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•   PABLO JÁUREGUI MADRID

    La explosión tribal de 'La Roja'
    Científicos españoles, a partir de datos de la final del Mundial, prueban
    cómo las hormonas de estrés y agresividad se disparan en los 'fans'
    «La pasión que desata el fútbol es lo que ha sustituido a los antiguos
    sentimientos nacionales por los que antes íbamos a la guerra. Ahora,
    afortunadamente, los europeos no nos aniquilamos entre nosotros, pero cuando
    competimos en los estadios, resurgen los mismos sentimientos de unidad y solidaridad
    frente al equipo rival». En una reciente entrevista con EL MUNDO, el gran primatólogo
    Frans de Waal -uno de los mayores expertos mundiales en el comportamiento de los
    grandes simios- explicaba así la potencia de las emociones colectivas que sintieron
    ayer millones de personas durante el combate deportivo de alto voltaje que
    enfrentó a España con Italia.


                                                 Hoy, gracias a las investigaciones pioneras de
                                          De Waal y otros científicos como Jane Goodall,
                                          sabemos que los primates humanos compartimos
                                          muchos aspectos básicos de nuestra psicología con
                                          nuestros parientes más cercanos en el reino animal. Y
                                          uno de ellos es sin duda la devoción a la tribu. Entre
                                          los chimpancés, cuando surgen conflictos entre
                                          grupos rivales, cada manada suele tener una
                                          cuadrilla de fans que no participan directamente en la
                                          batalla, pero que no paran de gritar, golpearse y
                                          jalear a los suyos. El partido de ayer demuestra hasta
                                          qué punto estas emociones primarias siguen
                                          ejerciendo su poderío sobre el Homo sapiens en
    pleno siglo XXI.

    El fútbol se ha convertido en un laboratorio perfecto para que los psicólogos
    y antropólogos analicen la potencia de lo que Freud definió como el ego
    colectivo, y hoy los expertos denominan el yo social. La identificación emocional
    con la tribu implica que los humanos no sólo sienten alegría o tristeza, orgullo o vergüenza,
    por sus éxitos o fracasos como individuos, sino como miembros de una sociedad por la
    que sienten devoción.

    En el caso de una competición deportiva como la final de ayer , los jugadores
    de La Roja que lucen los colores de la patria en sus camisetas se convierten
    en iconos totémicos que simbolizan el ego colectivo de los españoles. Y por
    eso, todos los que se identifican con ese yo social (pintándose la bandera en la cara,
    cantando el himno «¡yo soy español…!», etc...), sufren sus victorias o derrotas como si
    ellos mismos estuvieran jugando.
La mejor demostración reciente de este fenómeno la ha conseguido un equipo de
científicos de la Universidad de Valencia, durante un experimento en el que los conejillos
de indias fueron los hinchas españoles que vieron la final del Mundial de Sudáfrica. Los
investigadores, encabezados por la decana de la Facultad de Psicología, Alicia Salvador,
tomaron muestras de saliva a 58 seguidores de la selección que vieron el partido en TV
junto a familiares y amigos.

Los resultados del experimento demostraron que la identificación afectiva de los hinchas
con su selección disparó los niveles de testosterona y cortisol, dos hormonas vinculadas
la agresividad y el estrés, en el partido. «Lo interesante es que estas mismas hormonas
son las que también aumentan en los futbolistas para afrontar el desafío de la competición.
Por tanto, aunque los hinchas no juegan, la implicación de su yo social es tan fuerte que
experimentan una reacción hormonal similar a la de los deportistas», explica Salvador.

La psicóloga señala que estos sentimientos de devoción patriótica tienen
profundas raíces evolutivas, ya que somos «una especie social que ha
obtenido grandes ventajas de la pertenencia al grupo». Y aunque en ocasiones
los estallidos de euforia o frustración colectiva que provocan competiciones como la
Eurocopa pueden desatar brotes de violencia, la identificación emocional con un equipo no
es algo negativo, sino todo lo contrario: «El deporte entendido como juego limpio puede
enseñar muy bien a cooperar y competir para sacar lo mejor de otros y de uno mismo»,
asegura Salvador. «Es cierto que la euforia a veces puede descontrolarse, pero
generalmente los sentimientos de pertenencia al grupo pueden ser muy positivos».

De hecho, para una sociedad como la española, abatida en los últimos
tiempos por la crisis, la alegría colectiva que provocan los éxitos de sus
deportistas puede ser un estímulo para la motivación y la confianza en sí
misma : «Las victorias de la selección transmiten el mensaje de que juntos podemos, y de
que unidos somos capaces de superar las adversidades. El júbilo de un triunfo deportivo
puede producir un contagio emocional en buena parte de la sociedad, y esto sin duda es
positivo para afrontar una situación de crisis como la de ahora», concluye la psicóloga.

