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Suplemento Cultural del Centro
Río Cuarto . Río Tercero . San Francisco . Villa María Miércoles 06 de noviembre de 2019 . Año 20 N° 878
El Corredor Mediterráneo
humorsolini
POR HERALDO MUSSOLINI
PÁG. 8
UnodelosedificiosmonumentalesmásemblemáticosdeRíoCuarto,CapitalAlternadelaprovinciade
Córdoba, va camino de cumplir un siglo de vida. Sobre la historia y las circunstancias que crearon este
magnífico edificio municipal escribe para ECM Omar Isaguirre, director del Archivo Histórico
Municipal de la ciudad.
PÁG. 2-3
Fotografía: Eduardo Salvatierra
El Palacio Municipal
cumple 87 años
LA COLUMNA
Las puertas
verdes
POR DAILA PRADO
PÁG. 8
Prontuario
SUSANA GIRAUDO
POR FABIANA LEÓN
PÁG. 7
Entrevista a
María Rosario
Andrada
POR ALEJANDRA CORREA
PÁG. 4-5
Zona de
evaporación
POR GASTÓN MOLAYOLI
PÁG. 6
Don Vicente, el Palacio Municipal y
otros cortesanos…
Probablemente el edificio público más
iconográfico de Río Cuarto, y sobren-
tendemos que ello no ofrece dudas,
es el esplendente Palacio Municipal. Si
bienparaeltiempodesuconstrucción
existían otros modelos como el Banco
de la Nación, con acento colonial y
lamentablementedemolido;elPalacio
deTribunalesahoracentenario;oelde
Correos y Telégrafos aun en pie frente
a la plaza; todo ello, a medida que se
erguían las columnas que anticipaban
su armoniosa magnificencia. Aun hoy,
subellezaesdescollanteapesardelos
fuertes cambios del entorno. Algunas
atinadas refecciones interiores recien-
tes lo van devolviendo a lo que otrora
fuera.
Las instancias previas
Por medio de una ordenanza sancio-
nada en 1928, se acordó que la nueva
CasaMunicipalselevantaríaapartirde
la media manzana ocupada por el
Mercado Progreso desde 1885, para
reemplazar a la insostenible edifica-
ción de Belgrano y Sobre Monte que
databa de 1876. El derrumbe del
añoso abasto de la ciudad se inició en
1930, dejándose atrás un cúmulo de
sensaciones, emociones y olores en
los viejos riocuartenses de entonces
que asistían al comienzo de una nueva
era en materia de edificios públicos
para Río Cuarto.
Finalmente, el Concejo Deliberante
sancionó la muy debatida Ordenanza
nº 2.131 porla que autorizó la construc-
ción de edificio municipal y demás
obras del memorable primer emprés-
tito contraído por el Municipio con la
banca internacional. Ello ocurrió el 16
de setiembre de 1929.
Inmediatamente, tras la visita que
hicieran los ingenieros Alejandro
Bustillo (1889-1982) y Carlos María
Della Paolera (1890-1960), en la bús-
queda de optimizar la calidad técnica
enlaconfeccióndelosplanos,comen-
zó la obra, toda vez cumplidos los trá-
mites del pertinente llamado a licita-
ción.
En medio se vivió la ignominia institu-
cional generada por la “revolución”
del general José Félix Uriburu (1868-
1932), operándose el desalojo de don
Vicente Mojica intendente legal y la
asunción del interventor “de facto”
del mando comunal, ingeniero
Manuel Augusto Pizarro.
Descripción técnica
Para levantar el monumental edificio
se usaron las técnicas tradicionales.
Parte de los materiales usados fueron
importados, con liberación aduanera
de aranceles, y trasportados por los
ferrocarriles Central Argentino y
Buenos Aires al Pacífico, con fletes
rebajados al 50%.
Eledificiotieneuncuerpoenformade
prisma rectangular, de 48 metros de
largoy29metrosdeancho.Lasfunda-
ciones fueron aporticadas en una
estructura de concreto armado, con
muros de ladrillos, cornisas trabadas
con los mismos ladrillos, terminadas
en revoques grueso y fino.
Consta de los plantas sobre el nivel de
la acera y dos subsuelos destinados a
“toilettes”, depósito y caldera. El fren-
te y el contra frente se enaltecen con
sendosfrontisgriegos.Elfrentedelan-
tero principal está sostenido por seis
columnas toscanas que culminan en
volutas jónicas sobre un basamento
de escalones que los elevan. El tímpa-
noconfrisoliso,esuntriánguloisósce-
les que se conjuga equilibradamente
con el resto. Esbeltas aberturas metá-
licas, en una sucesión ritmada, com-
pletan el diseño frontal y los laterales
deigualestilo.Esdehacerconstarque
lafachadafuedibujadaporelarquitec-
to Ezequiel Bustillo (1893-1973), her-
mano del anterior.
La jerarquía edilicia se enaltece con la
protagónica torre armada con una
sucesión de prismas rectangulares
superpuestos que culminan en una
semiesfera que contiene una magnífi-
ca, elegante y sobria cúpula, símbolo
característico de los edificios públicos,
ornamentada con un anillo para un
futuro reloj y detalles en curvas y
columnas breves. En el contra frente
las columnas están adosadas a la
pared.
En la parte central del interior se
encuentra el hall principal (reciente-
mente ocupado por la Sala Franklin
Arregui Cano) y los corredores que su
momento se abrían a dos patios de
luz, posteriormente cerrados.
Descripción física
El Palacio Municipal es una construc-
ción de las denominadas neoclásicas.
El Corredor Mediterráneo / Página 2
El Palacio
Municipal
cumple
87 años
Por Omar A. Isaguirre
Es bifronte, y se accede a la entrada
principal que mira hacia el Oeste, por
el pasaje Cabildo de la Concepción,
abierto y nomenclado años después.
Ese frente originalmente daba a una
plaza -varias veces modificada- que
lleva por nombre: Gobernador Emilio
Olmos, desde poco tiempo después
de su fallecimiento en 1932, constitu-
yéndoseenlaplazacívicaporexcelen-
cia de la ciudad, con memorables
movilizaciones populares a los largo
de setenta años. Con la última remo-
delación en 2018 recibió la forzada
denominación: Plaza Olmos de la
Juventud.
En tanto, mira al Este por la vieja calle
Córdoba -después Hipólito Yrigoyen-
el portal que llevaba al Concejo
Deliberante en la planta alta, donde el
órgano legislativo permaneció hasta
1986.
Imprescindibles en la memoria
Sin duda memorable, el intendente
municipal don Vicente Mojica por ser
el gestor político de la idea y la obten-
ción de los recursos; el arquitecto
Alejandro Gabriel Bustillo (1889-1982)
por la idea, aunque el proyecto final
tiene las firmas del arquitecto Carlos
D. Zambrano, y los ingenieros Santos
Hilario Cocco y Federico Enrique
Walton por la finanbciera The
Foundation Company.
Laconstrucciónfueencomendadaala
empresa Raúl Cisneros que vino de
Córdoba, con dirección técnica a
cargo del ingeniero Rosendo Gil
Montero
Hicieron su invalorable aporte distin-
tos especialistas, casi todos de Río
Cuarto: Berti Hermanos con pisos y
mosaicos; Pablo Baummel hormigón,
yesos y revoques exteriores imitación
piedra; Vicente Cesarone & Domingo
Bordanzi carpintería interior; Biasi &
Canossi las celosías y herrería general;
Alfredo Cocucci vidriería y empapela-
dos; Ramón Araujo electricidad, José
Serra y Camilo J. Quiroga sanitarios,
más otras especialidades complemen-
tarios menores.
Los detractores
La valentía y determinación del inten-
dente Mojica siempre deberá ser rei-
vindicada frente a los obstinados
detractores de la obra, en particular el
Centro Comercial en su momento,
desde donde fustigaron en todo
momento esa construcción. Don
Vicente llegó a ser enjuiciado, y hasta
pasó algún tiempo en la cárcel con
infames acusaciones, por el emprésti-
to tomado en la banca neyorquina
para financiar el ambicioso -y osado-
proyecto edilicio. Es de hacer constar
que pagó semejante sueño con el
honor, salud y muerte. Poco menos,
fue una sorda lucha entre los sostene-
dores delaaldeaabúlicaylosilusiona-
dos por la ciudad que se perfilaba. Al
momentodeemitirselasaccionesque
convalidaban el préstamo, ningún
potentado riocuartense adquirió un
solo papel. Hubo que renegociar el
plazo devolución, Treinta después,
puntualmente, el Municipio pagó el
último peso.
