Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid
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41°39′ 08″ N 4°43′ 25″ O
Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid
Culto
Iglesia católica
Diócesis
Valladolid
Orden
-
Comienzo
1589
Consagración o conclusión
Inconclusa, consagrada en 1668
Estilos predominantes
Herreriano, Barroco, Churrigueresco
Catedrales de España
La Catedral de Valladolid, concebida en el siglo XVI y diseñada por el arquitecto
Juan de Herrera, es un edificio de estilo herreriano con añadidos barrocos.
Conocida también con el nombre de su advocación, Catedral de Nuestra Señora de
la Asunción, y sede episcopal de la archidiócesis de Valladolid, se trata de una obra
inconclusa, debido principalmente a la falta de recursos y a los gastos provocados
por la cimentación del templo, situado en una zona con un gran desnivel en el
terreno.
Obtuvo la categoría de catedral el año 1595, tras haber sido un templo colegial
dependiente de la diócesis de Palencia.
2. Está situada en el centro de la ciudad, en una zona ligeramente elevada, cerca de la
Iglesia de Santa María de La Antigua y construida junto a la Colegiata de Santa María,
anterior iglesia colegial de Valladolid, algunos de cuyos espacios fueron destruidos
para continuar con las nuevas obras.
Tabla de contenidos
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1 Antecedentes y contexto histórico del origen
2 Las tres primeras colegiatas
2.1 Primera: la colegiata del conde Ansúrez
2.2 Segunda colegiata del siglo XIII
2.3 Tercera colegiata renacentista
3 Cuarta colegiata-catedral: Juan de Herrera
4 De la dependencia de Roma hasta la sede episcopal vallisoletana
5 El proyecto de Juan de Herrera
5.1 Evolución de las obras: siglo XVI
5.2 El siglo XVII
5.3 El siglo XVIII
5.4 Conclusión
6 Arquitectura del edificio actual
6.1 Fachada sur
6.2 Fachada oeste
6.3 Fachada este
6.4 Fachada Norte
6.5 Torres
7 Interior
7.1 Capilla mayor
7.1.1 Los retablos
7.1.2 Historia de la creación del retablo de Juan de Juni
7.1.3 Descripción del retablo
7.1.4 Coro
7.1.5 Reja del coro
7.1.6 Los órganos musicales de la catedral
7.2 Capillas de la nave del evangelio
3. 7.2.1 Capilla de San Juan Evangelista
7.2.2 Capilla de Nuestra Señora de los Dolores
7.2.3 Capilla de Nuestra Señora del Sagrario
7.2.4 Capilla de San Fernando
7.2.5 Capilla del ábside
7.2.5.1 Sepulcro del conde Ansúrez
7.3 Capillas de la nave de la epístola
7.3.1 Capilla de San Miguel
7.3.2 Capilla de San Pedro Regalado
7.3.3 Capilla de San José
7.3.4 Capilla de San Pedro Apóstol
7.3.5 Capilla del ábside
7.4 Sacristía
7.5 Sala capitular
8 Monopolio de la catedral sobre la cartilla de doctrina cristiana
9 Influencia
10 Véase también
11 Referencias
11.1 Bibliografía consultada
12 Enlaces externos
Antecedentes y contexto histórico del origen [editar]
Retrato del Conde Ansúrez.
En el último cuarto del siglo XI el rey Alfonso VI encomendó al conde Pedro Ansúrez
la repoblación y administración de esta zona que hoy comprende la provincia de
Valladolid. Los núcleos de población más importantes, a orillas del río Pisuerga, eran
Cabezón y Simancas, en cuyas tierras jurisdiccionales iban surgiendo las villas
agrícolas.1 Una de estas villas, Valladolid, fue elegida por el conde Ansúrez como
asentamiento suyo y de su familia y como centro desde el cual organizaría y
gobernaría toda la repoblación del entorno. Por entonces Valladolid era una aldea
rodeada por una cerca de defensa, que contaba con un alcázar o castillejo y dos
ermitas dedicadas a dos santos hispanos tradicionales: San Julián y San Pelayo. El
conde Ansúrez eligió la zona donde se encontraba la iglesia o ermita de San Pelayo
(extramuros) para edificar su propio palacio. De esta forma inició una expansión de
la villa hacia el sureste. Además del palacio construyó una iglesia o capilla privada,
4. que sería el origen de la actual iglesia de Santa María de la Antigua, y una Colegiata o
iglesia Mayor que vino a sustituir a la dicha ermita de San Pelayo y que realzó la
importancia religiosa de la villa. Esta iglesia Mayor, edificada en arte románico, se
llamó Santa María la Mayor y fue el origen de la catedral vallisoletana.
Las tres primeras colegiatas [editar]
El Conde Ansurez creó la primera colegiata con la intención de que fuera una iglesia
o templo Mayor, punto de referencia del desarrollo de la villa hacia el sureste y que
destacó hasta mediados del siglo XII. Sobre sus ruinas, en tiempos de Fernando III el
Santo se construyó la segunda, de vida más longeva y que permaneció hasta el siglo
XVII, cuando el culto se trasladó a la actual catedral, que es su heredera, a la que se
le ha llamado también cuarta colegiata. La tercera colegiata, que fue un intento
fracasado de un templo más ambicioso y cuyas obras se vieron congeladas por falta
de dinero, se construyó perpendicularmente a la segunda; de esta tercera colegiata
solo queda el vestigio de los cimientos.
Primera: la colegiata del conde Ansúrez [editar]
Torre románica de la iglesia de Santa María la Antigua, de finales del siglo XII.
En el solar que ocupaba una antigua ermita dedicada a San Pelayo fundó el Conde
Ansúrez, la primitiva colegiata en el año 1095, cuya Carta de Fundación comienza
diciendo:2
Yo el conde Pedro Ansúrez juntamente con mi mujer la condesa Eylo [...] ofrecemos por el
remedio de nuestras almas [...] a la iglesia de Santa María de Valladolid [...] con tal condición
que el oficio divino se celebre en la dicha Iglesia, y que se tenga la devoción debida a sus
sagrados altares y reliquias.
La ciudad crecía y era necesario dotarla de una iglesia que sirviera de templo mayor.
Esta colegiata se convirtió en el principal templo de la ciudad. La colegiata no fue
una iglesia aislada sino que nació como un monasterio familiar del conde Ansúrez
que al mismo tiempo servía de iglesia Mayor de la villa y que contaba con menos
rentas que un obispado, pero que pretendía mantener su independencia,
sometiéndose directamente a Roma. Nada queda de esa primitiva colegiata, sólo los
restos de la torre románica de los tiempos del conde Ansúrez, construida a los pies y
con la función de torre-pórtico. Poco antes el conde había edificado en el entorno su
casa-palacio en la que iba incluida una pequeña iglesia o capilla palaciega. Como
dicha iglesia ya había tomado como titular a Santa María, se le añadió el apelativo de
la Antigua, mientras que la nueva colegiata fue conocida como Santa María la Mayor.
En los años 1124, 1143 y 1155 se celebraron en ella tres Concilios Nacionales. Esto
viene a demostrar la importancia que iba adquiriendo Valladolid en la vida religiosa
y civil.
Segunda colegiata del siglo XIII [editar]
Artículo principal: Colegiata de Santa María
5. Ruinas de la segunda Colegiata con la torre románica al fondo; los cipreses indican el
lugar donde estaban los pilares de la iglesia.
Entre los años 1219 y 1230, reinando Fernando III el Santo y siendo Canciller Juan
Domínguez, se llevó a cabo la construcción de la segunda colegiata sobre el solar de
la primera, respetándose tan solo la torre románica que dejó de ser torre-pórtico en
1333 cuando construyeron delante una serie de capillas destinadas a
enterramientos. Son las capillas que han resistido el paso del tiempo y que forman
parte desde el año 1965 del Museo Diocesano y Catedralicio.
En 1228 se celebró en el nuevo edificio otro Concilio Nacional. Esta colegiata se
mantuvo al uso hasta 1668 en que definitivamente se trasladó el culto al templo
herreriano.
Tercera colegiata renacentista [editar]
En 1527, el Cabildo convocó un concurso entre arquitectos, al que acudieron los más
prestigiosos maestros del momento: Diego de Riaño, Juan de Álava, Francisco de
Colonia, Juan Gil de Hontañón y Rodrigo Gil de Hontañón. A juicio del Cabildo, la
colegiata del siglo XIII se había quedado pequeña y demasiado sencilla para la
categoría de Valladolid, en un momento en que se habían construido las catedrales
de Salamanca y Segovia y en que los conventos de la ciudad (San Pablo, San Benito y
San Francisco sobre todo) costeaban grandes y suntuosas obras. Ese mismo año, en
el mes de junio, se colocó la primera piedra. El proyecto, en principio ambicioso,
similar al de la Catedral de Segovia (una iglesia de tres amplias naves, con capillas
entre los contrafuertes, crucero y cabecera que se supone sería semicircular, ya que
se conservan sólo trazas del sector de los pies de este edificio), apenas pasó de la
cimentación y de la elevación de unos metros. Las obras avanzaron muy lentamente
por falta de recursos económicos y también porque surgieron graves problemas con
el tema de la expropiación, ya que se necesitaban los terrenos hacia el sur, debido a
que se había cambiado por completo el eje de la nueva planta (la nueva colegiata no
se empezó a construir sobre la antigua sino perpendicular a ella): quedaría la
cabecera al norte, junto al antiguo claustro de la colegiata anterior y los pies al sur.
Aun así, el atrio quedaría algo elevado por lo que fueron necesarias unas escalinatas
para su acceso. (Esta nueva disposición será respetada por los planos de la catedral
de Herrera y así es como se ve la catedral en el presente).
Se echaron los cimientos ese mismo año de 1527, comenzando la construcción por
los pies, para poder hacer uso de la antigua colegiata mientras duraban las obras. La
idea era llegar al crucero, que caería en la zona del antiguo claustro, y empezar
entonces la demolición total. Pero al avanzar tan lentamente, el propio Gil de
Hontañón se vio obligado a hacer reformas en la colegiata vieja para seguir el uso
litúrgico sin problemas. Gil de Hontañón murió en 1577 y las obras seguían
prácticamente como al principio. Habían pasado 50 años y la moda y las técnicas en
el arte de construir habían cambiado.
