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ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR




Esteban Prieto Vicioso
1.1


La arquitectura indígena
La Española, segunda isla en tamaño de las Antillas o islas del Caribe, fue bautizada así por el Almiran-      Doble página anterior:
                                                                                                               Diversos tipos de arquitectura
te Cristóbal Colón al llegar a ella el 5 de diciembre de 1492, nombre que ha mantenido hasta nuestros          vernácula y popular dominicana.
                                                                                                               Fotos Esteban Prieto Vicioso
días. Sus primitivos habitantes la llamaban Haití, que significa aspereza o tierra montañosa, y según Pe-
dro Mártir de Anglería también la llamaban Quisqueya, queriendo significar con este nombre que era “una
                                                                                                               Cocina con paredes de palos parados,
cosa grande y que no tiene igual”.1 Además se le ha denominado La Española de Santo Domingo, His-              en Estebanía, Azua.
paniola o Isla de Santo Domingo, nombre, este último, utilizado tanto por los españoles como por los           Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                                                                                               Detalle de horcón con horqueta.
franceses y haitianos durante su ocupación de la misma.
Estudios antropológicos y arqueológicos han confirmado que las islas que conforman las Antillas fueron
habitadas originalmente por poblaciones aborígenes procedentes de la cuenca del Orinoco venezolano,
que no se adaptaban a la vida sedentaria. El historiador Frank Moya Pons2 distingue, sobre la base de
los datos arqueológicos que se tienen, cuatro períodos migratorios hacia las Antillas.
El primer nivel de asentamiento en las islas corresponde a los pueblos pertenecientes a la llamada cul-
tura de la concha, en la que las viviendas se colocaban a lo largo de las orillas de los ríos, de los estan-
ques, de las ensenadas y de las bahías marinas. Se ignoraba la elaboración de platos, cuencos y demás
instrumentos de vajilla; no tenían ningún tipo de agricultura; estas poblaciones, llamadas siboney, se
asentaron en algunas regiones de La Española y de Cuba y en todas las Antillas Menores.
La segunda oleada migratoria, procedente del continente sudamericano, corresponde al nivel arqueoló-
gico denominado igneri. Pertenecían al gran tronco de los arawak, del tipo de la floresta tropical, y con-
siguieron ocupar la isla de Trinidad y las Antillas Menores, y llegaron hasta Puerto Rico y La Española, im-
poniéndose o absorbiendo a los siboneyes. La elaboración de cerámica en el período de los igneri fue la
más refinada de Las Antillas.
El tercer período corresponde a la gran expansión arawak que llevó a la extinción de los residuos sibo-
ney que todavía quedaban en la isla de Santo Domingo, Cuba, Jamaica y las Bahamas. En este período
se sitúa el origen de un desarrollo independiente de las tradiciones culturales continentales, que permitió




                                                                                                                       ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |45
Cocina con paredes de palos parados,             a los habitantes de las Antillas Mayores crear una cultura diferente, que hoy se suele definir con el nom-
sin embarrado. Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                                 bre de cultura taína.
Bohío de palos parados con embarrado.
Foto Esteban Prieto Vicioso.                     El cuarto y último período se inició en torno al siglo XI, con una nueva oleada de grupos pertenecientes
Techo de Yagua en Cachote, Barahona.             todavía al tronco de los arawak, pero con características culturales diferentes de las poblaciones igneri y
Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                                 de las taínas. Se trataba de los temibles caribes.
Pared de palos verticales o palos parados,
herencia indígena en la arquitectura vernácula   La ocupación territorial de los indígenas de La Española venía dada por muchos pueblos y pequeños po-
dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso.         blados ubicados a orillas del mar, en las riberas de los ríos, en los valles y alrededor de lagos y lagunas,
                                                 rodeados de “muchas labranzas a manera de granjas”.3 Estos pueblos eran gobernados por señores que
                                                 daban cuenta a los caciques, que eran una especie de virreyes, que conformaban una provincia o caci-
                                                 cazgo, en el que la autoridad máxima era el cacique principal. En la isla había cinco consabidos cacicaz-
                                                 gos, los cuales tenían sus capitales o villas principales.
                                                 Basándonos en datos dados por los Cronistas de Indias, podemos decir que las viviendas estaban agrupa-
                                                 das sin disposición de calles y aparentemente sin ningún modelo urbano establecido. Sólo en las principales
                                                 villas, las cuales podían tener hasta ocho mil bohíos,4 según los cronistas, se veía cierto ordenamiento.
                                                 La Villa de Guacanagarix, por ejemplo, en el reino o cacicazgo de Marién y próxima a la Villa de Puerto Real,
                                                 tenía una plaza central y dos calles cruzadas que dividían la ciudad en “quatro barrios de desconcertada mu-
                                                 chedumbre, porque en ellos no se encuentran calles algunas...”5 La plaza central era cuadrada y grande, en-
                                                 contrándose en la mitad de ella el bohío del rey, de unos 27 por 8 metros. Al Sur de ella se encontraba otra
                                                 gran casa que alojaba a los guardias y la cárcel. Otras edificaciones importantes de la plaza eran el templo,
                                                 de unos 16 metros por lado, y la cocina, donde había unas 40 indígenas haciendo casabe y cocinando pa-
                                                 ra el cacique principal y sus caciques. Todas estas construcciones, así como los caneyes o viviendas de plan-
                                                 ta circular que utilizaba la mayoría de la población, eran de madera, techados de cana, yarey, paja o yagua.
                                                 En la plaza central había siempre un espacio para el juego de la pelota, al que los taínos llamaban batey. También




46|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR                                                                                                                                   ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |47
Casa con paredes y techo de yaguas,              a la salida de los pueblos había lugares de éstos, con asientos para los espectadores. En estas plazas se desa-   Estas conocidas descripciones de Oviedo sobre los dos tipos de casas usadas por los tainos de La Es-             Dibujo de caney taino de planta circular.
en el Noreste de la isla.                                                                                                                                                                                                                                                           Fuente: Luís Joseph Peguero.
Foto Esteban Prieto Vicioso.                     rrollaban además los areytos, expresión musical de cantos y danzas simultáneas “mediante la cual los taínos na-   pañola, aceptadas y repetidas por más de 400 años por un sinnúmero de historiadores, están siendo
                                                                                                                                                                                                                                                                                    Dibujo de bohío taíno de planta rectangular.
Paredes de palos parados, típicas de la región   rraban cantando y bailando al son de melopeas e instrumentos rencos, sucesos de notable importancia”.6            cuestionadas por algunos arqueólogos e investigadores.                                                           Fuente: Luís Joseph Peguero.
Sur. Estebanía. Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                                 Se sabe que los taínos desarrollaron variados estilos cerámicos con modalidades propias que difieren,             Ya Sven Lovén en 1935, en su libro Origins of the Tainan Culture, West Indies, argumentó que el tipo de ca-      Dibujos de instrumentos utilizados
                                                                                                                                                                                                                                                                                    en la construcción de los bohíos indígenas.
                                                 en cuanto a sus formas de manufactura y rasgos decorativos, de los estilos continentales originarios. Es-         sa de planta rectangular y supuestamente usado por los caciques, era de influencia europea y no existía en       Fuente: Luís Joseph Peguero.
                                                 ta evolución estilística relativa a la cerámica revela una dinámica de cambio, que también se manifiesta          la época del precontacto.8 Luis Antonio Curet se une a esta teoría y aporta evidencias de tres casos de es-      Dibujo de hamaca.
                                                 en su vida práctica y en los demás aspectos tecnológicos, sociales, rituales, etc., que identifican sus mo-       tudio en Puerto Rico, publicados en la revista Latin American Antiquity en 1992. Posteriormente los arqueó-      Fuente: Luís Joseph Peguero.

                                                 dos de producción. También la arquitectura debió haber sufrido sus mutaciones, paralelas a esa evolu-             logos cubanos Jorge Calvera y Juan Jardines,9 luego del descubrimiento del sitio arqueológico de Los Bu-
                                                 ción estilística que vemos en la cerámica. Una vez lograda esa adaptación necesaria debida al cambio              chillones, plantean también que la planta rectangular de los bohíos tainos es producto de la transculturación.
                                                 de su ecosistema, se puede decir que nació la tecnología apropiada en la isla.                                    Pero al leer la relación que el escribano Rodrigo de Escobedo hace a Cristóbal Colón en los últimos días
                                                 Ningún grupo cultural indoantillano utilizó la piedra como material de construcción arquitectónica. Los más       del mes de diciembre del 1492,10 luego de visitar el poblado del cacique Guacanagaríx, vemos que la
                                                 adelantados de esos grupos construyeron sus viviendas con materiales vegetales, que naturalmente no po-           planta rectangular no era desconocida por los indígenas, ya que la casa del mismo cacique era de esa
                                                 dían resistir las inclemencias del tiempo, mientras los de mayor atraso eran habitantes de abrigos rocosos y      forma y medía aproximadamente 26.90 por 8.40 metros, siendo mucho más grande que las demás ca-
                                                 cavernas, por lo que no llega hasta nosotros ningún tipo de edificación construida por ellos. Es con la llega-    sas del poblado, que debieron haber sido, todas o la mayoría, de planta circular. Con la relación, fueron
                                                 da de los españoles en 1492 que nace nuestra historia documentada y con ésta, por tanto, llegan a nosotros        entregados dos dibujos, realizados por Juan Salsedo o, más bien, Pero de Salsedo, uno de un bohío o
                                                 los primeros datos ideográficos sobre las construcciones indígenas que había en ese momento en la isla.           casa de los caciques, de planta rectangular, y otro de un caney o casa de indios, de planta circular, que
                                                 Sólo las investigaciones arqueológicas realizadas en los sitios donde se encontraban los bateyes indíge-          debieron haber sido los que sirvieron de modelo a Gonzalo Fernández de Oviedo en su libro.
                                                 nas, podrían ampliar los conocimientos que sobre la materia nos han legado algunos cronistas por me-              Lo que sí podemos confirmar, de acuerdo a las diferentes descripciones que tenemos de cronistas e his-
                                                 dio de grabados y no muy exactas reseñas.                                                                         toriadores y de diversos informes arqueológicos, es que la mayoría de las viviendas de los indígenas eran
                                                 Las más amplias descripciones de los bohíos o eracras indígenas quisqueyanos las ofrece Fernández de              de planta circular, a manera de alfaneques o tiendas de campañas, de acuerdo a lo escrito por el mismo
                                                 Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias,7 donde nos describe dos tipologías utilizadas: una         Almirante en su diario, pero no podemos negar la existencia de los bohíos de planta rectangular, al me-
                                                 de planta circular y techo cónico, llamada caney, y otra rectangular con techos a dos aguas, y las prin-          nos en algunas regiones de la isla.
                                                 cipales con galerías frontales llamadas normalmente bohíos.                                                       En cuanto a los materiales constructivos sabemos que utilizaban productos vegetales nativos como: yagua,




