Comunicación y participación ciudadana en la era digital
1. Práctica 4:
Comunicación y Participación Ciudadana en la Red.
Primero de Periodismo, Grupo 32
Clara González
2. La necesidad de acuñar un nuevo término, inexistente hasta el momento, para
designar a una sociedad es prueba suficiente de que algo está cambiando. El concepto
de sociedad de la información (SI) no cuenta con una definición comúnmente aceptada,
sino con una variedad de ellas. Sin embargo, todas coinciden en una idea: la SI es la
transición de la sociedad industrial a nuestros tiempos, la evolución y la entrada en
escena de tres ideas clave: tecnologías digitales, contenidos y facilidad de acceso para
todos.
Así como en el siglo XVIII la revolución de los transportes y las comunicaciones
acortan las distancias físicas, facilitan los intercambios y dan lugar a mercados cada vez
más grandes, en el siglo XX el desarrollo de las nuevas tecnologías digitales deriva en
otros cambios sociales que siguen, sin embargo, el mismo curso que el primero: el
individualismo.
Si quien al leer esta última palabra considera la tendencia social al
individualismo sinónimo de independencia, está a medio camino entre el error y el
acierto. Si es cierto que el hombre del siglo XXI cuenta con los medios y recursos
suficientes para obtener la información que considera necesaria y de la forma más
personalizada, esos mismos medios le acercan cada vez más a las relaciones continuas,
haciéndole participar en un incesante círculo relacional, que a día de hoy no necesita
presentación.
En definitiva, la sociedad de la información es una fase de desarrollo social
caracterizada por la capacidad de sus miembros para obtener y compartir cualquier
información, instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera.
3. Existen incontables elementos que podrían ilustrar y describir la sociedad de la
información. Desde el teléfono móvil, creado en 1980, hasta el más reciente Kindle, ni
siquiera disponible en España todavía, pasando por las redes sociales en Internet. Todo
lo que vemos puede considerarse objeto o “decorado” de la sociedad de la información.
Incluso las calles, sin ir más lejos, son elementos que añadimos a esta carrera de
información en la que todos participamos. Éste constituye el primer objeto de estudio de
este trabajo, que tiene como fin analizar tres servicios cuyo objetivo es ofrecer a esta
sociedad ansiosa de información, medios cada vez más precisos, cómodos y útiles, para
poder presenciar sin estar presente. A continuación, describiremos brevemente las
funcionalidades de cada uno de ellos, elaborando así un análisis de la sociedad de la
información, con sus aspectos positivos, en vistas a un futuro cada vez más capaz, y con
los negativos dado el alto precio de la privacidad y el espacio propio que plantea.
El primero de los servicios en cuestión es Google Street Views. Este invento es
fruto de la voluntad de Google de crear un mapa online del mundo en 3D. Desde el
primer Google Maps, basado en imágenes tomadas desde el espacio por satélites,
surgen nuevos servicios como Google Sky, que permite visualizar el espacio, las estrellas
y constelaciones. Se habla incluso de un posible Google Oceans que ofrece la posibilidad
de realizar inmersiones a los fondos subacuáticos, sin despegarse del teclado. Por el
momento, lo que sí es real es Google Street Views, la versión en 3D de Google Maps, con
imágenes que unos coches negros (que se dejan ver últimamente por las calles de Sevilla
y Barcelona), equipados con dispositivos visuales, van captando todas las semanas.
Las ventajas que ofrece este servicio son la posibilidad de buscar lugares de
interés, ya sean tiendas, restaurantes, parques, hoteles y más, la búsqueda de un
trayecto, como un GPS que permite ver las calles, las fachadas, los semáforos y los pasos
de zebra. Asimismo, a la hora de comprar una casa, por ejemplo, Google Street Views
permite una visión tanto detallada (de la fachada, las calles por las que se accede, los
edificios contiguos) como más global (el barrio, los parques o supermercados más
cercanos). Del mismo modo, la posibilidad de integrar esta aplicación al móvil permite
tener siempre una referencia y saber el lugar en el que se está. Se acabó la imagen de
los alemanes, mapa plegable en mano, buscando alguien a quien preguntar.
Como todo invento, a las sorpresas y buenas impresiones se suman las críticas.