Quizá así se entienda que, con sober-
na justicia, el distintivo Palacio
Municipal se llama Intendente Vicente
Mojica desde 1993.
La habilitación oficial
Apenas dos años después, si bien con
un acto austero, sucedió la habilita-
ciónoficialdeledificio,fueelmiércoles
25demayode1932,durantelagestión
del intendente don Carlos Aquilino
Vismara, aunque la intendencia y las
dependencias efectivamente habían
comenzado a funcionar el 22 de abril
de 1932. Ese acto inaugural, casi for-
mal, del Palacio se desarrolló en el
imponente salón de actos -actual
Salón Blanco- con un discurso atinada-
mente breve del intendente Vismara.
Tras lo cual se ofreció un lunch a los
presentes, es decir la élite dirigente y
política dominante, entre los cuales
hubo un gran ausente. No estuvo Don
Vicente…
El Corredor Mediterráneo / Página 3
Este magnífico edificio de trazas neoclásicas, cami-
no de cumplir sus primeros cien años de vida como
sededelejecutivociudadano,eshastaahoraelúnico
queexpresaatravésdesumonumentalidadlajerar-
quía institucional y simbólica del poder político-
administrativo de una ciudad, cuyo paisaje aún
carece de construcciones y monumentos que simbo-
licen su condición de Capital Alterna.
El Corredor Mediterráneo / Página 4
Rosario, su poesía está atravesada
por la mitología calchaquí. ¿Cómo
llegó a ella? ¿qué le atrajo?
La mitología fue siempre una
pasión en mi vida desde chica, en
casa había una colección de
Leyendas Indígenas Petaquitas, de
Editorial Peuser, que mi abuela me
leía. En el secundario me apasionó
la historia del Antiguo Egipto, leía
también la Ilíada y la Odisea de la
colección Atlántida, como
Robinson Crusoe y otros libros que
mi padre atesoraba. Nunca dejé de
leer, Robert Graves, Joseph
Campbell, Frazer... Luego ahondé
la historia de mis ancestros y
quedé atrapada en la cosmovisión
andina, en sus leyendas. Siento
que soy parte de ellos, una suerte
de mestizaje que me une y me redi-
me.
La mutación o la posibilidad de
que un ser pueda definirse en
muchas esencias diferentes está
presente en estos personajes
mitológicos. ¿Son una clave para
leer su poesía?
Sí, hay mutaciones permanentes
en los personajes centrales porque
son seres mitológicos, trasmutan
en el sexo inclusive. En el caso de
Huayrapuca, la serpiente es madre
e hijo a la vez, creadora del aconte-
cer y destructora. En el libro Los
Señores del Jaguar, que son los
guerreros que custodiaban al rey
antes de la llegada de Cortés, hay
una profecía que cuenta que se
producirá el apocalipsis con la lle-
gada del dios serpiente, un ser de
dos cabezas. Por supuesto, son
todas invenciones mías, como era
el templo, la misión que les fue
encomendada, las iniciaciones de
esos guerreros…
¿Qué lugar ocupa la infancia en su
obra?
Soy lo que soy por mi infancia,
recuerdos que nunca me abando-
nan, lecturas, olores, diálogos con
mi abuela, las plantas de mi casa,
las siestas, los juegos. La imagina-
ción era un viento que nos llevaba
a lugares increíbles y, creo que aún
perdura, me ayuda a escribir histo-
rias.
¿Cómo pensás que irrumpe el pai-
saje catamarqueño en tu poética?
El paisaje me envuelve, me obse-
siona. Las montañas, ese pequeño
paraíso. A veces desde una venta-
na veo los teros y un río que corre
a metros de la casa, allá en Las
Juntas. Tengo pasión por las altu-
ras, lugares como Antofagasta de
la Sierra, la puna con sus volcanes,
sus llamas y alpacas, los salares
donde abundan garzas y flamencos
rosados, lugar al que dediqué mi
libro “Profanación en las Alturas”.
Tuve la suerte de visitar el Balcón
del Pissis, a casi de 4800 metros de
altura con toda la belleza que tras-
miten las lagunas Verde, Azul,
Negra, los Aparejos y Tres
Quebradas. Es una zona denomina-
da los seismiles porque los montes
superan los 6 mil metros, como el
monte Piscis, que tiene 6.793
metros en la cordillera de los
Andes, junto a volcanes, lagunas y
los famosos sitios RAMSAR.
María del Rosario, en la región de
los "seismiles", en los andes cata-
marqueños
¿Cómo se compagina su trabajo
como abogada y su escritura?
Son las dos caras de una misma
moneda. Me apasiona el derecho,
creo que hasta ahora pude separar
los dos mundos evitando que la
escritura de uno se convierta en un
corset para el otro. Tengo unos
cuentos de la Inquisición que se
relacionan en cierta medida, se lla-
man “Las Tres Caras de la Herejía”,
y otros inéditos. He trabajado y tra-
bajo mucho con mi profesión.
Obviamente me quita el tiempo
que me gustaría darle a la escritu-
ra, pero nunca fue un impedimento
u obstáculo en mi camino por la
literatura.
Háblenos de su gran amigo, el
poeta Leonardo Martínez. ¿Cómo
fue conocerlo, compartir con él,
despedirlo?
Yo amé a ese ser luminoso. Lo
conocí cuando el regresaba de
Tucumán, hace más de 30 años,
cuando comenzó a escribir, porque
se encontró con la poesía ya gran-
de, antes se dedicó a la música, era
un excelente pianista. A partir de
ahí nuestra amistad fue cada vez
más fuerte, aun cuando tiempo
después se radicara en Buenos
Aires. Siempre lo veía rodeado de
sus amigos Francisco Madariaga,
Santiago Sylvester, Juan José
Hernández, Ivonne Bordelois,
Jorge Paolantonio, Quico Salgado,
el “Teuco” Castilla y otros. Era muy
generoso, desprendido, siempre
tenía una palabra de aliento hacia
los jóvenes escritores, les leía, los
Por Alejandra Correa
Entrevista a
María RosarioAndrada*
ENTREVISTA
La poeta catamarqueña recorre en esta entrevista algunos tópicos de
su escritura signada por la mitología calchaquí y el paisaje. También
se refiere a su trabajo como abogada y a sus amigos poetas.
El Corredor Mediterráneo / Página 5
integraba a sus círculos de lectura.
Lo extraño mucho porque éramos
muy confidentes, hablábamos casi
todos los días, me hablaba de
autores, de libros recién editados.
Lo visité cuando estaba grave y
aún consciente, pude ver en sus
lágrimas un adiós, abracé enton-
ces sus manos sabiendo que no lo
vería más.
¿Con qué otros poetas en general
dialogás sobre poesía? ¿Con qué
catamarqueños?
Dialogo con los poetas catamar-
queños Alfredo Luna, Hilda García,
Jorge Paolantonio, Enrique
Traverso y Alejandro Acosta y, por
supuesto con un arco muy amplio
de escritores amigos de distintas
provincias.
¿Qué opina sobre el panorama
actual de la poesía argentina?
Aunque amplio, tal vez pueda dar-
nos una visión sobre qué le llega,
qué opina sobre lo que se escri-
be…
Hay de todo un poco, la poesía es
siempre una, cuando llega, con-
mueve y te sorprende. Hay liber-
tad para la estructura y composi-
ción de un poema, incluso de la
novela. En general no importa el
cómo sino lo que se dice.
*Esta entrevista es publicada por
gentileza de El Faro, revista cultural
del CFI (Consejo Federal de
Inversiones)
Bíobibliografía
María Rosario Andrada nació en
Catamarca, en 1954. Publicó: Uvas
del invierno, (1978); Casa olvida-
da, (1982); Tatuaron los pájaros,
(1987); Anuin y los senderos del
fuego, (1992); Los cánticos de
Otmerón, (1998); Profanación en
las alturas, (2004); El último res-
plandor, (2007); Los señores del
jaguar, (2011); Huayrapuca, la
madre del viento, (2014); Suri pati-
tas largas, (2015) y Las tres caras
de la herejía, (2003). Su obra ha
integrado importantes antologías.
