2. En un inmenso castillo
vivía un hechicero que se
dedicaba únicamente al
estudio de las fórmulas
mágicas. No permitía que
nadie fuera a visitarlo y
sólo aceptaba la compañía
de su joven ayudante,
Daniel, un joven que no
entendía bien las
actividades de su
maestro.
3. En una ocasión, el mago tuvo que
salir a un largo viaje en busca de
plantas para una poción secreta.
Antes de partir le hizo
recomendaciones a Daniel: no debía
abrir la torre donde él trabajaba,
no tocar sus libros. Le encargo que
limpiara algunas habitaciones del
castillo.
- es una gran responsabilidad,
pero se que podrás cumplirla sin
ningún problema - le dijo.
4. Durante los primeros días Daniel
siguió las instrucciones. Pero dos
semanas después comenzó a sentir
fastidio por las tareas de limpieza.
Así que una tarde subió a la torre
lleno de curiosidad. Sobre la mesa
halló el libro con las anotaciones del
hechicero. Emocionado por el
hallazgo, pensó que podría convertirse
en un mago, se puso la túnica de su
maestro y, subido en un banco de
madera, comenzó a leer el libro. No
entendía las palabras, pero las
pronuncio en voz alta sin darse cuenta
de que eran mágicas. De repente, la
escoba y el balde se presentaron y le
dijeron a Daniel que estaban a sus
órdenes.
5. Daniel se asusto un poco, pero
pensó aprovechar la situación.
Para limpiar tenia que cargar
agua, y le deba flojera. Así
que les dio instrucciones de
hacerlo.
El balde y la escoba iban y
venían, iban y venían. Después
de algunas vueltas ya había
agua suficiente para limpiar, y
Daniel les pidió que no
trajeran más pero como sólo
entendían palabras mágicas no
le hicieron caso y siguieren
cargando agua sin parar
6. Al cabo de un rato ya cubría todo el
castillo, Daniel se asusto y comenzó a
gritar ¡¡auxilio!! ¡¡auxilio!!
En ese momento llego el hechicero
pronuncio las palabras mágicas y todo
volvió a la normalidad.
Instantes después el maestro reprendió
a Daniel: “esto debe enseñarte que antes
que aprender magia y hechicería, tienes
que aprender a cumplir con las
RESPONSABILIDADES que se te
encomiendan”
7. La responsabilidad es un valor que está en la
conciencia de la persona, que le permite
reflexionar, administrar, orientar y valorar
las consecuencias de sus actos, siempre en el
plano de lo moral. Una vez que pasa al plano
ético (puesta en práctica), se establece la
magnitud de dichas acciones y de cómo
afrontarlas de la manera más positiva e
integral, siempre en pro del mejoramiento
laboral, social, cultural y natural.
La persona responsable es aquella
que actúa conscientemente siendo él
la causa directa o indirecta de un
hecho ocurrido. Está obligado a
responder por alguna cosa o alguna
persona.