48|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR                                                                                                                                                                                                                                                          ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |49
Planta típica de bohío de un aposento,     cana, yarey, guano, palma, bejuco, etc. siendo el método de ejecución a base de postes u horcones11
donde la ubicación y el número de huecos
varía por región.                          de madera que enterraban en el suelo y cañas sujetadas por bejucos con los techos de palma o paja,
Casa de palos parados con embarrado        dejando en lo alto un respiradero, recubierto por un caballete, para la salida del aire caliente y del humo
en Las Charcas, Azua.
Foto Esteban Prieto Vicioso.               de las brasas que siempre mantenían dentro de las casas.
                                           El modelo de planta circular desaparece como vivienda, pero la rectangular y los métodos constructivos
                                           evidentemente se siguen utilizando, ya que el español aprende y adapta numerosas técnicas de la tecno-
                                           logía vernácula antillana, debido a que no las encontraban del todo extrañas y por encontrarlas muy apro-
                                           piadas al nuevo medio ecológico americano. Esto lo confirma el Padre Bartolomé de las Casas, cuando
                                           dice en su Apologética Historia de las Indias: “Yo vide casas de éstas, hecho de indios que vendió un es-
                                           pañol a otro por seiscientos castellanos o pesos de oro, que cada uno valía cuatrocientos y cincuenta ma-
                                           ravedís”.12 O cuando dice en su Historia de las Indias que: “Para de madera y paja no pueden ser más
                                           graciosas ni más bien hechas, más seguras, limpias ni más sanas, y es placer verlas y habitarlas, y hacían
                                           algunas para los señores; y después, en esta isla Española, hicieron los indios para los cristianos tan gran-
                                           des y tales, que pudiera muy bien y muy a su placer el emperador en ellas aposentarse”.13
                                           Cristóbal Colón, Gonzalo Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas, Antonio de Herrera, Pedro Már-
                                           tir de Anglería, Diego Álvarez de Chanca y otros cronistas y escritores de los siglos XV y XVI describen y
                                           dan datos sobre las viviendas indígenas de la isla de Santo Domingo, pero lamentablemente ninguno es-
                                           pecifica el tamaño de las mismas, ni las describen en forma detallada, por lo que se hace difícil recons-
                                           truir, al menos gráficamente, estas viviendas.14
                                           Sabemos que los taínos, al adoptar el tipo de vida cacical, sustituyen las grandes malocas o bohíos co-
                                           lectivos por bohíos pequeños o relativamente pequeños, generándose así un mayor número de vivien-
                                           das en sus poblados y creando un cambio total del patrón espacial.
                                           El investigador finlandés Björn Landström, en su libro Colón,15 presenta una interpretación gráfica de un bohío
                                           indígena, tanto en planta, alzado y corte, basada en el grabado en madera que aparece en la edición de 1547
                                           de la Historia General de Oviedo, y en descripciones de la época, básicamente del mismo Oviedo y Las Ca-
                                           sas, quienes no describen de una manera precisa estas viviendas. De todas formas, esta interpretación nos pa-
                                           rece muy lógica y podría acercarse bastante a la realidad. El arqueólogo Felipe Pichardo Moya, en su libro Los
                                           Aborígenes de Las Antillas,16 hace una de las más completas descripciones de las viviendas indoantillanas, ya
                                           que reúne y analiza informaciones provenientes de los cronistas de Indias y de investigadores y arqueólogos de
                                           diferentes épocas, llegando hasta los años 50 del pasado siglo XX, época en que escribe su libro. Coincidimos
                                           con su parecer de que todavía está pendiente la realización de un mayor número de investigaciones arqueoló-
                                           gicas en que se analicen las huellas de los horcones o postes, para intentar definir el tamaño y la forma de es-
                                           tas viviendas indígenas. También estamos de acuerdo con el citado autor en que se debe seguir investigando
                                           sobre la posible relación de los mayas de Yucatán con nuestros aborígenes, ya que se encuentran ciertas si-
                                           militudes con algunas costumbres taínas, incluyendo los materiales y la forma de construir sus viviendas.




50|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR                                                                                                                           ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |51
1.2


Influencias y aportes foráneos
El negro esclavo se manifiesta arquitectónicamente de una manera muy restringida y tímida, ya que no         Casa de bajareque o tejamanil, sistema
                                                                                                             constructivo usado en la región Sur.
tenía grandes motivaciones para expresarse artísticamente, pero se puede asegurar que en Santo Do-           Foto Esteban Prieto Vicioso.

mingo estos inmigrantes africanos gozaban de ciertas libertades, principalmente en los hatos ganaderos,
lo que podría suponer alguna continuidad de las tradiciones constructivas de sus regiones de proceden-
cia, que habrían pasado de generación en generación.
Ya en el siglo XVIII se había generado un tipo de esclavitud feudal-patriarcal, lo que hacía posible ceder
tierras y propiedades a los esclavos mediante una relación totalmente feudal o bien emplearlos como es-
clavos jornaleros y de alquiler, lo que produjo un proceso de cambio hacia las pequeñas propiedades
campesinas y de constitución de una clase media urbana.
En los Códigos Negros de la América Española17 se pueden ver claramente las limitaciones y prohibicio-
nes que tenían los negros esclavos en cuanto a los oficios que podían ejercer, a los instrumentos que po-
dían tener y a la construcción y disposición de sus viviendas.
Pero hablando de una forma general para la región, no es sino hasta la abolición de la esclavitud o has-
ta la libertad obtenida por algunos de estos esclavos, que este grupo étnico se manifiesta plenamente
en cuanto a su arquitectura se refiere. Artísticamente su manifestación es muy elemental, tal vez debido
a una pérdida de sus tradiciones. Hay que tomar en cuenta que el 80% de los esclavos negros que se
traía de las costas africanas a la región del Caribe tenían entre 18 y 25 años y éstos no duraban más de
5 ó 6 años, por lo que la reposición trajo muchas veces como consecuencia que no hubiese integración
sociocultural dentro del proceso de trabajo. También es bueno anotar que tan solo el 20% de los escla-
vos que se trajeron eran mujeres, lo que impide que se vayan formando y creando raíces culturales pro-
fundas. En el caso de la colonia española de Santo Domingo, debido al modo de producción, fundamen-
tado en los hatos, la vida de los esclavos africanos era más larga y la importación de los mismos era ca-
da vez de menor número.
Un supuesto modelo de arquitectura introducido por esos inmigrantes africanos es la casa construida




                                                                                                                     ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |53
Casa de bajareque o tejemanil techada        con muros de los que en República Dominicana se denominan tejamanil o de tabiques,18 que son los              José Augusto Puig, en su importante y pionero Ensayo Histórico Arquitectónico de Puerto Plata, da un            Paredes de tejamanil sin embarrado.
con yaguas. Barahona.                                                                                                                                                                                                                                                      Pueblo Viejo, Azua.
Foto Esteban Prieto Vicioso.                 formados por setos de estacas entrecruzadas entre horcones de madera, luego recubiertos con un em-            dato bien interesante sobre la utilización del tejamanil por parte de los españoles en las primeras cons-       Foto Esteban Prieto Vicioso.

Largos vuelos de cana protegen las paredes   barrado o boñiga, o sea, tierra ligada con excremento de vaca, para darle mayor consistencia. El arqueó-      trucciones de dicha ciudad fundada por Ovando en 1502, cuando dice:                                             Atabales o tambores de influencia africana,
laterales en los bohíos de tejamanil,                                                                                                                                                                                                                                      que forman parte del sincretismo religioso
en Los Bancos, San Juan.
                                             logo Elpidio Ortega, en su libro Expresiones Culturales del Sur,19 sostiene que:                              “Las casas, en los principios de la villa, fueron de madera y paja; luego, en el mismo siglo XVI, en la pri-
                                                                                                                                                                                                                                                                           taíno, español y africano.
Foto Esteban Prieto Vicioso.                 “Esta modalidad de construcción de viviendas ha sido incluida dentro de la arquitectura vernácula rural       mera mitad, cuando el florecimiento de la ciudad, algunas se levantaron de cal y canto, sillería y tapiería,    Foto Esteban Prieto Vicioso.

Línea de piedras delimitando la entrada                                                                                                                    con techumbre de tejas. Fueron fabricadas a la usanza española según descripción de la época: “no muy           Casa de tejamanil con dibujos
                                             como una transculturación africana a través de los primeros esclavos, desde los comienzos de la colo-
del bohío. Foto Esteban Prieto Vicioso.                                                                                                                                                                                                                                    de influencia haitiana. Las Terreras, Azua.
                                             nia, y de las invasiones y migraciones haitianas en el siglo XVIII”.                                          altas sobre el suelo o de dos pisos solamente, pero muy sólidas, las habitaciones grandes y buenas, con         Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                             Aunque ese método constructivo en la República Dominicana se les atribuye a los africanos, es sabido          grandes puertas en lugar de ventanas para que entrara el aire finalmente, con su brisa perenne”. Habla-         Detalle del ensamblaje de la
                                                                                                                                                                                                                                                                           estructura del techo.
                                             que tanto los indígenas venezolanos como los mayas utilizaban el recubrimiento de paredes con barro,          ban los españoles de la construcción de las casas así: se hincan los postes o estacas que fueren nece-
                                             como puede observarse todavía en sus respectivas regiones. Graciano Gasparini, en su libro Arquitectu-        sarios para el tamaño de la casa; sobre ellos construían un piso bajo de cierta altura; en la cabeza de los
                                             ra Popular de Venezuela,20 plantea que el bahareque: “...era una técnica constructiva autóctona y no, co-     postes un techo, cubierto de paja o tejas. Si elevaban la base a la altura de un hombre, usaban el piso
                                             mo alguien insinúa, traída por los africanos”. Al respecto cita un párrafo de la Historia General y Natural   térreo inferior para depósito, cercándolo con un trenzado de varas revocadas, enlucidas y cuidadosa-
                                             de Indias que dice: “Los muros están hechos de cañas colocadas las unas muy cerca de las otras y lue-         mente blanqueadas por dentro y por fuera”.22
                                             go recubiertas con tierra cuyo espesor es de cuatro a cinco dedos y así llegando hasta el techo. Esto         Este método constructivo también puede observarse en casas rurales de algunas regiones de España, por
                                             proporciona un muro sólido y de aspecto agradable. Las casas están techadas de palma y paja muy bien          lo que podemos estar ante una técnica conocida por todos los grupos actuantes. Estos modelos también
                                             colocada y de gran durabilidad. Las lluvias no entran en estas casas y el techo ofrece tanta protección       debieron adaptarse al nuevo ecosistema sufriendo las modificaciones necesarias. La mayor similitud la po-
                                             como las tejas...”                                                                                            demos observar en la vivienda denominada barraca, de las provincias mediterráneas de Murcia, Alicante
                                             También en La Española hay evidencias del uso del barro en paredes de las viviendas indígenas, ya que         y Valencia, en la península ibérica.23 Estas barracas, de planta similar a nuestras viviendas rurales, tienen
                                             Alonzo de Ojeda, en 1493, describe al Almirante Cristóbal Colón el palacio y villa de Guarionex, en el va-    una estructura sencilla de palos de madera y sus paredes están formadas con un tejido de cañas, el cual
                                             lle del Cibao, lo cual narra Luis Joseph Peguero en su Historia de la conquista de la isla Española de San-   se recubría o embarraba por ambos lados, exterior e interior, enluciéndolo luego con yeso. Se sabe que
                                             to Domingo, de la siguiente manera: “...el palacio y casas de los nobles, se diferencian de la casas de       el uso de estas barracas se remonta al período prehistórico español y que se siguió utilizando a través de
                                             los plebellos con algunos tabiques de barros que ponen en las junturas de los maderos, con que estan          los siglos y hasta tiempo bien reciente. Las puertas y las ventanas son las únicas piezas de carpintería que
                                             sercadas, supliendo las texas con yaguas, o lo que ofrece la comodidad,....”21                                posee la barraca, tal como sucede en los diferentes tipos de nuestra arquitectura vernácula.




54|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR                                                                                                                                                                                                                                                 ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR     |55
Otra vivienda española que utilizaba el embarrado sobre un trenzado de madera era el pallabarro ga-         Detalle del interior de una casa de tejamanil.
                                                                                                                                                  Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                      llego, cuyos muros al final se encalaban, tal como se hace con las viviendas de tejamanil dominica-
                                                                                                                                                  Bohío y cocina de tejamanil,
                                      nas.24                                                                                                      en Los Bancos, provincia San Juan.
                                                                                                                                                  Fotos Esteban Prieto Vicioso.
                                      Por cierto, el término tejamaní o tejamanil se usa en la Republica Dominicana para definir los muros
                                                                                                                                                  Las paredes de tablas de palma real, son
                                      con trenzados de madera y luego embarrados y encalados, pero en Cuba, Puerto Rico y México, se              las más comunes en la arquitectura vernácula
                                      usa para definir la tabla delgada de madera que se coloca como teja en los techos de las casas, co-         dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                                                                                                                                  Clavos de hierro forjado utilizados en bohíos
                                      mo era frecuente en la zona de Jarabacoa y en el valle de Baní, donde se le conocía como techo de
                                                                                                                                                  de tablas de palma del siglo XIX.
                                      tablitas.                                                                                                   Foto Virginia Flores Sasso.