6. Cuarta colegiata-catedral: Juan de Herrera [editar]
蜉
Proyecto ideal de Juan de Herrera para la catedral vallisoletana según Fernando
Chueca Goitia.
Desde la muerte del arquitecto Gil de Hontañón en 1577, las obras de la tercera
colegiata habían quedado paralizadas. Sólo se habían echado los cimientos y elevado
algunos metros de algunos muros. Ante esta situación, el Cabildo decidió continuar
la gran obra aun cuando su situación económica nunca era boyante. Aprovechando
una estancia de Juan de Herrera en Valladolid (requerido por el Ayuntamiento para
hacer los planos de varias obras municipales), el Cabildo se entrevistó con él y le
pidió el estudio y trazas de una nueva colegiata que fuera de acuerdo con los
tiempos y que se edificaría sobre las obras de la anterior renacentista, siguiendo el
mismo eje norte-sur, siempre perpendicular a la vieja colegiata de la que aún se
conservaban algunas capillas.3 El arquitecto aceptó el encargo y se puso
inmediatamente a trabajar, de manera que el 13 de mayo de 1582, Pedro de Tolosa,
que había trabajado en el Monasterio de El Escorial y en Villagarcía de Campos,
obtuvo la maestría mayor para las obras, haciéndose cargo de ellas bajo la dirección
del arquitecto Diego de Praves, hombre de confianza de Juan de Herrera. Murió al
año siguiente y le sucedió como maestro de obras su hijo Alonso de Tolosa.
A instancias de Felipe II, la colegiata en construcción tomó el rango de catedral. El
21 de mayo de 1595 tuvo lugar la solemne consagración,4 a dirigiendo la ceremonia
el arzobispo de Toledo, Bernardo, con el obispo de Palencia, Raymundo, asistidos
por los obispos Pedro (de León), Gómez (de Burgos), Osmundo (de Astorga), Martín
(de Oviedo) y Amorico (de Lugo), acompañados de varios condes y caballeros. Al
año siguiente, en 1596, Felipe II otorgó el título de Ciudad a la villa de Valladolid. En
1597 murió Juan de Herrera y un año después, en 1598, murió Felipe II.
De la dependencia de Roma hasta la sede episcopal
vallisoletana [editar]
En un principio, el conde Ansúrez instituyó la colegiata (con su pequeña comunidad
monacal) dependiendo directamente de la Santa Sede de Roma y autorizando al
obispo de Toledo para que fuera el encargado de hacer cumplir las cláusulas de la
fundación. Sus abades ejercieron jurisdicción episcopal sin estar sujetos a otros
prelados, además de tener licencia para escoger un dominus o protector, o tutor que
velara por los intereses del monasterio. Éste es el sistema característico de esta
época, el sistema de behetrías entre parientes; en este caso los parientes serían el
abad y sus monjes, constituidos en señorío, que tomarían un tutor o benefactor
dentro de la familia de los condes y sucesores, con derecho a cambiarlo si el elegido
no cumplía con toda responsabilidad. Así las cosas, el conde Ansúrez tuvo que
preparar su auto exilio a tierras de Urgel donde gobernaba su yerno Ermengol.5
7. En 1103, cuando estaba a punto de partir, encomendó su abadía de Valladolid al
obispo de Palencia Raymundo. No fue una encomienda formal y oficial con cesión de
todos los derechos sino un encargo a su amigo y hombre de confianza, con el
mandato además de que entregara 100 sueldos anuales a la Santa Sede. En 1110, el
conde regresó del destierro y con la ayuda y aprobación de la reina Urraca, recuperó
su abadía-colegiata. Pero por entonces ya no estaba el obispo Raymundo y este
hecho molestó a su sucesor, el obispo Pedro de Palencia, que inició una disputa y
buscó el favor del papa Pascual II. Este papa, y más tarde Inocencio II, confirmaron
la vinculación de la colegiata a la sede de Palencia. A partir de estos hechos se
desencadenó una pugna abierta entre las dos villas. Con Armengol VI llamado el de
Castilla (nieto del conde Ansúrez) se llegó a un acuerdo que fue en realidad una
claudicación, entregando la colegiata al obispo de Palencia y concertando que en ese
momento éste nombrase abad al arcediano Nicolás. El acuerdo tuvo como
consecuencia muchas protestas y disturbios hasta que Alfonso VII ratificó el
convenio sustentándose en que “así lo había querido el fundador conde Ansúrez”, y
tomó una decisión irrebatible, dejando para la posteridad el mandato de dos pautas
a seguir por el régimen interno: que la elección del abad era un derecho del Cabildo
colegial y que el rey se reservaba la potestad de confirmarla.
En 1162 intervino de nuevo el Papa, Alejandro III. Mandó reformar la abadía con la
instauración de una nueva comunidad de canónigos de San Agustín, encargando
realizar dichos cambios al obispo de Toledo.6
A finales del siglo XV, los Reyes Católicos suplicaron al papa Alejandro VI que uniese
la abadía de Valladolid al obispado de Palencia. El papa murió antes de haber
despachado la bula. De nuevo, hacia 1504 hicieron una petición a Julio II, quien
despachó la bula con una cláusula: que el obispo de Palencia lo fuese también de
Valladolid, que ambas iglesias fuesen catedrales y que cada cabildo tuviese su
hacienda aparte. Pero el abad de la colegiata de Valladolid, don Fernando Enríquez,
no quiso dejar la abadía y el papa tuvo que suspender la bula de unión,
Hac vice duntaxat
El siguiente abad, Alfonso Enríquez, mantuvo la colegiata 30 años, hasta que en
1555, Pedro de la Gasca, obispo de Palencia, insistió en la unión mencionada ante el
emperador. Así, en mayo de 1554, el Consejo Real dio una provisión en que
mandaba a la ciudad de Palencia y al Cabildo de Valladolid que en un determinado
tiempo alegasen las razones que pudieran tener para no realizar tal unión. Palencia
envió sus procuradores. Al frente iba Francisco de Salas, procurador del Deán y
Cabildo. Entre otros razonamientos alegó:
[…] querer hacer ahora una unión de dos iglesias catedrales, la una en un pueblo tan grande
y tan rico, y que cada día va en tanto crecimiento como es Valladolid, y la otra de otra iglesia
que está en tan pequeño pueblo y tan pobre como es Palencia es dar ocasión y hacer que del
todo se olvide se deshaga y disminuya la iglesia y ciudad de Palencia, porque es harto
verosímil que el obispo que por tiempo fuere de Palencia y Valladolid se querrá y preciará
más intitular del mayor y más insigne pueblo que es Valladolid y no del menor y más pobre
que es Palencia. Porque esto no parezca adivinar que no hay mejor regla o conjetura en lo
porvenir que la experiencia de lo pasado, tenemos ejemplo harto claro en la ciudad de Baeza
y Jaén, como después se ganó Jaén que son dos iglesias catedrales debajo de un obispo […]
8. como Jaén es mayor, se ha quedado en olvido Baeza y solamente se llama obispo de Jaén,
aunque la iglesia de Baeza sea catedral. […]
Clemente VIII otorgó la bula Pro Excellenti que convirtió a Valladolid en sede
episcopal con catedral.
El procurador dio hasta ocho razonamientos más. Valladolid por su parte, pidió ser
arzobispado y que Palencia fuese una de las iglesias sufragáneas, o que al menos se
nombrara un obispo de Valladolid y Palencia, en ese orden, y que la renta de la
abadía se gastase en la fábrica de la nueva iglesia.
El Consejo Real resolvió el tema no por sí mismo, sino haciendo una consulta directa
al rey que estaba en Flandes. El tiempo pasó sin resolverse nada, hasta que en 1595
y siendo obispo de Palencia Martín Aspi Sierra, se desmembró Valladolid,
convirtiéndose en catedral con sede episcopal, con la aquiescencia de Clemente VIII
en el reinado de Felipe II, que concedió esta gracia a su ciudad natal, venciendo así la
majestad del rey.
El rey había enviado como embajador en Roma al duque de Sesa, Antonio de
Córdoba y Cardona, con el encargo de llevar a cabo las negociaciones con el papa
Clemente VIII, que otorgó la bula Pro Excellenti del 25 de noviembre de 1595,
haciendo a Valladolid sufragánea7 del Arzobispado de Toledo.8 Felipe II presentó
como primer obispo de la nueva catedral a Bartolomé de la Plaza, magistral de la
colegiata de Baza que fue ratificado y nombrado por el Papa, por bula del 18 de
diciembre de 1596. El territorio de la nueva diócesis vallisoletana fue muy recortado
para no inferir ni perjudicar las diócesis cercanas.
El 16 de marzo de 1851, habiéndose celebrado el Concordato de 1851 con la Santa
Sede (siendo papa Pío IX), la reina Isabel II pidió el título y dignidad de
metropolitana para esta catedral. El Papa ejecutó la petición, otorgando la bula el 4
de julio de 1857. Ya no fue sufragánea de Toledo, y sí pasaron a serlo de ella las
jurisdicciones de Ávila, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Segovia y Zamora.
El proyecto de Juan de Herrera [editar]
Planta actual de la Catedral de Valladolid, con cada una de sus partes numeradas:
1.Capilla de San Juan Evangelista 2.Capilla de Nuestra Señora de los
Dolores 3.Capilla de Nuestra Señora del Sagrario 4.Capilla de San
Fernando 5.Capilla Mayor 6.Capilla de la Magdalena 7.Capilla de San
José 8.Capilla de San Pedro 9.Capilla de San Miguel 10.Sacristía 11.Capilla de San
Lorenzo 12.Sala Capitular 13.Capilla de Santo Tomás 14.Ángulo del
Claustro 15.Capilla de San Blas y de San Juan Evangelista 16.Torre de la
Colegiata 17.Capilla de Santa Inés 18.Sala Nueva del Museo
9. Los rasgos del nuevo templo son clasicistas, basados en las construcciones de la
Antigua Roma que habían inspirado a la arquitectura del Renacimiento y a teóricos
como Vitruvio, con su obra De Architectura.9 También se nota influencia manierista,
sobre todo a través de los escritos de Sebastiano Serlio. La línea es pura, sin
concesiones al adorno de ninguna clase. La única decoración del edificio es la
puramente arquitectónica: cornisas, capiteles, pilastras o barandas.