Obtuvo importantes premios.
El Corredor Mediterráneo / Página 6
Zona de
evaporación
Por Gastón Molayoli *
Buenos Aires al Pacífico, de Mariano Donoso (Argentina/2018), 97 min.
En varios momentos de Buenos Aires al
Pacífico una voz dice que lo que vemos
forma parte de un sueño. Es una afirma-
ción que pone en tensión el verosímil.
¿Cómo podemos ser testigos de un sueño
ajeno? Sólo el cine puede dar una respues-
ta, el arte que nace a fines del siglo dieci-
nueve, casi al mismo tiempo que el psico-
análisis y que puede inventar, disponer y
finalmente desplegar frente a un especta-
dor el comportamiento consciente e
inconsciente de otro. El sueño que
Mariano Donoso nos muestra conecta ele-
mentos autorreferenciales (aparecen los
hijos y la madre del cineasta) con los tra-
zados ferroviarios que en algún momento
del siglo veinte unieron diferentes puntos
de la Argentina (entre los cuales el
Buenos Aires al Pacífico fue uno de los
más emblemáticos), y propone un vínculo
histórico, físico y poético entre los trenes
y el cine, o entre una máquina que trasla-
da cuerpos y cargas por el mundo y otra
que traslada mundos por el cuerpo.
Pero la película de Donoso es mucho más
que un ejercicio de superposición de ele-
mentos diversos. Las mencionadas son
sólo estaciones en las que el desfile de
imágenes se detiene cada tanto. Lo que
importa es el movimiento, no la posibili-
dad de detenerse, mucho menos de
desandar el trayecto. Por eso los capítulos
que separan los bloques de imágenes
abren un orden no cronológico, que va
hacia adelante, vuelve e incluso propone
subdivisiones de capítulos que no se men-
cionan. Nada se devela estable, ordenado,
todo está moviéndose de manera lineal,
como un tren, y al mismo tiempo dispersa,
como si se abrieran ramales cada diez
metros y el tren asumiera los desvíos
todas las veces.
Hay un plano que cada tanto se repite. El
de un hombre que duerme, encarnado
por el mismo Mariano Donoso. Es tam-
bién el único plano del universo de la fic-
ción que puede pensarse como externo al
sueño que vemos. Dentro de ese cuerpo
dormido habitan las situaciones que el
montaje va encadenando hasta formar un
todo abierto. ¿Se puede soñar con alguien
que uno no conoció? ¿El inconsciente
puede inventar un rostro de la nada? ¿Los
sueños pueden anticipar escenarios futu-
ros? ¿Qué significan esas presencias que
se develan con más intensidad que cual-
quiera de la vigilia? La voz va dejando,
como al pasar, interrogantes similares a
esos mientras se suceden entrevistas a
obreros, historiadores y geólogos, imáge-
nes de archivo (fijas o en movimiento)
que muestran de manera afectuosa a los
hombres cuya fuerza de trabajo ponía a
los trenes en movimiento, y a los trenes
mismos, gusanos de metal que descubrí-
an e inventaban localidades a su paso. El
montaje nunca abandona la voluntad de
encontrar puntos de intersección en el
desplazamiento: la muerte de la madre y
el solsticio de verano, la historia del
Ferrocarril y las historias de sus protago-
nistas, la Historia y la geometría, la memo-
ria y los sueños.
El dispositivo que Buenos Aires al Pacífico
pone en movimiento de manera fascinan-
te genera la distancia necesaria para que
las imágenes se ajusten a la idea de una
memoria flotante que intenta desentra-
ñar el contenido de un sueño y el pasaje
que conecta un fragmento con otro. Eso
se debe, entre otras razones, a que la voz
que orienta, acompaña o se deja transfor-
mar por las imágenes es el resultado de
una síntesis entre dos voces masculinas y
una femenina. Son voces que mantienen
la singularidad y al mismo tiempo se dilu-
yen en lo que parecen diferentes estados
de una misma voz. La distancia se sostie-
ne también gracias a la aparición de un
personaje que la voz reconoce con extra-
ñeza, como si nunca lo hubiera visto, ni en
el sueño ni en la vigilia, y que parece con-
ducir una investigación cuyos motivos
desconoce.
Pero la sensación de ser testigos del
deambular de una consciencia a través de
paisajes inconscientes se desprende
sobre todo de una concepción sonora
precisa. Hay un ejercicio de depuración
que limita cada escena a dos o tres ele-
mentos sonoros que no hacen otra cosa
que acentuar un silencio imposible en la
vigilia. Se escuchan, por ejemplo, en un
fondo de pájaros o de viento sobre ramas,
los pasos de los técnicos y del investiga-
dor misterioso, pero casi nunca sus voces
cuando se los ve gesticular. Por eso es sig-
nificativo que uno de los pocos momen-
tos en que escuchamos al investigador
sea aquél en el que menciona a En busca
del tiempo perdido, luego de que un his-
toriador comente que Marcel Proust par-
ticipó como inversionista de los trazados
franceses. Es una cita directa, explícita,
que deja asomar una poética en el entra-
mado de la película. Dice Proust en Por la
parte de Swan, la primera de las siete
novelas que componen En busca del tiem-
po perdido: “Cuando veía un objeto exte-
rior, la conciencia de que lo veía permane-
cía entre él y yo, lo orlaba con un fino ribe-
te espiritual que me impedía tocar nunca
su materia directamente; se volatilizaba
en cierto modo antes de que tomara con-
tacto con ella, así como su cuerpo incan-
descente al que acercamos un objeto
mojado no toca su humedad, porque va
siempre precedido de una zona de evapo-
ración”. ¿No es la misma distancia que hay
entre las voces exteriores de Buenos
Aires al Pacífico y las imágenes interiores
al sueño? ¿No es también la misma volati-
lidad? La película se desplaza en esa “zona
de evaporación” porque sostiene, como
dice una de las voces, que “el cine es el
invento del olvido”.
Contra ese olvido, como contrariando la
naturaleza del cine (y de la vida), avanza
Mariano Donoso. De ahí que se detenga
tanto en el rostro de su madre, en los de
sus hijos y en los de los trabajadores que
hacían funcionar a los trenes, como el
hombre que abre la película (presentado
como “El soñador”), que no puede conte-
ner sus lágrimas cada vez que trata de
recordar, o como el hombre que describe
el modo en que la localidad en la que aún
vive fue perdiendo pobladores hasta con-
vertirse en un pueblo fantasma después
de que el tren dejara de pasar (¿se habrá
convertido él también en un fantasma?).
Son momentos en que el movimiento se
detiene, el ritmo se rompe. Donoso sin
embargo sostiene el plano, como si estu-
viera fascinado por esos rostros y quisiera
retenerlos. En un texto que Adrian Martin
escribe sobre el cine de Naomi Kawase
incluye una cita de Stephen Connors que
puede explicar esa fascinación: “El cuerpo
arrugado del anciano o de la anciana es
como un río al final de su trayecto, que ha
trazado un itinerario fluctuante a través
de un paisaje irregular, y que termina sus
días cargado de sedimento y de gravilla,
con su energía esparcida entre las ramifi-
caciones de su delta y con escasa capaci-
dad para tomar aire. Este no es un cuerpo
abierto a cualquier posibilidad, sino un
cuerpo saturado de singularidades”.
Podríamos cambiar “río” por “tren”,
como hace Donoso cuando evoca a
Heráclito, y estaríamos hablando de los
rostros y de los paisajes de Buenos Aires
al Pacífico.
*Gastón Molayoli es Director y programa-
dor del Centro Cultural Leonardo Favio
CINE
El Corredor Mediterráneo / Página 7
reseña Prontuario
Susana Giraudo
Editorial GPU Ediciones. Villa María, 2019.
“La poesía es la marca profunda
en la corteza del mundo”, dice
Susana Giraudo como parte del
Manifiesto que abre su último
libro, Prontuario, integrado por
57 poemas breves, en su mayo-
ría, y contundentes.
Más cercano a la estética de sus
primeros poemas –que retomó
hace unos años en Contramarea-
, el libro puede leerse como sín-
tesis de su trayectoria poética,
pero muy especialmente, como
epílogo de su propia vida. Si por
prontuario entendemos un tra-
tado breve y sustancial de una
materia que ya ha sido expuesta
ampliamente en otro tratado, no
hay título más preciso para este
compendio centrado en la pro-
pia humanidad y sus sortilegios.
