1. COSTUMBRES
No les gusta decir que no. Prefieren mostrarse dubitativo o responder
cualquier cosa. Por eso si preguntamos a un chino dónde está una
calle y no la conoce, puede mandarnos a cualquier parte, todo menos
ser maleducado y decir "no lo sé".
Cuando un chino ofrece algo (un regalo, un paquete de cigarrillos,
etc) lo hace con las dos manos y se debe recoger también con ambas
manos. De no hacerlo así, se considera una falta de respeto.
La comida es seguramente el acto más protocolario de la sociedad
china.
Se come con palillos, acompañados de una cuchara de mango corto
para servirse o tomar la sopa. Lo correcto es depositar los palillos al
lado del plato (sobre el mantel), ya que hincarlos en la comida o
depositarlos dentro del plato es de mala educación.
No se llevan los palillos a la boca, sino al revés, se acerca la cabeza al
plato.
Lo cortés es sorber la sopa o comer haciendo un ruido escandaloso.
El chino sirve la bebida de su acompañante, pero no su propio vaso.
Tienen una antigua costumbre de escupir a todas horas y en
cualquier parte porque piensan que de esa forma expulsan los malos
espíritus de su interior.
La gente es muy supersticiosa y terriblemente jugadora. Aquí se
inventó el "juego de los chinos".
Otra costumbre es la de practicar taichí. A primera hora de la mañana
los jardines y plazas de las ciudades están llenos de gente
practicándolo.
El té es la bebida nacional. No puede faltar en ninguna parte, por eso
en las habitaciones de los hoteles o en el propio tren siempre te
encuentras con un enorme termo de agua caliente para poder
prepararte un trago.
Los chinos inventaron el papel, la pólvora y, cómo no, la pasta, de la
que son verdaderos maestros. Con ella elaboran una variedad infinita
de platos, entre los cuales destacan los raviolis, que presentan en la
2. mesa de mil formas, colores y rellenos distintos, siempre hechos a
mano. Hay restaurantes que tienen más de cien tipos de ravioli en su
carta.
La familia tradicional china engendraba muchos hijos, pero a partir de
los años 60 sólo se permite tener un hijo por matrimonio. Si no se
consigue el varón a la primera, se sigue intentado, y muchas de las
niñas concebidas pasan a organizaciones que las venden a Occidente
para ser adoptadas.