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La identificación con la selección española dispara las hormonas del estrés y la agresividad en los hinchas

  • 1. PABLO JÁUREGUI MADRID La explosión tribal de 'La Roja' Científicos españoles, a partir de datos de la final del Mundial, prueban cómo las hormonas de estrés y agresividad se disparan en los 'fans' «La pasión que desata el fútbol es lo que ha sustituido a los antiguos sentimientos nacionales por los que antes íbamos a la guerra. Ahora, afortunadamente, los europeos no nos aniquilamos entre nosotros, pero cuando competimos en los estadios, resurgen los mismos sentimientos de unidad y solidaridad frente al equipo rival». En una reciente entrevista con EL MUNDO, el gran primatólogo Frans de Waal -uno de los mayores expertos mundiales en el comportamiento de los grandes simios- explicaba así la potencia de las emociones colectivas que sintieron ayer millones de personas durante el combate deportivo de alto voltaje que enfrentó a España con Italia. Hoy, gracias a las investigaciones pioneras de De Waal y otros científicos como Jane Goodall, sabemos que los primates humanos compartimos muchos aspectos básicos de nuestra psicología con nuestros parientes más cercanos en el reino animal. Y uno de ellos es sin duda la devoción a la tribu. Entre los chimpancés, cuando surgen conflictos entre grupos rivales, cada manada suele tener una cuadrilla de fans que no participan directamente en la batalla, pero que no paran de gritar, golpearse y jalear a los suyos. El partido de ayer demuestra hasta qué punto estas emociones primarias siguen ejerciendo su poderío sobre el Homo sapiens en pleno siglo XXI. El fútbol se ha convertido en un laboratorio perfecto para que los psicólogos y antropólogos analicen la potencia de lo que Freud definió como el ego colectivo, y hoy los expertos denominan el yo social. La identificación emocional con la tribu implica que los humanos no sólo sienten alegría o tristeza, orgullo o vergüenza, por sus éxitos o fracasos como individuos, sino como miembros de una sociedad por la que sienten devoción. En el caso de una competición deportiva como la final de ayer , los jugadores de La Roja que lucen los colores de la patria en sus camisetas se convierten en iconos totémicos que simbolizan el ego colectivo de los españoles. Y por eso, todos los que se identifican con ese yo social (pintándose la bandera en la cara, cantando el himno «¡yo soy español…!», etc...), sufren sus victorias o derrotas como si ellos mismos estuvieran jugando.
  • 2. La mejor demostración reciente de este fenómeno la ha conseguido un equipo de científicos de la Universidad de Valencia, durante un experimento en el que los conejillos de indias fueron los hinchas españoles que vieron la final del Mundial de Sudáfrica. Los investigadores, encabezados por la decana de la Facultad de Psicología, Alicia Salvador, tomaron muestras de saliva a 58 seguidores de la selección que vieron el partido en TV junto a familiares y amigos. Los resultados del experimento demostraron que la identificación afectiva de los hinchas con su selección disparó los niveles de testosterona y cortisol, dos hormonas vinculadas la agresividad y el estrés, en el partido. «Lo interesante es que estas mismas hormonas son las que también aumentan en los futbolistas para afrontar el desafío de la competición. Por tanto, aunque los hinchas no juegan, la implicación de su yo social es tan fuerte que experimentan una reacción hormonal similar a la de los deportistas», explica Salvador. La psicóloga señala que estos sentimientos de devoción patriótica tienen profundas raíces evolutivas, ya que somos «una especie social que ha obtenido grandes ventajas de la pertenencia al grupo». Y aunque en ocasiones los estallidos de euforia o frustración colectiva que provocan competiciones como la Eurocopa pueden desatar brotes de violencia, la identificación emocional con un equipo no es algo negativo, sino todo lo contrario: «El deporte entendido como juego limpio puede enseñar muy bien a cooperar y competir para sacar lo mejor de otros y de uno mismo», asegura Salvador. «Es cierto que la euforia a veces puede descontrolarse, pero generalmente los sentimientos de pertenencia al grupo pueden ser muy positivos». De hecho, para una sociedad como la española, abatida en los últimos tiempos por la crisis, la alegría colectiva que provocan los éxitos de sus deportistas puede ser un estímulo para la motivación y la confianza en sí misma : «Las victorias de la selección transmiten el mensaje de que juntos podemos, y de que unidos somos capaces de superar las adversidades. El júbilo de un triunfo deportivo puede producir un contagio emocional en buena parte de la sociedad, y esto sin duda es positivo para afrontar una situación de crisis como la de ahora», concluye la psicóloga.