                                      Como ya hemos dicho, el español adopta el tipo de vivienda indígena y la encuentra muy digna y apro-
                                      piada a las condiciones climáticas de la isla, tal como relatan los cronistas de Indias, pero es de su-
                                      poner que se le introdujeron algunas modificaciones para adecuarlas a sus necesidades y formas de
                                      vida, así como habrán introducido nuevos materiales y nueva tecnología. Uno de los materiales posi-
                                      blemente introducido por los españoles, al menos en la forma en que lo conocemos hoy, es la tabla
                                      de palma, material que todavía en la actualidad es el más utilizado en la arquitectura vernácula domi-
                                      nicana.
                                      Si bien Oviedo confirma el uso de la madera de palma por parte de los indígenas cuando dice: “De las
                                      palmas que se dijo primero, es buena la madera para pocas cosas, así como cajas de azúcar e para cu-
                                      brir casas, al modo de los indios, e de poca costa”,25 no está claro el lugar y el modo de usarla. Parece
                                      ser que el piso de las barbacoas, o lugares elevados donde colocaban frutas y otros alimentos, eran de
                                      tablas de palma.
                                      Es de suponer que con los nuevos instrumentos de trabajo con que contaban los españoles, estos
                                      podían trabajar mejor la madera de palma y sacar las estrechas tablas o tiras que todavía se usan en
                                      la actualidad. Un importante material de construcción introducido por los españoles fue el clavo, el




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Proceso tradicional de obtención de        cual permitía hacer paredes de madera sin necesidad de amarrarlas con bejucos, que era la única for-
las tablas de palma. Pueblo Viejo. Azua.
Foto Esteban Prieto Vicioso.               ma conocida por los indígenas. Es esta casa de paredes de tablas de palma, colocadas horizontal-
Colocación de un durmiente del techo,      mente y cobijadas con hojas de cana, yarey o yagua, la que vemos en viejos grabados y dibujos de
en un bohío en Pueblo Viejo. Azua.
                                           las diferentes ciudades y pueblos del país,26 o sea, este tipo de vivienda tenía un uso tanto rural co-
Foto Esteban Prieto Vicioso.

Bohío de tablas de palma, en proceso
                                           mo urbano.
de construcción. Pueblo Viejo. Azua.       Las diferentes migraciones hacia la Colonia Española de Santo Domingo y posteriormente, durante la
Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                           ocupación haitiana hasta los primeros años de la República, hicieron sus aportaciones a nuestra cultura
                                           en general. Queda pendiente analizar detalladamente los aportes que estos grupos de españoles, afri-
                                           canos, portugueses, canarios, curazoleños, cocolos de las Islas Vírgenes y otros puntos de las Antillas
                                           Menores, negros libertos de los Estados Unidos de América, entre otros, hicieron a la arquitectura do-
                                           minicana.




                                           En la segunda mitad del siglo XIX, con el nacimiento de la República se solidifica la clase campesina y
                                           surgen nuevos poblados en el interior del país. Las migraciones son más frecuentes, así como el inter-
                                           cambio comercial con las demás islas del Caribe, muchas de ellas colonias de diferentes países euro-
                                           peos, como Francia, Holanda e Inglaterra. Por esa razón, el siglo XIX es más rico en las influencias ar-
                                           quitectónicas y artísticas dentro del universo de la arquitectura popular.
                                           Teniendo La Española origen e historia similar a las demás islas del Caribe, podemos afirmar que nues-
                                           tra arquitectura posee características regionales muy definidas, resultado de influencias indígenas, espa-
                                           ñolas, africanas y finalmente de Europa Occidental en general.




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Cobijando una casa mediante un convite,
en la región Sur del país.
Foto Esteban Prieto Vicioso.

Aperos de labranza en el interior de un bohío.
Foto Esteban Prieto Vicioso.

Las paredes construidas con tablas
de madera, como puede verse en esta casa
en Loma Prieta, fueron introducidas en la isla
por los españoles. Foto Ricardo Briones.

Casa de tablas de palma y techo de láminas
de zinc, de marcada influencia antillana.
Foto Esteban Prieto Vicioso.

Detalle de empalizada con acceso al patio.
Foto Esteban Prieto Vicioso.




60|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR
1.3


El surgimiento del campesinado y su arquitectura
Para comprender el desarrollo de la arquitectura rural dominicana, o sea, de la vivienda campesina, hay         Casa de tablas de palma con techo
                                                                                                                de yaguas, en la región Este del país.
que estudiar y analizar la historia social y económica del país, cosa que trata muy bien Roberto Cassá          Foto Esteban Prieto Vicioso.

en su libro Historia Social y Económica de la República Dominicana.27
Durante el siglo XVI la ciudad de Santo Domingo no sobrepasó una población de unos 500 vecinos, –es-
to es, jefes de familia blancos– y unos mil distribuidos en las otras villas y en los pocos hatos y estancias
que había en toda la isla. La población de negros esclavos, que osciló entre 20,000 y 30,000 personas
a lo largo del siglo, trabajaba en los ingenios o como servidumbre en los poblados. Los libertos y mu-
chos de los mismos esclavos vivían en chozas de madera en las zonas marginales de la ciudad, donde
cuidaban sus pequeños conucos. Muchos de los blancos que vivían en las ciudades tenían también pe-
queñas explotaciones agrícolas o ganaderas cerca de las ciudades donde habitaban. Nada muy diferen-
te puede ser apreciado incluso en el dia de hoy, con la natural diferencia de escala.
La población rural en el siglo XVI era muy escasa, ya que vivía mayormente concentrada en las villas, sal-
vo algunas familias que vivían en sus estancias. La vida de los habitantes de la colonia española de San-
to Domingo fue afectada durante el siglo XVII por la equivocada medida de las devastaciones a que fue-
ron sometidas las poblaciones ubicadas al oeste de Santiago y Azua ordenadas por la Corona española,
con la intención de terminar con el contrabando realizado por súbditos de países enemigos. Esta medida
afectó la economía de plantación y de los hatos ganaderos, creando un empobrecimiento en la colonia,
una disminución de la demanda de esclavos, la emigración de muchas personas blancas y la primacía del
tipo criollo, producto étnico de la mezcla entre europeos y esclavas, según expresa Roberto Cassá, quien
además asegura que “como producto de las modificaciones en la economía y de la evolución de los gru-
pos étnico-sociales, en la segunda mitad del siglo XVII la estructura demográfica acusó una modificación
que marcaría los procesos macrohistóricos ulteriores. Hasta entonces la mayor parte de la población ha-
bía estado compuesta por personas catalogadas como negras o morenas, mientras que en lo adelante
pasó a estarlo por mulatos, como consecuencia de la mezcla de negros y blancos”.28




                                                                                                                         ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |63
Gallera de madera con techo de cana,   Las devastaciones de principios del siglo XVII hicieron proliferar los manieles o palenques29 habitados por
muestra de la arquitectura vernácula
dominicana. Región Sur.                los cimarrones, o negros esclavos fugitivos, hasta la segunda mitad del siglo cuando fueron eliminados
Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                       por las persecuciones. Al darse cuenta del error cometido con las devastaciones, se determinó dar am-
                                       plias facilidades a inmigrantes canarios, dedicados a actividades agrícolas y ganaderas. Estos inmigran-
                                       tes fundaron la villa de San Carlos y otros se establecieron en lugares cercanos y en contacto directo con
                                       su zona de producción, siendo tal vez los primeros campesinos establecidos en la isla. El número de es-
                                       tos habitantes provenientes de las Islas Canarias fue aumentando a través del siglo XVII y como resulta-
                                       do se fueron creando las villas de Baní, Neiba, Montecristi, Puerto Plata y Sabana de la Mar, entre otras.
                                       En general, la recuperación económica hizo que la población de la parte oriental de la isla aumentara du-
                                       rante el siglo XVIII de unas 10,000 personas a unas 120,000, desarrollándose ante todo los grandes ha-
                                       tos ganaderos y una naciente clase campesina en los alrededores de Santiago y La Vega y en las afue-
                                       ras de Santo Domingo. El desarrollo de los hatos permitió dar un tratamiento especial a los negros es-
                                       clavos, los que gozaban de libertad de movimiento y gestión propia, como paso previo a su libertad. Es-
                                       tos libertos fueron engrosando esa clase campesina incipiente, ante todo a principios del siglo XIX y du-
                                       rante la ocupación haitiana.
                                       El historiador Wenceslao Vega, en su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Historia, titu-
                                       lado “Historia de los Terrenos Comuneros de la República Dominicana”, recoge una descripción de un
                                       hato ganadero de esa época de la siguiente manera:
                                       “Un extenso predio rural, dedicado principalmente a ganadería, llano o por lo menos poco accidentado,
                                       con ríos, arroyos y una que otra laguna o estanque. Allí crecen al natural la hierba o el pasto. No hay di-
                                       visiones o cercados externos, a lo más, setos vivos que separan los potreros entre sí y con las hortalizas
                                       y conucos. Dentro del hato hay varias construcciones rústicas: La casa del amo, de madera de palma
                                       con techos de yagua, con una cocina del mismo tipo pero separada de la casa y algo alejado una letri-
                                       na. Bien cerca una pocilga, un gallinero y un corral donde se amarran los caballos, mulos y burros. Pe-
                                       rros caseros realengos y para las redadas de las reses pululan por doquier. Una que otra enramada de
                                       cana en los alrededores para guardar los aperos de labranza, picos, hachas, palas, azadas, coas, ma-
                                       chetes, etc. El almacén de las sillas jineteras, jáquimas, lazos, sogas, y demás instrumentos para los ro-
                                       deos de los animales.
                                       Otras enramadas para conservar los cueros, el sebo, los cuernos y demás productos del hato, que se
                                       almacenan para luego ser vendidos. Aledaño a la casa, la hortaliza donde se cosechan los escasos ve-
                                       getales que consume la familia: berenjenas, auyamas, repollos, sandías, melones, etc. En las cercanías
                                       de la casa del amo, más pequeñas y pobres que la suya, los bohíos del mayoral, de los peones, liber-
                                       tos y escasos esclavos y sus familias. Algo más alejado: el conuco, con los indispensables plátanos,
                                       yucas, batatas, yautías y demás víveres de los cuales dependen todos. Esparcidas encontramos algu-
                                       nas matas de naranjas dulces y agrias, limones y otros cítricos, una que otra mata de bija para dar co-
                                       lor a la comida. Regados en el entorno, los árboles de frutas criollas como la guanábana, el níspero, el




64|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR                                                                                                                  ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |65
anón, la guayaba, el tamarindo, la jagua, el higuero, el coco y la indispensable higüera para los enva-       Secaderos de tabaco en Navarrete.
                                                                                                                                                    Foto Domingo Batista.
                                      ses de la cocina, etc. Entonces las amplias sabanas, en una época del año cubiertas de altos pastos
                                                                                                                                                    Vista exterior, interior y planta
                                      donde el ganado casi desaparece hundido; y en épocas de sequía con las yerbas casi a ras del suelo.           de una casa típica del Valle de Baní,
                                                                                                                                                    construida en el siglo XIX
                                      Esporádicos estanques o arroyos donde las reses abrevan. Aquí y o acullá los grandes árboles de som-
                                                                                                                                                    con tablas de palma y techo de cana,
                                      bra donde hombres y animales se pueden guarnecer de la canícula o del aguacero: ceibas, anacagüi-             con pasamanos dividiendo la sala
                                                                                                                                                    del comedor. Villa Sombrero, Peravia.
                                      tas, javillas, y de vez en cuando extensos palmares con la palma cana, la real, etc. tan útiles para cons-    Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                      truir y cobijar las viviendas y las enramadas. En la distancia, las extensas monterías: Casi impenetrables
                                      bosques tropicales, llenos de espinas, lianas y arbustos, donde crecen en abundancia los grandes gua-
                                      yacanes, caobas, cedros, ébanos, y otros de maderas preciosas. Allí el hatero y sus peones penetran
                                      con dificultad para tumbar los árboles y cortar la madera que necesitan para sus menesteres”.30
                                      Por su parte, Roberto Cassá confirma que: “La aparición de un protocampesinado fue producto de la




                                      masa de libertos y del terreno que dejaba el sistema económico a la iniciativa de pequeños cultivadores
                                      que no lograban ubicarse como propietarios de esclavos. En segundo lugar, fue producto de la dinámi-
                                      ca demográfica que comenzaba a poner en entredicho la viabilidad indefinida del hato ganadero, basa-
                                      do en amplios espacios que no permitían más que el sostén de una población reducida que se mante-
                                      nía de la cría extensiva o la cacería. Por último, incidieron los cambios internacionales, que propendie-
                                      ron a incrementar la demanda de nuevos géneros y a presionar por la disminución de la dependencia
                                      respecto a Saint Domingue. Pero, todavía en las décadas finales del siglo XVIII, este proceso era incipien-
                                      te por lo que cobró cuerpo como parte de la modificación estructural del siglo XIX”.31




66|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR                                                                                                                         ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |67
Pulpería construida con tablas de palma y
                                      techo de zinc. Cachón, Barahona.
                                      Foto Virginia Flores Sasso.

