2. El re-sentimiento, como dice el vocablo, es
volver a sentir una experiencia
Desafortunadamente no se trata de un sentimiento grato.
3. Es una carga amarga de
odio y rencor
Se introduce en nuestro interior cuando
hemos sido, o creemos que fuimos
maltratados.
Eso produce que estamos “amargados”.
Cualquiera puede percibir nuestra amargura
aunque sea un extraño.
4. Todos hemos tenido experiencias
desagradables
Si alguna situación o persona nos hizo daño o nos dejó un mal sabor. La
reacción hacia esa situación o persona puede marcar la diferencia entre la
felicidad y la desdicha.
5. Tú decides:
Pasar por alto, o no tener en cuenta lo ocurrido.
Arreglar el asunto.
Perdonar.
Resentirte y guardar rencor por ello.
Recordar y repasar en tu mente, una y otra vez, lo
sucedido, casi con miedo a que se te vaya a olvidar.
6. Algún aburrido oyente, o más de uno,
escuchará tus penas una y otra vez
El resentimiento nutre tu raíz de amargura, que al brotar:
Hace que no te pacen cosas buenas o las buenas que te pasan no las podes ver
Hay infelicidad.
Te hace que tengas dificultad de amar.
Las amarguras quitan tu paz y ponen un muro entre vos y la felicidad.
7. Cuida tus pensamientos
Cuida los pensamientos de tu mente que nutren el jardín de tu corazón.
Si los abandonas al azar, las malas hierbas crecen por todas partes, si no arreglas
tu jardín de forma metódica y constante, luego es mucho más trabajo arreglarlo.
8. Las raíces no se ven porque están bajo tierra,
pero no significa que no existan
Cuidar un jardín es cuestión de hacer con regularidad y a tiempo los trabajos de
mantenimiento.
Crecen malas raíces entre piedras y huecos donde no imaginas que pueden
crecer. Se meten en lugares que luego no sabes cómo sacarlas, algunas las
arrancas, parece ser que ya no las ves, pero queda un poco y vuelven a salir.
Es un error descuidarlo un tiempo, arreglarlo toma esfuerzo arduo, y has de
esperar a que él mismo, con el tiempo, vuelva a florecer y dar fruto.
9. Así es en los jardines de tu vida:
El jardín de tu familia
El jardín de tu trabajo
El jardín de tus amistades
El jardín de tu iglesia
El jardín de tu clase
Cuando no los cuidas, crecen las raíces malévolas que destruyen matrimonios, crecen
odios entre padres e hijos, dividen amistades de toda la vida, arruinan empresas. Por
haber dejado crecer esas raices.
10. El resentimiento es una ira desplazada
Estás enojado sin saber que es fruto del resentimiento.
Tus energías y pensamientos están en una actitud de enojo.
No hay alegría, creatividad, ni fuerza positiva en tu vida, debido al
resentimiento.
11. Inicialmente el resentimiento
pasa inadvertido
Es una enfermedad que si no la diagnosticas
regularmente, sólo la detectas cuando ya está muy
avanzada.
Lleva a la ruina emocional, depresión, ansiedad,
estrés.
OJO: Pude ser mortal y llegar a la violencia, suicidio,
asesinato…
PERO: Siempre tiene cura si se cuida.
12. Analízate para ver si tienes
resentimientos
Quizás no te des cuenta; y como no sabes que los tienes, es
más fácil que sigan creciendo.
Escucha a alguien cuando te mencione o insinúe que tienes
alguna amargura.
Es obvio, todo el mundo se da cuenta menos tú.
Sólo un buen amigo te lo dirá, seguramente con cautela, pues
un amigo verdadero seguirá a tu lado aun después de conocer
tus defectos.
Si sospechas que sufres de amarguras presta atención a alguna
indirecta de un amigo, o de un adversario que te lo dice a la
cara y de mala manera; no te enojes, analiza si quizás en algo
está en lo cierto.
