El hombre recogía estrellas de mar que habían quedado varadas en la playa debido a la marea baja y las arrojaba de nuevo al mar para evitar que murieran. Aunque no podía salvar a todas, creía que cada acto de bondad, por pequeño que sea, importaba. Explicó que aunque no puede solucionar los problemas del mundo, puede ayudar en la pequeña parte que le corresponde y devolver la esperanza a otros.