Cuerpo-tiempo-soledad-muerte
son los temas que trasunta el
libro y se amalgaman con pro-
verbial talento en Pujar:
“pujé/dejé pedazos de mi piel/…
para ver la luz” (pág. 21). En
estas líneas aparece la supervi-
vencia, el femenino empecina-
miento para encontrar respues-
tas ante la muerte que despoja,
el tiempo que envejece, el dolor
que hinca y lastima.
Cuerpo que ha dado a luz cuatro
veces y que la busca incansable-
mente a través del arte; cuerpo
que puede ser angelical o demo-
níaco, mariano o magdaleno,
bestial tal como aparece tan
magistralmente captada en
“marsupial”: “nadie imagina lo
que duele/ dormir con una masa
furibunda/ escondida en la
bolsa% llagando las entrañas/
con sus garras” (pág.37). Pero
nunca indiferente al dolor, el
amor y la muerte.
Desde su pecho, baldío, a veces,
según sus propias palabras, la
poeta cuida muy bien sus alados
pies para encontrar los caminos
que le permiten recuperar su
esencia, cuando el extravío de la
soledad, el desencanto, el dolor,
la culpa son destinos.
Cuerpo llaga, mutilaciones, lace-
raciones aunque a ese “adentro
rebosante de culebras”, a
Susana Giraudo, poeta, traduc-
tora, acuarelista, artista integral,
a ella, digo, siempre le nacen
“amapolas” (pág. 53). “Leo y
releo el esplendor del lenguaje.
Vuelvo a leer y releer y esta lec-
tura me hace sentir más sano,
más vivo y más humano”, con-
cluye el poeta Marcos Silber en
la contratapa de Prontuario,
undécimo libro de la autora, res-
ponsable también de la ilustra-
ción de tapa.
Obra: Susana Giraudo es poeta,
ensayista, conferencista, pintora
y traductora. Integra el Grupo
Paco Urondo de Villa María,
donde nació y vive. Forma parte
de la Fundación Argentina para
la Poesía. Obtuvo la Faja de
Honor de la SADE 1998, el
Premio Nacional Plaqueta de
Oro SADE Santa Fe (1994) y el
Puma de Plata de la Fundación
Argentina para la Poesía (2017).
Ha publicado “Trazo y poema”
(1988), “Cuerpo de luz” (1991
bilingüe), “El sonar transparen-
te” (1993), “La luna en fuegos de
final de noviembre” (1998), “La
armonía de las desarmonías”
(bilingüe, 2002), “Monedas en el
agua de una fuente” (2009),
“Arida Lengua” (2015),
“Contramarea” (2016), “Matar a
la bestia” (2017), “Leve” (2018).
Integra antologías nacionales e
internacionales.
Fabiana León
El Corredor Mediterráneo / Página 8
MUNICIPALIDAD
DE LA CIUDAD
DE RÍO CUARTO
Subsecretaría de Cultura.
C.C. DEL ANDINO
Tel. 0358 - 4671995
MUNICIPALIDAD
DE LA CIUDAD
DE VILLA MARÍA
Bv. Sarmiento y San Martín
Tel. 0353 4527092
Director:
Antonio Tello
Redacción:
Diego Formía
Soraya Clop
Secretaria de Redacción:
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Diseño:
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Fotografía:
Jorge Tello
Ilustración:
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Paco Rodríguez Ortega
Jorge Sarraute
Rocío Toledo
Colaboradores:
Oscar Aimar
Antonio Álvarez
Claudio Asaad
Silvia Barei
Abelardo Barra Ruatta
Leandro Calle
Eva Cháves
Sergio G. Colautti
Pablo Dema
Verónica Dema
José Di Marco
Marcelo Fagiano
Jorge Felippa
Concha García
Hernán Genero
Alberto Hernández
Francisco Martínez Hoyos
Hugo Morales Solá
Heraldo Mussolini
Gonzalo Otero Pizarro
Daila Prado
Isabel Rezmo
Jorge Rodríguez Hidalgo
Bachi Salas
Mario Trecek
Ingrid Waisman
Miguel Zupán
DIRECCIÓN MUNICIPAL
DE CULTURA
DE LA CIUDAD
DE SAN FRANCISCO
Bv. 9 de Julio 1190
(2400) San Francisco
Tel. 03564-439157
La Columna
humorsolini
Por Heraldo Mussolini
Las puertas verdes
Por Daila Prado
Indio Felipe Rosas
Carrenao o Felipe Mariano Rosas tenía apenas tres años cuando
su padre, el cacique ranquel Calvaiñ, voló por los aires en un acci-
dente tan extraño y bizarro como solo puede encontrarse en
nuestra historia.
El gobierno de Buenos Aires había enviado al coronel Emilio Mitre
con 2000 hombres a tierras ranqueles, para castigar un malón
indígena. Emilio Mitre, que debió haber calculado la distancia y
partir con baqueanos conocedores del terreno, en cambio salió “a
la bartola”, y se extravió. Al llegar al actual Italó equivoca el cami-
no hacia Lebucó y se interna en una zona sin aguadas; era pleno
enero y los hombres desfallecían de sed, mientras los ranqueles
escondidos, seguían las increíbles evoluciones del ejército.
Perdido, Emilio Mitre decidió regresar; en la retirada enterró
cañones y polvorines. El cacique Calvaiñ fue con sus indios a ver
de qué se trataban aquellos restos, hizo un disparo con arma de
fuego y la explosión lo dinamitó por el aire; terminó con su vida y
la de treinta indios. Mientras la caravana huinca regresaba en
harapos -¡con pérdida de más de mil hombres!- la caravana ran-
quelina volvía a los aduares sin su jefe máximo, Calvaiñ, padre de
Carrenao, después Felipe Mariano Rosas. El niño creció sabiendo
su origen y aprendiendo costumbres, hábitos y creencias de la
tribu ranquel. El mestizaje había hecho su ruta en él: era hijo de
Calvaiñ y de una cautiva puntana, Anita Saá.
En 1870, con la suerte de los ranqueles ya echada, Manuel
Baigorria, un blanco exiliado entre los indios durante décadas,
bautiza a Carrenao y le da el nombre de Felipe Mariano Rosas.
Carrenao, disgustado con su tío -el cacique Mariano Rosas- le pide
a Baigorria que lo reciba en la villa de La Concepción del Río
Cuarto; permanece un tiempo corto en la villa y luego Baigorria lo
envía a Mendoza para estudiar y trabajar en el Colegio Nacional.
De modo que el mestizo, a los catorce años deja los aduares y se
instala en Cuyo. Ya su vida era la prueba de la transculturación, la
mezcla, el cambio de condición que debe haberle costado no
poco al muchacho, acostumbrado a montar en pelo, a cazar ñan-
dúes y pumas, a participar de las rogativas mapuches bajo la luz
de la luna.
Llega a Mendoza y además de trabajar solicita estudiar, y lo hace
con especial dedicación. Sobre todo le interesa el idioma, que ya
conocía en parte por su madre huinca. De Mendoza Carrenao, o
Felipe Mariano, pasa a Buenos Aires; está ahora en el centro neu-
rálgico de la sociedad huinca, allí continúa los estudios y se recibe
de maestro. Ya lo vemos a Carrenao, posiblemente añorando la
llanura de horizonte infinito, el cielo pampeano y sus familiares y
amigos, sin embargo sirviendo a su etnia en lo que él creía era un
aporte, encarnando en su vida la hibridación racial y cultural, de la
que casi todas y todos los argentinos formamos parte.
El indio Felipe Rosas firmaba sus cartas con ambos nombres:
Felipe y Carrenao. No quería olvidar orígenes; quería que coexis-
tiesen. Lo consiguió en parte, aunque la suya fuera una victoria
individual, no compartida con su raza, que se vio sometida o direc-
tamente eliminada. Carrenao se radica en Río Cuarto y contrae
matrimonio en la iglesia catedral con Eufemia Fernández, hija de
una conocida familia; procrean cinco hijos. Uno de ellos apadrina-
do por Julio Argentino Roca, con lo que la paradoja de su drama
existencial llega a su punto culminante: Roca será el encargado de
la “solución final” de los ranqueles.