                                      Bohío de tablas de palma y techo de cana,
                                      materiales típicos de la arquitectura vernácula
                                      y popular dominicana. Región Noroeste.
                                      Foto Ricardo Briones.

                                      Pared de madera con un viejo techo
                                      de láminas de zinc lisas. Montecristi.
                                      Foto Ricardo Briones.

                                      La vida social normalmente se desarrolla
                                      debajo de una enramada o de una buena
                                      sombra. Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                      Casa de tablas de palma
                                      y techo de cana con galería frontal.
                                      Foto Esteban Prieto Vicioso.




68|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR            ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |69
1.4


Palmas y arquitectura vernácula
Salvo las principales casas de la ciudad de Santo Domingo, la arquitectura de las demás villas, estancias,       Bosque de palmas cana.
                                                                                                                 Foto Esteban Prieto Vicioso.
hatos ganaderos y viviendas rurales, era de madera, normalmente con paredes de tablas de palma y cu-
biertas de yagua, cana o pachulí. De esa manera la palma real (Roystonea hispaniolana) y la palma cana
(Sabal domingensis y Sabal causiarum) se convirtieron desde entonces en los árboles más preciados de
la arquitectura dominicana, prevaleciendo hasta nuestros tiempos a nivel rural. Otra palma muy utilizada
en las construcciones vernáculas dominicanas es el yarey, cuyas hojas se utilizan para cobijar las casas.
Aunque la República Dominicana es un territorio pequeño, de algo más de 48,000 km2, encontramos tipos
arquitectónicos diferentes, los cuales son el resultado de la conciliación de las necesidades de los cam-
pesinos con el clima, los recursos disponibles y la propia cultura del grupo humano.
En el año 1982, se realizaron dos reuniones del Grupo de Trabajo sobre Arquitectura Vernácula, de la Or-
ganización del Gran Caribe para los Monumentos y Sitios, CARIMOS, una en Islas del Rosario, Cartagena
de Indias y la otra en El Portillo, Samaná, República Dominicana, en las que se determinó hacer una mul-
tiexposición sobre arquitectura vernácula del Gran Caribe, que sirviera para promover su estudio, su co-
nocimiento y su importancia. Entre los aspectos más trascendentales emanados de dichas reuniones se
encuentra la definición adoptada sobre el término “arquitectura vernácula”, la cual luego de discutirse y
ampliarse en el Foro de Cultura Caribeña celebrado en Cancún, México, en agosto del 1989,32 quedó de
la siguiente manera: “La arquitectura vernácula del Gran Caribe es el resultado de la mezcla e integración
de las experiencias formales y constructivas de la población aborigen de la región y de los aportes africa-
nos y europeos; de ahí su riqueza cultural singular y distintiva, ya que se trata de una arquitectura que res-
ponde a una unidad familiar y demás edificaciones de actividades complementarias de la comunidad, con
materiales propios de la región, que mantiene sistemas constructivos específicos con la presencia de ele-
mentos industriales simples cuyo resultado volumétrico, sus relaciones espaciales, el color y el detalle
identifican al grupo que la produce, respondiendo a una manufactura artesanal siempre con la participa-
ción del usuario”.




                                                                                                                         ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |71
Bohío de tablas de palma y techo de cana,        La casa rural dominicana se configura en un volumen simple que constituye el cuerpo principal del hogar        una atinada y poética descripción del bohío, de la siguiente manera: “Si partimos del bohío, encontramos           Palmas reales. Foto Esteban Prieto Vicioso.
con volumetría simple, típica de
                                                 y se desarrolla siempre en un solo nivel, siendo el rectángulo la forma más empleada. Los modelos más          que en él se dan las formas esenciales capaces de dar cohesión al desenvolvimiento familiar. Cuatro hor-           Tramería de madera o locero de influencia
la arquitectura vernácula dominicana.
                                                                                                                                                                                                                                                                                   española, en el interior de un bohío.
Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                                 sencillos constan de una planta rectangular dividida en dos espacios contiguos que constituyen la sala y       cones como sostén en las esquinas, el palo central o cumbrera al que se asen las vigas menores o lar-              Foto Esteban Prieto Vicioso.
Detalle de pared divisoria en un bohío de una
                                                 un pequeño dormitorio donde duerme toda la familia. La cocina se encuentra siempre fuera de la casa,           gueros, los setos de tablas de palma combados hacia afuera y el torrencial techo de cana con el revesti-           Esquinero con lámpara de gas.
habitación. Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                                                                                                                                                                                                                                                                   Foto Virginia Flores Sasso.
Cubierta de gran peralte con ventilación en la
                                                 así como la letrina.33 En muchas ocasiones también cuentan con una enramada de madera, techada con             miento de yagua en el caballete”.
parte alta de la pared lateral. Rosario, Azua.   hojas de palma, para protegerse del sol.                                                                       Refiriéndose al interior de los bohíos continúa diciendo: “Adentro del bohío, sobre el suelo de tierra apiso-
Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                                 Tradicionalmente no había división territorial en los poblados vernáculos. Las verjas o empalizadas se ha-     nada, aparece la única división existente, la que separa el área visible, o social, de la invisible o intima. En
Planta de bohío de tablas de palma,
con dos aposentos y galería central.             cían sólo en los corrales. La colocación de las casas, en la mayoría de los casos, no responde a ningún        la primera hay una o dos sillas de guano que el dueño tumba contra la puerta para contemplar el anoche-
                                                 criterio establecido, siendo bastante desorganizada, en apariencia. La vida se hace fuera de la casa, utili-   cer tras las faenas del día, o que son ofrecidas en cumplimiento al visitante. También en esa primera ha-
                                                 zando ésta sólo para dormir.                                                                                   bitación, la más pequeña de las dos, vemos la mesa de pino arrimada a un rincón, blanca y lavada con
                                                 Los pavimentos de estas viviendas son normalmente de tierra apisonada y en ocasiones de madera, aun-           lejías devoradoras y que, en ocasiones, se endominga con el hule coloreado que exhibe un repertorio de
                                                 que cada vez más se encuentran pavimentos de cemento pulido, los cuales pueden extenderse hacia el             flores y frutas exóticas. Arriba de esta mesa verás el locero, o repisa para jarros de hojalatas o esmalta-
                                                 exterior de la casa unos 30 centímetros, a manera de zócalo de protección o plataforma. Los muros, ya          dos, los higüeros –machos en el monte y hembras en el bohío–, como se dice en las adivinanzas, y el pla-
                                                 sean de horcones, tejamanil o tablas de palma, usualmente van pintados de diferentes colores, con pin-         to con su cuchara al lado, siempre relucientes como si no estuvieran hechos para comer en ellos. Cerca
                                                 turas de cal y pigmentos minerales o “polvo de mosaico”, aunque muchos ya utilizan pintura industrial. El      de la entrada verás también la repisa de la jumeadora. En la pared divisoria las fotos de periódicos y re-
                                                 modelo de casa construido a base de un forro de yaguas tanto en muros como en techos, es el más sim-           vistas pegadas con almidón, o el calendario atrasado que nos indica que para el campesino cualquier
                                                 ple y carente de color.                                                                                        tiempo es el mismo y que los días se miden con accidentes simples, como son el trabajo, el sueño o la
                                                 En algunas zonas más prósperas, estas casas vernáculas son más grandes con dos o tres aposentos y              muerte”.
                                                 llegando a tener galerías, en una esquina o en el centro de la casa. Las cubiertas, normalmente de cana,       Esta descripción confirma la gran influencia española en el bohío dominicano, como ya habíamos mencio-
                                                 pueden ser a dos o cuatro aguas. Por la carencia o alto costo de la cana, por modernización, por estatus       nado anteriormente.
                                                 o por desacertados programas oficiales de mejoramiento de viviendas, los techos son sustituidos por lá-
                                                 minas de zinc acanaladas, las cuales convierten el interior de la casa en un ambiente caluroso.
                                                 El reconocido intelectual dominicano Manuel Rueda, refiriéndose al tema de la casa dominicana,34 hace




72|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR                                                                                                                                                                                                                                                        ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR    |73
Detalle de altar religioso en el interior
                                      de un bohío. Pueblo Viejo de Azua.
                                      Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                      Casa en la que fue sustituido el techo
                                      de cana por laminas de zinc, lo que aumenta
                                      la temperatura interior de la misma.
                                      Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                      Típica silla de guano en un bohío
                                      de tablas de palma.
                                      Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                      Interior de casa de tablas de palma
                                      en Sanate, Higüey.
                                      Foto Esteban Prieto Vicioso.

                                      Detalle de mobiliario en la arquitectura
                                      vernácula y popular dominicana.
                                      Foto Esteban Prieto Vicioso.




74|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR            ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |75
1.5


Los múltiples caminos de la arquitectura popular
Cuando las viviendas adoptan materiales industrializados, formas más complejas, y son construidas ya          Iglesia en Guayajayuco. Ejemplo de
                                                                                                              arquitectura popular dominicana.
no por los usuarios, ni en convites, sino por maestros constructores, estamos ante otra categoría de ar-      Foto Ricardo Briones.

quitectura a la cual denominamos popular. Esta arquitectura la encontramos más en el ámbito suburba-
no o urbano y sobre los ejes viales interurbanos.
Desde mediados del siglo XIX y a lo largo del XX, se introducen en la arquitectura vernácula y popular do-
minicana las láminas de zinc, que por su comodidad de uso y facilidad de obtención, van a ser cada vez
más utilizadas tanto a nivel urbano como rural. Con la introducción de éstas y con otros cambios a par-
tir del siglo XIX, se van perdiendo muchas de las tradiciones y conocimientos constructivos desarrollados
por los diferentes grupos que han habitado la isla, que fueron pasando de una generación a otra.
Estas edificaciones utilizan madera industrializada, ventanas de madera con celosías, pavimentos de ce-
mento pulido normalmente con color; las cubiertas de láminas de zinc tienden a ser más complejas. En
ocasiones tienen un muro perimetral de bloques de concreto hasta altura de ventanas, a lo que llaman
en algunas regiones “altura salomónica”. Sobre éste, se desarrolla la estructura de madera industrializa-
da, cubierta en su cara exterior por tablas solapadas y colocadas horizontalmente. Estas tablas reciben
en el país el apodo de clavot, derivado del original anglicismo clap board.
Gracias a las nuevas dimensiones de la madera industrializada, las viviendas son más espaciosas y so-
fisticadas. Constan de sala, comedor, dos o tres dormitorios y galería. Normalmente tienen la cocina y
un baño integrados a la casa, aunque en ocasiones mantienen su letrina y cocina en el exterior.
Aparecen elementos decorativos como tragaluces de madera sobre puertas y ventanas, así como cres-
terías caladas en los aleros, producto de la influencia del gusto victoriano. El color sigue siendo un ele-
mento importante tomando aún más fuerza que en los modelos vernáculos, debido ante todo a la utili-
zación de toda la gama de pintura industrializada, teniendo predilección por colores vivos como amari-
llo, rojo, rosado, verde, turquesa y azul, con los detalles decorativos muchas veces en blanco o una com-
binación de los colores mencionados. En algunos pueblos de la República Dominicana, sobre todo al sur,




                                                                                                                      ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |77
Casa de madera y zinc del Ingenio Santa Fe,     pueden todavía encontrarse sencillas casas de madera cubiertas de tejas francesas, que constituyen una
San Pedro de Macorís.
Foto Esteban Prieto Vicioso.                    muestra interesante de la arquitectura popular dominicana.
Ejemplo de arquitectura popular dominicana,     Esta arquitectura, a la que podríamos llamar también antillana, tiene más influencia francesa, inglesa y de
con ventiladores sobre puertas y ventanas,
                                                otras naciones europeas establecidas en el archipiélago de Las Antillas, en el Mar Caribe, como puede ob-
y crestería de madera en el alero.
Villa Sombrero, Peravia.                        servarse muy bien en la exposición sobre arquitectura vernácula realizada por la Organización del Gran Ca-
Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                                ribe para los Monumentos y Sitios, CARIMOS, y publicada en el libro Monumentos y Sitios del Gran Caribe.35
Ventana con romanilla, tragaluz, ventilador
y contraventana, demuestran un dominio          El Arq. Eugenio Pérez Montás en su libro República Dominicana. Monumentos Históricos y Arqueológi-
del control de la luz y la ventilación. Azua.
                                                cos expresa que: “Analizar el patrimonio cultural del medio rural, eminentemente popular, es enfrentarse
Foto Esteban Prieto Vicioso.
                                                a un lenguaje autóctono, rico en mensajes y en tradiciones vivas. Este patrimonio no constituye una de-
                                                coración gastada. Por el contrario, el mismo suscita una potente dinámica cultural, una fuente fecunda
                                                de estudio. En vez de ignorarla como algo mediocre, debería ser exaltada bajo el patrocinio del desarro-




                                                llo bien entendido. Bajo el dominio exclusivo del economista, la sociedad rural acelera su extinción”.36
                                                Como hemos visto, la arquitectura vernácula y popular dominicana, a la que podemos llamar también
                                                arquitectura tradicional, tiene como material de construcción principal la madera, ya sean varas, tablas
                                                de palma, tablas rústicas o madera industrializada, con cubiertas de pencas y vainas de palmeras, pa-
                                                chulí, tablitas de madera y láminas acanaladas de zinc.
                                                Esta arquitectura se está viendo cada día más amenazada y al menos su autenticidad y armonía desa-
                                                parecerán, debido a la utilización, muchas veces inducida por planes gubernamentales, de materiales y
                                                modelos arquitectónicos completamente ajenos a la tradición popular y al medio ambiente natural.