El proyecto tiene como referencia la nueva ideología que había inspirado el Concilio
de Trento, que defendía el acercamiento de la Eucaristía al pueblo. Así, Herrera
traslada el coro –que tradicionalmente se había colocado en frente del altar mayor
bloqueando su visión– a la cabecera del templo, dejando un amplio espacio entre el
crucero y la puerta sur de entrada por los pies. El coro, que rodearía el altar, estaría
abierto a la nave del templo, con lo cual ambos serían perfectamente visibles por los
fieles.
Proyecto de Juan de Herrera para la fachada de la catedral de Valladolid, según
Chueca Goitia.
En resumen, el edificio de Herrera sería una gran iglesia de tres naves, con capillas
entre los contrafuertes, siguiendo la disposición general y las proporciones de la
planta de la colegiata trazada en 1527, cuyos cimientos pisaba, si bien la cabecera
del edificio de Herrera sería recta.
Así, la planta, como ha demostrado Fernando Chueca Goitia, se organiza en un
rectángulo de proporción 2x1, (420x210 pies castellanos) encontrándose el crucero
en el centro del mismo. El edificio poseería tres naves de cuatro tramos cada una
desde los pies hasta el crucero y de otros tres tramos desde el crucero a la cabecera.
El edificio está proporcionado por un método usado por los maestros tardogóticos
españoles en las catedrales de Segovia o Salamanca: cada tramo de las naves
laterales es cuadrado en planta y cada uno de los de la nave principal es un
rectángulo de proporción sexquiáltera en planta cuyo lado menor es igual al lado del
cuadrado que forma en planta un tramo de la nave lateral; también las capillas-
hornacina se modulan por medio de rectángulos sexquiáteros: el lado mayor del
rectángulo en planta de las mismas es igual al del cuadrado que forma en planta un
tramo de la nave lateral. Así, un tramo de las naves laterales tiene una medida en
planta de 40x40 pies castellanos, un tramo de la nave central en planta mide 40x60
pies (40x3/2 = 60) y las capillas hornacinas están inscritas en planta en un
rectángulo de 40x28 pies (40x2/3 ≈ 28).
Las secciones del edificio se proporcionan también en base a la proporción
sexquiáltera. La nave central y las colaterales se separarían con grandes arcos de
medio punto sobre pilares de sección cuadrada de 13 pies de lado con pilastras
corintias adosadas, sobre las que cabalgaría un gran entablamento del mismo orden
que abrazaría toda la nave central a la altura del arranque de las bóvedas,
generando una potente sombra. La nave central se cubriría con una gran cañón
corrido con lunetos y las laterales con bóvedas de arista, mientras que el crucero lo
10. haría con una cúpula vaída (el cimborrio que aparece en algunos dibujos no se debe
a Herrera y se añadió a los planes del proyecto avanzado el siglo XVII, buscando una
silueta más movida y barroca al exterior). La luz entraría por la nave central por
medio de grandes huecos termales que quedarían parcialmente ocultos por el
entablamento, con lo que se haría la ilusión de que la bóveda flotaría sobre el
entablamento, sin una unión física con resto del edificio.
Planta ideal de la Catedral, según el proyecto de Juan de Herrera. Se observa el
proyecto de gran iglesia de tres naves con crucero y coro abierto a los fieles, con el
altar visible. En negro, se muestran las partes del edificio construidas, mientras que
las no realizadas están rayadas. A línea de puntos se muestran los tres ábsides
provisionales del siglo XVII que cierran actualmente los realizados.
Abiertas a las naves laterales habría una serie de capillas-hornacinas entre los
contrafuertes. En cuanto a éstas, si bien están, naturalmente, comunicadas con el
templo a través de grandes arcos, se conciben como espacios más o menos
independientes, con su propio foco de luz, un pequeño óculo; el muro de estas
capillas, cubiertas con bóveda de cañón con lunetos, está animado por decoración de
placas y hornacinas que modelan el potente muro de piedra. El arco de
comunicación entre las capillas-hornacina y las naves laterales se configura en su
alzado a estas últimas como un arco del triunfo con dos pares de pilastras dóricas
que sujetan una tribuna a la que se abre, por medio de una pequeña puerta (que
introduce la escala humana dentro de la escala colosal a la que está pensado todo el
edificio para acentuar su grandeza), el espacio que existe sobre las capillas
hornacinas, concebido para usos auxiliares, como archivo o biblioteca.
En los dibujos de Herrera, en los exteriores, el cuerpo central y principal de la
fachada de los pies (al sur), se concibe como el apilamiento de dos elementos de la
arquitectura clásica: el arco del triunfo y el frente de templo. El cuerpo central se
adelantaría notablemente al resto de la fachada, consiguiendo así una especie de
vestíbulo o narthex a la entrada del templo. El piso bajo del cuerpo central,
concebido como arco de triunfo con dos pares de columnas dóricas gigantes a los
lados que apearían un potente entablamento dórico, cobijaría la puerta principal,
adintelada y con guardapolvo; sobre este arco del triunfo se encontraría el segundo
cuerpo, concebido a manera de un templo tetrástilo, aunque con el manierismo de
sustituir las columnas por pilastras, que irían a plomo sobre las columnas del arco
del triunfo del piso inferior. En el centro del cuerpo alto, entre las pilastras, si
situaría una enorme ventana adintelada y con guardapolvo para iluminación del
interior. Se coronaría con frontón triangular con remates de bolas en vez de
acróteras. Además, los paños de muro de este cuerpo central estarían animados con
hornacinas.10 .
蜉
11. Planos originales de Juan de Herrera para la Catedral de Valladolid, custodiados en
el archivo de la misma. Arriba, sección transversal con el claustro; en el centro,
alzado lateral este y abajo, sección transversal por la nave mayor.
En los extremos de la fachada se situarían dos torres iguales de planta cuadrada, con
tres pisos separados por entablamentos apeados sobre pilastras dóricas pareadas
dispuestas en las esquinas, siendo los dos primeros pisos macizos, con los lienzos
del muro animados con hornacinas, adornos de placas y ventanas adinteladas, y el
último cuerpo, donde estarían las campanas, abierto con un gran arco en cada cara
de la torre, coronándose todo con una balaustrada con bolas a plomo de las pilastras
y cúpula de media naranja con linterna y remate. Entre las torres y el cuerpo central
adelantado se situarían sendos cuerpos de unión correspondientes a las naves
laterales interiores y en los que se encontrarían las puertas de acceso a éstas,
adinteladas y con guardapolvo. La fachada posterior no sería muy distinta a la
principal, aunque no se adelantaría el cuerpo central ni el primer piso de este
cuerpo tendría cuatro grandes columnas dóricas, sino pilastras, y no habría puerta.
Las torres serían también más bajas que las de la fachada principal, pues tendrían
sólo dos pisos, si bien semejantes en todo a los dos primeros de las torres
principales, rematándose con una balaustrada con bolas y un chapitel piramidal de
pizarra rematado con una gran esfera.
En los alzados exteriores laterales, se encontraría en el centro la fachada del
crucero, idéntica en todo al cuerpo central de la fachada principal, con su arco
triunfal dórico abajo y su frente de templo arriba. En los extremos de los laterales se
hallarían las torres y entre éstas y el crucero, se encontrarían los cerramientos de
las capillas hornacinas y las dependencias auxiliares situadas encima de ellas. Este
cerramiento se vería al exterior como un muro apilastrado rítmicamente, animado
con las ventanas adinteladas de las dependencias auxiliares y con los óculos de las
capillas y rematado por una saliente cornisa. Este muro dialogaría con las
construcciones próximas a la Catedral por su altura moderada. Sobre él, aunque en
un plano posterior, retrasado, se encontraría el cerramiento lateral de la nave
central, más alta, con los contrafuertes en forma de arbotante invertido y los huecos
termales que la iluminan, rematado con una gran cornisa y el tejado de pizarra.
En su proyecto, Herrera tuvo en cuenta la posibilidad de un gran claustro
procesional cuadrado de un solo piso de orden dórico, que iría unido a la nave oeste
y que contendría dependencias como la sala capitular o la sacristía. La construcción
de este claustro traería serias dificultades de tipo técnico y económico, pues por este
lado del oeste del edificio había un importante desnivel que caía hasta el cauce del
río Esgueva y por ello, parece que su construcción nunca se consideró seriamente.11
El edificio, al pisar la cimentación de la colegiata de 1527, se orientaría en un eje
norte-sur, con la cabecera el norte, sin seguir la orientación canónica, ya en desuso
en el siglo XVI, en el que pesaban más los valores urbanísticos a la hora de orientar
las iglesias.
Una vez terminado el estudio, Herrera puso los planos en manos de su discípulo y
hombre de confianza, el arquitecto Diego de Praves.12 En 1587 tuvieron una
12. entrevista de trabajo en Madrid. Es sabido que Juan de Herrera jamás estuvo a pie
de obra de la catedral de Valladolid.
Hay controversia entre los historiadores sobre si las trazas de esta catedral de
Valladolid son un reflejo de la basílica de El Escorial.13
Evolución de las obras: siglo XVI [editar]
El nuevo edificio no sólo trajo aires modernos en cuanto a arquitectura se refiere,
sino también en la técnica y modo de trabajar, copiando el sistema llevado en las
obras de El Escorial. En primer lugar, se organizó en el entorno un gigantesco
obrador o taller que dio nombre a la vía abierta delante de la fachada: calle de la
Obra. Se coordinó un equipo de picapedreros (que extraían la piedra en canteras
cercanas, como la de Villanubla), carreteros, canteros, carpinteros y otros oficios.
Hubo un grupo de trabajo integrado por profesionales de la construcción, cuya
cabeza principal era Juan de Herrera, que había diseñado los planos y había ideado
la fábrica, seguido por su hombre de confianza, Diego de Praves, como arquitecto
director y supervisor que tenía a sus órdenes a un maestro mayor, Pedro de Tolosa,
quien a su vez había nombrado a varios aparejadores, entre los que se encontraba
su hijo, Alonso de Tolosa. Pedro de Tolosa murió en 1583, sucediéndole en la
maestría mayor su hijo Alonso, que se mantuvo a pie de obra hasta 1588, año en que
Diego de Praves se hizo cargo de la obra como arquitecto-director y maestro mayor.