13. El resentimiento es un
enemigo invisible
El resentimiento es el fruto sin cosechar del
enojo, y se manifiesta con el pasar del
tiempo.
Crece como un tumor en nuestra mente y
corazón.
Vigila que no lo tengas.
El que no lo veas no quiere decir que no
exista.
14. Alguna vez habrás albergado cierto rencor
contra:
Uno o varios de estos:
Otras personas
Tú mismo
Dios (seas creyente o no)
La sociedad
15. Se manifiesta por:
Algo que te han hecho. Y con frecuencia tienes razón.
Por malentendidos. Es mejor asumir eso en primera instancia. No llegues a
conclusiones basándote en sospechas.
“Ante todo guardaros de las sospechas, porque éste es el veneno de la amistad”
Agustín de Hipona, sigo V
16. Las raíces de amarguras
pueden
ser contra:
Un amigo cercano.
Un familiar.
Un socio que sientes que te ha estafado.
Un jefe que no valora tu trabajo.
Cuando hay abuso sexual.
Una persona con la que has trabajado por un ideal religiosos o político.
El marido que cree que si su esposa le sigue tratando así no va a aguantar más.
El hijo/a rebelde que se va de casa quejándose de que sus padres son injustos.
Cuando hay violencia familiar.
Cuando un conyugue es infiel.
17. Hay otro resentimiento,
el dirigido a uno mismo
Es la incapacidad para perdonarse a si mismo, aún cuando los demás
ya le han perdonado.
Todo está perdonado pero en vez de seguir adelante a nuevos
horizontes, lleva ese peso, repitiendo la frase: “Me lo tengo merecido”.
Culpable de no aceptar ser perdonado, vive deprimido.
Es un error ir por la vida creyendo que debemos pagar por cada uno de
nuestros errores, creer merecerse una vida desgraciada.
El arrepentirse no hará retroceder el tiempo y deshacer el mal hecho.
Pero despojarse de la carga de la condenación es la antesala a la paz
interior.
18. El resentimiento
te perjudica
Al guardar rencor, RE-SIENTES una y otra
vez, como si te pasará de nuevo el
agravio.
RE-VIVES la mala experiencia cientos de
veces.
Además de ser víctima de lo que se te
hizo (en caso de ser así), eres victima de
lo que te haces a ti mismo al no perdonar.
Será el principio de muchos otros males.
19. Amarga tu vida y
la de otros
No saber controlar o deshacerte de tu enojo o rabia,
pasa factura a tu salud mental y física.
Es un globo que se va hinchando hasta que puede
explotar por cualquier pequeñez.
Si no haces nada por corregir el resentimiento que te
amarga, llega un punto en que quieres compartir tu
infelicidad con otros.
Busca prosélitos, la miseria debe ser compartida.
20. El resentimiento es como beberse un veneno
esperando que así se muera el otro
21. El resentimiento puede evolucionar y
buscar nuevos culpables
Cuando la situación se hace inaguantable a
nuestros ojos, nos enojamos o culpamos a otros
por no compartir nuestra amargura.
O culpamos a Dios, que “supuestamente” nos ama,
pero “dejó que nos sucediera este mal que ha
arruinado nuestra vida”. Se pasa al: “Estoy enojado
con Dios”, incluso si eres ateo, o por eso lo eres.
¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Debe haber más
culpables que podían haber evitado tal
acontecimiento.
22. Prevención:
Hace las paces, arregla el malentendido, o si no consideras que eres culpable,
perdona y pasa página.
No acumules tu enojo de un día para otro. Mira de reconciliarte antes del
anochecer.
Si oscurece y tu enojo continúa, fermentará toda la noche, se agrandará y
probablemente al día siguiente estarás aún más enojado y amargado. Has re-
sentido y re-vivido la experiencia una y otra vez, tumbado en la cama sin otra
distracción para no pensar en el re-sentimiento y tu ira.
23. ¿Qué te perdone yo?