78|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR                                                                                                                           ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR   |79
La presencia de color es una de las
características de la arquitectura popular
antillana. Cerca de Montecristi.
Foto Esteban Prieto Vicioso.

Composición de puerta, ventanas y tragaluces,
típica de la arquitectura vernácula
y popular dominicana. Villa Sombrero.
Foto Esteban Prieto Vicioso.

Típica casa de La Otra Banda, Higuey, con sus
característicos ventiladores sobre puertas y
ventanas. Foto Ricardo Briones.

Esquema volumétrico de arquitectura popular
muy común en la zona Nordeste del país.
Madre Vieja, María Trinidad Sánchez.
Foto Esteban Prieto Vicioso.

Ejemplo de arquitectura antillana,
rico en elementos decorativos y
soluciones climáticas. Samaná.
Foto Esteban Prieto Vicioso.




80|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR

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  • 1. 1 ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR Esteban Prieto Vicioso
  • 2. 1.1 La arquitectura indígena La Española, segunda isla en tamaño de las Antillas o islas del Caribe, fue bautizada así por el Almiran- Doble página anterior: Diversos tipos de arquitectura te Cristóbal Colón al llegar a ella el 5 de diciembre de 1492, nombre que ha mantenido hasta nuestros vernácula y popular dominicana. Fotos Esteban Prieto Vicioso días. Sus primitivos habitantes la llamaban Haití, que significa aspereza o tierra montañosa, y según Pe- dro Mártir de Anglería también la llamaban Quisqueya, queriendo significar con este nombre que era “una Cocina con paredes de palos parados, cosa grande y que no tiene igual”.1 Además se le ha denominado La Española de Santo Domingo, His- en Estebanía, Azua. paniola o Isla de Santo Domingo, nombre, este último, utilizado tanto por los españoles como por los Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle de horcón con horqueta. franceses y haitianos durante su ocupación de la misma. Estudios antropológicos y arqueológicos han confirmado que las islas que conforman las Antillas fueron habitadas originalmente por poblaciones aborígenes procedentes de la cuenca del Orinoco venezolano, que no se adaptaban a la vida sedentaria. El historiador Frank Moya Pons2 distingue, sobre la base de los datos arqueológicos que se tienen, cuatro períodos migratorios hacia las Antillas. El primer nivel de asentamiento en las islas corresponde a los pueblos pertenecientes a la llamada cul- tura de la concha, en la que las viviendas se colocaban a lo largo de las orillas de los ríos, de los estan- ques, de las ensenadas y de las bahías marinas. Se ignoraba la elaboración de platos, cuencos y demás instrumentos de vajilla; no tenían ningún tipo de agricultura; estas poblaciones, llamadas siboney, se asentaron en algunas regiones de La Española y de Cuba y en todas las Antillas Menores. La segunda oleada migratoria, procedente del continente sudamericano, corresponde al nivel arqueoló- gico denominado igneri. Pertenecían al gran tronco de los arawak, del tipo de la floresta tropical, y con- siguieron ocupar la isla de Trinidad y las Antillas Menores, y llegaron hasta Puerto Rico y La Española, im- poniéndose o absorbiendo a los siboneyes. La elaboración de cerámica en el período de los igneri fue la más refinada de Las Antillas. El tercer período corresponde a la gran expansión arawak que llevó a la extinción de los residuos sibo- ney que todavía quedaban en la isla de Santo Domingo, Cuba, Jamaica y las Bahamas. En este período se sitúa el origen de un desarrollo independiente de las tradiciones culturales continentales, que permitió ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |45
  • 3. Cocina con paredes de palos parados, a los habitantes de las Antillas Mayores crear una cultura diferente, que hoy se suele definir con el nom- sin embarrado. Foto Esteban Prieto Vicioso. bre de cultura taína. Bohío de palos parados con embarrado. Foto Esteban Prieto Vicioso. El cuarto y último período se inició en torno al siglo XI, con una nueva oleada de grupos pertenecientes Techo de Yagua en Cachote, Barahona. todavía al tronco de los arawak, pero con características culturales diferentes de las poblaciones igneri y Foto Esteban Prieto Vicioso. de las taínas. Se trataba de los temibles caribes. Pared de palos verticales o palos parados, herencia indígena en la arquitectura vernácula La ocupación territorial de los indígenas de La Española venía dada por muchos pueblos y pequeños po- dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso. blados ubicados a orillas del mar, en las riberas de los ríos, en los valles y alrededor de lagos y lagunas, rodeados de “muchas labranzas a manera de granjas”.3 Estos pueblos eran gobernados por señores que daban cuenta a los caciques, que eran una especie de virreyes, que conformaban una provincia o caci- cazgo, en el que la autoridad máxima era el cacique principal. En la isla había cinco consabidos cacicaz- gos, los cuales tenían sus capitales o villas principales. Basándonos en datos dados por los Cronistas de Indias, podemos decir que las viviendas estaban agrupa- das sin disposición de calles y aparentemente sin ningún modelo urbano establecido. Sólo en las principales villas, las cuales podían tener hasta ocho mil bohíos,4 según los cronistas, se veía cierto ordenamiento. La Villa de Guacanagarix, por ejemplo, en el reino o cacicazgo de Marién y próxima a la Villa de Puerto Real, tenía una plaza central y dos calles cruzadas que dividían la ciudad en “quatro barrios de desconcertada mu- chedumbre, porque en ellos no se encuentran calles algunas...”5 La plaza central era cuadrada y grande, en- contrándose en la mitad de ella el bohío del rey, de unos 27 por 8 metros. Al Sur de ella se encontraba otra gran casa que alojaba a los guardias y la cárcel. Otras edificaciones importantes de la plaza eran el templo, de unos 16 metros por lado, y la cocina, donde había unas 40 indígenas haciendo casabe y cocinando pa- ra el cacique principal y sus caciques. Todas estas construcciones, así como los caneyes o viviendas de plan- ta circular que utilizaba la mayoría de la población, eran de madera, techados de cana, yarey, paja o yagua. En la plaza central había siempre un espacio para el juego de la pelota, al que los taínos llamaban batey. También 46|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |47
  • 4. Casa con paredes y techo de yaguas, a la salida de los pueblos había lugares de éstos, con asientos para los espectadores. En estas plazas se desa- Estas conocidas descripciones de Oviedo sobre los dos tipos de casas usadas por los tainos de La Es- Dibujo de caney taino de planta circular. en el Noreste de la isla. Fuente: Luís Joseph Peguero. Foto Esteban Prieto Vicioso. rrollaban además los areytos, expresión musical de cantos y danzas simultáneas “mediante la cual los taínos na- pañola, aceptadas y repetidas por más de 400 años por un sinnúmero de historiadores, están siendo Dibujo de bohío taíno de planta rectangular. Paredes de palos parados, típicas de la región rraban cantando y bailando al son de melopeas e instrumentos rencos, sucesos de notable importancia”.6 cuestionadas por algunos arqueólogos e investigadores. Fuente: Luís Joseph Peguero. Sur. Estebanía. Foto Esteban Prieto Vicioso. Se sabe que los taínos desarrollaron variados estilos cerámicos con modalidades propias que difieren, Ya Sven Lovén en 1935, en su libro Origins of the Tainan Culture, West Indies, argumentó que el tipo de ca- Dibujos de instrumentos utilizados en la construcción de los bohíos indígenas. en cuanto a sus formas de manufactura y rasgos decorativos, de los estilos continentales originarios. Es- sa de planta rectangular y supuestamente usado por los caciques, era de influencia europea y no existía en Fuente: Luís Joseph Peguero. ta evolución estilística relativa a la cerámica revela una dinámica de cambio, que también se manifiesta la época del precontacto.8 Luis Antonio Curet se une a esta teoría y aporta evidencias de tres casos de es- Dibujo de hamaca. en su vida práctica y en los demás aspectos tecnológicos, sociales, rituales, etc., que identifican sus mo- tudio en Puerto Rico, publicados en la revista Latin American Antiquity en 1992. Posteriormente los arqueó- Fuente: Luís Joseph Peguero. dos de producción. También la arquitectura debió haber sufrido sus mutaciones, paralelas a esa evolu- logos cubanos Jorge Calvera y Juan Jardines,9 luego del descubrimiento del sitio arqueológico de Los Bu- ción estilística que vemos en la cerámica. Una vez lograda esa adaptación necesaria debida al cambio chillones, plantean también que la planta rectangular de los bohíos tainos es producto de la transculturación. de su ecosistema, se puede decir que nació la tecnología apropiada en la isla. Pero al leer la relación que el escribano Rodrigo de Escobedo hace a Cristóbal Colón en los últimos días Ningún grupo cultural indoantillano utilizó la piedra como material de construcción arquitectónica. Los más del mes de diciembre del 1492,10 luego de visitar el poblado del cacique Guacanagaríx, vemos que la adelantados de esos grupos construyeron sus viviendas con materiales vegetales, que naturalmente no po- planta rectangular no era desconocida por los indígenas, ya que la casa del mismo cacique era de esa dían resistir las inclemencias del tiempo, mientras los de mayor atraso eran habitantes de abrigos rocosos y forma y medía aproximadamente 26.90 por 8.40 metros, siendo mucho más grande que las demás ca- cavernas, por lo que no llega hasta nosotros ningún tipo de edificación construida por ellos. Es con la llega- sas del poblado, que debieron haber sido, todas o la mayoría, de planta circular. Con la relación, fueron da de los españoles en 1492 que nace nuestra historia documentada y con ésta, por tanto, llegan a nosotros entregados dos dibujos, realizados por Juan Salsedo o, más bien, Pero de Salsedo, uno de un bohío o los primeros datos ideográficos sobre las construcciones indígenas que había en ese momento en la isla. casa de los caciques, de planta rectangular, y otro de un caney o casa de indios, de planta circular, que Sólo las investigaciones arqueológicas realizadas en los sitios donde se encontraban los bateyes indíge- debieron haber sido los que sirvieron de modelo a Gonzalo Fernández de Oviedo en su libro. nas, podrían ampliar los conocimientos que sobre la materia nos han legado algunos cronistas por me- Lo que sí podemos confirmar, de acuerdo a las diferentes descripciones que tenemos de cronistas e his- dio de grabados y no muy exactas reseñas. toriadores y de diversos informes arqueológicos, es que la mayoría de las viviendas de los indígenas eran Las más amplias descripciones de los bohíos o eracras indígenas quisqueyanos las ofrece Fernández de de planta circular, a manera de alfaneques o tiendas de campañas, de acuerdo a lo escrito por el mismo Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias,7 donde nos describe dos tipologías utilizadas: una Almirante en su diario, pero no podemos negar la existencia de los bohíos de planta rectangular, al me- de planta circular y techo cónico, llamada caney, y otra rectangular con techos a dos aguas, y las prin- nos en algunas regiones de la isla. cipales con galerías frontales llamadas normalmente bohíos. En cuanto a los materiales constructivos sabemos que utilizaban productos vegetales nativos como: yagua, 48|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |49
