La novela naturalista surgió en Francia de la mano de Émile Zola a finales del siglo XIX. Se caracteriza por negar la espiritualidad humana y ver los sentimientos como productos biológicos determinados por la herencia y el entorno social. Los novelistas naturalistas experimentaban con sus personajes colocándolos en situaciones para demostrar cómo su comportamiento depende de estos factores. Algunos autores españoles que cultivaron este género fueron Emilia Pardo Bazán, Luis Coloma y José María de Pereda.