de «teoría
conspirativa» está abierta al debate.
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Dado que hechos que han tenido lugar por causa de una conspiración históricamente demostrada son
simplemente explicados como debidos a «conspiraciones», «complots», etc., el término «teoría de conspiración»
generalmente se usa para destacar la supuesta falta de justificación epistémica
adecuada de una explicación, destacando, en general, su carácter de explicación «alternativa» a las «oficiales» o a
la ofrecida por las autoridades, y evaluándola como especulativa, falsa o intencionada por motivos no lícitos.
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3. Elemento de un billete de un dólar Americano donde figura el Ojo de la
providencia; este símbolo pudo ser invocado como prueba de una
conspiración mundial masónica o illuminati.
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5. Terminología
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El término «teoría conspirativa» se usa como descripción, para algunos neutral, de cualquier aseveración de conspiración.
«Conspirar» significa «unirse en secreto acuerdo con el fin de efectuar un acto ilícito o impropio o para usar tal medio para
llevar a cabo un fin ilícito».8 Sin embargo, el término «teoría conspirativa» también se usa para indicar un género narrativo
que incluye una amplia selección de argumentos (no necesariamente relacionados) a favor de la existencia de grandes
conspiraciones que en caso de ser ciertas tendrían profundas implicaciones sociales y políticas.
El primer uso registrado de la expresión «teoría conspirativa» data de 1909. Originalmente, se trataba de un término
neutral, pero, durante los avatares políticos de la década de 1960, el término adquirió su actual sentido peyorativo. El
término ingresó en un suplemento al Oxford English Dictionary a principios de 1997.
En un ensayo de Daniel Pipes, según él, «adaptado de un estudio preparado para la CIA»,1se intenta identificar las creencias
que distinguen la mentalidad conspirativa de patrones más convencionales de pensamiento:
las apariencias engañan;
las conspiraciones conducen la historia;
nada es al azar;
el enemigo siempre gana;
poder, fama, dinero y sexo dan cuenta de todo.
El término «teoría conspirativa» es usado por académicos establecidos y en cultura popular para identificar un tipo
de folclore similar al de una leyenda urbana, especialmente un relato explicativo que se construye con fallos metodológicos
particulares. El término también se usa peyorativamente para desestimar aseveraciones que se consideran mal concebidas,
paranoicas, sin fundamento, extravagantes, irracionales o no merecedoras de consideración seria. Por ejemplo, los términos
«chiflado conspirativo» y «teorizador conspirativo» se usan en ocasiones peyorativamente. Algunos de los que mantienen
teorías o especulaciones que son tildadas de «teorías conspirativas» rechazan el término por prejuicioso.[
El hecho de que una aseveración conspirativa particular pueda tildarse de teoría conspirativa de forma imparcial o neutral
genera controversia. La teoría conspirativa se ha vuelto un término de alta carga política, y la fuerte crítica de los
«teorizadores conspirativos» por parte de académicos, políticos, psicólogos y medios supera las líneas políticas tradicionales
de derecha e izquierda.
El académico estadounidense Noam Chomsky contrasta la teoría conspirativa como más o menos lo opuesto al
análisis institucional, el cual se enfoca mayormente en el comportamiento público a largo plazo de instituciones conocidas
públicamente, según se registra, por ejemplo, en documentos académicos o reportes de medios de comunicación, en lugar
de coaliciones secretas de individuos.1
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6. Evaluación de la validez de teorías
conspirativas
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Tal vez el aspecto más discutible es el problema de decidir la veracidad de una teoría conspirativa en
particular al punto de satisfacer tanto a sus proponentes como a sus opositores. Las acusaciones
particulares de conspiración varían ampliamente en su verosimilitud, pero pueden aplicarse algunos
estándares comunes para evaluar el valor de verdad probable en cada caso particular:
Navaja de Occam: ¿es el relato alternativo más, o menos, probable que el relato establecido?
Metodología: ¿están bien construidas las pruebas ofrecidas a favor del argumento, es decir, usando una
metodología contundente? ¿Hay algún estándar claro para determinar qué evidencia probaría o refutaría
la teoría?
Delatores: ¿cuántas personas (y de qué tipo) deben ser conspiradores leales?