  • 5. Planta típica de bohío de un aposento, cana, yarey, guano, palma, bejuco, etc. siendo el método de ejecución a base de postes u horcones11 donde la ubicación y el número de huecos varía por región. de madera que enterraban en el suelo y cañas sujetadas por bejucos con los techos de palma o paja, Casa de palos parados con embarrado dejando en lo alto un respiradero, recubierto por un caballete, para la salida del aire caliente y del humo en Las Charcas, Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. de las brasas que siempre mantenían dentro de las casas. El modelo de planta circular desaparece como vivienda, pero la rectangular y los métodos constructivos evidentemente se siguen utilizando, ya que el español aprende y adapta numerosas técnicas de la tecno- logía vernácula antillana, debido a que no las encontraban del todo extrañas y por encontrarlas muy apro- piadas al nuevo medio ecológico americano. Esto lo confirma el Padre Bartolomé de las Casas, cuando dice en su Apologética Historia de las Indias: “Yo vide casas de éstas, hecho de indios que vendió un es- pañol a otro por seiscientos castellanos o pesos de oro, que cada uno valía cuatrocientos y cincuenta ma- ravedís”.12 O cuando dice en su Historia de las Indias que: “Para de madera y paja no pueden ser más graciosas ni más bien hechas, más seguras, limpias ni más sanas, y es placer verlas y habitarlas, y hacían algunas para los señores; y después, en esta isla Española, hicieron los indios para los cristianos tan gran- des y tales, que pudiera muy bien y muy a su placer el emperador en ellas aposentarse”.13 Cristóbal Colón, Gonzalo Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas, Antonio de Herrera, Pedro Már- tir de Anglería, Diego Álvarez de Chanca y otros cronistas y escritores de los siglos XV y XVI describen y dan datos sobre las viviendas indígenas de la isla de Santo Domingo, pero lamentablemente ninguno es- pecifica el tamaño de las mismas, ni las describen en forma detallada, por lo que se hace difícil recons- truir, al menos gráficamente, estas viviendas.14 Sabemos que los taínos, al adoptar el tipo de vida cacical, sustituyen las grandes malocas o bohíos co- lectivos por bohíos pequeños o relativamente pequeños, generándose así un mayor número de vivien- das en sus poblados y creando un cambio total del patrón espacial. El investigador finlandés Björn Landström, en su libro Colón,15 presenta una interpretación gráfica de un bohío indígena, tanto en planta, alzado y corte, basada en el grabado en madera que aparece en la edición de 1547 de la Historia General de Oviedo, y en descripciones de la época, básicamente del mismo Oviedo y Las Ca- sas, quienes no describen de una manera precisa estas viviendas. De todas formas, esta interpretación nos pa- rece muy lógica y podría acercarse bastante a la realidad. El arqueólogo Felipe Pichardo Moya, en su libro Los Aborígenes de Las Antillas,16 hace una de las más completas descripciones de las viviendas indoantillanas, ya que reúne y analiza informaciones provenientes de los cronistas de Indias y de investigadores y arqueólogos de diferentes épocas, llegando hasta los años 50 del pasado siglo XX, época en que escribe su libro. Coincidimos con su parecer de que todavía está pendiente la realización de un mayor número de investigaciones arqueoló- gicas en que se analicen las huellas de los horcones o postes, para intentar definir el tamaño y la forma de es- tas viviendas indígenas. También estamos de acuerdo con el citado autor en que se debe seguir investigando sobre la posible relación de los mayas de Yucatán con nuestros aborígenes, ya que se encuentran ciertas si- militudes con algunas costumbres taínas, incluyendo los materiales y la forma de construir sus viviendas. 50|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |51
  • 6. 1.2 Influencias y aportes foráneos El negro esclavo se manifiesta arquitectónicamente de una manera muy restringida y tímida, ya que no Casa de bajareque o tejamanil, sistema constructivo usado en la región Sur. tenía grandes motivaciones para expresarse artísticamente, pero se puede asegurar que en Santo Do- Foto Esteban Prieto Vicioso. mingo estos inmigrantes africanos gozaban de ciertas libertades, principalmente en los hatos ganaderos, lo que podría suponer alguna continuidad de las tradiciones constructivas de sus regiones de proceden- cia, que habrían pasado de generación en generación. Ya en el siglo XVIII se había generado un tipo de esclavitud feudal-patriarcal, lo que hacía posible ceder tierras y propiedades a los esclavos mediante una relación totalmente feudal o bien emplearlos como es- clavos jornaleros y de alquiler, lo que produjo un proceso de cambio hacia las pequeñas propiedades campesinas y de constitución de una clase media urbana. En los Códigos Negros de la América Española17 se pueden ver claramente las limitaciones y prohibicio- nes que tenían los negros esclavos en cuanto a los oficios que podían ejercer, a los instrumentos que po- dían tener y a la construcción y disposición de sus viviendas. Pero hablando de una forma general para la región, no es sino hasta la abolición de la esclavitud o has- ta la libertad obtenida por algunos de estos esclavos, que este grupo étnico se manifiesta plenamente en cuanto a su arquitectura se refiere. Artísticamente su manifestación es muy elemental, tal vez debido a una pérdida de sus tradiciones. Hay que tomar en cuenta que el 80% de los esclavos negros que se traía de las costas africanas a la región del Caribe tenían entre 18 y 25 años y éstos no duraban más de 5 ó 6 años, por lo que la reposición trajo muchas veces como consecuencia que no hubiese integración sociocultural dentro del proceso de trabajo. También es bueno anotar que tan solo el 20% de los escla- vos que se trajeron eran mujeres, lo que impide que se vayan formando y creando raíces culturales pro- fundas. En el caso de la colonia española de Santo Domingo, debido al modo de producción, fundamen- tado en los hatos, la vida de los esclavos africanos era más larga y la importación de los mismos era ca- da vez de menor número. Un supuesto modelo de arquitectura introducido por esos inmigrantes africanos es la casa construida ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |53
  • 7. Casa de bajareque o tejemanil techada con muros de los que en República Dominicana se denominan tejamanil o de tabiques,18 que son los José Augusto Puig, en su importante y pionero Ensayo Histórico Arquitectónico de Puerto Plata, da un Paredes de tejamanil sin embarrado. con yaguas. Barahona. Pueblo Viejo, Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. formados por setos de estacas entrecruzadas entre horcones de madera, luego recubiertos con un em- dato bien interesante sobre la utilización del tejamanil por parte de los españoles en las primeras cons- Foto Esteban Prieto Vicioso. Largos vuelos de cana protegen las paredes barrado o boñiga, o sea, tierra ligada con excremento de vaca, para darle mayor consistencia. El arqueó- trucciones de dicha ciudad fundada por Ovando en 1502, cuando dice: Atabales o tambores de influencia africana, laterales en los bohíos de tejamanil, que forman parte del sincretismo religioso en Los Bancos, San Juan. logo Elpidio Ortega, en su libro Expresiones Culturales del Sur,19 sostiene que: “Las casas, en los principios de la villa, fueron de madera y paja; luego, en el mismo siglo XVI, en la pri- taíno, español y africano. Foto Esteban Prieto Vicioso. “Esta modalidad de construcción de viviendas ha sido incluida dentro de la arquitectura vernácula rural mera mitad, cuando el florecimiento de la ciudad, algunas se levantaron de cal y canto, sillería y tapiería, Foto Esteban Prieto Vicioso. Línea de piedras delimitando la entrada con techumbre de tejas. Fueron fabricadas a la usanza española según descripción de la época: “no muy Casa de tejamanil con dibujos como una transculturación africana a través de los primeros esclavos, desde los comienzos de la colo- del bohío. Foto Esteban Prieto Vicioso. de influencia haitiana. Las Terreras, Azua. nia, y de las invasiones y migraciones haitianas en el siglo XVIII”. altas sobre el suelo o de dos pisos solamente, pero muy sólidas, las habitaciones grandes y buenas, con Foto Esteban Prieto Vicioso. Aunque ese método constructivo en la República Dominicana se les atribuye a los africanos, es sabido grandes puertas en lugar de ventanas para que entrara el aire finalmente, con su brisa perenne”. Habla- Detalle del ensamblaje de la estructura del techo. que tanto los indígenas venezolanos como los mayas utilizaban el recubrimiento de paredes con barro, ban los españoles de la construcción de las casas así: se hincan los postes o estacas que fueren nece- como puede observarse todavía en sus respectivas regiones. Graciano Gasparini, en su libro Arquitectu- sarios para el tamaño de la casa; sobre ellos construían un piso bajo de cierta altura; en la cabeza de los ra Popular de Venezuela,20 plantea que el bahareque: “...era una técnica constructiva autóctona y no, co- postes un techo, cubierto de paja o tejas. Si elevaban la base a la altura de un hombre, usaban el piso mo alguien insinúa, traída por los africanos”. Al respecto cita un párrafo de la Historia General y Natural térreo inferior para depósito, cercándolo con un trenzado de varas revocadas, enlucidas y cuidadosa- de Indias que dice: “Los muros están hechos de cañas colocadas las unas muy cerca de las otras y lue- mente blanqueadas por dentro y por fuera”.22 go recubiertas con tierra cuyo espesor es de cuatro a cinco dedos y así llegando hasta el techo. Esto Este método constructivo también puede observarse en casas rurales de algunas regiones de España, por proporciona un muro sólido y de aspecto agradable. Las casas están techadas de palma y paja muy bien lo que podemos estar ante una técnica conocida por todos los grupos actuantes. Estos modelos también colocada y de gran durabilidad. Las lluvias no entran en estas casas y el techo ofrece tanta protección debieron adaptarse al nuevo ecosistema sufriendo las modificaciones necesarias. La mayor similitud la po- como las tejas...” demos observar en la vivienda denominada barraca, de las provincias mediterráneas de Murcia, Alicante También en La Española hay evidencias del uso del barro en paredes de las viviendas indígenas, ya que y Valencia, en la península ibérica.23 Estas barracas, de planta similar a nuestras viviendas rurales, tienen Alonzo de Ojeda, en 1493, describe al Almirante Cristóbal Colón el palacio y villa de Guarionex, en el va- una estructura sencilla de palos de madera y sus paredes están formadas con un tejido de cañas, el cual lle del Cibao, lo cual narra Luis Joseph Peguero en su Historia de la conquista de la isla Española de San- se recubría o embarraba por ambos lados, exterior e interior, enluciéndolo luego con yeso. Se sabe que to Domingo, de la siguiente manera: “...el palacio y casas de los nobles, se diferencian de la casas de el uso de estas barracas se remonta al período prehistórico español y que se siguió utilizando a través de los plebellos con algunos tabiques de barros que ponen en las junturas de los maderos, con que estan los siglos y hasta tiempo bien reciente. Las puertas y las ventanas son las únicas piezas de carpintería que sercadas, supliendo las texas con yaguas, o lo que ofrece la comodidad,....”21 posee la barraca, tal como sucede en los diferentes tipos de nuestra arquitectura vernácula. 54|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |55
  • 8. Otra vivienda española que utilizaba el embarrado sobre un trenzado de madera era el pallabarro ga- Detalle del interior de una casa de tejamanil. Foto Esteban Prieto Vicioso. llego, cuyos muros al final se encalaban, tal como se hace con las viviendas de tejamanil dominica- Bohío y cocina de tejamanil, nas.24 en Los Bancos, provincia San Juan. Fotos Esteban Prieto Vicioso. Por cierto, el término tejamaní o tejamanil se usa en la Republica Dominicana para definir los muros Las paredes de tablas de palma real, son con trenzados de madera y luego embarrados y encalados, pero en Cuba, Puerto Rico y México, se las más comunes en la arquitectura vernácula usa para definir la tabla delgada de madera que se coloca como teja en los techos de las casas, co- dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso. Clavos de hierro forjado utilizados en bohíos mo era frecuente en la zona de Jarabacoa y en el valle de Baní, donde se le conocía como techo de de tablas de palma del siglo XIX. tablitas. Foto Virginia Flores Sasso. Como ya hemos dicho, el español adopta el tipo de vivienda indígena y la encuentra muy digna y apro- piada a las condiciones climáticas de la isla, tal como relatan los cronistas de Indias, pero es de su- poner que se le introdujeron algunas modificaciones para adecuarlas a sus necesidades y formas de vida, así como habrán introducido nuevos materiales y nueva tecnología. Uno de los materiales posi- blemente introducido por los españoles, al menos en la forma en que lo conocemos hoy, es la tabla de palma, material que todavía en la actualidad es el más utilizado en la arquitectura vernácula domi- nicana. Si bien Oviedo confirma el uso de la madera de palma por parte de los indígenas cuando dice: “De las palmas que se dijo primero, es buena la madera para pocas cosas, así como cajas de azúcar e para cu- brir casas, al modo de los indios, e de poca costa”,25 no está claro el lugar y el modo de usarla. Parece ser que el piso de las barbacoas, o lugares elevados donde colocaban frutas y otros alimentos, eran de tablas de palma. Es de suponer que con los nuevos instrumentos de trabajo con que contaban los españoles, estos podían trabajar mejor la madera de palma y sacar las estrechas tablas o tiras que todavía se usan en la actualidad. Un importante material de construcción introducido por los españoles fue el clavo, el 56|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |57
