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Muy estimado Señor Ministro, Conseller, Viceministro, Secretario, Subsecretario, 
Director General, Adjunto a la Dirección, Delegado Territorial o lo que corresponda, 
porque entre tantos cargos como tienen ustedes, uno ya no sabe a quien dirigirse para 
cada cosa: 
La presente es para poner en su conocimiento, aunque probablemente ya lo sabe, que la 
absurda legislación que usted y sus acólitos aprueban, unida a la pésima aplicación de la 
misma que sus subordinados hacen de ella, está consiguiendo, entre otras cosas, que las 
desigualdades sociales y de todo tipo en este país tan moderno, igualitario y chulo que 
nos gastamos, no solo no vayan a menos, sino que hayan entrado en un bucle 
descendente e infinito del que difícilmente van a salir, si no es que les da a Mao y al 
Che Guevara por cohabitar allá donde estén y manden al retoño resultante junto con Son 
Goku a esta tierra de mierda llamada España, con la misión de, a base de mamporros, 
ostias y derivados, poner orden en este cambalache/charada/carnaval de hijo putismo 
entre el que nos movemos día a día. 
Y si quiere muestras, le vamos a dar botones. 
El que suscribe, varón, adulto, miope, regordete e hipertenso, es propietario, junto con 
su señora, de una empresa de pastelería legalmente establecida desde hace ya 18 años. 
De ella, y gracias al trabajo y esfuerzo diario, comemos una media de 3 o 4 familias, 
según vayan las ventas. 
Lógicamente, todos estamos dados de alta en la Seguridad Social, pagamos la Mútua 
con sus correspondientes revisiones, cursillos y reconocimentos médicos, llevamos al 
día lo de los riesgos laborales, la prevención, la trazabilidad de los productos, el control 
diario de elementos frigoríficos, desinsectación, desinfectación, desratización, control 
de proveedores, certificados de idoneidad de envoltorios y envases, pagamos IRPFs, 
IVAs e Impuestos de Sociedades, tenemos grifos ergonómicos, secamanos desechables, 
equipos de protección individual, uniformes, estamos y abonamos cuando toca en los 
registros mercantiles, la luz, el agua, la contribución, el gas, basura, alcantarillado, vado, 
seguro obligatorio comercios, mantenimientos y reparaciones de maquinarias, con los 
correspondientes desplazamientos, mano de obra, impuestos especiales por gases 
frigoríficos, etc. Cumplimos la legislación sobre materiales de empaquetado, alérgenos, 
utensilios de trabajo, separación de zonas de trabajo, luminosidad y temperatura en área 
de venta y de fabricación, prevención y lucha contra incendio, cursillos de primeros 
auxilios, cargas, protocolos para personal de riesgo, y todas esas minucias que sus 
inspectores se encargan de recordarnos, controlar y comprobar cada vez que vienen a 
visitarnos, que por cierto, es bastante a menudo. 
Pues bien, ahora resulta que, de un tiempo a esta parte, parece ser que se ha abierto la 
veda para la caza, captura, acoso y derribo del pequeño comerciante, y más 
concretamente de la sub especie del panadero-pastelero. 
Por si no teníamos bastante con la competencia, no ya desleal, pero sí avasalladora, 
enorme y desmedida de super mercados, centros comerciales y grandes almacenes, 
últimamente hemos de luchar en desventaja clara con particulares que, queremos 
suponer que por necesidad, elaboran tartas y otros productos alimenticios en sus propias 
casas, sin garantía sanitaria ni control alguno, sin pagar impuestos ni jornales, sin saber 
si rompen o no la cadena del frío, etc. etc. 
Además, los ofrecen descaradamene en las puertas de los colegios, los anuncian por 
Internet con catálogo de fotos y todo, incluso compran los productos para elaborarlos a
algunos de nuestros propios proveedores, que por cierto no les cobran el IVA al ser 
particulares. A nosotros sí. 
Eso no es competencia desleal. 
