"El pehuenche y el cóndor":
Hace mucho tiempo, en lo alto de las montañas de Chile, vivía un joven pehuenche llamado
Kuri. Kuri era un cazador habilidoso y un buen amigo de los animales. Siempre se aseguraba de
que cazaba sólo lo que necesitaba y nunca maltrataba a los animales.
Un día, mientras cazaba en las montañas, Kuri encontró a un cóndor herido en el suelo. Se
acercó con cautela al ave y se dio cuenta de que tenía una herida en una de sus alas. Kuri sabía
que no podía dejar al cóndor herido allí, por lo que lo llevó a su hogar y lo cuidó hasta que se
recuperó.
Desde entonces, el cóndor y Kuri se convirtieron en amigos inseparables. El cóndor ayudaba a
Kuri a encontrar animales para cazar y le mostraba los mejores lugares de la montaña. Kuri, por
su parte, cuidaba del cóndor y lo protegía de cualquier peligro.
Sin embargo, un día, los cazadores blancos llegaron a la montaña. No respetaban a la
naturaleza ni a los animales y cazaban sin límites ni ética. Kuri y el cóndor estaban decididos a
proteger la montaña de estos cazadores y luchar por su hogar.
Juntos, Kuri y el cóndor comenzaron a sabotear las trampas de los cazadores y a alejar a los
animales de los lugares donde los cazadores estaban esperando. Los cazadores se frustraron y
decidieron cazar al cóndor como trofeo de caza.
Kuri sabía que tenía que hacer algo para salvar a su amigo. Reunió a sus amigos y a la gente de
su aldea y juntos, planearon una emboscada para los cazadores. Finalmente, lograron atrapar a
los cazadores y los obligaron a jurar que nunca volverían a cazar en la montaña de nuevo.
Kuri y el cóndor celebraron su victoria juntos. Y desde entonces, se convirtieron en los
protectores de la montaña. La gente de la aldea los honró como héroes y su amistad se
convirtió en una leyenda que se cuenta hasta el día de hoy.