  • 9. Proceso tradicional de obtención de cual permitía hacer paredes de madera sin necesidad de amarrarlas con bejucos, que era la única for- las tablas de palma. Pueblo Viejo. Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. ma conocida por los indígenas. Es esta casa de paredes de tablas de palma, colocadas horizontal- Colocación de un durmiente del techo, mente y cobijadas con hojas de cana, yarey o yagua, la que vemos en viejos grabados y dibujos de en un bohío en Pueblo Viejo. Azua. las diferentes ciudades y pueblos del país,26 o sea, este tipo de vivienda tenía un uso tanto rural co- Foto Esteban Prieto Vicioso. Bohío de tablas de palma, en proceso mo urbano. de construcción. Pueblo Viejo. Azua. Las diferentes migraciones hacia la Colonia Española de Santo Domingo y posteriormente, durante la Foto Esteban Prieto Vicioso. ocupación haitiana hasta los primeros años de la República, hicieron sus aportaciones a nuestra cultura en general. Queda pendiente analizar detalladamente los aportes que estos grupos de españoles, afri- canos, portugueses, canarios, curazoleños, cocolos de las Islas Vírgenes y otros puntos de las Antillas Menores, negros libertos de los Estados Unidos de América, entre otros, hicieron a la arquitectura do- minicana. En la segunda mitad del siglo XIX, con el nacimiento de la República se solidifica la clase campesina y surgen nuevos poblados en el interior del país. Las migraciones son más frecuentes, así como el inter- cambio comercial con las demás islas del Caribe, muchas de ellas colonias de diferentes países euro- peos, como Francia, Holanda e Inglaterra. Por esa razón, el siglo XIX es más rico en las influencias ar- quitectónicas y artísticas dentro del universo de la arquitectura popular. Teniendo La Española origen e historia similar a las demás islas del Caribe, podemos afirmar que nues- tra arquitectura posee características regionales muy definidas, resultado de influencias indígenas, espa- ñolas, africanas y finalmente de Europa Occidental en general. 58|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |59
  • 10. Cobijando una casa mediante un convite, en la región Sur del país. Foto Esteban Prieto Vicioso. Aperos de labranza en el interior de un bohío. Foto Esteban Prieto Vicioso. Las paredes construidas con tablas de madera, como puede verse en esta casa en Loma Prieta, fueron introducidas en la isla por los españoles. Foto Ricardo Briones. Casa de tablas de palma y techo de láminas de zinc, de marcada influencia antillana. Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle de empalizada con acceso al patio. Foto Esteban Prieto Vicioso. 60|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR
  • 11. 1.3 El surgimiento del campesinado y su arquitectura Para comprender el desarrollo de la arquitectura rural dominicana, o sea, de la vivienda campesina, hay Casa de tablas de palma con techo de yaguas, en la región Este del país. que estudiar y analizar la historia social y económica del país, cosa que trata muy bien Roberto Cassá Foto Esteban Prieto Vicioso. en su libro Historia Social y Económica de la República Dominicana.27 Durante el siglo XVI la ciudad de Santo Domingo no sobrepasó una población de unos 500 vecinos, –es- to es, jefes de familia blancos– y unos mil distribuidos en las otras villas y en los pocos hatos y estancias que había en toda la isla. La población de negros esclavos, que osciló entre 20,000 y 30,000 personas a lo largo del siglo, trabajaba en los ingenios o como servidumbre en los poblados. Los libertos y mu- chos de los mismos esclavos vivían en chozas de madera en las zonas marginales de la ciudad, donde cuidaban sus pequeños conucos. Muchos de los blancos que vivían en las ciudades tenían también pe- queñas explotaciones agrícolas o ganaderas cerca de las ciudades donde habitaban. Nada muy diferen- te puede ser apreciado incluso en el dia de hoy, con la natural diferencia de escala. La población rural en el siglo XVI era muy escasa, ya que vivía mayormente concentrada en las villas, sal- vo algunas familias que vivían en sus estancias. La vida de los habitantes de la colonia española de San- to Domingo fue afectada durante el siglo XVII por la equivocada medida de las devastaciones a que fue- ron sometidas las poblaciones ubicadas al oeste de Santiago y Azua ordenadas por la Corona española, con la intención de terminar con el contrabando realizado por súbditos de países enemigos. Esta medida afectó la economía de plantación y de los hatos ganaderos, creando un empobrecimiento en la colonia, una disminución de la demanda de esclavos, la emigración de muchas personas blancas y la primacía del tipo criollo, producto étnico de la mezcla entre europeos y esclavas, según expresa Roberto Cassá, quien además asegura que “como producto de las modificaciones en la economía y de la evolución de los gru- pos étnico-sociales, en la segunda mitad del siglo XVII la estructura demográfica acusó una modificación que marcaría los procesos macrohistóricos ulteriores. Hasta entonces la mayor parte de la población ha- bía estado compuesta por personas catalogadas como negras o morenas, mientras que en lo adelante pasó a estarlo por mulatos, como consecuencia de la mezcla de negros y blancos”.28 ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |63
  • 12. Gallera de madera con techo de cana, Las devastaciones de principios del siglo XVII hicieron proliferar los manieles o palenques29 habitados por muestra de la arquitectura vernácula dominicana. Región Sur. los cimarrones, o negros esclavos fugitivos, hasta la segunda mitad del siglo cuando fueron eliminados Foto Esteban Prieto Vicioso. por las persecuciones. Al darse cuenta del error cometido con las devastaciones, se determinó dar am- plias facilidades a inmigrantes canarios, dedicados a actividades agrícolas y ganaderas. Estos inmigran- tes fundaron la villa de San Carlos y otros se establecieron en lugares cercanos y en contacto directo con su zona de producción, siendo tal vez los primeros campesinos establecidos en la isla. El número de es- tos habitantes provenientes de las Islas Canarias fue aumentando a través del siglo XVII y como resulta- do se fueron creando las villas de Baní, Neiba, Montecristi, Puerto Plata y Sabana de la Mar, entre otras. En general, la recuperación económica hizo que la población de la parte oriental de la isla aumentara du- rante el siglo XVIII de unas 10,000 personas a unas 120,000, desarrollándose ante todo los grandes ha- tos ganaderos y una naciente clase campesina en los alrededores de Santiago y La Vega y en las afue- ras de Santo Domingo. El desarrollo de los hatos permitió dar un tratamiento especial a los negros es- clavos, los que gozaban de libertad de movimiento y gestión propia, como paso previo a su libertad. Es- tos libertos fueron engrosando esa clase campesina incipiente, ante todo a principios del siglo XIX y du- rante la ocupación haitiana. El historiador Wenceslao Vega, en su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Historia, titu- lado “Historia de los Terrenos Comuneros de la República Dominicana”, recoge una descripción de un hato ganadero de esa época de la siguiente manera: “Un extenso predio rural, dedicado principalmente a ganadería, llano o por lo menos poco accidentado, con ríos, arroyos y una que otra laguna o estanque. Allí crecen al natural la hierba o el pasto. No hay di- visiones o cercados externos, a lo más, setos vivos que separan los potreros entre sí y con las hortalizas y conucos. Dentro del hato hay varias construcciones rústicas: La casa del amo, de madera de palma con techos de yagua, con una cocina del mismo tipo pero separada de la casa y algo alejado una letri- na. Bien cerca una pocilga, un gallinero y un corral donde se amarran los caballos, mulos y burros. Pe- rros caseros realengos y para las redadas de las reses pululan por doquier. Una que otra enramada de cana en los alrededores para guardar los aperos de labranza, picos, hachas, palas, azadas, coas, ma- chetes, etc. El almacén de las sillas jineteras, jáquimas, lazos, sogas, y demás instrumentos para los ro- deos de los animales. Otras enramadas para conservar los cueros, el sebo, los cuernos y demás productos del hato, que se almacenan para luego ser vendidos. Aledaño a la casa, la hortaliza donde se cosechan los escasos ve- getales que consume la familia: berenjenas, auyamas, repollos, sandías, melones, etc. En las cercanías de la casa del amo, más pequeñas y pobres que la suya, los bohíos del mayoral, de los peones, liber- tos y escasos esclavos y sus familias. Algo más alejado: el conuco, con los indispensables plátanos, yucas, batatas, yautías y demás víveres de los cuales dependen todos. Esparcidas encontramos algu- nas matas de naranjas dulces y agrias, limones y otros cítricos, una que otra mata de bija para dar co- lor a la comida. Regados en el entorno, los árboles de frutas criollas como la guanábana, el níspero, el 64|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |65
  • 13. anón, la guayaba, el tamarindo, la jagua, el higuero, el coco y la indispensable higüera para los enva- Secaderos de tabaco en Navarrete. Foto Domingo Batista. ses de la cocina, etc. Entonces las amplias sabanas, en una época del año cubiertas de altos pastos Vista exterior, interior y planta donde el ganado casi desaparece hundido; y en épocas de sequía con las yerbas casi a ras del suelo. de una casa típica del Valle de Baní, construida en el siglo XIX Esporádicos estanques o arroyos donde las reses abrevan. Aquí y o acullá los grandes árboles de som- con tablas de palma y techo de cana, bra donde hombres y animales se pueden guarnecer de la canícula o del aguacero: ceibas, anacagüi- con pasamanos dividiendo la sala del comedor. Villa Sombrero, Peravia. tas, javillas, y de vez en cuando extensos palmares con la palma cana, la real, etc. tan útiles para cons- Foto Esteban Prieto Vicioso. truir y cobijar las viviendas y las enramadas. En la distancia, las extensas monterías: Casi impenetrables bosques tropicales, llenos de espinas, lianas y arbustos, donde crecen en abundancia los grandes gua- yacanes, caobas, cedros, ébanos, y otros de maderas preciosas. Allí el hatero y sus peones penetran con dificultad para tumbar los árboles y cortar la madera que necesitan para sus menesteres”.30 Por su parte, Roberto Cassá confirma que: “La aparición de un protocampesinado fue producto de la masa de libertos y del terreno que dejaba el sistema económico a la iniciativa de pequeños cultivadores que no lograban ubicarse como propietarios de esclavos. En segundo lugar, fue producto de la dinámi- ca demográfica que comenzaba a poner en entredicho la viabilidad indefinida del hato ganadero, basa- do en amplios espacios que no permitían más que el sostén de una población reducida que se mante- nía de la cría extensiva o la cacería. Por último, incidieron los cambios internacionales, que propendie- ron a incrementar la demanda de nuevos géneros y a presionar por la disminución de la dependencia respecto a Saint Domingue. Pero, todavía en las décadas finales del siglo XVIII, este proceso era incipien- te por lo que cobró cuerpo como parte de la modificación estructural del siglo XIX”.31 66|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |67
  • 14. Pulpería construida con tablas de palma y techo de zinc. Cachón, Barahona. Foto Virginia Flores Sasso. Bohío de tablas de palma y techo de cana, materiales típicos de la arquitectura vernácula y popular dominicana. Región Noroeste. Foto Ricardo Briones. Pared de madera con un viejo techo de láminas de zinc lisas. Montecristi. Foto Ricardo Briones. La vida social normalmente se desarrolla debajo de una enramada o de una buena sombra. Foto Esteban Prieto Vicioso. Casa de tablas de palma y techo de cana con galería frontal. Foto Esteban Prieto Vicioso. 68|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |69
