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Mensaje a la comunidad de la universidad católica – agosto de 1984.
1. Mensaje a la Comunidad de la Universidad Católica
1. Los Obispos del Paraguay, movidos por nuestra responsabilidad pastoral, deseamos acompañar más
de cerca, dentro de nuestras limitaciones pero con la mayor solicitud posible, el proceso de crecimiento de
nuestra Universidad Católica: ella es, en efecto, una de las obras más importantes de nuestra Iglesia,
creada y regida por el propio Episcopado, para suscitar una contribución cristiana al mundo de la cultura y
de la educación superior.
En este propósito, los Obispos deseamos dar continuidad a los esfuerzos de nuestra 101ª Asamblea
Plenaria, de Agosto de 1984, que, a través de una revisión y evaluación de la vida universitaria, quiso
emprender una seria reflexión sobre el provenir de nuestra casa de Estudios.
2. La realización, en el mes de Agosto de 1985, de la Asamblea Universitaria, que, de acuerdo con los
Estatutos de la Universidad Católica, habrá de elegir la terna de candidatos para los cargos de Rector y
de Vice-Rector, nos da oportunidad de continuar esa reflexión.
A nadie es ajena, en efecto, la importancia de ese acontecimiento, y es interés de todos que la
Universidad Católica cuente, en cargos tan relevantes, con personas calificadas para guiar el
desarrollo académico, cultural y pastoral de la comunidad universitaria en las circunstancias particulares
que se vivirán en los próximos años.
3. La consecución de los fines de la Universidad Católica depende no sólo de la constante preocupación
pastoral de los Obispos; sino, fundamentalmente, de la participación, integración y mutua colaboración de
todos los componentes de la comunidad universitaria.
Por esta razón, los Obispos, al dar sus Estatutos a la Universidad Católica, hemos querido, haciendo
confianza a los miembros de la comunidad universitaria, que fueran ellos mismos quienes, a través de sus
delegados, con autonomía y en forma democrática, apuntasen los candidatos para las funciones
superiores.
4. Es esta una responsabilidad importante, plena de significado en un país como el nuestro; que debe ser,
también, testimonio del valor de la libertad y de la madurez de los que se preparan para ser constructores
de la sociedad.
Los Obispos esperamos y deseamos, por eso, que esa responsabilidad se ejerza como una digna
competición de criterios no partidarios ni sectarios sino programáticos, culturales y eclesiales sobre la
vida universitaria -competición que es normal en todo proceso eleccionario llevado con libertad-; pero al
mismo tiempo, buscando, más allá y sobre todo; el mejor cumplimiento de los fines de la Universidad
y meditando con realismo en las exigencias de una Universidad joven como la nuestra que llega a una
etapa delicada de transición hacia su forma definitiva.
5. Los Obispos hemos dado, en la mencionada, Asamblea Plenaria de Agosto de 1984, una serie de
Orientaciones para un adecuado reordenamiento de la vida universitaria, interpretando, con la ayuda de
representantes de los propios cuerpos universitarios, aquellas exigencias del momento.
Tales Orientaciones se referían al cumplimiento de los fines de la Universidad, señalando medidas
destinadas a corregir y encausar las consecuencias de un crecimiento excesivamente rápido sobre
la calidad de la educación que se imparte y su contenido cristiano; se referían asimismo a una revisión de
la estructura de dirección y de gobierno, a una diversificación, en este nivel de funciones y
de responsabilidades y a la búsqueda de un equilibrio entre unidades de la Capital y del Interior del país –
todo ello con oportunos ajustes estatutarios y reglamentarios; abordaban la situación económico-
2. administrativa, pidiendo la organización de nuevos mecanismos de financiación y de control; y disponían
normas para jerarquizar, reorganizar y desarrollar la pastoral universitaria, sin la cual es impensable el
progreso de una Universidad Católica.
6. El conjunto de estas Orientaciones constituye la base de un programa que los Obispos esperamos se
lleve a ciudadosa ejecución en estos años próximos por parte de los responsables universitarios a todos
los niveles.
No debe extrañar, en consecuencia, que los Obispos pidamos a la Asamblea Universitaria que tenga
especial preocupación, al componer las ternas de candidatos, en que éstos sean hombres
lealmente dispuestos a afrontar con lucidez, socilitud y eficacia las reformas que esas Orientaciones
señalan, promoviendo la más extensa participación de todos en la comunidad universitaria y manteniendo
un constante diálogo con la Jerarquía.
La implementación de esas reformas será materia de evaluación periódica de la Conferencia Episcopal;
los Obispos consideramos que el período siguiente será decisivo para consolidar en forma más seria y
auténtica esta Institución, en la que la Iglesia deposita grandes esperanzas.
7. Confiamos, pues, a todos Ustedes, autoridades y miembros de la Universidad Católica, estas
reflexiones, para que ellas motiven las consideraciones que deben hacerse en vísperas de la
Asamblea Universitaria. Estamos seguros de que, con responsabilidad y espíritu cristiano, sabrán
Ustedes hacer que ese evento constituya una ocasión más de progreso en las línea de los ideales
comunes a cuantos participan en la noble misión universitaria.
Asunción, agosto de 1984
Por la Presidencia de la CEP.
Monseñor Ismael Rolón
Arzobispo de Asunción, Presidente de la CEP
y Gran Canciller de la Universidad Católica