Diego de Praves replanteó todo el templo desde los pies hasta el crucero. Empezó la
construcción por los pilares del lado del Evangelio y trató de embutir lo que se había
construido de la colegiata gótica trazada en 1527 en el nuevo edificio. Sin embargo,
los muros ya realizados del lado del Evangelio del templo de 1527 tenían una leve
declinación en planta, lo que hacían problemático su aprovechamiento. Para
solventar esto, Praves escribió una carta a Herrera en la que manifestaba esta
cuestión, acompañándose de un plano donde se dibujaba lo que estaba hecho de la
colegiata de 1527 y lo del nuevo edificio de Herrera. Solucionados estos problemas,
los muros de la colegiata tardogótica se reaprovecharon, embutiéndolos en los de la
obra herreriana. En 1589 se compró más piedra para labrar las basas y zócalos de
los pilares interiores. En 1594 ya se estaban preparando los cimientos del crucero,
que irrumpiría en el claustro de la anterior colegiata. Un año después, Felipe II iba a
conseguir la sede episcopal para Valladolid, de manera que en plenas obras, el
edificio pasó de seguir siendo una colegiata a ser ya una catedral. Sin embargo,
faltaban todavía bastante años para su consagración, así es que la liturgia siguió
celebrándose en el edificio de la antigua colegiata. En 1599, de Praves terminaba el
sector del lado del Evangelio desde los pies hasta el crucero, aunque faltando la
cubrición. Hacia 1600, empezaba la fachada principal (sur), haciéndose el gran arco
de la misma en 1616. En los primeros años del siglo XVII se trabajaba realizando
molduras y cornisas y construyendo el sector del lado de la Epístola desde los pies
hasta el crucero, dejándolo también hasta el arranque de las bóvedas.
El siglo XVII [editar]
13. Bóvedas de la nave central de la Catedral, construidas por Francisco Tejerina entre
1662 y 1666. Puede advertirse también cómo el entablamento oculta los huecos de
iluminación, con lo cual parece que la bóveda flota suspendida.
En 1620 murió Diego de Praves, sucediéndole en la maestría de obras su hijo
Francisco de Praves, con quien se terminaron las capillas del lado del Evangelio,
haciendo sus bóvedas. En la década de 1620, Juan de la Rozadilla talló los capiteles
corintios de las pilastras de la nave central y las molduras y modillones del
entablamento de la nave. A la muerte de Francisco de Praves en 1637, tomó su
puesto Juan de Répide, hasta 1661. Cuatro años más tarde, Sebastián Mardaz
Colmenares, supervisado por Francisco Tejerina, cerró toda la nave de la Epístola
con bóveda de arista y en 1662 se terminó la nave central, tapándola con bóveda de
cañón corrido con lunetos y adornada con yeserías ajenas a las trazas de Herrera.
Las obras se habían dilatado más de lo esperado, así que el Cabildo tomó la decisión
de inaugurar la nueva catedral, aunque estuviera incompleta. El 26 de agosto de
1668, en una ceremonia de gran solemnidad, fue consagrada la parte construida de
la nueva catedral, que se componía de las tres naves, las capillas del lado del
Evangelio, una capilla en el lado de la Epístola y tres ábsides provisionales en el
espacio en que se suponía iría el crucero.
El siglo XVIII [editar]
Los recursos económicos siguieron siendo escasos a pesar de las ayudas de los reyes
y otras donaciones, por lo que las obras de la catedral o se paralizaban o
continuaban lentas y sin grandes avances arquitectónicos. Ya entrado el siglo XVIII,
se levantó la torre del lado del Evangelio, siguiendo las trazas de Herrera, aunque no
demasiado fielmente. En 1713 se pudieron terminar las capillas del lado de la
Epístola, todavía en estilo herreriano, a pesar de que venía imponiéndose el barroco.
Sin embargo, el cuerpo alto de la fachada principal fue terminado al gusto de la
nueva corriente artística, siguiendo las trazas del arquitecto Alberto de Churriguera.
Los planos y dibujos de este arquitecto que se guardan en los archivos, distan
bastante de la interpretación y hechura que dieron los maestros de obras
correspondientes y los canteros, que no supieron estar a la altura. La fachada
principal, con sus estatuas, fue terminada en 1733.
Conclusión [editar]
Las obras de engrandecimiento de la catedral quedaron interrumpidas en la mitad
del proyecto de Herrera. Además, la torre que se había levantado a principios del
siglo XVIII, se hundió en 1841, causando daños al edificio que tuvieron que ser
reparados, aunque la torre jamás se volvió a levantar. A principios de año 1880,
comenzó la construcción de la torre del lado de la Epístola, que finalizó en 1890,
salvo el remate actual de la cúpula y la escultura del Sagrado Corazón de Jesús que
se añadieron en 1923.
Entre 1922 y 1928 se hicieron reformas interiores, entre otras la eliminación del
coro de la nave central, la construcción de la tribuna del nuevo órgano, (para lo cual
se desbarató parte del crucero que ya no servía como tal), bajo la dirección del
arquitecto Ricardo García Guereta, y la instalación del retablo mayor de Juan de Juni.
14. Entre 1962 y 1964 hubo un intento bastante afortunado de rematar en alguna
medida el proyecto de Herrera allí donde había quedado inconcluso (siempre en la
única mitad construida), rematando la parte alta del lado de la Epístola al exterior, y
el primer cuerpo de la portada, que en teoría habría dado acceso al crucero,
dirigiendo estos trabajos el arquitecto Anselmo Arenillas. En 1965 se restauraron
las capillas de la antigua colegiata, salvadas de la demolición porque las obras de la
catedral no prosperaron. En estas capillas se ubicó el Museo Diocesano Catedralicio.
Arquitectura del edificio actual [editar]
El edificio está sólo construido desde los pies hasta el crucero. De la otra parte,
desde el crucero a la cabecera, sólo está realizada una capilla hornacina del lado del
Evangelio y las cimentaciones de su simétrica del lado de la Epístola. Por ello, el
edificio presenta hoy en día tres naves, separadas con grandes pilares de planta
cuadrada que sujetan grandes arcos de medio punto, presentando sólo cuatro
tramos cada una y rematándose en tres ábsides provisionales construidos en el siglo
XVII, usando ladrillo, en el lugar donde debería haber estado el crucero. A los lados
del conjunto de las tres naves existen ocho capillas hornacinas (cuatro a cada lado)
cerradas con rejas, que guardan retablos barrocos, rococós y neoclásicos, además de
alguna muestra de escultura funeraria.
En el exterior, el edificio también sólo está concluido hasta el crucero, si bien falta
una torre de la fachada principal, que se hundió en 1841, y la que actualmente se
conserva, fue construida entre 1880 y 1890 y no es fiel en absoluto a las trazas de
Juan de Herrera. Tampoco el cuerpo alto de la fachada principal (orientada al sur) es
fiel a los planos herrerianos, pues fue diseñado por Alberto de Churriguera a
principios del siglo XVIII.
Fachada sur [editar]
Vista del imafronte de la catedral.
En el exterior destaca la portada de la fachada principal, que estaría situada entre
las dos torres, de las cuales sólo existe hoy una, levantada en el siglo XIX sin seguir
los planos de Herrera. Está resuelta como un colosal arco de triunfo de orden dórico
y distribuida en tres cuerpos centrales bien definidos:
El primer cuerpo, presenta cuatro columnas y dos imágenes de San Pedro y
San Pablo situadas en dos hornacinas excavadas en los intercolumnios. En el
centro y enmarcando la puerta de entrada hay un arco formado por dos
pares de columnas que soportan la cornisa con metopas y que flanquean un
arco de medio punto, dentro del cual se abre la puerta adintelada. No está
bien ejecutada por los canteros que materializaron los planos de Herrera,
pues, aparte de no adelantarse tanto el cuerpo central respecto al resto de la
fachada como está reflejado en los planos del cántabro, el gran arco tiende a
ser apuntado, habiendo sido diseñado como de medio punto. En el tímpano
del arco se halla una imagen de la Virgen de la Asunción, titular de la
15. catedral. Las esculturas de San Pedro, San Pablo y la de la Virgen fueron
realizadas por Pedro Baamonde en el siglo XVIII cuando se edificó el segundo
cuerpo de la fachada. Sobre los capiteles de las cuatro columnas, separando
los dos primeros cuerpos, se asienta un arquitrabe con friso y cornisa.
Escudo con el tema mariano del sol.
Escudo sostenido por dos ángeles con las iniciales de María.
Escudo con el tema mariano de la luna.
El segundo cuerpo, edificado según las trazas de Alberto Churriguera en el
siglo XVIII, presenta, en altura, las mismas dimensiones que el primero.
Posee una gran ventana rectangular y adintelada, flanqueada por pilastras
que continúan las columnas dóricas del cuerpo bajo, con los símbolos del Sol
y la Luna entre ellas, temas marianos, realizados por el escultor salmantino
Juan García Espinosa. Sobre la ventana se sitúa una cornisa que sirve de
separación con el tercer cuerpo. Presenta una balaustrada interrumpida
lateralmente por cuatro pedestales, perpendiculares a las columnas del
primer piso, sobre los cuales se ubican las estatuas en piedra de los cuatro
doctores de la Iglesia latina: San Ambrosio, San Agustín, obras del escultor
Pedro Baamonde, San Gregorio y San Jerónimo, obras del escultor Antonio de
Gautúa.
El último cuerpo se remata con un triángulo concebido a modo de frontón en
cuyo centro se ubica un escudo sostenido por dos ángeles que cobijan las
iniciales de María. El tejadillo del frontón presenta cuatro pilastras barrocas,
dos a cada lado, y otra de mayor tamaño en el vértice rematada con una cruz
de hierro forjado.
Los cuerpos laterales de la fachada presentan dos puertas que se abren a las las
naves menores del interior de la catedral. Sobre estas puertas se encuentra un
círculo en relieve y una cornisa sobre la cual se levanta otro cuerpo de poca altura
con otro círculo en relieve, de tamaño menor, terminado con un adorno en voluta o
roleo de estilo churrigueresco.
Fachada oeste [editar]
En este lado, el edificio está concluido hasta el crucero, aunque falta la torre de la
fachada principal, hundida en 1841. De la fachada del crucero sólo están realizados
la cimentación y los arranques de los muros, pero sin el revestimiento exterior. A
esta fachada habría estado pegado el claustro diseñado por Herrera si se hubiera
construido.
