2. Había una vez un príncipe que quería casarse con
una princesa… de verdad. No alcanzaba con que
dijera que era princesa ni con que lo pareciera.
Tenía que ser una auténtica princesa, una
completamente de verdad.
3. Como por casa no hallaba una esposa así, recorrió
el mundo entero para encontrar a la verdadera.
4. Princesas había a montones, pero…¿lo eran
realmente? Eso es lo que el príncipe nunca podía
saber con certeza. Siempre le encontraba la quinta
pata al gato o, mejor dicho, a la princesa de turno.
5. Ninguna lo convenció y se terminó volviendo a
casa, más triste de lo que había partido, apenado
con el asunto: ¡él de veras quería una princesa de
verdad!
6. Tiempo después, una noche estalló una terrible
tempestad, una tormenta con rayos y truenos de
miedo. Caía el agua como si fuera una cortina y no
se veía ni a un metro.
7. En eso se escuchó la aguda campanilla del timbre:
llamaban a la puerta del palacio. El viejo rey,
asombrado, acudió él mismo a abrir y se encontró
con una muchacha ¡hecha sopa! ¡La joven daba pena,
su aspecto era lamentable! Le chorreaba el pelo, tenía
toda la ropa escurriendo agua, pero… aseguraba ser
una verdadera princesa.
8. “Eso está por verse”, pensó la reina madre y, sin
decir una palabra, se fue a preparar el dormitorio
para la huésped. Levantó el colchón de la cama y
puso un garbanzo sobre las maderas. Encima, puso
veinte colchones y veinte cubrecamas de pluma.
9. Ahí iba a dormir la joven.
A la mañana siguiente, con una sonrisa inocente,
la reina le preguntó a la muchacha cómo había
descansado.
10. - ¡Horrible! – dijo con total sinceridad la huésped -.
¡No sé qué había en esa cama, pero no pegué un ojo
en toda la noche! ¡Tiene que haber sido algo muy
duro, porque me dejó llena de moretones verdes
azulados! ¡Un horror!
11. Así, supieron en la familia real que la joven era
una verdadera princesa. ¿Quién podría haber
quedado tan magullada con el garbanzo debajo de
tanto colchón y tanto cubrecama, sino una auténtica
y sensible princesa?
12. El príncipe estaba loco de contento con
semejante prueba y, por supuesto, se casó con la
joven.
13. El garbanzo, convertido en pieza histórica, fue a
parar al museo, donde hasta hoy se lo puede ver…
si es que nadie se lo robó todavía.
Y si, esto es una historia auténtica como nuestra
princesa.
De Hans Christian Andersen.
Versión de Ana Lucía Salgado.