2. Cuando niña vivía en una familia muy unida, éramos mi padre, madre,
dos hermanos y mi abuelita.
A los quince años de edad, mi padre decidió irse de la casa, se fue sin
avisarnos y no sabíamos a donde estaba.
Y empezamos a sufrir su ausencia y muchos problemas económicos.
En el año 2000 yo estaba estudiando música, a pesar de la miseria que se
vivió en mi casa, tuvimos tres años sin luz ni agua, estábamos a expensas
de la buena voluntad de nuestros vecinos, añorando a mi padre, sin saber
nada de él.
3. Mi abuela y yo empezamos a orar a Dios, a pedirle que nos diera el dinero
para pagar los servicios cortados y que nos ayudara, que el fuera el
padre que no teníamos.
Yo mantenía muy triste, y le decía a Dios: “por que mi padre nos dejo” y
Dios me decía : “Yo siempre he estado contigo y soy tu padre”, estas
palabras me alentaban y Dios empezó a ser nuestro proveedor, le
dejamos nuestras cargas a El.
Cumplidos los 3 años sin servicios, el gobierno saco una ayuda y la llamo
–el papayaso- consistía en dar facilidades de pago y nos acogimos a
este plan y dimos la cuota inicial, y teníamos que seguir pagando cuotas
moderadas, pero paso 8 meses y no llegaba ningún recibo para pagar
4. Entonces decidí ir a ver porque no venia los recibos, y cual fue mi sorpresa
cuando en la oficina me dijeron que no debíamos nada, que todo estaba
pago.
Y mi abuela y yo empezamos a darle gracias a nuestro proveedor y
empezamos a orar para erradicar la pobreza, la tristeza de mi casa y Dios
se fue manifestando grandemente en nuestras vidas.