16. Vista del edificio desde el oeste (plaza de Potugalete). Se ve el edificio herreriano
concluido hasta el crucero, el muñón de la torre hundida en 1841 con la cornisa
destrozada por el efecto de la caída de las piedras y las ruinas de la colegiata
bajomedieval.
蜉
Vista, desde la plaza de la Universidad del cuerpo bajo de la fachada del crucero este,
construido entre 1962 y 1964.
Vista de la fachada oeste, con el crucero inconcluso y los muros sin su hoja exterior.
Se ven los capiteles de las pilastras y el gran entablamento interior, que está al
exterior por no haberse cubierto nunca esta parte del edificio. También aprecia el
cerramiento de la nave con ladrillo y los tres ábsides del siglo XVII. Algunos autores
han comparado el aspecto de esta construcción con el de las ruinas de la antigua
Roma.
Fachada este [editar]
Sólo se habían construido hasta mediados del siglo XX la mitad baja del cerramiento
exterior de las capillas-hornacina hasta el crucero, la parte alta que cierra la nave
central, con sus contrafuertes en forma de arbotante invertido, y el exterior de una
capilla-hornacina del sector de la cabecera, después del crucero, que quedaba
aislada por no estar unida con el resto a raíz de que la fachada del crucero no estaba
ni siquiera empezada. Entre 1962 y 1964, se reanudaron las obras con la idea de
completar en parte el proyecto de Herrera bajo la dirección del arquitecto A.
Arenillas, construyéndose la parte alta de las capillas del lado de la Epístola y el
primer cuerpo de la fachada este del crucero. El resultado fue bastante satisfactorio.
La fachada del crucero, semejante al cuerpo bajo de la fachada sur, presenta cuatro
gruesas columnas, arco de medio punto que cobija la puerta de entrada y un
entablamento con cornisa. Sobre este cuerpo existiría otro, que no está realizado,
con una gran ventana flanqueada por dos pares de pilastras y coronado con frontón
con bolas a modo de acróteras.
Fachada Norte [editar]
Nunca fue construida tal fachada. Aunque desde el exterior no puede verse, esta
parte de la catedral es una mezcla entre las ruinas de la colegiata y zonas de lo que
pudo ser el crucero de Herrera. Lo construido del templo herreriano se remata por
este lado por con un muro de ladrillo que cierra la nave central a la altura del
crucero y los tres ábsides que rematan las naves. Por encima se ven los muros sin
terminar de lo que hubiese sido el interior del crucero, con el gran entablamento
corintio, los capiteles y los huecos termales sin cerrar.
Torres [editar]
Artículo principal: Torres de la catedral de Valladolid
17. Torre actual de la catedral, construida entre 1880 y 1890. La cúpula de coronación y
la estatua monumental del Sagrado Corazón de Jesús fueron añadidas en 1923.
Juan de Herrera había concebido para la catedral la construcción de cuatro torres,
dos en las esquinas de la fachada de los pies y dos más bajas en las esquinas de la
cabecera. Estas dos últimas nunca llegaron a construirse y de las otras dos sólo se
levantó la del oeste. En su alzado, según los planos, las torres constan de tres
cuerpos y se remata en media naranja y linterna. El tercer cuerpo había de servir
como campanario.
Entre 1703 y 1709 se levantó la torre del lado del Evangelio, siguiendo las trazas de
Herrera y dirigiendo las obras el maestro de cantería Antonio de la Torre. Años más
tarde, sustituyendo a la cúpula de media naranja pensada por Herrera, se le añadió
un piso más, ochavado con huecos donde se albergaron las campanas, en un número
mayor de lo previsto y rematado con cúpula de cascos y linterna. La torre empezó a
dar problemas, y a lo largo del siglo XVIII se hicieron tres reparaciones, hasta que en
el siglo siguiente, en 1841, se desmoronó toda la parte de arriba, arrastrando gran
parte del tercer y segundo cuerpo. Las ruinas corrían peligro de desplome, así es que
las autoridades se decidieron por su derribo hasta la altura del primer cuerpo, que
se mantenía sólido y firme.
A raíz de esta caída se proyectó el alzado de la otra torre del lado de la Epístola.
Habrá que esperar hasta 1879 para que empiecen en serio las obras de la nueva
torre. Las trazas de Iturralde se basaban en las de Juan de Herrera para la torre, con
la alteración de la coronación ochavada, pero suprimiendo por economía el segundo
cuerpo de la torre ideada por Herrera, es decir, el cuerpo que tenía en sus alzados
dos ventanas superpuestas. Al terminarse el primer piso del cuerpo ochavado, se
inauguró con solemnidad el 4 de abril de 1885. Hubo entonces numerosas críticas
ante la escasa esbeltez de la torre y su poca altura, con lo que Iturralde se vio
obligado a construir sobre lo edificado dos cuerpos ochavados más: uno con el reloj
y otro con una nueva sala de campanas, similar a la del primer piso (ya construido
en ese momento) del cuerpo ochavado. Todo esto se realizó entre 1886 y 1890, año
en el que la torre se remató con un torpe tejado y un pararrayos.14 Por motivos
económicos hasta bien entrado el siglo XX no se culminó la obra con la colocación de
la estatua del Sagrado Corazón y la instalación del reloj.
Interior [editar]
Alzado de un tramo de la nave central, con los grandes pilares de 13 pies de lado y
las pilastras adosadas que sujetan el gran entablamento. Al fondo se ve el cierre de
las naves laterales, con las capillas hornacinas con su pequeño óculo de luz.
18. El estilo de la catedral de Valladolid es purista y sobrio y se corresponde con el más
típico clasicismo herreriano, lo cual se demuestra tanto en su arquitectura como en
la decoración.
La catedral presenta actualmente tres naves de cuatro tramos rematadas con
ábsides en el lugar donde hubiese estado el crucero. En el interior, filas de pilares
con pilastras adosadas de orden corintio sujetan hileras de arcos de medio punto.15
Las naves están cubiertas por bóvedas de arista.
El crucero ideado por Herrera no existe como tal porque fue convertido en espacio
para la capilla mayor y dos laterales. Solamente del crucero quedan construidos
algunos muros y el cuerpo bajo de su fachada del lado de la Epístola, al Este; en la
estancia llamada Vestíbulo del museo catedralicio puede verse el arranque de uno de
los arcos torales que se iban a construir. El espacio de lo que pudo ser este crucero
tiene la misma longitud que el ancho de las tres naves, por lo que no sobresale a los
lados del templo. En sus extremos desemboca en dos portales pero sólo está
realizado, con puerta de acceso y gran portada, el cuerpo bajo del correspondiente
al lado este, como ya se ha dicho. Entre los contrafuertes de cada nave del templo se
encuentran emplazadas cuatro capillas.
Capilla mayor [editar]
蜉
Vista del interior desde la tribuna del órgano, a los pies de la nave central. Al frente
la capilla mayor "provisional" del siglo XVII con el retablo de Juan de Juni.
Se encuentra en el presbiterio, en el ábside central. Sus paredes están tapizadas con
damasco carmesí y contiene el retablo mayor, obra de Juan de Juni, que fue
trasladado desde la cercana iglesia de La Antigua, la sillería y un facistol del siglo
XVII, obra de Cristóbal Ruiz de Andino. En el centro hay un altar adornado con un
frontal que presenta un trabajo de repujado en plata, obra barroca del siglo XVIII.
Los retablos [editar]
La capilla mayor ha tenido tres retablos diferentes a lo largo de su historia. El
primero fue colocado en 1670, el segundo en 1865 y el tercero en 1922, cuando por
motivo de las obras en la iglesia de Santa María La Antigua se trasladó desde esta
iglesia el retablo de Juan de Juni, que quedó definitivamente en la catedral.
El primer retablo de 1670, era una especie de tabernáculo y fue construido por el
ensamblador Pedro de Cea con esculturas de José Mayo y Pedro Salvador y una
pequeña imagen de la Asunción que en el año 2008 se encuentra en la capilla de San
Pedro.
El segundo retablo, que sustituyó al anterior y que se mantuvo hasta 1922, procedía
de la iglesia de Arrabal de Portillo, fue cedido por el cardenal-arzobispo de
Valladolid Juan Ignacio Moreno el 6 de julio de 1865. Su instalación se celebró con
Salve Solemne16 la víspera de la fiesta de la Concepción (según consta en las Actas
Capitulares). Era un retablo dorado, con cuatro columnas salomónicas, al que se le
19. añadió una pintura de la Asunción del pintor Zacarías González Velázquez, que fue
ampliada en sus costados por el pintor vallisoletano Pablo Berasátegui, para
amoldarse al hueco que ya tenía el retablo. En los intercolumnios del retablo
estaban las imágenes de Pedro y Pablo. También había un lienzo apaisado con
Santiago Apóstol. Tenía una tarjeta circular festoneada de nubes y cabezas de
ángeles, que servían como marco al anagrama de María que era dorado sobre fondo
de azul claro, acompañado de 4 jarrones perpendiculares a las columnas del tercer
cuerpo. Detrás del tabernáculo había un nicho abierto en el muro y cerrado con
verja de hierro; dentro había una urna de plata con la inscripción:
Corpora S. S. in pace sepulta réquiem in spe.
Este retablo barroco fue cedido en 1922 a la iglesia del monasterio de San Benito el
Real, en Valladolid, donde actualmente se conserva, aunque la pintura de la
Asunción de Zacarías González Velázquez se quedó en la Catedral, conservándose
hoy en la Capilla de San Pedro Regalado. El tercer retablo, que es el que perdura,
procede de la iglesia cercana de Santa María de la Antigua; fue necesario sacarlo de
allí por motivo de las obras que se iban a realizar en esta parroquia en 1922. Es el
retablo que Juan de Juni contrató para Santa María de la Antigua en 1546 además de
seis sitiales adosados al mismo y formando un todo y que subsisten en la catedral tal
y como lo concibió Juan de Juni.