En 1885 da clases en la escuela Domingo Faustino Sarmiento, en
barrio Hipódromo, con un sueldo mensual de 20 pesos. Felipe
también tocaba instrumentos musicales: violín, guitarra y piano.
Continúa desempeñándose en escuelas públicas para varones y
para niñas. En 1886 aparece reclamando sueldos atrasados; la
municipalidad, en cambio de pagarle lo que correspondía, envió
una carta manifestando que “es bochornoso tener al frente de un
establecimiento a un individuo que no posee precisión de nuestro
lenguaje”. Firmado: Juan Álvarez, intendente municipal…
Felipe Mariano Rosas Carrenao muere en Río Cuarto en 1894; para
ese entonces, su Lebucó natal ya no existía, atropellado por la
civilización blanca y cristiana. Sí quedaban sus huellas en su des-
cendencia, por caso su bisnieta Nora Rosas, entre otros.
SUPLEMENTO CULTURAL DEL CENTRO
DECLARADO DE INTERÉS CULTURAL POR EL
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  • 1. Suplemento Cultural del Centro Río Cuarto . Río Tercero . San Francisco . Villa María Miércoles 06 de noviembre de 2019 . Año 20 N° 878 El Corredor Mediterráneo humorsolini POR HERALDO MUSSOLINI PÁG. 8 UnodelosedificiosmonumentalesmásemblemáticosdeRíoCuarto,CapitalAlternadelaprovinciade Córdoba, va camino de cumplir un siglo de vida. Sobre la historia y las circunstancias que crearon este magnífico edificio municipal escribe para ECM Omar Isaguirre, director del Archivo Histórico Municipal de la ciudad. PÁG. 2-3 Fotografía: Eduardo Salvatierra El Palacio Municipal cumple 87 años LA COLUMNA Las puertas verdes POR DAILA PRADO PÁG. 8 Prontuario SUSANA GIRAUDO POR FABIANA LEÓN PÁG. 7 Entrevista a María Rosario Andrada POR ALEJANDRA CORREA PÁG. 4-5 Zona de evaporación POR GASTÓN MOLAYOLI PÁG. 6
  • 2. Don Vicente, el Palacio Municipal y otros cortesanos… Probablemente el edificio público más iconográfico de Río Cuarto, y sobren- tendemos que ello no ofrece dudas, es el esplendente Palacio Municipal. Si bienparaeltiempodesuconstrucción existían otros modelos como el Banco de la Nación, con acento colonial y lamentablementedemolido;elPalacio deTribunalesahoracentenario;oelde Correos y Telégrafos aun en pie frente a la plaza; todo ello, a medida que se erguían las columnas que anticipaban su armoniosa magnificencia. Aun hoy, subellezaesdescollanteapesardelos fuertes cambios del entorno. Algunas atinadas refecciones interiores recien- tes lo van devolviendo a lo que otrora fuera. Las instancias previas Por medio de una ordenanza sancio- nada en 1928, se acordó que la nueva CasaMunicipalselevantaríaapartirde la media manzana ocupada por el Mercado Progreso desde 1885, para reemplazar a la insostenible edifica- ción de Belgrano y Sobre Monte que databa de 1876. El derrumbe del añoso abasto de la ciudad se inició en 1930, dejándose atrás un cúmulo de sensaciones, emociones y olores en los viejos riocuartenses de entonces que asistían al comienzo de una nueva era en materia de edificios públicos para Río Cuarto. Finalmente, el Concejo Deliberante sancionó la muy debatida Ordenanza nº 2.131 porla que autorizó la construc- ción de edificio municipal y demás obras del memorable primer emprés- tito contraído por el Municipio con la banca internacional. Ello ocurrió el 16 de setiembre de 1929. Inmediatamente, tras la visita que hicieran los ingenieros Alejandro Bustillo (1889-1982) y Carlos María Della Paolera (1890-1960), en la bús- queda de optimizar la calidad técnica enlaconfeccióndelosplanos,comen- zó la obra, toda vez cumplidos los trá- mites del pertinente llamado a licita- ción. En medio se vivió la ignominia institu- cional generada por la “revolución” del general José Félix Uriburu (1868- 1932), operándose el desalojo de don Vicente Mojica intendente legal y la asunción del interventor “de facto” del mando comunal, ingeniero Manuel Augusto Pizarro. Descripción técnica Para levantar el monumental edificio se usaron las técnicas tradicionales. Parte de los materiales usados fueron importados, con liberación aduanera de aranceles, y trasportados por los ferrocarriles Central Argentino y Buenos Aires al Pacífico, con fletes rebajados al 50%. Eledificiotieneuncuerpoenformade prisma rectangular, de 48 metros de largoy29metrosdeancho.Lasfunda- ciones fueron aporticadas en una estructura de concreto armado, con muros de ladrillos, cornisas trabadas con los mismos ladrillos, terminadas en revoques grueso y fino. Consta de los plantas sobre el nivel de la acera y dos subsuelos destinados a “toilettes”, depósito y caldera. El fren- te y el contra frente se enaltecen con sendosfrontisgriegos.Elfrentedelan- tero principal está sostenido por seis columnas toscanas que culminan en volutas jónicas sobre un basamento de escalones que los elevan. El tímpa- noconfrisoliso,esuntriánguloisósce- les que se conjuga equilibradamente con el resto. Esbeltas aberturas metá- licas, en una sucesión ritmada, com- pletan el diseño frontal y los laterales deigualestilo.Esdehacerconstarque lafachadafuedibujadaporelarquitec- to Ezequiel Bustillo (1893-1973), her- mano del anterior. La jerarquía edilicia se enaltece con la protagónica torre armada con una sucesión de prismas rectangulares superpuestos que culminan en una semiesfera que contiene una magnífi- ca, elegante y sobria cúpula, símbolo característico de los edificios públicos, ornamentada con un anillo para un futuro reloj y detalles en curvas y columnas breves. En el contra frente las columnas están adosadas a la pared. En la parte central del interior se encuentra el hall principal (reciente- mente ocupado por la Sala Franklin Arregui Cano) y los corredores que su momento se abrían a dos patios de luz, posteriormente cerrados. Descripción física El Palacio Municipal es una construc- ción de las denominadas neoclásicas. El Corredor Mediterráneo / Página 2 El Palacio Municipal cumple 87 años Por Omar A. Isaguirre
  • 3. Es bifronte, y se accede a la entrada principal que mira hacia el Oeste, por el pasaje Cabildo de la Concepción, abierto y nomenclado años después. Ese frente originalmente daba a una plaza -varias veces modificada- que lleva por nombre: Gobernador Emilio Olmos, desde poco tiempo después de su fallecimiento en 1932, constitu- yéndoseenlaplazacívicaporexcelen- cia de la ciudad, con memorables movilizaciones populares a los largo de setenta años. Con la última remo- delación en 2018 recibió la forzada denominación: Plaza Olmos de la Juventud. En tanto, mira al Este por la vieja calle Córdoba -después Hipólito Yrigoyen- el portal que llevaba al Concejo Deliberante en la planta alta, donde el órgano legislativo permaneció hasta 1986. Imprescindibles en la memoria Sin duda memorable, el intendente municipal don Vicente Mojica por ser el gestor político de la idea y la obten- ción de los recursos; el arquitecto Alejandro Gabriel Bustillo (1889-1982) por la idea, aunque el proyecto final tiene las firmas del arquitecto Carlos D. Zambrano, y los ingenieros Santos Hilario Cocco y Federico Enrique Walton por la finanbciera The Foundation Company. Laconstrucciónfueencomendadaala empresa Raúl Cisneros que vino de Córdoba, con dirección técnica a cargo del ingeniero Rosendo Gil Montero Hicieron su invalorable aporte distin- tos especialistas, casi todos de Río Cuarto: Berti Hermanos con pisos y mosaicos; Pablo Baummel hormigón, yesos y revoques exteriores imitación piedra; Vicente Cesarone & Domingo Bordanzi carpintería interior; Biasi & Canossi las celosías y herrería general; Alfredo Cocucci vidriería y empapela- dos; Ramón Araujo electricidad, José Serra y Camilo J. Quiroga sanitarios, más otras especialidades complemen- tarios menores. Los detractores La valentía y determinación del inten- dente Mojica siempre deberá ser rei- vindicada frente a los obstinados detractores de la obra, en particular el Centro Comercial en su momento, desde donde fustigaron en todo momento esa construcción. Don Vicente llegó a ser enjuiciado, y hasta pasó algún tiempo en la cárcel con infames acusaciones, por el emprésti- to tomado en la banca neyorquina para financiar el ambicioso -y osado- proyecto edilicio. Es de hacer constar que pagó semejante sueño con el honor, salud y muerte. Poco menos, fue una sorda lucha entre los sostene- dores delaaldeaabúlicaylosilusiona- dos por la ciudad que se perfilaba. Al momentodeemitirselasaccionesque convalidaban el préstamo, ningún potentado riocuartense adquirió un solo papel. Hubo que renegociar el plazo devolución, Treinta después, puntualmente, el Municipio pagó el último peso. Quizá así se entienda que, con sober- na justicia, el distintivo Palacio Municipal se llama Intendente Vicente Mojica desde 1993. La habilitación oficial Apenas dos años después, si bien con un acto austero, sucedió la habilita- ciónoficialdeledificio,fueelmiércoles 25demayode1932,durantelagestión del intendente don Carlos Aquilino Vismara, aunque la intendencia y las dependencias efectivamente habían comenzado a funcionar el 22 de abril de 1932. Ese acto inaugural, casi for- mal, del Palacio se desarrolló en el imponente salón de actos -actual Salón Blanco- con un discurso atinada- mente breve del intendente Vismara. Tras lo cual se ofreció un lunch a los presentes, es decir la élite dirigente y política dominante, entre los cuales hubo un gran ausente. No estuvo Don Vicente… El Corredor Mediterráneo / Página 3 Este magnífico edificio de trazas neoclásicas, cami- no de cumplir sus primeros cien años de vida como sededelejecutivociudadano,eshastaahoraelúnico queexpresaatravésdesumonumentalidadlajerar- quía institucional y simbólica del poder político- administrativo de una ciudad, cuyo paisaje aún carece de construcciones y monumentos que simbo- licen su condición de Capital Alterna.
