2. La evolución humana (u hominización) explica el proceso de
evolución biológica de la especie humana desde sus
ancestros hasta el estado actual. El estudio de dicho proceso
requiere un análisis interdisciplinar en el que se aúnen
conocimientos procedentes de ciencias como la genética, la
antropología física, la paleontología, la estratigrafía, la
geocronología, la arqueología y la lingüística.
El término humano, en el contexto de su evolución, se refiere
a los individuos del género Homo. Sin embargo, los estudios
de la evolución humana incluyen otros homininos, como
Ardipithecus, Australopithecus, etc. Los científicos han
estimado que las líneas evolutivas de los seres humanos y
de los chimpancés se separaron hace entre 5 y 7 millones de
años. A partir de esta separación la estirpe humana siguió
ramificándose originando nuevas especies, todas extintas
actualmente a excepción del Homo sapiens.
3. Australopithecus (del latín «australis», del sur, y del griego
«πίθηκος» pithekos, mono; castellanizado, australopiteco) es un
género extinto de primates homínidos. Vivió en África desde hace
algo más de 4 millones de años hasta hace unos 2 millones de
años, del Zancleaniense (Plioceno inferior) al Gelasiense
(Pleistoceno inferior). La mayor novedad aportada por los
australopitecos es que se desplazaban de manera bípeda. El
tamaño de su cerebro era similar al de los grandes simios actuales.
Vivían en las zonas tropicales de África, alimentándose de frutas y
hojas. Existe consenso en que los australopitecos jugaron un papel
esencial en la evolución humana al ser una de las especies de este
género que dio origen al género Homo en África hace unos 2
millones de años, el cual a su vez dio origen a las especies Homo
habilis, H. ergaster y finalmente al humano moderno, H. sapiens
sapiens.[1]
Una rama de los australopitecos se separó de la que derivaría en
Homo sapiens, produciendo al Paranthropus robustus del por ahora
aceptado género Paranthropus.