Historia de la creación del retablo de Juan de Juni [editar]
El 12 de febrero de 1545, el escultor Juan de Juni se reunió con los canónigos y
parroquianos de la iglesia de Santa María de la Antigua de Valladolid para concertar
las condiciones para la elaboración del retablo mayor: condiciones, materiales,
medidas, esculturas, temas, etc. El escultor se comprometía también a:
[…] pintar y estofar de oro, colores, todo muy bueno, y por mano de oficiales, los que mejor
lo supieran hacer […]
Se estableció un tiempo de seis años a partir de la firma del contrato (1546) y un
precio de 2.400 ducados. Pero el acuerdo no pudo seguir adelante porque el escultor
Francisco de Giralte entabló un pleito en contra de Juan de Juni, que duró hasta
1550, fecha en que la Chancillería se pronunció a favor de Juan de Juni. El proceso,
del que se guardan todos los documentos y firmas de testigos y declarantes, fue
largo y desagradable. El estudio exhaustivo que hizo José Martí y Monsó17 a la vista
de todos los legajos sacó a la luz el origen de este pleito y el por qué de tanta
insistencia, sobre todo por parte de los seguidores del escultor Giralte que se vio
inmerso en esta historia como un simple instrumento sin demasiada convicción.
Cuando la iglesia de Santa María de la Antigua repartió los edictos para poner en
conocimiento la pretensión de un nuevo retablo, ningún artista se presentó salvo
Juan de Juni que inmediatamente enseñó su proyecto. Todos estuvieron de acuerdo
(el provisor Juan de Balboa puso algunas pegas por el gran coste que suponía) y la
obra habría seguido adelante si no se le hubiera tratado de imponer a Juan de Juni
una última condición que no aceptó: tenía que tomar como ayudante o colaborador
para pintar el retablo al pintor Vázquez y a un cuñado de éste llamado Ribera,
protegidos de algunos fieles parroquianos de bastante influencia. Juan de Juni no
20. aceptó, alegando que puesto que se había comprometido a realizar la obra quería
tener la libertad de escoger a sus pintores y salir fiador de ellos. Ante la negativa, los
interesados consiguieron detener la ejecución del contrato y buscaron a Giralte para
que presentara una nueva traza y exigiese que le otorgaran la ejecución del retablo.
Aquí empezó el litigio que, como se ha dicho más arriba, terminó en 1550
sentenciando la Chancillería a favor de Juan de Juni.
Descripción del retablo [editar]
Capilla mayor, con la sillería de coro clasicista, el retablo de Juan de Juni procedente
de La Antigua y el altar con frontal de platería.
Las medidas y estructura del retablo se adaptaban perfectamente al ábside de Santa
María de la Antigua para quien fue pensado y proyectado; en la catedral resulta
ligeramente disminuido. Está considerado como una gran obra de Juan de Juni que
expresó en él todo su saber clasicista, huyendo del encasillamiento convencional
renacentista. Por eso puede verse como novedad cómo están divididos los
compartimentos para las figuras aisladas y cómo los tableros de composición no se
repiten simétricamente de arriba abajo sino que están intercalados en los distintos
cuerpos.
El retablo está dedicado a Santa María, por lo que presenta escenas de la vida de la
Virgen y de Cristo. Está dividido en predela y tres cuerpos más el ático. En los dos
primeros cuerpos las columnas de orden compuesto sirven de separación (o de
marco) para las distintas figuras de santos esculpidas en busto redondo. Los fustes
no presentan ninguna ornamentación de grutescos, como todavía se venía haciendo,
siendo este detalle bastante criticado por algunos personajes de la época. El tercer
cuerpo no tiene esculturas enteras sino relieves que sobresalen bastante,
contrastando con los relieves del segundo cuerpo que están alrededor de las figuras
y que sobresalen muy poco.
En los intercolumnios se hallan las figuras de San Andrés, San José, San Joaquín y
San Agustín. Tienen la originalidad de que la cruz de San Andrés se asoma por
detrás de la columna, en el hueco siguiente y lo mismo ocurre con el báculo de San
Agustín. En palabras de Martí y Monsó, el escultor Juan de Juni en esta obra llegó a
dar:
[…] el sello especial de grandiosidad ampulosa, de movimientos decididos y violentos con
semblantes expresivos, y conocimiento profundo de la anatomía artística […]
Coro [editar]
La Catedral de Valladolid atesora un archivo musical que está considerado como de
los mejores del mundo en su género. En él se encuentran obras manuscritas e
impresas (algunas de éstas últimas, de gran valor por los escasos ejemplares que se
conservan) que van desde el siglo XV al XX. Muchas de las composiciones son obra
de los Maestros de Capilla que ha tenido la colegiata y después catedral vallisoletana
desde el Renacimiento hasta nuestros días. Entre ellos, destacan Francisco de
21. Montanos en el siglo XVI; Manuel Gómez Camargo en el XVII; en el XVIII, José
Martínez de Arce y Fernando Haykuens; en el XIX, Antonio García-Valladolid;
Vicente Goicoechea a caballo entre el XIX Y XX y ya esta últia centuria, Julián García
Blanco . 18
Al contrario que muchas catedrales españolas, en la actualidad, la sillería de coro no
está colocada en la nave, sino en el presbiterio, mientras que el órgano se halla en
una tribuna alta a los pies. Sin embargo, cuando se construyó el coro en 1667, se
situó la sillería en el centro de la nave mayor, con los órganos a los lados, según
costumbre de la arquitectura religiosa española, ocupando el segundo tramo por los
pies de la nave central. La primera sillería que tuvo fue la proveniente de la antigua
colegiata, de estilo tardogótico, realizada en el siglo XV. En el siglo XVII, hubo
necesidad de hacer nuevos sitiales al pasar de la Colegiata gótica al templo
herreriano. Esta sillería se utilizó hasta los primeros años del siglo XIX, cuando se
sustituyó por otra, desmembrándose la tardogótica, que fue arrinconada y guardada
en huecos de diversas capillas. Algunos de los paneles de madera finamente tallados
que servían de respaldos, fueron utilizados como batientes de puertas19 y la silla
abacial se llevó a la capilla del Palacio Arzobispal. En 1763 se empezó a colocar la
reja costeada por el obispo de Valladolid Isidro Cosío y Bustamante.
A principios del siglo XIX se amuebló el coro con la sillería que estaba en el coro alto
de la iglesia del convento de San Pablo. Esta sillería, de estilo herreriano y realizada
con maderas de gran calidad, fue mandada construir por el duque de Lerma, patrón
del Convento de San Pablo, en el siglo XVII y sus autores fueron Francisco Velázquez
y Melchor Beya, ambos de Valladolid. En el libro Becerro del convento de San Pablo
puede leerse esta referencia:
En mil seiscientos veintiuno y mes de Noviembre, se finalizó la sillería del coro, que se
compone de cincuenta sillas altas y cuarenta y cinco bajas. Costó la hechura de cada par
unas con otras, trescientos treinta ducados. Las maderas son de las indias portuguesas;
costeó la obra el duque cardenal.
Cuando en 1928 se desbarató el recinto del coro y la reja que lo cerraba fue vendida,
se hizo la tribuna a los pies de la catedral, donde se instaló uno de los dos órganos, y
los sitiales se llevaron al presbiterio, donde se colocaron en semicírculo apoyados en
la pared. Actualmente siguen dispuestos de este modo. Se encuentran los sitiales
distribuidos en dos grupos simétricos flanqueando al retablo de Juan de Juni.
Existen en total 32 sillas altas y 22 bajas sin contar con los seis sitiales bajos que
posee el propio retablo de Juni.
Reja del coro [editar]
El coro estuvo cerrado por una buena reja costeada por el obispo de Valladolid
Isidro Cosío y Bustamante, que se empezó a colocar en octubre de 1763 y quedó
instalada en diciembre de ese mismo año. Acabó su dorado en agosto de 1764. En el
centro del segundo cuerpo colocó el Cabildo el escudo de armas del obispo
Bustamante, en homenaje y agradecimiento a su donación. Llevaba la leyenda:
Esta reja y rallar las dio el Ilmo. Sr. Don Isidro Cosío, obispo que fue de esta ciudad.
Años más tarde este escudo con su inscripción fue sustituido por el del Cabildo.
22. Reja del coro de la Catedral, actualmente expuesta en el Museo Metropolitano de
Nueva York.
La reja fue ejecutada en talleres de Elorrio y Elgóibar, en el País Vasco, siendo
terminada en 1763. Tradicionalmente se ha venido atribuyendo su autoría a dos
rejeros: Gregorio de Aguirre y Rafael de Amezua. Estudios más recientes dan por
segura la autoría del artista Amezua perteneciente a una familia de rejeros de
Elorrio. Parece que lo confirma la similitud de motivos en dos rejas firmadas por
Rafael de Amezua destinadas a los lados del altar mayor de la catedral de Cuenca y
otra de Gaspar de Amezua para el coro de la Iglesia de Santa María de Palacio, en
Logroño.20 Teorías anteriores atribuían la obra a Gregorio de Aguirre,21 rejero y
maestro arquitecto de Elgoibar.22
Era costumbre de los rejeros de Elorrio y Elgóibar depositar en Vitoria las piezas de
las rejas una vez terminadas. Desde allí, cargadas en carretas, llegaron a Valladolid
en cuya catedral fueron montadas y asentadas entre octubre y diciembre de 1763,
bajo la supervisión del maestro rejero autor de la obra. El Cabildo invitó a los
artífices a un ágape, lo que entonces se llamaba guantes para refrescar. En 1764 se
llevó a cabo el dorado, probablemente por doradores segovianos que eran los más
expertos en esta época.
En 1928, con la remodelación hecha en la catedral, la sillería del coro volvió al altar
mayor y se construyó una tribuna alta a los pies donde se ubicó el órgano. Por
motivos económicos por la necesidad de seguir haciendo obras, el Cabildo vendió la
reja (y otras obras de arte) que fue a parar a la Fundación Hearst. Esta fundación la
donó en 1956 al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, donde se puede ver
asentada sobre un banco de piedra.
Tiene 3 puertas, 9 calles y 3 pisos. Las columnas son mitad torneadas y mitad
abalaustradas (con abalaustramiento invertido), siguiendo un modelo típico del
taller de Elorza. Tiene 64 balaustres cincelados. Un arquitrabe liso separa el primer
friso con una cornisa de molduras. El coronamiento tiene ornamentación de
espirales, óvalos y jarrones.
