Las redes sociales han permitido mantener conexiones globales por casi 15 años, pero también han llevado a algunos a obsesionarse con la búsqueda de fama y likes. Un estudio encontró que personas con baja autoestima, dependencia emocional o tendencias narcisistas tienden a compartir excesivamente en redes para ganar validación y atención. Esto puede deberse a que las redes ofrecen un filtro para moldear la imagen pública y recibir reconocimiento ajeno en lugar de enfocarse en la propia opinión.
1. N
o podemos negarlo, las redes socia-
les se han convertido en nuestro fiel
compañero. Si bien todos tenemos al-
gún conocido que se ha enajenado con
ellas, la mayoría hemos caído en estas
“trampas” digitales, creando perfiles
en cuanta red social se convierte en tendencia.
Por casi 15 años, las redes sociales nos han permitido
mantenernos conectados con gente alrededor del mun-
do, informarnos de lo que acontece globalmente, buscar
empleo, denunciar injusticias y hasta encontrar el amor.
INFINITAS POSIBILIDADES DE SER
Las redes sociales se han convertido en incubadoras de
talentos emergentes. Y aunque algunos son verdaderos
influencers (personas con gran presencia y credibilidad
en redes sociales) que han logrado hacer de las redes su
nicho ideal de trabajo, también existen los que con un
solo post lograron 5 minutos de trivial fama y, a partir de
ahí, decidieron crear estrategias con el objetivo de obte-
ner el santo grial de las redes sociales: millones de likes,
legiones de seguidores y reconocimiento digital.
A diferencia de la vida real, el mundo virtual ofrece un
“filtro” que permite moldear la personalidad que mos-
tramos en pantalla. Tú controlas lo que compartes y, con
ello, la imagen que “quieres” transmitir de ti mismo.
¿INCESANTE BÚSQUEDA DE FAMA DIGITAL?
Fueron largas horas las que pasó María (diseñadora gráfi-
ca, 27 años) evadiendo su trabajo en la oficina y eligiendo
la fotografía en la galería de su instagrammer favorita, a la
que podría recrear o copiar sin parecer demasiado obvia.
Estudió la pose de la persona en la instantánea, la ropa
que vestía y todos los detalles en la imagen. Lo pensó
bastante, a pesar de que no era la primera vez que dejaba
que sus seguidores la vieran con poca ropa: sí, debutaría
mostrando sus pechos con una blusa transparente.
Cuando María decidió que la foto estaba lista, cru-
zó los dedos y compartió la imagen acompañada de un
mensaje motivacional muy ad hoc con la filosofía de
moda: el amor propio. Durante los primeros minutos la
fotografía pareció un éxito, pero luego de media hora los
likes dejaron de llegar. Sin pensarlo demasiado, María
decidió borrar su publicación, así, sin más, y optó por
LO QUE
TU BÚSQUEDA
DE LIKES
DICE TI
Narcisismo, ansiedad y baja autoestima son tan sólo
algunos de los trastornos psicológicos que se ocultan
detrás de cada una de tus publicaciones en redes sociales.
POR KAREN LUNA
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A FONDOA
2. regresar al principio: copiar, igualar, seguir y replicar al-
guna foto de la galería de otro influencer digital.
Ni María, ni tu colega del trabajo que es capaz de
interrumpir juntas importantes para subir fotos de co-
mida, ni tu compañero que se pasa el día entero haciendo
check-in vaya a donde vaya, ni tu amiga cuyo Facebook
más que una red social parece un catálogo de selfies en
el gimnasio, ninguno de ellos son youtubers, instagram-
mers, blogueros, tuitstars, vloggers (videoblogger) ni
mucho menos influencers, pero sí comparten caracterís-
ticas psicológicas que han sido analizados por diversos
expertos.
LAS RAZONES DEL (AUTO)RECONOCIMIENTO
Un estudio realizado en 550 usuarios de Facebook en
Estados Unidos reveló que quienes comparten excesiva-
mente fotografías con su pareja tienen baja autoestima
y son dependientes emocionales; los individuos neuró-
ticos acuden a la red buscando validación y atención;
quienes presentan tendencias narcisistas usan sus ac-
tualizaciones para presumir sus logros (como dietas
o rutinas de ejercicios); quienes publican muchas selfies
son más narcisistas y presentan síntomas de crisis de
identidad, incluso se identificó que algunos muestran
tendencias psicopáticas.
Según Baroness Greenfield, neurocientífica y profeso-
ra en Oxford, los usuarios que comparten qué comieron,
desayunaron, vieron, leyeron, escucharon, o que sim-
plemente alardean sobre el lugar en donde están en ese
momento, actúan como un niño diciendo “Mira, mami,
mira lo que hice”. Esto genera individuos obsesionados
con lo que los demás (en su mayoría desconocidos) pien-
san de ellos, en lugar de sujetos que le dan prioridad a lo
que ellos mismos opinan de sus vidas.
¿HASTA DÓNDE NOS PUEDE LLEVAR
ESTA OBSESIÓN?
Compartimos momentos cotidianos, fiestas, salidas,
viajes e incluso situaciones en las que no estamos felices;
sin embargo, ante una cámara, algunas personalidades
se inclinan por mostrarse excesivas. Esto forma parte
de nuestra personalidad virtual que, según el psicólogo
Ervin Goffman, usamos como reflejo del verdadero ser,
tanto para idealizarnos como para agradar a otros y, por
ende, conseguir atención a través de un like.
Según esta idea, a usuarios como María los likes les
permiten autoafirmarse como personas. Cada like (para
quienes dependen de las redes sociales para construir su
autoestima) se convierte en una forma de acallar insegu-
ridades. Goffman explica que esto refleja a un narcisista
en constante búsqueda por convertirse, incluso, en una
“minicelebridad”. Su satisfacción reside en ser seguido
por un gran número de personas, por lo que siempre está
al pendiente de sus seguidores y en constante búsqueda de
su adulación. “Es casi como si las personas vivieran en un
mundo que no es real, un mundo en el que lo que cuenta
es lo que los demás piensan de uno”.
Sin embargo, la satisfacción de haber logrado miles de
likes o comentarios no tiene un límite, pues los expertos
aseguran que cuando se tiene esta falta de seguridad en uno
mismo, los números nunca parecen ser suficientes.
“Hemos tenido en el hospital pacientes deprimidos
realmente porque los ignoran, porque rechazan sus men-
sajes o imágenes en el muro. Y entonces piensan que ya no
tienen nada: el mundo se acaba para ellos”, asegura Cecilia
Bautista Rodríguez, subdirectora de Enseñanza, Inves-
tigación y Capacitación del Hospital Psiquiátrico Fray
Bernardino Álvarez de la Secretaría de Salud.
Así, la sed de fama puede llevar al usuario a poner en
riesgo su vida misma con tal de conseguir una imagen dig-
na de millones de likes. Hay algunos que incluso buscan
y publican su propia muerte… Pero esa es otra historia.
*Sigue la continuación de la búsqueda de fama digital
en la edición de junio.
“Se cree influencer,
tiene 20 mil followers
y a más de la mitad
les pagó para que
la siguieran. Pobre.”
Jimena, 30 años
MERCADÓLOGA
“Cuando voy de viaje
primero visito
los lugares más
instagrameados
y luego los que
realmente me
interesa conocer.”
ERIKA, 23 AÑOS
COMMUNITY
MANAGER
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