El documento describe cómo el lujoso centro comercial Galerías Pacífico en Buenos Aires albergó un centro clandestino de detención y tortura durante la dictadura militar argentina entre 1977 y 1981. Años más tarde, un fotógrafo portugués que fue torturado allí reconoció el suelo del lugar mientras filmaba. Aunque hubo denuncias, una inundación borró las pruebas y el centro ahora es un elegante destino de compras, aunque para algunos perdura el recuerdo del horror que ocurrió debajo
1. 8 LA VANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L MARTES, 25 AGOSTO 2015
Murales,
torturas y
‘shopping’
PAULA MIRKIN
Barcelona
M
uralistas argen
tinos pintaron,
en 1946, sus cú
pulasconalego
rías y mensajes
que ponderaban los valores pri
marios y el respeto por los dere
chos universales. Treinta años
más tarde militares argentinos
mancharon con sangre sus sóta
nos y los presos políticos que por
allí pasaron dejaron sellados los
muros con mensajes desgarrado
MARTÍN MELIZZA
que pasaron por allí continúan
desaparecidos, y otros vivieron
para contarlo y hasta han llegado
a reconocer los suelos de aquella
casa del terror. Y esta es la histo
ria del fotógrafo portugués Artu
ro Santana, uno de los sobrevi
vientes de la dictadura argentina
y del Centro Clandestino de De
tención que funcionó entre 1977 y
1981 en los subsuelos de la hoy re
finada galería. Su testimonio se
dio a conocer hace pocos años en
un artículo publicado en el diario
Página 12, pero no ha tenido la
trascendencia suficiente para
Al bajar las escaleras –relató para
el diario argentino– comenzó a
sentirse mal y a reconocer el sue
lo: ahí había estado él, era el mis
molugardondelohabíantortura
do los militares años
atrás.
El testimonio de San
tana no es el único. En
1987, tras cuatro años
del final de la sangrien
ta dictadura y durante
el rodaje de la película
Las esclavas, fueron los
empleados del Sindica
to de la Industria Cine
matográfica quienes
identificaron en los ba
josdelcentrocomercial
un polígono de tiro,
quince pequeñas cel
das, restos de prendas
personales y unas inscripciones
realizadas con las propias manos
y uñas de los presos en las pa
redes.
Ladenunciadelostrabajadores
delcinellegóamanosdelfiscalde
la Cámara Federal, Luis Moreno
Ocampo, quien abrió una investi
gación que impidió –por poco
tiempo– las obras de remodela
ción del centro comercial hasta
ciudad–, el laberinto estratégica
mente diseñado por donde hay
que pasar una y otra vez por las
tiendas más exclusivas del paseo.
La gente que camina por las gale
rías: turistas relajados y
siempre bien vestidos
hablando inglés, fran
cés o con algún acento
de provincia del inte
rior del país, contrastan
con los hombres porte
ños de traje y las muje
res con tacones apura
das por comprar algo o
por ir a la exclusiva pe
luquería de Roberto
Giordano del piso de
arriba. También están
quienes dan un paseo
antes de volver a las sa
las de reuniones y con
gresos del Centro Cultural Bor
ges, que también alberga el edifi
cio. Nada hace pensar que había
un centro clandestino de deten
ción y torturas allí.
Eledificioselevantóen1889en
la calle Florida –peatonal desde
1913–conlaintencióndealbergar
las selectas tiendas de Bon Mar
ché. Aquella idea fracasó al poco
tiempo y en 1930 la compañía de
LUGARES CON UNA HISTORIA
EDUARDO DI BAIA / AP
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res que todavía no han sido escu
chados.
En el corazón de la ciudad de
Buenos Aires hay un centro co
mercial que no pasa inadvertido,
ya sea por su fachada, por los mu
ralesdesucúpula,laexclusividad
de sus tiendas, los elevados pre
cios, pero no por su verdadera
historia. Galerías Pacífico no es
uno más de los elegantes shop
pings que exhibe la capital argen
tina: durante los años oscuros de
la dictadura militar el edificio se
utilizó para la privación ilegítima
de la libertad, las masacres y los
asesinatos a sangre fría.
Algunos de los presos políticos
que no se consiguieran pruebas.
Peroundíaantesdelainspección
ocular, una inundación en los
subsuelos del edificio (presunta
mente provocada por el aceite de
las calderas) borró cualquier evi
dencia, dejando sin efecto la or
den emitida por el fiscal Ocampo
y truncando así la investigación.
Parece imposible imaginar hoy
un escenario tan terrorífico en
aquel edificio. Sus pisos blancos
pulidosyconvivosrojos,lasesca
leras de mármol que bajan hasta
la fuente principal rodeada de
mesas que pertenecen a distintos
bares –donde se puede degustar
uno de los café más caros de la
trenes Buenos Aires al Pacífico
instaló allí sus oficinas. Diferen
tes actividades tomaron posesión
delespaciodurante40añoshasta
que a principios de los 70 –cuan
do ya se respiraban aires de dicta
dura– se clausuraron todos los
negocios y pasó a ser la sede de la
Superintendencia de la Policía
Ferroviaria.
En la refinada Galerías Pacífico
conviven los horrores del pasado
con los lujos del presente. Aun
que no haya ninguna pista de lo
ocurrido, en el imaginario colec
tivo pervive el horror debajo de
los murales, iconos del patrimo
nio cultural de Buenos Aires.c
desvelar por completo el mis
terio.
Fue durante la grabación de un
vídeo para el cantante de rock Fi
to Páez –Ciudad de Pobres Cora
zones– que fue contratado Santa
na para filmar en la locación de
Galerías Pacífico, en el año 1994.
Galerías
Pacífico
Buenos Aires
El lujoso centro
comercial Galerías
Pacífico, en pleno
corazón de la ciudad
de Buenos Aires,
albergó en sus
sótanos un centro
clandestino de
Albajarlasescaleras,
elfotógrafocomenzó
asentirsemalya
reconocerelsuelo:allí
lohabíantorturado
detención donde se
torturaba a presos
políticos durante la
dictadura militar.
Treinta años más
tarde, pocos
recuerdan el horror
y muchos disfrutan
de un paseo de
compras exclusivo