Los órganos musicales de la catedral [editar]
El 26 de agosto de 1668 se inauguró y consagró la catedral de Herrera, aun sin estar
terminada. Un año antes se había situado el coro en la nave central, con la sillería
gótica de la antigua colegiata. Posiblemente con la sillería, pasó al nuevo edificio el
órgano de la colegiata, que databa de mediados del siglo XVI y que había sido
reformado, o quizás totalmente reconstruido, hacia 1620. Sustituyendo a este
instrumento, a finales del siglo XVII se construyeron sendos órganos que se
colocaron a los lados del coro, cobijados bajo los grandes arcos que separan la nave
central de las laterales. Los dos órganos fueron reformados en 1792,
construyéndose una caja nueva neoclásica para el del lado de la Epístola. Ambos
instrumentos respondían a la tipología de órgano barroco español, con una
importante trompetería de fachada.
23. Órgano Amezua en su emplazamiento actual, a los pies del templo, sobre su tribuna
construida en 1928. También se ve el cancel churrigueresco de principios del siglo
XVIII.
Se tiene noticia de arreglos y reformas en los órganos barrocos a lo largo del siglo
XIX. Sin embargo, a principios del siglo XX, la estética sonora barroca no gustaba por
el cambio de las modas y además, los dos órganos catedralicios no se encontraban
en buen estado. De esta manera, gracias a las gestiones del entonces Maestro de
Capilla de la Catedral, Vicente Goicoechea, se realizó un nuevo órgano de estilo
romántico en 1904, sustituyendo al órgano barroco del lado de la Epístola del coro,
pero reutilizando su caja de 1792 y situándose en el mismo lugar. El nuevo
instrumento fue construido por el importante organero vasco Aquilino Amezua
(1847-1912), figura clave de la organería romántica española e introductor del
órgano romántico en nuestro país. En 1907, se celebró un importante congreso de
música sagrada en la Catedral y tuvieron lugar dos conciertos en este órgano de
Amezua en los que tocaron los organistas españoles más destacados del momento,
dando a conocer el repertorio romántico para órgano (Felix Mendelssohn,
Alexandre Guilmant, Charles-Marie Widor, Léon Boëllmann...) que nunca antes se
había interpretado en la Catedral, y la música de Johann Sebastian Bach,
desconocida hasta entonces en Valladolid.
En 1928 se desmanteló el coro bajo y el órgano barroco que aún se conservaba en el
lado del Evangelio, fue vendido como chatarra, construyéndose una tribuna a los
pies donde se colocaría el órgano que Amezua había realizado en 1904, con su caja
neoclásica de finales del siglo XVIII. En 1933, a petición del Organista de la Catedral,
se amplió y reformó el órgano con el dinero procedente de una donación anónima
destinada a tal efecto. Los trabajos fueron realizados por Leocadio Galdós (discípulo
de A. Amezua), adquiriendo el instrumento su actual configuración con tres teclados
y pedalero, 34 juegos efectivos y alrededor de 2100 tubos; se trata de uno de los
órganos más grandes de Castilla y León.
Consola del órgano Amezua de la Catedral. Se observan los tres teclados manuales y
el pedalero, así como los mandos de los registros.
La caja de este órgano es muy sencilla de acuerdo con el gusto neoclásico; está
rematada por un frontón con acróteras. La fuellería se oculta tras unos paneles del
pedestal. Los capiteles de las pilastras son corintios y sostienen una cornisa con
tallas en los intercolumnios. Los tubos que se ven en los costados son de adorno,
pues la tubería cantante (como se conoce a los tubos que suenan) se extienden en
varios castillos (castillo es la palabra con la que se conoce en organería cada uno de
los grupos de tubos que adornan la fachada de un órgano)de la fachada principal de
la caja.
24. Este órgano se conserva en la tribuna de los pies de la catedral (año de 2008).
Recientemente, se ha cambiado el antiguo motor-ventilador destinado a hinchar los
fuelles por uno moderno y más silencioso. El instrumento se utiliza en las liturgias
dominicales de la Catedral, sonando ocasionalmente en concierto. A lo largo de su
historia, han dado conciertos en él grandes organistas españoles como Bernardo
Gabiola, Víctor Zubizarreta, Miguel Echeveste, Jesús Guridi, José Manuel Azkue, José
Enrique Ayarra o Esteban Elizondo.
En el mes de diciembre del año 2005 el Arzobispado de Valladolid adquirió, con
gran polémica, un órgano electrónico Allen que se encuentra cerca del presbiterio,
destinado para acompañar al Coro Diocesano.
Capillas de la nave del evangelio [editar]
Planta de la Catedral de Valladolid, con las capillas de la nave del evangelio en color
naranja:
1.Capilla de San Juan Evangelista 2.Capilla de Nuestra Señora de los
Dolores 3.Capilla de Nuestra Señora del Sagrario 4.Capilla de San Fernando
Son las capillas que se encuentran a la izquierda, según se mira al altar. Son las
siguientes: Capilla de San Juan Evangelista, Capilla de Nuestra Señora de los Dolores,
Capilla de Nuestra Señora del Sagrario y Capilla de San Fernando
Capilla de San Juan Evangelista [editar]
Hacía las funciones parroquiales, ya que en su interior se encontraba la pila
bautismal. Es una capilla de tamaño reducido, ya que se encuentra justo debajo de la
antigua torre. Con el hundimiento de dicha torre, se procedió a rehacer su bóveda,
imitando a la antes existente. Contiene en su interior un retablo neoclásico,
realizado por por Jorge Somoza en 1846, que se organiza a modo de arco del triunfo,
con cuatro grandes columnas corintias. Dicho retablo fue encargado para
reemplazar al anterior, de 1714 y obra de Pedro de Rivas, que se destruyó al
hundirse la torre. Acoge una escultura del santo titular del siglo XVII. Además, hay
varios lienzos y parte de la antigua sillería del siglo XV procedente de la colegiata. La
capilla se cierra con una reja del siglo XVII, rematada con crestería barroca tallada
en madera.
Capilla de Nuestra Señora de los Dolores [editar]
Formaba parte del antiguo patronato de la familia de los Velarde, siendo bendecida
la capilla en 1630. Posee un gran retablo barroco dorado, datado hacia 1700, con
estípites y un gran tabernáculo, adornado con espejos. En el retablo se encuentran
pequeñas esculturas coetáneas al mismo. Flanqueándolo, se hallan dos hornacinas
que contienen los relicarios de la Catedral, del siglo XVII. En un lado de la capilla se
halla un retablo de estilo rococó, realizado en 1776, para conmemorar el nacimiento
de San Simón de Rojas en 1552, en una casa que se encontraba, antes de la
construcción de la actual catedral, en el lugar que hoy ocupa esta capilla; contiene
una pintura que representa un pasaje de la vida del santo. En el lado opuesto a este
25. último retablo, se halla el monumento sepulcral del fundador Juan Velarde (fallecido
en 1616), de estilo clasicista, con cuatro columnas dóricas entre las que se
encuentra el sarcófago; también existe un retrato del fundador, obra de gran calidad,
atribuida al pintor Francisco Martínez. Aquí se encuentra en la actualidad la pila
bautismal de la Catedral. Hay además varios lienzos. La capilla se cierra con una reja
del siglo XVI, quizás procedente de la colegiata, y colocada aquí en 1674.
Capilla de Nuestra Señora del Sagrario [editar]
En esta capilla se encuentra la imagen de Nuestra Señora del Sagrario, una escultura
de la Virgen con el Niño, de pequeño tamaño realizada en piedra y que data del siglo
XV; se encontró emparedada en 1602, durante el transcurso de unas obras en la
colegiata. El Cabildo la eligió como su patrona y la colocó en esta capilla, terminada
en 1624. La imagen se encuentra en un retablo neoclásico de principios del siglo XIX.
Se encuentran además dos lienzos de Manuel Peti, realizados en 1700, varias
pinturas y esculturas de santos del siglo XVII, entre ellas, una buena imagen de la
Virgen del círculo de Francisco del Rincón, y dieciocho sitiales de la antigua sillería
tardogótica. Se cierra la capilla con una reja de hierro realizada antes de 1655.
Capilla de San Fernando [editar]
Fue fundada en 1585 por Juan de Santisteban, pero debido a la lentitud de la marcha
de las obras del templo herreriano, la capilla no se materializó hasta casi noventa
años después. En su interior, se halla un retablo salomónico de 1680, obra de Pedro
de Cea, que se organiza por medio de cuatro columnas salomónicas entre las que se
encuentra una escultura de San Fernando tallada por Alonso de Rozas. También
existe un retablo dedicado la Inmaculada, situado antes en el trascoro desmantelado
en 1928, que contiene una serie de pinturas de Felipe Gil de Mena. Se cierra con una
reja de 1678.
Capilla del ábside [editar]
Sepulcro del conde Pedro Ansúrez, señor y repoblador de Valladolid.
Remata la nave del Evangelio y notablemente más baja que ésta. Fue construida en
el siglo XVII de manera provisional, usando ladrillo y yeso. Posee planta ochavada y
se decora en el interior con varias molduras y ménsulas de estilo barroco. En esta
capilla, se encuentra el mostrador donde se despachan los billetes para entrar al
Museo Diocesano y Catedralicio; también se encuentran, además del sepulcro del
Conde Ansúrez, algunas obras de arte como el retablo neoclásico formado por una
tabla del siglo XVI con el tema de la Crucifixión cuyo autor es el flamenco Miguel
Coxcie, que trabajó bastante durante el reinado de Felipe II.
Sepulcro del conde Ansúrez [editar]
En la pared oeste, y justo detrás del mostrador, está el humilde sarcófago del conde
Ansúrez, rodeado de una sencilla reja de hierro que tiene en su centro un pequeño
escudo con las armas del conde. Sobre la lápida se encuentra una tosca escultura de
madera representando al conde en posición supino-horizontal, con casco y
26. armadura. El conde fue enterrado, según sus deseos, en la antigua colegiata fundada
por él, y sus restos fueron trasladados a este lugar en 1674. En el hueco del nicho se
puede ver una tabla del siglo XVI pintada con el tema de San Miguel, que recuerda la
cofradía de Escuderos fundada por el conde Ansúrez. En los costados se repiten los
escudos y debajo están colocadas dos tablas procedentes del primitivo
enterramiento de la colegiata pintadas de blanco y escritas con unos versos que
elogian las buenas cualidades de Ansúrez.