Eso es una patada bajo la línea de flotación de los que sí estamos dados de lata, 
cumplimos la Ley y pagamos todo lo que hay que pagar. 
Pero es que además, se está poniendo de moda que los badulaques, al igual que las 
gasolineras y otro tipo de comercios no relacionados con el ramo, vendan pan, y 
bollería, y rosquilletas, y que el frutero tenga rosquillas, el ultramarinos haga bocadillos 
y en la papelería se puedan comprar napolitanas, caracolas e incluso pan. 
Esto es otra patada, pero esta vez en las pelotas. 
Visto lo visto, rogaría a usted/ustedes se dieran un voltio por ahí o bien mandaran a sus 
subordinados acólitos para que comprobaran si todos los susodichos citados 
anteriormente poseen, siquiera, el preceptivo y obligatorio carnet de manipulador de 
alimentos. O si ellos mismos o sus proveedores disponen de vehículos isotermos 
homologados para el reparto y transporte de alimentos. 
O neveras y congeladores debidamente identificados y controlados. 
O quizá si el papel de envolver (caso de que lo utilicen) cumple con todas las garantías 
sanitarias. 
Y el por qué se ven cajas de pan precocido, pasteles o tartas sin frío en pasillos de 
hipermercados e incluso en gasolineras 
Si siguen algún tipo de trazabilidad de los productos alimenticios. 
Y si manipulan y almacenan correctamente los mismos. 
Si se lavan las manos entre los 20 euros de gas-oil y las dos barras de pan. 
O si lo hacen para dar una napolitana después de haber estado trasteando con la 
fotocopiadora. 
O quizá cuando preparan un bocadillo sobre el mostrador después de haber vendido 5 
kilos de patatas. 
Es más, podían mirar siquiera si tienen lavamanos, con jabonera y papel desechable, 
como se nos exige a nosotros. 
Y de paso controlen si las botellas de lejía, el aceite de motor o las cebollas moradas 
están distancia suficiente del pan y las caracolas de chocolate. 
A nosotros se nos llegó a medir una vez la distancia entre el expositor del pan y el lugar 
donde están las bolsas donde ponerlo. 
Osease, señor/es míos, a ver si puede ser que seamos todos moros o todos cristianos, 
que se nos mida a todos con el mismo rasero, que no seamos siempre los mismos cuatro 
gilipoyas los que cumplimos a rajatabla la ley porque somos honraos y porque ustedes 
nos lo exigen y controlan, que toda esa piratería incontrolada pase algún tipo de control 
sanitario, industrial, fiscal y de comercio, como nosotros. 
Que no tengamos que ir cuatro familias más al paro por no poder luchar contra su 
desidia y su doble rasero. 
Que sí, que vale, que bueno, que la cosa está muy mal y cada uno se defiende como 
puede, pero en la selva el león hambriento igual se come a la gacela que a la hiena. 
Aquí no. 
Aquí ustedes solo van a la yugular de la presa apetecible, la que se ve, la franca, la que 
no se esconde, la que saben que si muerden sacan cacho.
Y mientras, las hienas, los carroñeros, los buitres, sobrevolando para llevarse las 
migajas que quedan tras la caza. 
¡Un poquito de por favor, hombre! 
No queremos Justicia, porque creemos que ya no queda en este país, pero sí queremos 
que nos dejen trabajar, como mínimo, en igualdad de condiciones que la caterva de 
piratas que pululan por ahí, si no protegidos, sí consentido por ustedes. 
Perdone la extensión del escrito pero cuando se trata de defender el pan de los hijos, no 
hay que escatimar en letras. 
Ruego a usted tenga en consideración este escrito, aunque permita que dude al respecto, 
y quede usted con Dios, porque a nosotros ya nos tiene dejaos de Su mano. 
Atentemente: 
Pepe Genovés. 
PD: Así, entre amigos y ahora que no nos oye nadie, si está interesado en que le sirva 
pan, pasteles y bollería en el ministerio, solo tiene que decirlo. 
Eso sí, en las mismas condiciones que los piratas mentados más arriba: sin furgón 
isotermo, ni envoltorios, ni facturas, ni por supuesto, IVA. 