  • 4. El Corredor Mediterráneo / Página 4 Rosario, su poesía está atravesada por la mitología calchaquí. ¿Cómo llegó a ella? ¿qué le atrajo? La mitología fue siempre una pasión en mi vida desde chica, en casa había una colección de Leyendas Indígenas Petaquitas, de Editorial Peuser, que mi abuela me leía. En el secundario me apasionó la historia del Antiguo Egipto, leía también la Ilíada y la Odisea de la colección Atlántida, como Robinson Crusoe y otros libros que mi padre atesoraba. Nunca dejé de leer, Robert Graves, Joseph Campbell, Frazer... Luego ahondé la historia de mis ancestros y quedé atrapada en la cosmovisión andina, en sus leyendas. Siento que soy parte de ellos, una suerte de mestizaje que me une y me redi- me. La mutación o la posibilidad de que un ser pueda definirse en muchas esencias diferentes está presente en estos personajes mitológicos. ¿Son una clave para leer su poesía? Sí, hay mutaciones permanentes en los personajes centrales porque son seres mitológicos, trasmutan en el sexo inclusive. En el caso de Huayrapuca, la serpiente es madre e hijo a la vez, creadora del aconte- cer y destructora. En el libro Los Señores del Jaguar, que son los guerreros que custodiaban al rey antes de la llegada de Cortés, hay una profecía que cuenta que se producirá el apocalipsis con la lle- gada del dios serpiente, un ser de dos cabezas. Por supuesto, son todas invenciones mías, como era el templo, la misión que les fue encomendada, las iniciaciones de esos guerreros… ¿Qué lugar ocupa la infancia en su obra? Soy lo que soy por mi infancia, recuerdos que nunca me abando- nan, lecturas, olores, diálogos con mi abuela, las plantas de mi casa, las siestas, los juegos. La imagina- ción era un viento que nos llevaba a lugares increíbles y, creo que aún perdura, me ayuda a escribir histo- rias. ¿Cómo pensás que irrumpe el pai- saje catamarqueño en tu poética? El paisaje me envuelve, me obse- siona. Las montañas, ese pequeño paraíso. A veces desde una venta- na veo los teros y un río que corre a metros de la casa, allá en Las Juntas. Tengo pasión por las altu- ras, lugares como Antofagasta de la Sierra, la puna con sus volcanes, sus llamas y alpacas, los salares donde abundan garzas y flamencos rosados, lugar al que dediqué mi libro “Profanación en las Alturas”. Tuve la suerte de visitar el Balcón del Pissis, a casi de 4800 metros de altura con toda la belleza que tras- miten las lagunas Verde, Azul, Negra, los Aparejos y Tres Quebradas. Es una zona denomina- da los seismiles porque los montes superan los 6 mil metros, como el monte Piscis, que tiene 6.793 metros en la cordillera de los Andes, junto a volcanes, lagunas y los famosos sitios RAMSAR. María del Rosario, en la región de los "seismiles", en los andes cata- marqueños ¿Cómo se compagina su trabajo como abogada y su escritura? Son las dos caras de una misma moneda. Me apasiona el derecho, creo que hasta ahora pude separar los dos mundos evitando que la escritura de uno se convierta en un corset para el otro. Tengo unos cuentos de la Inquisición que se relacionan en cierta medida, se lla- man “Las Tres Caras de la Herejía”, y otros inéditos. He trabajado y tra- bajo mucho con mi profesión. Obviamente me quita el tiempo que me gustaría darle a la escritu- ra, pero nunca fue un impedimento u obstáculo en mi camino por la literatura. Háblenos de su gran amigo, el poeta Leonardo Martínez. ¿Cómo fue conocerlo, compartir con él, despedirlo? Yo amé a ese ser luminoso. Lo conocí cuando el regresaba de Tucumán, hace más de 30 años, cuando comenzó a escribir, porque se encontró con la poesía ya gran- de, antes se dedicó a la música, era un excelente pianista. A partir de ahí nuestra amistad fue cada vez más fuerte, aun cuando tiempo después se radicara en Buenos Aires. Siempre lo veía rodeado de sus amigos Francisco Madariaga, Santiago Sylvester, Juan José Hernández, Ivonne Bordelois, Jorge Paolantonio, Quico Salgado, el “Teuco” Castilla y otros. Era muy generoso, desprendido, siempre tenía una palabra de aliento hacia los jóvenes escritores, les leía, los Por Alejandra Correa Entrevista a María RosarioAndrada* ENTREVISTA La poeta catamarqueña recorre en esta entrevista algunos tópicos de su escritura signada por la mitología calchaquí y el paisaje. También se refiere a su trabajo como abogada y a sus amigos poetas.
  • 5. El Corredor Mediterráneo / Página 5 integraba a sus círculos de lectura. Lo extraño mucho porque éramos muy confidentes, hablábamos casi todos los días, me hablaba de autores, de libros recién editados. Lo visité cuando estaba grave y aún consciente, pude ver en sus lágrimas un adiós, abracé enton- ces sus manos sabiendo que no lo vería más. ¿Con qué otros poetas en general dialogás sobre poesía? ¿Con qué catamarqueños? Dialogo con los poetas catamar- queños Alfredo Luna, Hilda García, Jorge Paolantonio, Enrique Traverso y Alejandro Acosta y, por supuesto con un arco muy amplio de escritores amigos de distintas provincias. ¿Qué opina sobre el panorama actual de la poesía argentina? Aunque amplio, tal vez pueda dar- nos una visión sobre qué le llega, qué opina sobre lo que se escri- be… Hay de todo un poco, la poesía es siempre una, cuando llega, con- mueve y te sorprende. Hay liber- tad para la estructura y composi- ción de un poema, incluso de la novela. En general no importa el cómo sino lo que se dice. *Esta entrevista es publicada por gentileza de El Faro, revista cultural del CFI (Consejo Federal de Inversiones) Bíobibliografía María Rosario Andrada nació en Catamarca, en 1954. Publicó: Uvas del invierno, (1978); Casa olvida- da, (1982); Tatuaron los pájaros, (1987); Anuin y los senderos del fuego, (1992); Los cánticos de Otmerón, (1998); Profanación en las alturas, (2004); El último res- plandor, (2007); Los señores del jaguar, (2011); Huayrapuca, la madre del viento, (2014); Suri pati- tas largas, (2015) y Las tres caras de la herejía, (2003). Su obra ha integrado importantes antologías. Obtuvo importantes premios.