En este caso, la mayor de ellas es el problema de privacidad que plantea. En efecto, un
sistema tan detallado permite ver desde motivos explícitos como la imagen de algunas
personas, hasta elementos indirectos como matrículas o zonas privadas, que pueden
violar los derechos de imagen e intimidad. La respuesta de Google a esta denuncia ha
sido difuminar todo aquello que pudiera ser objeto de crítica, añadiendo, eso si, que
quot;hoy en día, la tecnología de imagen de satélite significa que, incluso en el desierto, la
privacidad no existequot;. Sin embargo, el escepticismo sobre esta medida no es pequeño,
dada la extensión de fotogramas e imágenes que cuenta este servicio, difíciles de revisar
en su totalidad.
4. Sobre estas imágenes pueden verse dos instantáneas tomadas por el servicio de
Google, que han protagonizado diversos blogs por la polémica que plantean. A la
izquierda, dos chicas semi-desnudas toman el sol en un parque. A la derecha, un hombre
escala la verja de una casa, aparentemente, para entrar en ella.
Lo interesante de Google Street Views, y la perspectiva que se pretende tomar en
este trabajo, no es ya sólo los avances y la posibilidad de navegar, sino la grave
confusión entre el espacio de cada persona, entre lo que es información y lo que no.
Google Street Views no es más que un ejemplo ilustrativo de la perspectiva desde
la que se concibe actualmente la información. Este servicio no pretende únicamente
plantear una localización, sino dar la impresión de que se está allí, viendo incluso las
caras y las acciones de las personas presentes en ese mismo momento. Información e
intromisión se confunden, cuando la posibilidad de obtener y compartir contenidos en
todo momento se traduce en una exposición minuto a minuto de nuestras vidas.
Probablemente, un Google Street Views sin coches, sin personas ni actividad resultaría
artificial, y la imagen de un NY desierto, inverosímil. Tendríamos la impresión de que
perdemos información en un mapa incompleto, de que algo se nos escapa.
Aparentemente ilógico, si lo que buscamos al consultar este servicio no son más que las
calles, quizás nos sorprendamos al comprobar que para elaborar una opinión y
orientarnos no nos sea suficiente un aspecto, sino una segunda opinión, un número de
gente presente, una acción.
Esta necesidad imperiosa de contacto constante con los demás desemboca en
otra aplicación tecnológica que tiene por nombre Google Latitude. Disponible ya en 27
países y diversos dispositivos, este servicio hace las veces de buscapersonas,
permitiendo compartir la ubicación de una persona con su red de amigos, mediante una
cuenta gratuita de Google. Esto puede permitir por un lado la ventaja de encontrar, en
grandes aglomeraciones como conciertos o acontecimientos deportivos, a la persona
buscada, pero de nuevo plantea el problema de la privacidad, sabiendo que en cualquier
momento, una persona (por muy amigo mío que sea) puede saber dónde estoy.
5. Kevin Bankston, abogado de la Electronic Frontier Foundation de San Francisco,
una organización sin fines de lucro especializada en las libertades civiles, asegura que
estos datos pueden resultar interesantes para el Gobierno, lo que implicaría un uso que
no responde al fin de la creación de este invento, y la posibilidad, si se recurre a los
tribunales, de seguir el rastro de una persona investigada. Para evitar esos riegos o
travas a la intimidad, existe la posibilidad en todo momento de ocultar o desactivar el
servicio. Además, aseguran que el programa sólo almacena la última ubicación conocida
del contacto, y se conserva nueve meses en el registro (la mitad, tras las repetidas
quejas de los defensores de la privacidad). A pesar de que esta aplicación en cuestión no
sea todavía parte de nuestro día a día, su invención y disponibilidad en numerosos
países deja adivinar que su utilidad y posible éxito son considerables.
Estos inventos nos integran de lleno en el mundo del espionaje, a riesgo de pecar
de amantes de la ciencia ficción. Si este dispositivo aparece disponible para los
ciudadanos de a pie, con la posibilidad de consentimiento ¿qué no podrán hacer los
servicios gubernamentales o policiales en una situación específica?
