Entra al mundo de Quetzaltli a través de este emocionante prólogo.

1. LAS AVENTURAS DE QUETZALTLI:
LA LÁGRIMA DEL CREADOR
(Novela)
LOS ORÍGENES
El Profeta de la Oscuridad vino del mar. Llegó con un propósito: apoderarse
de una joya… no una joya cualquiera sino una piedra preciosa de origen
divino a la que los hombres llamaban la Lágrima del Creador.
Los viejos relatos cuentan que en el principio de los tiempos, cuando la
tierra aún estaba caliente a causa del fuego de la creación, el Único reveló a
sus hijos el misterio de la música ejecutando una sinfonía con los sonidos del
universo, haciendo vibrar los cielos con una melodía que llenó cada rincón del
cosmos. El espíritu del Único, el Gran Creador, danzó al compás de la música
con los siete vientos entre los cuales estaba Basú, la suave brisa del sur.
Ésta, se llenó de gozo dejándose llevar por el júbilo hasta que, extasiada ante
la divinidad, acarició al Único.
Al instante, la danza se detuvo.
El silencio llenó cada espacio de la existencia. Los ángeles, la creación
y los vientos creyeron que la ira del Único sería inmensa, que aniquilaría a los
siete vientos borrando sus nombres de la memoria del universo, pero no hubo
respuesta airada, al contrario, el Gran Creador sonrió.
—Tengo millares de hijos e hijas —dijo—, todos me alaban y me
honran, sin embargo, ninguno se había arriesgado tanto para darme algo que
me conmoviera como lo hizo Basú, ninguno menospreció su propia vida para
acercarse a mí y tocarme. El gesto de esta suave brisa muestra su fe en mi

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misericordia y su anhelo por agradarme, por eso, desde hoy, Basú irá
siempre a mi lado y su dulce rumor será la señal de mi presencia.
Al acabar aquellas palabras, una lágrima rodó por las mejillas del
Creador, precipitándose al mundo. Al caer, el fuego y el hielo que habitan en
los cielos la solidificaron convirtiéndola en una piedra preciosa.
Un pueblo noble, los hijos de Ad-Ahm, el primer hombre, la descubrió y
la mantuvo escondida protegiéndola de la codicia de otras naciones que
amaban las riquezas y la guerra, así se mantuvo la joya por muchos milenios,
hasta que su recuerdo hubo desaparecido de la memoria de los humanos.
Muchos siglos después, el Profeta de la Oscuridad llegó en busca de
la Lágrima del Creador. Codiciaba el inmenso poder contenido en la Joya, por
eso atravesó el mar enfrentando tempestades y furiosas bestias hasta llegar
a las playas de la región conocida como El Corazón del Mundo.
Cuando el Profeta descendió de su barca de maderas podridas y velas
raídas, no sabía aún cuál era el paradero de la piedra preciosa, así que
dispuso apoderarse de toda la tierra hasta encontrarla. Utilizó el poder
mágico de las artes oscuras que aprendió en las islas de la bruma eterna,
Atalantl, la cuna de los brujos, los magos y los hechiceros. Con sus
encantamientos, el Profeta fue sometiendo bajo su dominio a todas las tribus
del Corazón de la Tierra. Allí creó enormes forjas de armas de metal, cuyo
secreto de elaboración sólo él poseía; para obtener el hierro esclavizó a
millares de personas obligándolas a trabajar hasta morir en las fábricas de
armas, en la tala de bosques y al servicio de sus guerreros, dejando
imborrables huellas de destrucción, miseria, opresión y desesperanza en toda
la región.

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Mas su avance recibió una fuerte sacudida: un día el oráculo de las
profecías vaticinó la caída de su imperio: su reinado se desmoronaría por el
golpe de una poderosa arma llamada «Varuatum»; según el augurio, cuando
el sol se vistiera de luto y una gran estrella quemara los cielos, iba a nacer el
héroe que empuñaría el arma en su contra.
El oráculo encendió la ira del Profeta de la Oscuridad y en respuesta,
éste ordenó la matanza de familias enteras en la región que sus adivinos
señalaron como el lugar de nacimiento del héroe.
Implacable en su ira, el Profeta desató la guerra sobre cada extremo
del mundo, estremeció los cimientos de las naciones y avanzó con gran
estruendo y desolación por todo el imperio al que llamó Tehotzihuacam, que
significa Nación Soberbia y Poderosa. Desde entonces dejó de llamarse
profeta y se autonombró Gran Tatam o Emperador-Hechicero de los pueblos
conquistados.
Cuando, al fin, todas las naciones de la región central le rindieron
tributo, el oráculo lo condujo hacia el noreste. Allí se alzaba Hegara, la capital
de Zarath, ubicada en medio de un enorme lago y rodeada de montañas
coronadas de nieve. Este reino, poderoso rival de Tehotzihuacam, era el
lugar donde se encontraba la Lágrima del Creador, bajo la custodia de los
reyes de Zarath.
El Gran Tatam redobló la fabricación de armas, levantó grandes torres
de asedio e incontables arietes y catapultas, reclutó miles de mercenarios
para reforzar su ejército e impuso un estado bélico en todo el imperio.
Cuando sus fuerzas alcanzaron la potencia que deseaba, los hizo marchar a
la frontera, en posición de combate.

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Se alzaron las lanzas, se empuñaron las armas y, marcando el ritmo
de la marcha, sonaron los tambores de guerra; las huestes del Gran Tatam
avanzaron sobre Pachac, el Corazón de la Tierra…