1. ¿Conoces a ese que se encuentra un botón y decide hacerse un traje?
Algo así ha ocurrido con esta entrada. Quien siga la cronología de este blog se dará cuenta de
que bien sufro síndrome de la página en blanco con frecuencia o bien que ,más acertadamente,
soy un cómitre poco exigente en esta singladura.
Sin embargo, como casi siempre en mi caso, retomo el teclado por un hecho casi anecdótico
que me ha hecho recuperar de la memoria, de algunos manuales y de algunas normas
sectoriales los fundamentos y la aplicación de una técnica potente aunque cara: el AMFE o
análisis de modos de fallo y sus efectos, FMEA para los amigos.
Esta es una técnica potente porque de forma sistemática y rigurosa permite analizar sistemas
de todo tipo: diseños, procesos, organizaciones, proyectos e incluso, como en una adaptación
sui generis en mi tesis doctoral, marcos legislativos.
Por otro lado, la herramienta es cara porque requiere esfuerzo sostenido, en algunas fases
intenso, y, sobre todo, multidisciplinar y dirigido por parte de toda la organización que la utiliza.
No voy a entrar en detalles en esta entrada porque espero que sea la primera de una serie

2. dedicada a esta herramienta así que me limitaré a presentar al protagonista.
El manual de referencia para los proveedores del sector de automoción americano (los tres
grandes: Ford, General Motors y Chrysler) dice que el AMFE es una “metodología analíica
empleada para asegurar que los problemas potenciales se han considerado y tratado a lo largo
del proceso de desarrollo del producto y del proceso cuyo resultado más evidente es la
documentación del conocimiento colectivo de equipos multidisciplinares”.
Como sucedió con el método del camino crítico al que quizá dedique algunas entradas en el
futuro, la herramienta se publicó por primera vez como procedimento del ejército de los estados
unidos (al final de la década de los 40 bajo la norma MIL­P­1629 está, actualmente cancelada),
posteriormente fue explotada en la carrera espacial aunque no fue hasta su uso en la industria
de la automoción que no se divulgó y popularizó como parte de la cultura industrial básica.
Fue ford la primera compañía del sector que aplicó la técnica, en su caso a la mejora del diseño
del modelo pinto que desarrolló como vehículo compacto para competir con modelos
extrangeros y que resultó muy controvertido por supuestos problemas de seguridad
relacionados tanto con el encarcelamiento de los pasajeros como con la probabilidad de
incendio en caso de impacto trasero.
Para que no hagamos idea de la repercusión social que tuvo estos supuestos defectos de
diiseño baste mencionar que incluso se ha utilizado como recurso humorístico en parodias
cinematográficas como top secret que, al margen de otras críticas no duda en introducir en la
segunda guerra mundial un coche que apareció por primera vez en 1970.