Este manifiesto declara la independencia de pensamiento de los funcionarios públicos respecto a los gobernantes y partidos políticos. Los funcionarios se comprometen a actuar con eficiencia, equidad y diligencia para servir a la gente. Rechazan horarios excesivos y tareas inútiles, y aspiran a tener libertad para criticar y sugerir, así como participar en la toma de decisiones. Su objetivo es construir mejores instituciones y un mejor país.
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Manifiesto del servidor público
1. Manifiesto del Servidor Público
El siguiente manifiesto corresponde al sentimiento general del servidor público de
cualquier institución y puesto. Tal funcionario aquí representado, manifiesta en
primer lugar su relación de independencia de pensamiento respecto al gobernante,
grupos de gobernantes o partidos políticos que ostenten el poder. Por lo tanto
declara no sentirse atado a demostrar afinidad con el partido o movimiento, ni
participar en eventos de apoyo al régimen o a cualquier proyecto, ley o normativa
que quiera establecerse. No por ello, no obligado a cumplir las responsabilidades
derivadas de su puesto.
Como persona al servicio de la gente, el funcionario público se compromete a
actuar con eficiencia en todos los procesos, siendo diligente en los trámites, y
solícito a ofrecer ayuda a quién así lo necesite. Descarta el funcionario público
cualquier recompensa ofrecida por su trabajo y menos aún, aquella ofrecida por
anteponer el beneficio de uno sobre el del resto, consciente de su responsabilidad
para el mantenimiento de la equidad.
Reconoce la importancia de cumplir con sus tareas aunque no encuentra necesaria
la obligatoriedad de regirse a un horario permanente. Mientras una piedra se levante
sobre otra, es irrelevante si se lo hace en el día o en la noche o en cualquier
momento. Claro que con las debidas excepciones como en los puestos de atención
al cliente, donde los horarios de atención al público de preferencia han de ajustarse
a un horario para facilidad de las personas. Por tal razón rechaza categóricamente el
que se insista en un trabajo mayor al de las ocho horas y más aún rechaza el
inapropiado reproche de las miradas que critican su salida de la oficina a tiempo.
Como si el servidor público no tuviera vida fuera de las cuatro paredes de la
empresa, como si su colaboración al desarrollo del país no necesitara de su
presencia en otros lares, en otras artes quizás de más trascendencia que la propia
actividad pública. Dígase de los pintores, músicos, deportistas, incluso las madres o
padres que deben salir a dar continuidad a la crianza de sus hijos. Los horarios fijos
2. no imponen el cumplimiento de las tareas, sino las tareas imponen el cumplimiento
de determinados horarios.
Declara aquí el funcionario público su necesidad de inmiscuirse en actividades
trascendentes. La investigación por ejemplo, la generación de conocimiento, la
propagación de nuevas ideas, el análisis de modelos. Condena el uso de su tiempo
en tareas y actividades inanes como las reuniones grupales donde pocos hablan y
resuelven y el resto escucha, o más bien dicho desescucha. Condena la habladuría
y el ceñirse a los asuntos irrelevantes en las discusiones. Procura ser eficiente en la
palabra y el uso del tiempo, discurrir lo preciso y no embriagarse con el sonido de
sus ideas. Abandona la posibilidad de ser parte de cualquier prebenda, pues
considera su espíritu apto para un oficio de habilidad superior. Desenvaina su
espada ante la tentativa de ofrecérsele un salario por hacer lo mínimo o por no
hacer nada. Antes quitarse la vida que recibir recompensa desmerecida.
Reniega de los proyectos sin objetivos, de las tareas brisa – por opuestas o
cambiantes como la dirección del viento- sin llegar a un destino. Añora el
funcionario público conocer la visión de su trabajo, el destino hacia el cuál dirigirse,
el porqué de lo que hace, las razones, la utilidad de emplear su tiempo en un
propósito.
Confirma el servidor público que le apasiona lo que hace, que su esfuerzo se centra
en construir una mejor institución y por ende un mejor país. Por lo tanto expresa su
deseo de libertad a criticar y sugerir, sin recibir represiones jerárquicas ni de
cualquier otro tipo. Aspira construir una verdad y no recibir una verdad impuesta.
Aspira ser parte del timón y no únicamente de la vela.
Si hay algo en este manifiesto que por ahora quede fuera de las aspiraciones de los
servidores públicos, serán otros funcionarios quienes tendrán la obligación de
completarlo y volverlo eterno.
redactado y aprobado hoy, Jueves 24 de enero de 1985 En asamblea general de
servidores Públicos - Ciudad