La guerra entre Chile, Perú y Bolivia en 1879 se debió principalmente al expansionismo chileno y su ambición por los yacimientos de salitre y guano en Perú y Bolivia. Aunque Chile usó como pretexto un impuesto boliviano a la exportación de salitre, las verdaderas causas fueron el apoyo de potencias europeas como Inglaterra a Chile y su oposición a la política peruana. Perú trató de mediar diplomáticamente para evitar la guerra, pero Chile ya había declarado la guerra a Perú y Bolivia para ap
1. ANTECEDENTES DE LA GUERRA
La guerra desencadenada por Chile contra el Perú y Bolivia en 1879 fue denominada
Guerra del Pacífico por el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna y así se ha
impuesto en la historiografía actual, pero se trata de una denominación equívoca, pues
no fue una guerra absolutamente marítima, sino que la mayor parte de las acciones
militares se desarrollaron en escenario terrestre, y se definió en el mismo. La más
apropiada es la denominación que le dio el historiador peruano Mariano Felipe Paz
Soldán, en una de sus obras: la Guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. Otro
historiador, el venezolano Jacinto López, la definió también de manera acertada: la
Guerra del guano y del salitre.
Efectivamente, está fuera de duda de que la causa principal de la guerra fue el
expansionismo chileno: Chile ambicionaba los yacimientos peruanos y bolivianos de
salitre, y adicionalmente, los de guano, que por entonces alcanzaban precios ingentes
en el mercado mundial. Pero no se habría lanzado a una aventura como esa si no
hubiera sido movido, armado, preparado y animado por las potencias europeas,
principalmente Inglaterra. Las razones por las que las potencias europeas se pusieron
contra el Perú fueron las siguientes:
La política salitrera peruana, contraria al liberalismo propiciado por Inglaterra y
otras potencias.
Las maniobras antiperuanas de los acreedores del Perú, principalmente
Dreyfus.
La interrupción de los servicios de la deuda externa peruana.
En cuanto al pretexto esgrimido por Chile, fue el famoso impuesto de 10 centavos por
quintal de salitre exportado, que Bolivia impuso a la Compañía de Salitres y Ferrocarril
de Antofagasta, empresa con capitales chilenos asentada en el litoral boliviano. A decir
de Chile, este impuesto violaba el Tratado boliviano-chileno de 1874, que prohibía
elevar los impuestos durante 25 años a los ciudadanos chilenos. Bolivia argumentó que
la compañía no era «ciudadano chileno» sino una sociedad mercantil constituida de
acuerdo a las leyes de Bolivia, y sujeta, por lo tanto, al ius imperium de ésta. Ante la
2. negativa de la Compañía a pagar el impuesto, el gobierno boliviano reivindicó las
salitreras y anunció el remate de las propiedades y material de la compañía (1 de
febrero de 1878). El gobierno de Chile inició entonces las hostilidades, enviando a su
flota a Antofagasta, donde desembarcaron sus tropas. Todo el litoral boliviano fue
ocupado por los chilenos. El Perú envió una misión diplomática para mediar en el
conflicto, la misma que estuvo encabezada por José Antonio de Lavalle y que fue
vejada por una turba desaforada al arribar a Valparaíso. El gobierno chileno no aceptó
la mediación peruana y adujo que acababa de descubrir la existencia del Tratado de
Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia de 1873, lo cual era falso, pues si bien dicho
pacto fue firmado con carácter de secreto, lo cierto es que la cancillería chilena estuvo
desde un principio al corriente del mismo. La versión chilena sostiene que el Tratado
peruano-boliviano de 1873, si bien era defensivo en la forma, era ofensivo en el fondo,
por lo que considera la mediación de Perú como una forma de ganar tiempo, mientras
se realizaban preparativos de guerra. Sin embargo, la cruda realidad era que el Perú no
tenía ningún interés en ir a la guerra, ya que se hallaba sumido en una total bancarrota
y era consciente de su inferioridad bélica; por ello el presidente Prado agotó todos los
recursos para solucionar el conflicto por la vía diplomática, pero fracasó ante la
intransigencia chilena. Chile exigió al Perú que se mantuviera neutral en el conflicto, a
lo cual el Perú se negó pues el Tratado de 1873 lo obligaba a ayudar a Bolivia. Acto
seguido, Chile declaró la guerra al Perú el 5 de abril de 1879; ya Bolivia lo había hecho
a Chile, el 14 de marzo.
A partir de este momento dio comienzo la guerra, en la cual se pueden distinguir cinco
fases.