El segundo servicio describe otra característica de la sociedad de la información,
esta vez no la intromisión, sino la precisión, la exactitud. Se trata del reciente proyecto
presentado por El Museo del Prado y Google Earth que permite ver con una resolución
de cerca de 14.000 millones de píxeles, detalles de las 14 obras pictóricas más
importantes del museo que el ojo humano no puede percibir, y todo sin moverse de
casa. Según palabras de Migel Zugaza, director de la pinacoteca, quot;una imagen no
sustituye a la experiencia de la obra en directo, pero estas reproducciones a tamaño
natural aportan un realismo prodigiosoquot;. De nuevo las ansias de autenticidad, de lo
exacto superan nuevos límites con este proyecto revolucionario, que permite descubrir
elementos de estas obras de arte, hasta entonces desconocidos. Quizás no sea más que
un realismo irreal, ya que probablemente el autor fuese consciente de que detalles tan
mínimos eran imperceptibles para el público, por lo que su objetivo al pintarlos pudiera
ser algo únicamente suyo, y volvamos pues a la intromisión.
De lo que no cabe duda es que esta idea (promovida por una empleada en el
margen del 10% de propuestas e iniciativas que Google les concede) es el origen de un
nuevo hábito. Como lo fueron los DVD para el VHS, o la TV digital para la analógica,
ciertos inventos cambian los usos y conceptos. Por el momento no es más que una
aplicación reducida a 14 obras, las de obligada visita en el Museo del Prado según su
director, pero sirve a la vez de posibilidad si la respuesta es buena y el proyecto tiene
éxito, de ampliar el sistema a otras obras y ¿por qué no? otros museos. El debate tendría
lugar en tal caso, al igual que ocurre con la prensa escrita o los libros en papel tras la
aparición de la prensa digital y el Kindle respectivamente, acerca del carácter
complementario o sustitutivo de este tipo de inventos.
http://www.youtube.com/watch?v=N0AwTQrPkQQ
6. El último servicio en cuestión es promovido por el complejo de hipermercados
Alcampo, previsto para el próximo 18 de agosto. El proyecto consiste en un servicio de
compra online a través del cual el cliente hará su compra en Internet, desde cualquier
lugar, para más tarde recogerla en un punto de entrega. El pedido será depositado en el
coche del cliente en menos de 5 minutos, según ha informado el grupo de distribución.
Cabe esperar una aplicación general de este tipo de servicios a largo plazo, incluso a
domicilio, cambiando completamente los hábitos de la sociedad, probablemente
eliminando puestos de trabajo de los empleados que, en los supermercados, trabajan de
cara al público, como de aquellos que se encargan de reponer los productos, de ocupar
la caja etc. Este no es más que el principio de una progresiva mecanización e
informatización de cuyo desarrollo seremos testigo y, sin duda, motivo.
Las calles del mundo entero, el lienzo de las Meninas milímetro a milímetro, la
compra en 5 minutos y sin bajarte del coche, estas no son más que algunas de las
comodidades, nuevas aplicaciones y servicios que se van integrando poco a poco en
nuestro día a día. A día de hoy pueden parecer una novedad, en unos años
probablemente, no podamos vivir sin ellas. Buscamos siempre lo más moderno, lo más
real, lo más actualizado, tememos sentirnos desconectados, no saber lo que ocurre al
otro lado del mundo en cualquier momento. Palabras como inmediatez, eficacia y
comodidad son el motor de todos los servicios que tienen como único fin satisfacer
nuestras necesidades, y demostrar que el progreso tecnológico parece no tener fin. Sólo
cabe preguntarse si este ritmo frenético continuará dentro de 10 años, y si es así qué
medidas se tomarán, qué nuevas leyes entrarán en vigor, y dónde estarán los límites de
la seguridad y la propiedad que parecen escaparse poco a poco de nuestras manos.
Por último, resultaría interesante preguntarnos acerca del concepto de
información que hoy da nombre a nuestra sociedad. Algunos considerarán información
todo nuevo dato que se dé a conocer, independientemente de su relevancia. Otros, sin
embargo, asociarán información a aprendizaje, a un conocimiento de importancia más
allá del puro cotilleo. En tal caso, quizás algunos servicios como los presentados
anteriormente no sean más que la prueba de que la tecnología puede avanzar muy
rápido y llegar a puntos en los que nosotros mismos consideremos necesario plantear un
orden de cosas.