Consideras en tus adentros, en un continuo monólogo, que no es justo perdonar al
ofensor por lo que hizo. No se lo merece.
Guardas resentimiento, y la lista de agravios aumenta con el tiempo a medida que
recuerdas cosas anteriores o levantas sospechas y actos nuevos, ciertos o no.
24. El amor deja morir el pasado. Motiva a empezar de nuevo sin
preocuparse por el ayer. No tiene que aclarar ningún
malentendido. Los detalles se vuelven intrascendentes, y lo único
que importa es empezar de nuevo. Da igual que queden cuentas
sin saldar y diferencias por resolver, no cuadren las cuentas o no
se lleguen a aclarar los desacuerdos en la memoria de unos y
otros. El pasado se pone borroso y sólo importa el futuro. El
poder del amor no convierte en historiadores quisquillosos.
Prefiere tejer con los cabos sueltos del pasado —sean aciertos o
errores— lazos de perdón e impulsa a comenzar otra vez.
(Lewis B. Smedes)
25. Perdona
Cuando perdonas sinceramente dejas de
considerar que la persona que te ha ofendido tiene
una deuda contigo.
Perdonar no es olvidar, es no exigir penalidad por
ello.
A veces, después de perdonar, se guarda en el
cofre de los recuerdos todo lo ocurrido pero ya no
duele.
No tienen que pedirte perdón, ni estar
arrepentidos, para perdonar.
No significa que estás de acurdo con lo que se
hizo.
26. El Perdón
Perdón viene del latín per (pasar) y donāre (donar, regalar). Es una condonación
o remisión de una falta, ofensa, demanda o castigo
Exime al culpable de una obligación.
El perdonante, que considera haber sufrido una ofensa, decide a petición del
ofensor o no, no tener resentimiento hacia el ofensor, y hacer cesar su ira o
indignación contra él. Renuncia a reclamar un castigo.
27. Acostúmbrate a perdonar
La persona que no perdona es siempre la que sale perdiendo. Sale más mal parada
que la culpable.
El rencor es un acido que corroe a su recipiente.
Destruir archivos rencorosos de “historia” evita la “histeria”.
El tiempo no lo cura todo.
Al perdonar nos beneficiamos a nosotros mismos.
Si no quieres de viejo llegar a ser una persona amargada y protestona, ve
moldeando ya una personalidad tranquila y agradable. Pon fin a tu mal genio antes
de acostarte, o acumularás una carga negativa de día en día.
28.
29. Pide
perdón
Si eres culpable, pide
perdón.
Cuando dejas de
arrepentirte, dejas de
crecer como persona.
Quien se lamenta de
verdad, llora sin testigos.
30. Renuévate
Da un paso mental, emocional y a veces físico.
Libérate de tus sentimientos de malevolencia
contra esa persona.
Puedes hacerlo de tres formas:
1- Resolver perdonar a solas.
2- Decirlo directamente a la persona.
3- Contarle todo a alguien, descarga tu
corazón, para liberarte, no para atacar a tu
ofensor.
31. ¿Reconciliarnos?
Es el último paso.
Cuando perdonas totalmente es mucho más fácil
reconciliarse.
Varía de un caso a otro.
Lo mejor es esforzarnos por renovar la amistad
con la persona que nos hizo daño.
Cuando el ofensor no está arrepentido, la
reconciliación es difícil o no aconsejable.
Si alguien está enojado u ofendido por algo que
has hecho o dicho, o te guarda rencor, aunque
creas que no es tu responsabilidad arreglar las
cosas con alguien a quien consideras no haber
ofendido. O sabes que lo está pero consideras
que es asunto de él y su conflictiva personalidad,
no te laves las manos del asunto. Toma la
iniciativa para la reconciliación.
32. ¿Hay raíces de resentimiento que ofuscan tu
vida y te roban felicidad?
¿Estás enojado con otros o contigo?
Soluciónalo, cambia de pensamiento,
despréndete de ese peso