1. Las personas tendemos a fijar un límite para todo, hemos llegado al extremo de limitar el poder de Dios.
Limitamos eso que ante nuestros ojos y según nuestro juicio nos parece imposible, nos paceré que es la forma
acertada de demostrar que sabemos lo que sucederá.
Para mi hay algo que no tiene límites y que nunca lo ha tenido y día a día descubro una nueva historia que
muestra que no me equivoco. El amor no tiene límites, el amor sobrepasa cualquier tipo de barrera que se le
ponga en frente.
El amor es sufrido, entonces pienso en las veces en que nos equivocamos y Dios nos perdonó, pues vio nuestro
sufrimiento. Cuando se quiere a alguien verdaderamente, no importa el daño que nos haya causado si lo pide le
entregaremos nuestro perdón y nuestro amor nuevamente. Seremos capaces de comprender y justificaremos todo
lo que nos parezca razonable, estaremos esperando por tener esa oportunidad de demostrarle al otro que aun
con sus defectos y sus errores, no abandonara jamás el lugar que le corresponde en nuestro corazón.
Hay ocasiones en que solo nos importaría estar bien, así con ellos, cerca de sus sentimientos, siendo capaces de
leer y entender sus emociones, la reacciones; y apropiarnos de lo que piensen, para que se vuelva a nuestro
favor, pero una vez más nos damos cuenta y recordamos que no depende de nosotros, podemos ser significativos
en sus vidas, haber marcado con un acontecimiento importante, aun así, ellos deciden si tomar eso importante y
atesorarlo u olvidar nuestras intenciones y dejar que el tiempo se lleve el anhelo de volver a relacionar todo.
Cuando no estas cerca de aquel que se llevó tus ilusiones y tus sueños, todo, todo, te parece innecesario y sin
sentido. La angustia se apodera de tu corazón y sientes ese nudo incomodo en la garganta, sabes que harías
cualquier cosa por volverlo a ver y te arrepientes; te arrepientes porque sabes que no serias capaz de
interrumpir la voluntad de Dios de esa manera.
Quieres correr, pero tus pies no alcanzan a tocar el suelo, quieres volar, pero tus alas aún no están listas para
alzar ese vuelo, tan profundo, intenso y que sin duda no tendría vuelta atrás, se derrama la ansiedad en tu vida y
te quedas ahí, sin hacer nada. Todos saben lo que te sucede, sin embargo no se interesan por hacer algo al
respecto, en el fondo, tú también sabes, que aunque movieran las montañas de un lado a otro o pintaran el cielo
de tu color favorito, nada cambiarían. Tu anhelo seguiría siendo el mismo, entonces comienzas a desear que la
hora en que esto termine llegue pronto, porque estas consciente de que esto no es normal, que no está bien, que
no puedes reaccionar de esta manera, que este no es el sentido de tu vida, que esta no es la solución.
Tomas un respiro y comienzas de nuevo, analizando cada punto, desde donde perdiste el control, intentas reírte,
pero no te sale. Tu corazón está un poco más comprometido esta vez y ahora lo sientes y te das cuenta. Pero
sigue el optimismo, esquivas otra vez este laberinto y entregas a Dios la salida.