  • 6. El Corredor Mediterráneo / Página 6 Zona de evaporación Por Gastón Molayoli * Buenos Aires al Pacífico, de Mariano Donoso (Argentina/2018), 97 min. En varios momentos de Buenos Aires al Pacífico una voz dice que lo que vemos forma parte de un sueño. Es una afirma- ción que pone en tensión el verosímil. ¿Cómo podemos ser testigos de un sueño ajeno? Sólo el cine puede dar una respues- ta, el arte que nace a fines del siglo dieci- nueve, casi al mismo tiempo que el psico- análisis y que puede inventar, disponer y finalmente desplegar frente a un especta- dor el comportamiento consciente e inconsciente de otro. El sueño que Mariano Donoso nos muestra conecta ele- mentos autorreferenciales (aparecen los hijos y la madre del cineasta) con los tra- zados ferroviarios que en algún momento del siglo veinte unieron diferentes puntos de la Argentina (entre los cuales el Buenos Aires al Pacífico fue uno de los más emblemáticos), y propone un vínculo histórico, físico y poético entre los trenes y el cine, o entre una máquina que trasla- da cuerpos y cargas por el mundo y otra que traslada mundos por el cuerpo. Pero la película de Donoso es mucho más que un ejercicio de superposición de ele- mentos diversos. Las mencionadas son sólo estaciones en las que el desfile de imágenes se detiene cada tanto. Lo que importa es el movimiento, no la posibili- dad de detenerse, mucho menos de desandar el trayecto. Por eso los capítulos que separan los bloques de imágenes abren un orden no cronológico, que va hacia adelante, vuelve e incluso propone subdivisiones de capítulos que no se men- cionan. Nada se devela estable, ordenado, todo está moviéndose de manera lineal, como un tren, y al mismo tiempo dispersa, como si se abrieran ramales cada diez metros y el tren asumiera los desvíos todas las veces. Hay un plano que cada tanto se repite. El de un hombre que duerme, encarnado por el mismo Mariano Donoso. Es tam- bién el único plano del universo de la fic- ción que puede pensarse como externo al sueño que vemos. Dentro de ese cuerpo dormido habitan las situaciones que el montaje va encadenando hasta formar un todo abierto. ¿Se puede soñar con alguien que uno no conoció? ¿El inconsciente puede inventar un rostro de la nada? ¿Los sueños pueden anticipar escenarios futu- ros? ¿Qué significan esas presencias que se develan con más intensidad que cual- quiera de la vigilia? La voz va dejando, como al pasar, interrogantes similares a esos mientras se suceden entrevistas a obreros, historiadores y geólogos, imáge- nes de archivo (fijas o en movimiento) que muestran de manera afectuosa a los hombres cuya fuerza de trabajo ponía a los trenes en movimiento, y a los trenes mismos, gusanos de metal que descubrí- an e inventaban localidades a su paso. El montaje nunca abandona la voluntad de encontrar puntos de intersección en el desplazamiento: la muerte de la madre y el solsticio de verano, la historia del Ferrocarril y las historias de sus protago- nistas, la Historia y la geometría, la memo- ria y los sueños. El dispositivo que Buenos Aires al Pacífico pone en movimiento de manera fascinan- te genera la distancia necesaria para que las imágenes se ajusten a la idea de una memoria flotante que intenta desentra- ñar el contenido de un sueño y el pasaje que conecta un fragmento con otro. Eso se debe, entre otras razones, a que la voz que orienta, acompaña o se deja transfor- mar por las imágenes es el resultado de una síntesis entre dos voces masculinas y una femenina. Son voces que mantienen la singularidad y al mismo tiempo se dilu- yen en lo que parecen diferentes estados de una misma voz. La distancia se sostie- ne también gracias a la aparición de un personaje que la voz reconoce con extra- ñeza, como si nunca lo hubiera visto, ni en el sueño ni en la vigilia, y que parece con- ducir una investigación cuyos motivos desconoce. Pero la sensación de ser testigos del deambular de una consciencia a través de paisajes inconscientes se desprende sobre todo de una concepción sonora precisa. Hay un ejercicio de depuración que limita cada escena a dos o tres ele- mentos sonoros que no hacen otra cosa que acentuar un silencio imposible en la vigilia. Se escuchan, por ejemplo, en un fondo de pájaros o de viento sobre ramas, los pasos de los técnicos y del investiga- dor misterioso, pero casi nunca sus voces cuando se los ve gesticular. Por eso es sig- nificativo que uno de los pocos momen- tos en que escuchamos al investigador sea aquél en el que menciona a En busca del tiempo perdido, luego de que un his- toriador comente que Marcel Proust par- ticipó como inversionista de los trazados franceses. Es una cita directa, explícita, que deja asomar una poética en el entra- mado de la película. Dice Proust en Por la parte de Swan, la primera de las siete novelas que componen En busca del tiem- po perdido: “Cuando veía un objeto exte- rior, la conciencia de que lo veía permane- cía entre él y yo, lo orlaba con un fino ribe- te espiritual que me impedía tocar nunca su materia directamente; se volatilizaba en cierto modo antes de que tomara con- tacto con ella, así como su cuerpo incan- descente al que acercamos un objeto mojado no toca su humedad, porque va siempre precedido de una zona de evapo- ración”. ¿No es la misma distancia que hay entre las voces exteriores de Buenos Aires al Pacífico y las imágenes interiores al sueño? ¿No es también la misma volati- lidad? La película se desplaza en esa “zona de evaporación” porque sostiene, como dice una de las voces, que “el cine es el invento del olvido”. Contra ese olvido, como contrariando la naturaleza del cine (y de la vida), avanza Mariano Donoso. De ahí que se detenga tanto en el rostro de su madre, en los de sus hijos y en los de los trabajadores que hacían funcionar a los trenes, como el hombre que abre la película (presentado como “El soñador”), que no puede conte- ner sus lágrimas cada vez que trata de recordar, o como el hombre que describe el modo en que la localidad en la que aún vive fue perdiendo pobladores hasta con- vertirse en un pueblo fantasma después de que el tren dejara de pasar (¿se habrá convertido él también en un fantasma?). Son momentos en que el movimiento se detiene, el ritmo se rompe. Donoso sin embargo sostiene el plano, como si estu- viera fascinado por esos rostros y quisiera retenerlos. En un texto que Adrian Martin escribe sobre el cine de Naomi Kawase incluye una cita de Stephen Connors que puede explicar esa fascinación: “El cuerpo arrugado del anciano o de la anciana es como un río al final de su trayecto, que ha trazado un itinerario fluctuante a través de un paisaje irregular, y que termina sus días cargado de sedimento y de gravilla, con su energía esparcida entre las ramifi- caciones de su delta y con escasa capaci- dad para tomar aire. Este no es un cuerpo abierto a cualquier posibilidad, sino un cuerpo saturado de singularidades”. Podríamos cambiar “río” por “tren”, como hace Donoso cuando evoca a Heráclito, y estaríamos hablando de los rostros y de los paisajes de Buenos Aires al Pacífico. *Gastón Molayoli es Director y programa- dor del Centro Cultural Leonardo Favio CINE
