Bolivia cuestionó la validez de un contrato firmado en 1873 con una compañía minera de salitre debido a que, según la constitución boliviana, tales contratos sobre recursos naturales debían ser aprobados por el congreso. En 1878, la asamblea nacional constituyente boliviana aprobó una ley que ratificaba el contrato con la condición de que la compañía pagara un impuesto de 10 centavos por cada quintal de salitre exportado.
1. Antecedentes
A mediados del Siglo XIX, el desierto de
Atacama había adquirido un gran valor económico
debido al descubrimiento de
valiosos yacimientos de guano y, posteriormente,
de salitre, ambos, entonces, con buena ley y buen
precio en el mercado internacional.
2. En 1878, el congreso de Bolivia se abocó al estudio del
acuerdo celebrado por el gobierno en 1873. Para Bolivia,
el contrato firmado en 1873 con la Compañía de Salitres de
Antofagasta aún no estaba vigente porque, de acuerdo con
la Constitución boliviana, los contratos sobre recursos
naturales debían aprobarse por el Congreso. Ello se hizo
por la Asamblea Nacional Constituyente boliviana
mediante una ley, el 14 de febrero de 1878, a condición de
que se pagara un impuesto de 10 centavos por quintal de
salitre exportado por la compañía.
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5. Campaña Naval
Pese a que el Huáscar había reducido prácticamente a la
escuadra chilena a la impotencia, era sólo un buque y sus
acciones habían sobrepasado el límite de sus posibilidades. Para
capturarlo desplegaron los chilenos un servicio especial de
vigilancia y comunicaciones. Al amanecer del 8 de octubre
fueron vistos el Huáscar y La Unión, entre Mejillones y
Antofagasta, por las naves chilenas Blanco Encalada, Covadonga
y Matías Couciño. Grau aparentemente logró burlarlos
dirigiéndose hacia el oeste, pero aparecieron pronto otras tres
naves enemigas: el Cochrane, la O´Higgins y el Loa; el combate
se hizo inevitable y se retiró La Unión, de acuerdo con
instrucciones recibidas. La batalla empezó a las 9 y 18 de la
mañana, frente a la punta de Angamos. Los disparos del Huáscar
no alcanzaron a dañar al cochrane, el sólido blindado de 3.600
toneladas, cuyos proyectiles en cambio, causaban grandes
estragos en el viejo monitor, de 1.130 toneladas. A los veinte
minutos de combate una granada del Cochrane dio en la torre de
mando del Huáscar y estallando en el interior hizo volar en
pedazos el cuerpo de Grau, así como el de su ayudante Diego
Ferré. Pese a la situación el Huáscar intentó espolonear al
Cochrane. Uno a uno fueron cayendo los comandantes del
célebre navío peruano sucediéndose en el mando; prosiguió el
combate tenaz y sostenido y cuando ya no había esperanza
alguna, el último comandante del Huáscar, teniente primero
Pedro Gárenzon, ordenó abrir las válvulas para hundir al
monitor, lo cual fue evitado con el abordaje de los chilenos. Este
fue el fin heróico y grandioso de Miguel Grau (1834-1879), el
2Caballero de los Mares", honra y gloria del Perú, hombre de
honor inmenso, navegante eximio, varón de todas las virtudes,
uno de los más grandes capitanes que han surcado los mares del
Pacífico.