El historiador Juan Antolínez de Burgos, en su Historia de Valladolid, cuenta que en
el año 1556, al abrir el sepulcro para reparar el arco, se halló su cuerpo armado con
su espada y espuelas, tal y como se ve en su escultura.
Capillas de la nave de la epístola [editar]
Planta de la Catedral de Valladolid, con las capillas de la nave de la epístola en color
naranja:
6.Capilla de la Magdalena 7.Capilla de San José 8.Capilla de San Pedro 9.Capilla de
San Miguel
Son las capillas que se encuentran a la derecha, según se mira al altar. Son las
siguientes: Capilla absidal, Capilla de San Pedro Regalado, Capilla de San José, Capilla
de San Pedro Apóstol, Capilla de San Miguel y por último.
Capilla de San Miguel [editar]
Realizada en 1712, se encuentra bajo la torre realizada entre 1880 y 1890. Su reja
data también de 1712. El retablo, barroco y adornado con cornucopias de estilo
churrigueresco, fue realizado en 1714 por Pedro de Rivas, y su escultura titular,
probablemente también fue obra de Pedro de Ávila.
Capilla de San Pedro Regalado [editar]
Originalmente dedicada a la Magdalena, fue realizada en 1712, y cambió su
advocación en 1843 por la de San Pedro Regalado, en honor al santo local. En uno de
sus lados, en un retablo neoclásico con frontón triangular, contiene un lienzo
neoclásico de la Asunción, obra de Zacarías González Velázquez; enfrente de este
retablo existe otro con un lienzo que representa a la Virgen entregando el niño a San
Antonio de Padua, obra de Alonso del Arco. No se conserva el retablo titular
realizado en 1714, pero sí la Magdalena, posiblemente realizada por Pedro de Ávila,
que se guarda en otras dependencias catedralicias. Actualmente, el retablo que
posee la capilla, de estilo rococó, con dos columnas corintias de fuste adornado,
acoge un gran lienzo con el tema de San Pedro Regalado resucitando para dar de
comer a un pobre, del pintor italiano Placido Costanzi datado en la primera mitad del
siglo XVIII. La reja que remata la capilla data del año 1712.
Capilla de San José [editar]
Contiene las esculturas funerarias de la familia Venero y Leyva, provenientes de la
Capilla de Santa Catalina del Convento de San Francisco, atribuibles a Francisco del
27. Rincón y realizadas en alabastro. Su retablo mayor, de estilo barroco, con estípites y
dorado, data de 1712, siendo la imagen titular atribuida a Pedro de Ávila. Cuenta
con una serie de lienzos, varios de ellos copias de cuadros de pintores como Tiziano
y Rafael. Su reja fue realizada en Vitoria en 1712, siendo realizada su cornisa por
Alonso del Manzano.
Capilla de San Pedro Apóstol [editar]
Se terminó su realización en 1712, siendo colocado su retablo, también barroco y
con estípites, dos años más tarde. Su escultura titular es atribuible a Pedro de Ávila.
Cuenta con una escultura de la Asunción. Contiene además dos pequeños retablos
salomónicos, procedentes de la antigua iglesia de San Esteban, en Portillo, hoy
desaparecida. Su reja data del siglo XVI, siendo recompuesta dos siglos más tarde. Se
encuentran además una serie de pinturas de santos, todas ellas del siglo XVII. En
esta capilla y la anterior se encuentra actualmente una colección de doce hacheros
de bronce realizados en Barcelona en el siglo XVIII.
Capilla del ábside [editar]
Es ochavada, construida con ladrillo y yeso, adornada con algunas molduras y
ménsulas de estilo barroco y totalmente enlucida. Posee un retablo neoclásico,
idéntico al de la capilla absidal del lado del Evangelio, que acoge un gran lienzo
sobre el tema de la Transfiguración, obra atribuida a Lucas Jordán. A través de la
capilla se realiza el ingreso al templo a través de la fachada este, a la plaza de la
Universidad, cerrándose con unas puertas de estilo rococó, muy deterioradas,
procedentes de la Iglesia del monasterio de San Benito el Real de Valladolid, donde
originalmente cerraron el trascoro de esta iglesia. Llegaron a la Catedral en 1866.
Sacristía [editar]
La sacristía de la catedral era la antigua capilla de la Inmaculada, la única construida
del sector de la cabecera después del crucero. Fue patronato de don Pedro de Arce,
pero que fue habilitada en 1960 como sacristía. Se construyó en 1655, y de dos años
más tarde es su reja. Contiene una serie de pinturas originales y copias, varias tablas
con piezas en cobre y un retablo neoclásico con un cuadro de la Anunciación, obra
de Bartolomé de Cárdenas. Contiene también una sencilla cajonería neoclásica de
principios del siglo XIX. En dependencias contiguas se halla una serie de retratos de
los Obispos y Arzobispos vallisoletanos desde Bartolomé de la Plaza hasta nuestros
días.
Sala capitular [editar]
Se encuentra integrada entre las capillas de la antigua colegiata. Fue construida en el
siglo XVII, usando parte de una crujía del claustro colegial. Se cubre con bóveda de
cañón con lunetos y yeserías. Posee una sillería barroca tallada en 1764 para el coro
alto la iglesia del monasterio de San Benito el Real de Valladolid y trasladada a la
Catedral en 1867. Además, contiene varias pinturas, y esculturas, dos de ellas
traídas de San Pablo de la Moraleja.
28. Monopolio de la catedral sobre la cartilla de
doctrina cristiana [editar]
Artículo principal: Cartilla de la doctrina cristiana
Felipe II extendió una Real Cédula concediendo a la catedral el privilegio de venta de
la cartilla de doctrina cristiana.
La cartilla de doctrina cristiana era un librito donde venía resumido lo esencial de
dicha doctrina. Los niños aprendían a leer en este cuadernillo a través de las
plegarias y oraciones más simples y los puntos más importantes de la doctrina
cristiana. Había también unas páginas dedicadas a lo más básico del cálculo
matemático. En el siglo XVI proliferaron estas cartillas de tal manera que algunos
historiadores le llamaron el siglo de las cartillas o de los catecismos de Doctrina
Cristiana.23 La venta de esta cartilla llegó a ser monopolio de la catedral de
Valladolid, a partir de una petición hecha por el Cabildo al rey Felipe II, para
sufragar las interminables obras de acabado de la catedral. Felipe II escuchó la
petición y extendió una Real Cédula el 20 de septiembre de 1583 concediendo el
privilegio, inicialmente por 3 años, que más tarde prorrogaría y que después
prorrogarían los reyes sucesores hasta llegar a Carlos III, que el 7 de septiembre de
1779 concedió la última prórroga por 40 años, a pesar de que el Cabildo le había
pedido perpetuidad:
Si V.A. no se digna a perpetuar el privilegio, poco a poco se irá arruinando el edificio.
En el archivo de la catedral de Valladolid se conservan los documentos en que se da
noticia de la primera petición, de las razones para esa petición, de la finalidad que
tendrán los beneficios obtenidos (siempre y en único lugar las obras de la catedral),
de las condiciones de impresión; sólo se podía imprimir en Burgos, Valladolid,
Salamanca, Madrid y Sevilla y siempre con licencia del Cabildo vallisoletano:
Mandamos (el rey) que […] persona alguna, sin nuestra licencia no pueda imprimir ni
vender la dicha cartilla ni otra alguna...
Se expresan así mismo los castigos y multas que caerán sobre las personas que
desobedezcan estos mandatos:
Sopena que el que la imprimiere y vendiere, aya perdido y pierda todas y cualesquiera
cartillas y moldes y aparejos que de ella tubiere y mas incurra en pena de cincuenta mil mrs.
por cada vez que lo contrario hiciere…
A pesar de todos estos mandatos hubo muchas infracciones de las que se queja
constantemente el Cabildo. Los ingresos que se obtenían de este privilegio eran
bastante sustanciosos pero no llegaban en absoluto a cubrir gastos para la catedral,
que se nutría principalmente de limosnas y de otros impuestos beneficiarios, como
el cobro de un cuarto por cada persona que acudiera al teatro.24
29. El comercio de las cartillas se extendió a América, siendo el único producto
manufacturado en el que Valladolid tuvo contacto comercial en el siglo XVI con el
Nuevo Mundo. De América se obtuvieron muy buenos beneficios.
Influencia [editar]
Debido a la influencia de Juan de Herrera y a la similitud de la filosofía de su
construcción con la ideología de los Austrias Mayores, la catedral de Valladolid fue
muy imitada en la arquitectura religiosa del siglo XVII. Su influencia está presente en
la Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid así como en las catedral
de México y Lima.
Véase también [editar]
Cronología de la Catedral de Valladolid
León de la catedral de Valladolid
Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid
Referencias [editar]
1. ↑ Las jurisdicciones durante la Edad Media en España venían determinadas
por el régimen feudal y estaban formadas, física y jurídicamente, por el
conjunto de tierras sobre las que el señor ejercía su autoridad.
2. ↑ El texto de esta Carta de Fundación tanto en latín como en castellano puede
verse (además del original que está en los Archivos) en la obra citada de
Manuel Canesi, Tomo I página 220 a 225.
3. ↑ Esto pudo suceder entre 1580-1582; no se tiene una referencia exacta.
4. ↑ Se refiere a la consagración del rango de catedral que sustituyó al de
colegiata, no a la consagración del edificio como catedral nueva, ya que eso
tuvo lugar más adelante, el 26 de agosto de 1668.
5. ↑ Fue por causas políticas y desavenencias con el rey Alfonso VI.
6. ↑ Pascual |Martínez Sopena, Una historia de Valladolid.
7. ↑ La condición de sufragánea implicaba el sometimiento a la autoridad del
Arzobispado de Toledo, careciendo de jurisdicción eclesiástica propia.
Además, llevaba aparejada la obligación de aportar una parte de los recursos
obtenidos entre los fieles o en virtud de la explotación de sus bienes, a
Toledo.
8. ↑ Las fechas son dispares según distintos autores: 21 de mayo de 1595, 25 de
noviembre de 1595, 25 de septiembre de 1595.
9. ↑ Wikisource en latín contiene una copia de De architectura.
10. ↑ Herrera consiguió aquí su deseo de resaltar la parte central donde va la
puerta, cosa que no había podido realizar en la fachada del patio de los Reyes
en El Escorial.