Algunas de estas pruebas pueden tener lados negativos también. Por ejemplo, una aplicación excesiva de
la «navaja de Occam» puede llevar a la aceptación de visiones de la historia «sobresimplificadas».
También, como ejemplo de los «delatores», puede argumentarse en contra de la teoría de que «el cáncer
es un hongo fácilmente curable» que «sería necesario mantener bajo control las investigaciones de un
número demasiado elevado de médicos y oncólogos, por lo que tarde o temprano alguno de ellos
revelaría la verdad».
A menudo se objeta la aserción de que la no existencia de conspiración alguna se demuestra con la falta
de filtraciones o delatores. Dado el éxito del gobierno británico en hacer que miles de personas
mantuvieran la operación MK Ultra en secreto (y así asegurar que no pudiera publicarse ninguna historia
confiable de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1970), es obvio que esto no es un indicador
fiable. Tampoco hubo ninguna o casi ninguna filtración en conspiraciones tales como el Holocausto o
el terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980. Además, la existencia de delatores no
se suele exigir en teorías conspirativas oficiales.
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7. Conspiraciones verificadas
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En ocasiones, algunas alegaciones de conspiración particulares resultan fácilmente verificables,
como sucedió con el intento de encubrimiento por parte del gobierno francés tras las acusaciones
de Émile Zola en el caso Dreyfus, o con los esfuerzos de la policía secreta del zar para fomentar el
antisemitismo presentando Los protocolos de los sabios de Sion como texto auténtico.
Algunos argumentan que la realidad de tales conspiraciones debe advertir sobre cualquier
desestimación casual de la teoría conspirativa. Muchos autores y casas editoriales que publican
sobre «teoría conspirativa», como Robert Anton Wilson y Disinfo, usan conspiraciones verificadas
como evidencia de lo que puede lograr una trama secreta. Con ello buscan responder a la
aseveración de que las conspiraciones no existen o que cualquier teoría conspirativa es
necesariamente falsa. Un número de conspiraciones ciertas o posiblemente ciertas se citan
siguiendo esas líneas; la mafia, el complot contra Franklin D. Roosevelt en 1933, el programa MK
Ultra para el control de la mente, varias participaciones de la CIA en golpes de estado, la operación
Northwoods, el testimonio en 1991 de Nayirah ante el congreso de Estados Unidos con el objetivo
de conseguir el apoyo del público estadounidense para iniciar la Guerra del Golfo, el estudio
Tuskegee de sífilis no tratada en el varón negro, la conspiración del tranvía de General Motors, el
complot del Servicio Secreto Británico para desestabilizar al primer ministro Harold Wilson y
el debate de conocimiento previo sobre Pearl Harbor, entre otros.
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8. TEORIAS CONSPIRATIVAS QUE LUEGO
FUERON APROBADAS O RECTIFICADAS
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Las llamadas operaciones de bandera falsa.
Las teorías sobre el asesinato de Kennedy. El Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos fue establecido en 1976 para
investigar los asesinatos de John F. Kennedy y de Martin Luther King; las investigaciones del comité duraron hasta 1978, y
en 1979 emitieron el informe final. En dicho informe dijeron que, basándose en las pruebas disponibles, el presidente John
F. Kennedy fue probablemente asesinado como resultado de una conspiración. El Departamento de Justicia, el FBI, la CIA y
la Comisión Warren fueron severamente críticados por dicho comité por su pobre desempeño en las investigaciones llevadas
a cabo, y el Servicio Secreto fue tildado de deficiente en su protección al Presidente.
El Holocausto, que durante la Segunda Guerra Mundial fue considerado como un rumor sin fundamento o con descripciones
demasiado increíbles para ser ciertas.
Las intrigas y las preparaciones golpistas por parte de generales derechistas, tras los resultados de las elecciones españolas
de 1936, y finalmente la sublevación del 18 de julio que condujo a la Guerra Civil Española.
La Operación MK Ultra, programa de investigación secreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos,
vinculado a los proyectos ARTICHOKE, BLUEBIRD, MKDELTA y CHATTER entre otros, que trataba de encontrar métodos para
controlar la mente, y que salió a la luz públicamente gracias a la comisión Rockefeller en 1975; en el momento de salir a la
luz no tuvo mucha repercusión, pero varios años después este sería bastante conocida.
