2. Características.
• Personas nacidas del 20 de enero al 19 de febrero.
Los acuarios tienen una personalidad fuerte y atractiva. Hay
dos tipos de acuarios: uno es tímido, sensible, y paciente. El
otro es exuberante, vivo y puede llegar a esconder de su
personalidad. Ambos tipos de acuario tienen una fuerza de
convicción y de la verdad muy fuerte y son tan honestos que
saben cambiar sus opiniones. Los acuarios son capaces de ver
los dos lados de un argumento por lo que son uno de los signos
más tolerantes y sin prejuicios de todo el zodiaco. Están
abiertos a la verdad y dispuestos a aprender de todos.
3. Mito.
• Erictonio era el más rico de los mortales. Tuvo un hijo llamado Tros, señor
de Troya, que tuvo a su vez tres hijos perfectos. Ilo, fundador de Ilia,
Asaraco, y el semi-dios Ganímedes, el más hermoso de los humanos. Tros
amaba a Ganímedes desde lo más profundo de su corazón y dispuso que
guardianes y tutores lo cuidasen mientras luchaba, cazaba con los perros o
nadaba en las fuertes corrientes del Mediterráneo.
Un día, al mirar desde su trono en lo alto del Olimpo, Zeus espió a
Ganímedes, que estaba con sus amigos refrescándose bajo la atenta mirada
de sus tutores mayores en los prados del Monte Ida. Ensequida, Zeus se
prendió de amor por los muslos del joven troyano. Entonces, Zeus se
convirtió en un águila. Se dejó caer directo sobre el mundo de los
humanos. Proyectando relámpagos en todas direcciones, el águila
majestuosa se abalanzó y agarró delicadamente al joven por sus talones.
Los tutores mayores intentaron detenerlo. Sin prestarles mayor atención,
Zeus y el joven se alzaron cada vez más alto hasta que llegaron al Olimpo.
Zeus llevó a Ganímedes al lecho y le nombró su copero. Para hacerle sitio,
Zeus tuvo que expulsar a Hebe, hija de Hera, quien servía las bebidas en
los banquetes divinos. La llamó torpe y le acusó de haber tropezado. Hera
lo vio todo y se llenó rabia.
4. • Los demás dioses se regocijaron de contar con Ganímedes, pues su belleza
les colmaba de gozo. Y Ganímedes se dio cuenta de lo delicioso que era
servir néctar a los inmortales y, cuando llenó la copa de su amante, primero
apretó sus labios contra ella, girándola suavemente mientras la ponía en la
mano de Zeus.
Abajo, en la Tierra, el corazón de Tros estaba lleno de amargo dolor, pues
no sabía a dónde había llevado su hijo aquella tempestad divina. Lloró sin
parar, tanto que el propio Zeus se conmovió por su dolor. Le envió a
Hermes como mensajero, para informarle de que el muchacho se hallaba
ahora entre los dioses, inmortal y joven para siempre. Zeus dio a Tros a
cambio de su hijo una pareja de yeguas blancas que eran inmortales y
podían andar sobre las aguas, las mismas que llevan a los inmortales. El
corazón de Tros se llenó de alegría y cabalgó con sus nuevos caballos tan
rápido como el viento.
Hera, fuera de sí, dio rienda suelta a su rabia destruyendo a los troyanos.
Pero Zeus, agradecido por el amor de Ganímedes, le hizo un sitio en las
estrellas como Acuario.