2. En Sevilla “calor” significa “mucho calor”. Al
contar con 13 horas de sol al día durante la
mayor parte del verano, no sorprende que el
termómetro sobrepase a menudo los 35ºC.
Agosto es, sin duda, el mes más caluroso del año
y es cuando casi todos los turistas llegan a la
ciudad. Independientemente de que se visite la
Catedral o la Torre de la Giralda, de que se
maraville con la arquitectura o de que se disfrute
de los juegos acuáticos en el Parque Temático de
La Isla Mágica, siempre habrá que llevar ropa
apropiada y ponerse abundante crema solar.
3. Según va llegando el otoño, las temperaturas van
descendiendo de los 30ºC a los 20ºC. En
noviembre normalmente se cuenta con 7 horas
de sol y el sofocante calor va cediendo terreno.
Se puede explorar la vida en la calle, alquilando
una bicicleta y paseando por el hermoso Parque
de María Luisa, visitar el Alcázar o ver una corrida
de toros entre septiembre y octubre.
4. Los días se van haciendo más cortos y las
noches más frías durante el invierno, que cuenta
con 6 o 7 horas de sol y con temperaturas que
oscilan entre los 5ºC y los 15ºC. Nunca hace
demasiado calor ni demasiado frío, así que esta
ciudad está pensada para viajeros que quieran
experimentar unas vacaciones de invierno
relativamente cálidas. Tras visitar los museos y
las galerías de arte, sin duda hay que irse de
tapas mientras la ciudad se adormece con la
tradicional siesta.
5. Las temperaturas irán subiendo de marzo a
mayo, así como las horas de sol, llegando en
mayo a oscilar entre los 15ºC y los 25ºC. La
primavera es una estación maravillosa en Sevilla
debido a sus suave clima y a un calor más
soportable. Puede visitar las antiguas ruinas de
Itálica, la Plaza de España o disfrutar de uno de
los famosos paseos en carro tirado por caballos.