  • 15. 1.4 Palmas y arquitectura vernácula Salvo las principales casas de la ciudad de Santo Domingo, la arquitectura de las demás villas, estancias, Bosque de palmas cana. Foto Esteban Prieto Vicioso. hatos ganaderos y viviendas rurales, era de madera, normalmente con paredes de tablas de palma y cu- biertas de yagua, cana o pachulí. De esa manera la palma real (Roystonea hispaniolana) y la palma cana (Sabal domingensis y Sabal causiarum) se convirtieron desde entonces en los árboles más preciados de la arquitectura dominicana, prevaleciendo hasta nuestros tiempos a nivel rural. Otra palma muy utilizada en las construcciones vernáculas dominicanas es el yarey, cuyas hojas se utilizan para cobijar las casas. Aunque la República Dominicana es un territorio pequeño, de algo más de 48,000 km2, encontramos tipos arquitectónicos diferentes, los cuales son el resultado de la conciliación de las necesidades de los cam- pesinos con el clima, los recursos disponibles y la propia cultura del grupo humano. En el año 1982, se realizaron dos reuniones del Grupo de Trabajo sobre Arquitectura Vernácula, de la Or- ganización del Gran Caribe para los Monumentos y Sitios, CARIMOS, una en Islas del Rosario, Cartagena de Indias y la otra en El Portillo, Samaná, República Dominicana, en las que se determinó hacer una mul- tiexposición sobre arquitectura vernácula del Gran Caribe, que sirviera para promover su estudio, su co- nocimiento y su importancia. Entre los aspectos más trascendentales emanados de dichas reuniones se encuentra la definición adoptada sobre el término “arquitectura vernácula”, la cual luego de discutirse y ampliarse en el Foro de Cultura Caribeña celebrado en Cancún, México, en agosto del 1989,32 quedó de la siguiente manera: “La arquitectura vernácula del Gran Caribe es el resultado de la mezcla e integración de las experiencias formales y constructivas de la población aborigen de la región y de los aportes africa- nos y europeos; de ahí su riqueza cultural singular y distintiva, ya que se trata de una arquitectura que res- ponde a una unidad familiar y demás edificaciones de actividades complementarias de la comunidad, con materiales propios de la región, que mantiene sistemas constructivos específicos con la presencia de ele- mentos industriales simples cuyo resultado volumétrico, sus relaciones espaciales, el color y el detalle identifican al grupo que la produce, respondiendo a una manufactura artesanal siempre con la participa- ción del usuario”. ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |71
  • 16. Bohío de tablas de palma y techo de cana, La casa rural dominicana se configura en un volumen simple que constituye el cuerpo principal del hogar una atinada y poética descripción del bohío, de la siguiente manera: “Si partimos del bohío, encontramos Palmas reales. Foto Esteban Prieto Vicioso. con volumetría simple, típica de y se desarrolla siempre en un solo nivel, siendo el rectángulo la forma más empleada. Los modelos más que en él se dan las formas esenciales capaces de dar cohesión al desenvolvimiento familiar. Cuatro hor- Tramería de madera o locero de influencia la arquitectura vernácula dominicana. española, en el interior de un bohío. Foto Esteban Prieto Vicioso. sencillos constan de una planta rectangular dividida en dos espacios contiguos que constituyen la sala y cones como sostén en las esquinas, el palo central o cumbrera al que se asen las vigas menores o lar- Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle de pared divisoria en un bohío de una un pequeño dormitorio donde duerme toda la familia. La cocina se encuentra siempre fuera de la casa, gueros, los setos de tablas de palma combados hacia afuera y el torrencial techo de cana con el revesti- Esquinero con lámpara de gas. habitación. Foto Esteban Prieto Vicioso. Foto Virginia Flores Sasso. Cubierta de gran peralte con ventilación en la así como la letrina.33 En muchas ocasiones también cuentan con una enramada de madera, techada con miento de yagua en el caballete”. parte alta de la pared lateral. Rosario, Azua. hojas de palma, para protegerse del sol. Refiriéndose al interior de los bohíos continúa diciendo: “Adentro del bohío, sobre el suelo de tierra apiso- Foto Esteban Prieto Vicioso. Tradicionalmente no había división territorial en los poblados vernáculos. Las verjas o empalizadas se ha- nada, aparece la única división existente, la que separa el área visible, o social, de la invisible o intima. En Planta de bohío de tablas de palma, con dos aposentos y galería central. cían sólo en los corrales. La colocación de las casas, en la mayoría de los casos, no responde a ningún la primera hay una o dos sillas de guano que el dueño tumba contra la puerta para contemplar el anoche- criterio establecido, siendo bastante desorganizada, en apariencia. La vida se hace fuera de la casa, utili- cer tras las faenas del día, o que son ofrecidas en cumplimiento al visitante. También en esa primera ha- zando ésta sólo para dormir. bitación, la más pequeña de las dos, vemos la mesa de pino arrimada a un rincón, blanca y lavada con Los pavimentos de estas viviendas son normalmente de tierra apisonada y en ocasiones de madera, aun- lejías devoradoras y que, en ocasiones, se endominga con el hule coloreado que exhibe un repertorio de que cada vez más se encuentran pavimentos de cemento pulido, los cuales pueden extenderse hacia el flores y frutas exóticas. Arriba de esta mesa verás el locero, o repisa para jarros de hojalatas o esmalta- exterior de la casa unos 30 centímetros, a manera de zócalo de protección o plataforma. Los muros, ya dos, los higüeros –machos en el monte y hembras en el bohío–, como se dice en las adivinanzas, y el pla- sean de horcones, tejamanil o tablas de palma, usualmente van pintados de diferentes colores, con pin- to con su cuchara al lado, siempre relucientes como si no estuvieran hechos para comer en ellos. Cerca turas de cal y pigmentos minerales o “polvo de mosaico”, aunque muchos ya utilizan pintura industrial. El de la entrada verás también la repisa de la jumeadora. En la pared divisoria las fotos de periódicos y re- modelo de casa construido a base de un forro de yaguas tanto en muros como en techos, es el más sim- vistas pegadas con almidón, o el calendario atrasado que nos indica que para el campesino cualquier ple y carente de color. tiempo es el mismo y que los días se miden con accidentes simples, como son el trabajo, el sueño o la En algunas zonas más prósperas, estas casas vernáculas son más grandes con dos o tres aposentos y muerte”. llegando a tener galerías, en una esquina o en el centro de la casa. Las cubiertas, normalmente de cana, Esta descripción confirma la gran influencia española en el bohío dominicano, como ya habíamos mencio- pueden ser a dos o cuatro aguas. Por la carencia o alto costo de la cana, por modernización, por estatus nado anteriormente. o por desacertados programas oficiales de mejoramiento de viviendas, los techos son sustituidos por lá- minas de zinc acanaladas, las cuales convierten el interior de la casa en un ambiente caluroso. El reconocido intelectual dominicano Manuel Rueda, refiriéndose al tema de la casa dominicana,34 hace 72|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |73
  • 17. Detalle de altar religioso en el interior de un bohío. Pueblo Viejo de Azua. Foto Esteban Prieto Vicioso. Casa en la que fue sustituido el techo de cana por laminas de zinc, lo que aumenta la temperatura interior de la misma. Foto Esteban Prieto Vicioso. Típica silla de guano en un bohío de tablas de palma. Foto Esteban Prieto Vicioso. Interior de casa de tablas de palma en Sanate, Higüey. Foto Esteban Prieto Vicioso. Detalle de mobiliario en la arquitectura vernácula y popular dominicana. Foto Esteban Prieto Vicioso. 74|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |75
  • 18. 1.5 Los múltiples caminos de la arquitectura popular Cuando las viviendas adoptan materiales industrializados, formas más complejas, y son construidas ya Iglesia en Guayajayuco. Ejemplo de arquitectura popular dominicana. no por los usuarios, ni en convites, sino por maestros constructores, estamos ante otra categoría de ar- Foto Ricardo Briones. quitectura a la cual denominamos popular. Esta arquitectura la encontramos más en el ámbito suburba- no o urbano y sobre los ejes viales interurbanos. Desde mediados del siglo XIX y a lo largo del XX, se introducen en la arquitectura vernácula y popular do- minicana las láminas de zinc, que por su comodidad de uso y facilidad de obtención, van a ser cada vez más utilizadas tanto a nivel urbano como rural. Con la introducción de éstas y con otros cambios a par- tir del siglo XIX, se van perdiendo muchas de las tradiciones y conocimientos constructivos desarrollados por los diferentes grupos que han habitado la isla, que fueron pasando de una generación a otra. Estas edificaciones utilizan madera industrializada, ventanas de madera con celosías, pavimentos de ce- mento pulido normalmente con color; las cubiertas de láminas de zinc tienden a ser más complejas. En ocasiones tienen un muro perimetral de bloques de concreto hasta altura de ventanas, a lo que llaman en algunas regiones “altura salomónica”. Sobre éste, se desarrolla la estructura de madera industrializa- da, cubierta en su cara exterior por tablas solapadas y colocadas horizontalmente. Estas tablas reciben en el país el apodo de clavot, derivado del original anglicismo clap board. Gracias a las nuevas dimensiones de la madera industrializada, las viviendas son más espaciosas y so- fisticadas. Constan de sala, comedor, dos o tres dormitorios y galería. Normalmente tienen la cocina y un baño integrados a la casa, aunque en ocasiones mantienen su letrina y cocina en el exterior. Aparecen elementos decorativos como tragaluces de madera sobre puertas y ventanas, así como cres- terías caladas en los aleros, producto de la influencia del gusto victoriano. El color sigue siendo un ele- mento importante tomando aún más fuerza que en los modelos vernáculos, debido ante todo a la utili- zación de toda la gama de pintura industrializada, teniendo predilección por colores vivos como amari- llo, rojo, rosado, verde, turquesa y azul, con los detalles decorativos muchas veces en blanco o una com- binación de los colores mencionados. En algunos pueblos de la República Dominicana, sobre todo al sur, ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |77
  • 19. Casa de madera y zinc del Ingenio Santa Fe, pueden todavía encontrarse sencillas casas de madera cubiertas de tejas francesas, que constituyen una San Pedro de Macorís. Foto Esteban Prieto Vicioso. muestra interesante de la arquitectura popular dominicana. Ejemplo de arquitectura popular dominicana, Esta arquitectura, a la que podríamos llamar también antillana, tiene más influencia francesa, inglesa y de con ventiladores sobre puertas y ventanas, otras naciones europeas establecidas en el archipiélago de Las Antillas, en el Mar Caribe, como puede ob- y crestería de madera en el alero. Villa Sombrero, Peravia. servarse muy bien en la exposición sobre arquitectura vernácula realizada por la Organización del Gran Ca- Foto Esteban Prieto Vicioso. ribe para los Monumentos y Sitios, CARIMOS, y publicada en el libro Monumentos y Sitios del Gran Caribe.35 Ventana con romanilla, tragaluz, ventilador y contraventana, demuestran un dominio El Arq. Eugenio Pérez Montás en su libro República Dominicana. Monumentos Históricos y Arqueológi- del control de la luz y la ventilación. Azua. cos expresa que: “Analizar el patrimonio cultural del medio rural, eminentemente popular, es enfrentarse Foto Esteban Prieto Vicioso. a un lenguaje autóctono, rico en mensajes y en tradiciones vivas. Este patrimonio no constituye una de- coración gastada. Por el contrario, el mismo suscita una potente dinámica cultural, una fuente fecunda de estudio. En vez de ignorarla como algo mediocre, debería ser exaltada bajo el patrocinio del desarro- llo bien entendido. Bajo el dominio exclusivo del economista, la sociedad rural acelera su extinción”.36 Como hemos visto, la arquitectura vernácula y popular dominicana, a la que podemos llamar también arquitectura tradicional, tiene como material de construcción principal la madera, ya sean varas, tablas de palma, tablas rústicas o madera industrializada, con cubiertas de pencas y vainas de palmeras, pa- chulí, tablitas de madera y láminas acanaladas de zinc. Esta arquitectura se está viendo cada día más amenazada y al menos su autenticidad y armonía desa- parecerán, debido a la utilización, muchas veces inducida por planes gubernamentales, de materiales y modelos arquitectónicos completamente ajenos a la tradición popular y al medio ambiente natural. 78|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR |79
  • 20. La presencia de color es una de las características de la arquitectura popular antillana. Cerca de Montecristi. Foto Esteban Prieto Vicioso. Composición de puerta, ventanas y tragaluces, típica de la arquitectura vernácula y popular dominicana. Villa Sombrero. Foto Esteban Prieto Vicioso. Típica casa de La Otra Banda, Higuey, con sus característicos ventiladores sobre puertas y ventanas. Foto Ricardo Briones. Esquema volumétrico de arquitectura popular muy común en la zona Nordeste del país. Madre Vieja, María Trinidad Sánchez. Foto Esteban Prieto Vicioso. Ejemplo de arquitectura antillana, rico en elementos decorativos y soluciones climáticas. Samaná. Foto Esteban Prieto Vicioso. 80|ARQUITECTURA VERNÁCULA Y POPULAR