La Operación Ajax: el golpe de Estado iraní de 1953 fue una operación orquestada por el Reino Unido y los Estados
Unidos para derrocar al gobierno del primer ministro Mohammad Mosaddeq y su gabinete. Gracias a la labor de Kermit
Roosevelt, que trabajaba para la CIA en una operación encubierta, se sobornó a distintos cargos de las administraciones
iraníes, lo que facilitó el golpe.
La Organización Nacional del Yunque.
El escándalo del Watergate sobre las escuchas ilegales del presidente estadounidense Nixon a sus rivales del Partido
Demócrata
La Operación Gladio.
Los GAL en España, organizados por algunas personas del gobierno del Partido Socialista Obrero Español de entonces.
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9. Uso del término «teoría conspirativa» por Popper
En su trabajo de dos volúmenes Las sociedades abiertas y sus enemigos, 1938–
1943, Karl Popper usa el término «teoría conspirativa» para criticar las ideologías que
conducen al fascismo, nazismo y comunismo]. Popper argumenta que el totalitarismo
estuvo fundado en «teorías conspirativas» que recurrían a complots imaginarios
conducidos por escenarios paranoicos predicados en el tribalismo, o racismo. No
argumenta contra la existencia de conspiraciones cotidianas (como se sugiere
incorrectamente en mucha de la literatura posterior). Incluso, usa el término
«conspiración» para describir la actividad política ordinaria en la Atenas
clásica de Platón, quien es el principal objetivo de ataque en la obra.
En su crítica a los totalitarios del siglo XX, Popper escribe: «No deseo dar a entender
que las conspiraciones nunca ocurren. Al contrario, son fenómenos sociales típicos» .
En otro capítulo, añade: «Las conspiraciones ocurren, hay que admitirlo. Pero el
hecho destacado que, a pesar de la ocurrencia de conspiraciones, refutó la teoría
conspirativa es que pocas de estas conspiraciones son finalmente exitosas. Los
conspiradores rara vez consuman su conspiración».
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10. Conspiracionismo
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Las teorías conspirativas a menudo no se toman seriamente debido a que muchas de ellas, casi por definición,
carecen de evidencia verificable. Otros, por otro lado, protestan contra la práctica de mencionar únicamente las
teorías conspirativas más ridículas, obviando las teorías conspirativas que han resultado ciertas (tales como la
conspiración para asesinar a Kennedy o el Holocausto). Esto lleva a la pregunta de qué mecanismos podrían existir
en la cultura popular que lleven a la invención y diseminación subsiguiente de teorías conspirativas.
En búsqueda de respuestas a tal pregunta, la teoría conspirativa se ha vuelto un tema de interés
para sociólogos, psicólogos y expertos en folclore desde al menos la década de 1960, cuando el asesinato del
presidente de Estados Unidos John F. Kennedy provocó una respuesta del público sin precedentes dirigida contra
la versión oficial del caso según lo expuso el Reporte de la Comisión Warren. El informe de dicha comisión ha sido
contradicho por el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, establecido en 1976, que en su informe final
concluye que el presidente John F. Kennedy fue probablemente asesinado como resultado de una conspiración.
Una visión del mundo que supuestamente tiene como centro teorías conspirativas en el desarrollo de la historia se
denomina en ocasiones como «conspiracionismo». El historiador Richard Hofstadter indicó el papel de
la paranoia y el conspiracionismo a lo largo de la historia de Estados Unidos en su ensayo The Paranoid Style in
American Politis, publicado en 1964. El clásico de Bernard Bailyn The Ideological Origins of the American
Revolution (1967) hace notar que en Estados Unidos puede encontrarse un fenómeno similar durante el tiempo
que precedió a la independencia estadounidense.
El término «conspiracionismo» fue popularizado por el académico Frank P. Mintz en la década de 1980. El trabajo
académico en teorías conspirativas y conspiracionismo presenta un rango de hipótesis como base de estudio del
género. Entre los principales académicos del conspiracionismo se encuentran: Hofstadter, Karl Popper, Michael
Barkun, Robert Alan Goldberg, Daniel Pipes, Mark Fenster, Mintz, Carl Sagan, George Johnson y Gerald Posner.
De acuerdo con Mintz, el conspiracionismo denota «creencia en la primacía de conspiraciones en el desarrollo de
la historia»
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