1. Dice que su adicción a la tecnología empezó antes de Internet, con los videojuegos. “Como me sentía menos que el resto, trataba de
ser mejor en algo y me pasaba el día entero en los fichines, tratando de superarme”, recuerda Fernando. Eso le impidió terminar el
secundario.
Pero lo peor, explica, empezó con las computadoras y los juegos en red, porque se hizo tan dependiente que casi dejó de dormir y
de bañarse, empezó a consumir cocaína para mantenerse despierto, se aisló de sus afectos y toda su vida empezó a derrumbarse.
“Trabajaba como lavaplatos en un restaurante, pero iba a jugar al cyber ocho horas por día, cuatro antes y cuatro después del
trabajo, hasta enganchar la promo y seguir hasta la madrugada. Después dormía sólo tres horas y al día siguiente todo se repetía”,
relata.
Así estuvo 10 años, desde los 18 hasta los 28. Cuando vivía con sus padres, podía pasar hasta tres días sin volver a su casa. Luego se
mudó con su pareja, pero solía mentirle e inventaba excusas para usar la computadora. “A veces me daban dos días de franco -
recuerda-, pero a mi señora le decía que tenía que trabajar, y me iba al cyber 16 horas seguidas”.
“Llegó un punto en que hasta soñaba con los juegos. También me irritaba mucho si perdía. Una vez me calenté tanto que le di una
piña al monitor y terminé con la mano cortada”, afirma. Cuando su pareja lo dejó y la adicción a sustancias se le hizo incontrolable,
aceptó internarse en la Fundación Manantiales, donde ahora lleva seis meses intentando controlarse.