Este capítulo describe cómo recordar las heridas y llagas de Cristo puede ayudar a superar las tentaciones. Al recordar el sufrimiento de Cristo, se puede encontrar consuelo durante pensamientos impuros, la opresión de la carne, y los lazos del diablo. Las llagas de Cristo apagan el fuego de la concupiscencia y brindan paz y reposo durante las adversidades. La muerte de Cristo salva de la muerte todo aquello que está destinado a morir.