2. La primera partida de Ajedrez de Mikhail Tahl
La primera partida que jugó Mijail Tahl, la perdió en 4 movimientos. El mismo mago
de Riga relata esta anécdota en su biografía. “Mi padre no jugaba al ajedrez, pero un
primo mío había alcanzado la cuarta categoría y en casa se solía decir que yo jugaba
mejor al fútbol y él al ajedrez. Así fue hasta 1.945, cuando jugué mi primera partida
con mi primo. Esa partida, que representaba mis primeros pasos en el tablero de
ajedrez, constó de sólo cuatro movimientos, después de los cuales salí derrotado.”
Armando Nerio Hanoi Guedez Rodríguez
3. “Miré el tablero y vi que no tenía nada que hacer, pedí a mi primo la revancha, pero
no aquel mismo día. (…) me fui aquella misma tarde a la Villa de los Pioneros de
Riga. Allí había muchos jugadores sentados a las mesas de ajedrez. me acerqué al
encargado del club y le dije; "Por favor, enséñeme a jugar. Quiero ganarle a mi
primo". Y empezaron a enseñarme. Aprendí lo suficiente para tomar mi revancha,
pero al mismo tiempo me aficioné al ajedrez y ya no lo soltaba de mis manos.
Hemos de darle las gracias al primo de Tahl por ayudarlo indirectamente a que
escogiera el ajedrez sobre el fútbol.
Armando Nerio Hanoi Guedez Rodríguez
4. Lasker y el estudio que le quitó el sueño
Amilcar Celaya, en el prólogo de la edición de una serie de conferencias que dio Reti
en español, publicado bajo el título "Curso superior de Ajedrez“, citamos textualmente:
"Cuando los maestros europeos se embarcaron en Hamburgo para Nueva York con
objeto de participar en el gran certamen internacional que se iba a desarrollar en esa
ciudad, Reti mostró algunas de las composiciones suyas a sus colegas y compañeros de
viaje, encareciendo especialmente la dificultad de una de ellas, a pesar de la sencillez
del material empleado: caballo y peón contra dos peones, el doctor Lasker se interesó
vivamente por este final y se dispuso a resolverlo.
Armando Nerio Hanoi Guedez Rodríguez
5. “Como Reti le volviese a advertir que el estudio era muy difícil, el viejo campeón del
mundo le contestó sonriente que estaba dotado especialmente para resolver esa clase de
tareas y que al otro día, a más tardar hallaría la solución exacta.
Transcurrió el plazo fijado por él mismo y el veterano maestro, movía y removía la
posición de las piezas sin dar con la solución correcta. Lasker perdía el atildamiento que
nunca tuvo y por fin a los ocho días exactos desde que hizo el primer intento y con los
ojos enrojecidos de no haber dormido durante una semana, dio con la clave del estudio".
Así que, ¿cuánto tiempo te tardarías tú?
Armando Nerio Hanoi Guedez Rodríguez