  • 7. El Corredor Mediterráneo / Página 7 reseña Prontuario Susana Giraudo Editorial GPU Ediciones. Villa María, 2019. “La poesía es la marca profunda en la corteza del mundo”, dice Susana Giraudo como parte del Manifiesto que abre su último libro, Prontuario, integrado por 57 poemas breves, en su mayo- ría, y contundentes. Más cercano a la estética de sus primeros poemas –que retomó hace unos años en Contramarea- , el libro puede leerse como sín- tesis de su trayectoria poética, pero muy especialmente, como epílogo de su propia vida. Si por prontuario entendemos un tra- tado breve y sustancial de una materia que ya ha sido expuesta ampliamente en otro tratado, no hay título más preciso para este compendio centrado en la pro- pia humanidad y sus sortilegios. Cuerpo-tiempo-soledad-muerte son los temas que trasunta el libro y se amalgaman con pro- verbial talento en Pujar: “pujé/dejé pedazos de mi piel/… para ver la luz” (pág. 21). En estas líneas aparece la supervi- vencia, el femenino empecina- miento para encontrar respues- tas ante la muerte que despoja, el tiempo que envejece, el dolor que hinca y lastima. Cuerpo que ha dado a luz cuatro veces y que la busca incansable- mente a través del arte; cuerpo que puede ser angelical o demo- níaco, mariano o magdaleno, bestial tal como aparece tan magistralmente captada en “marsupial”: “nadie imagina lo que duele/ dormir con una masa furibunda/ escondida en la bolsa% llagando las entrañas/ con sus garras” (pág.37). Pero nunca indiferente al dolor, el amor y la muerte. Desde su pecho, baldío, a veces, según sus propias palabras, la poeta cuida muy bien sus alados pies para encontrar los caminos que le permiten recuperar su esencia, cuando el extravío de la soledad, el desencanto, el dolor, la culpa son destinos. Cuerpo llaga, mutilaciones, lace- raciones aunque a ese “adentro rebosante de culebras”, a Susana Giraudo, poeta, traduc- tora, acuarelista, artista integral, a ella, digo, siempre le nacen “amapolas” (pág. 53). “Leo y releo el esplendor del lenguaje. Vuelvo a leer y releer y esta lec- tura me hace sentir más sano, más vivo y más humano”, con- cluye el poeta Marcos Silber en la contratapa de Prontuario, undécimo libro de la autora, res- ponsable también de la ilustra- ción de tapa. Obra: Susana Giraudo es poeta, ensayista, conferencista, pintora y traductora. Integra el Grupo Paco Urondo de Villa María, donde nació y vive. Forma parte de la Fundación Argentina para la Poesía. Obtuvo la Faja de Honor de la SADE 1998, el Premio Nacional Plaqueta de Oro SADE Santa Fe (1994) y el Puma de Plata de la Fundación Argentina para la Poesía (2017). Ha publicado “Trazo y poema” (1988), “Cuerpo de luz” (1991 bilingüe), “El sonar transparen- te” (1993), “La luna en fuegos de final de noviembre” (1998), “La armonía de las desarmonías” (bilingüe, 2002), “Monedas en el agua de una fuente” (2009), “Arida Lengua” (2015), “Contramarea” (2016), “Matar a la bestia” (2017), “Leve” (2018). Integra antologías nacionales e internacionales. Fabiana León
  • 8. El Corredor Mediterráneo / Página 8 MUNICIPALIDAD DE LA CIUDAD DE RÍO CUARTO Subsecretaría de Cultura. C.C. DEL ANDINO Tel. 0358 - 4671995 MUNICIPALIDAD DE LA CIUDAD DE VILLA MARÍA Bv. Sarmiento y San Martín Tel. 0353 4527092 Director: Antonio Tello Redacción: Diego Formía Soraya Clop Secretaria de Redacción: Salomé Amaya Diseño: Gonzalo Sosa Fotografía: Jorge Tello Ilustración: José Aranguez Paco Rodríguez Ortega Jorge Sarraute Rocío Toledo Colaboradores: Oscar Aimar Antonio Álvarez Claudio Asaad Silvia Barei Abelardo Barra Ruatta Leandro Calle Eva Cháves Sergio G. Colautti Pablo Dema Verónica Dema José Di Marco Marcelo Fagiano Jorge Felippa Concha García Hernán Genero Alberto Hernández Francisco Martínez Hoyos Hugo Morales Solá Heraldo Mussolini Gonzalo Otero Pizarro Daila Prado Isabel Rezmo Jorge Rodríguez Hidalgo Bachi Salas Mario Trecek Ingrid Waisman Miguel Zupán DIRECCIÓN MUNICIPAL DE CULTURA DE LA CIUDAD DE SAN FRANCISCO Bv. 9 de Julio 1190 (2400) San Francisco Tel. 03564-439157 La Columna humorsolini Por Heraldo Mussolini Las puertas verdes Por Daila Prado Indio Felipe Rosas Carrenao o Felipe Mariano Rosas tenía apenas tres años cuando su padre, el cacique ranquel Calvaiñ, voló por los aires en un acci- dente tan extraño y bizarro como solo puede encontrarse en nuestra historia. El gobierno de Buenos Aires había enviado al coronel Emilio Mitre con 2000 hombres a tierras ranqueles, para castigar un malón indígena. Emilio Mitre, que debió haber calculado la distancia y partir con baqueanos conocedores del terreno, en cambio salió “a la bartola”, y se extravió. Al llegar al actual Italó equivoca el cami- no hacia Lebucó y se interna en una zona sin aguadas; era pleno enero y los hombres desfallecían de sed, mientras los ranqueles escondidos, seguían las increíbles evoluciones del ejército. Perdido, Emilio Mitre decidió regresar; en la retirada enterró cañones y polvorines. El cacique Calvaiñ fue con sus indios a ver de qué se trataban aquellos restos, hizo un disparo con arma de fuego y la explosión lo dinamitó por el aire; terminó con su vida y la de treinta indios. Mientras la caravana huinca regresaba en harapos -¡con pérdida de más de mil hombres!- la caravana ran- quelina volvía a los aduares sin su jefe máximo, Calvaiñ, padre de Carrenao, después Felipe Mariano Rosas. El niño creció sabiendo su origen y aprendiendo costumbres, hábitos y creencias de la tribu ranquel. El mestizaje había hecho su ruta en él: era hijo de Calvaiñ y de una cautiva puntana, Anita Saá. En 1870, con la suerte de los ranqueles ya echada, Manuel Baigorria, un blanco exiliado entre los indios durante décadas, bautiza a Carrenao y le da el nombre de Felipe Mariano Rosas. Carrenao, disgustado con su tío -el cacique Mariano Rosas- le pide a Baigorria que lo reciba en la villa de La Concepción del Río Cuarto; permanece un tiempo corto en la villa y luego Baigorria lo envía a Mendoza para estudiar y trabajar en el Colegio Nacional. De modo que el mestizo, a los catorce años deja los aduares y se instala en Cuyo. Ya su vida era la prueba de la transculturación, la mezcla, el cambio de condición que debe haberle costado no poco al muchacho, acostumbrado a montar en pelo, a cazar ñan- dúes y pumas, a participar de las rogativas mapuches bajo la luz de la luna. Llega a Mendoza y además de trabajar solicita estudiar, y lo hace con especial dedicación. Sobre todo le interesa el idioma, que ya conocía en parte por su madre huinca. De Mendoza Carrenao, o Felipe Mariano, pasa a Buenos Aires; está ahora en el centro neu- rálgico de la sociedad huinca, allí continúa los estudios y se recibe de maestro. Ya lo vemos a Carrenao, posiblemente añorando la llanura de horizonte infinito, el cielo pampeano y sus familiares y amigos, sin embargo sirviendo a su etnia en lo que él creía era un aporte, encarnando en su vida la hibridación racial y cultural, de la que casi todas y todos los argentinos formamos parte. El indio Felipe Rosas firmaba sus cartas con ambos nombres: Felipe y Carrenao. No quería olvidar orígenes; quería que coexis- tiesen. Lo consiguió en parte, aunque la suya fuera una victoria individual, no compartida con su raza, que se vio sometida o direc- tamente eliminada. Carrenao se radica en Río Cuarto y contrae matrimonio en la iglesia catedral con Eufemia Fernández, hija de una conocida familia; procrean cinco hijos. Uno de ellos apadrina- do por Julio Argentino Roca, con lo que la paradoja de su drama existencial llega a su punto culminante: Roca será el encargado de la “solución final” de los ranqueles. En 1885 da clases en la escuela Domingo Faustino Sarmiento, en barrio Hipódromo, con un sueldo mensual de 20 pesos. Felipe también tocaba instrumentos musicales: violín, guitarra y piano. Continúa desempeñándose en escuelas públicas para varones y para niñas. En 1886 aparece reclamando sueldos atrasados; la municipalidad, en cambio de pagarle lo que correspondía, envió una carta manifestando que “es bochornoso tener al frente de un establecimiento a un individuo que no posee precisión de nuestro lenguaje”. Firmado: Juan Álvarez, intendente municipal… Felipe Mariano Rosas Carrenao muere en Río Cuarto en 1894; para ese entonces, su Lebucó natal ya no existía, atropellado por la civilización blanca y cristiana. Sí quedaban sus huellas en su des- cendencia, por caso su bisnieta Nora Rosas, entre otros. SUPLEMENTO CULTURAL DEL CENTRO DECLARADO DE INTERÉS CULTURAL POR EL CONCEJO DELIBERANTE DE RÍO CUARTO