Ya me dice algo.

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Desigualdades sociales y competencia desleal amenazan pyme pastelera

  • 1. Muy estimado Señor Ministro, Conseller, Viceministro, Secretario, Subsecretario, Director General, Adjunto a la Dirección, Delegado Territorial o lo que corresponda, porque entre tantos cargos como tienen ustedes, uno ya no sabe a quien dirigirse para cada cosa: La presente es para poner en su conocimiento, aunque probablemente ya lo sabe, que la absurda legislación que usted y sus acólitos aprueban, unida a la pésima aplicación de la misma que sus subordinados hacen de ella, está consiguiendo, entre otras cosas, que las desigualdades sociales y de todo tipo en este país tan moderno, igualitario y chulo que nos gastamos, no solo no vayan a menos, sino que hayan entrado en un bucle descendente e infinito del que difícilmente van a salir, si no es que les da a Mao y al Che Guevara por cohabitar allá donde estén y manden al retoño resultante junto con Son Goku a esta tierra de mierda llamada España, con la misión de, a base de mamporros, ostias y derivados, poner orden en este cambalache/charada/carnaval de hijo putismo entre el que nos movemos día a día. Y si quiere muestras, le vamos a dar botones. El que suscribe, varón, adulto, miope, regordete e hipertenso, es propietario, junto con su señora, de una empresa de pastelería legalmente establecida desde hace ya 18 años. De ella, y gracias al trabajo y esfuerzo diario, comemos una media de 3 o 4 familias, según vayan las ventas. Lógicamente, todos estamos dados de alta en la Seguridad Social, pagamos la Mútua con sus correspondientes revisiones, cursillos y reconocimentos médicos, llevamos al día lo de los riesgos laborales, la prevención, la trazabilidad de los productos, el control diario de elementos frigoríficos, desinsectación, desinfectación, desratización, control de proveedores, certificados de idoneidad de envoltorios y envases, pagamos IRPFs, IVAs e Impuestos de Sociedades, tenemos grifos ergonómicos, secamanos desechables, equipos de protección individual, uniformes, estamos y abonamos cuando toca en los registros mercantiles, la luz, el agua, la contribución, el gas, basura, alcantarillado, vado, seguro obligatorio comercios, mantenimientos y reparaciones de maquinarias, con los correspondientes desplazamientos, mano de obra, impuestos especiales por gases frigoríficos, etc. Cumplimos la legislación sobre materiales de empaquetado, alérgenos, utensilios de trabajo, separación de zonas de trabajo, luminosidad y temperatura en área de venta y de fabricación, prevención y lucha contra incendio, cursillos de primeros auxilios, cargas, protocolos para personal de riesgo, y todas esas minucias que sus inspectores se encargan de recordarnos, controlar y comprobar cada vez que vienen a visitarnos, que por cierto, es bastante a menudo. Pues bien, ahora resulta que, de un tiempo a esta parte, parece ser que se ha abierto la veda para la caza, captura, acoso y derribo del pequeño comerciante, y más concretamente de la sub especie del panadero-pastelero. Por si no teníamos bastante con la competencia, no ya desleal, pero sí avasalladora, enorme y desmedida de super mercados, centros comerciales y grandes almacenes, últimamente hemos de luchar en desventaja clara con particulares que, queremos suponer que por necesidad, elaboran tartas y otros productos alimenticios en sus propias casas, sin garantía sanitaria ni control alguno, sin pagar impuestos ni jornales, sin saber si rompen o no la cadena del frío, etc. etc. Además, los ofrecen descaradamene en las puertas de los colegios, los anuncian por Internet con catálogo de fotos y todo, incluso compran los productos para elaborarlos a
  • 2. algunos de nuestros propios proveedores, que por cierto no les cobran el IVA al ser particulares. A nosotros sí. Eso no es competencia desleal. Eso es una patada bajo la línea de flotación de los que sí estamos dados de lata, cumplimos la Ley y pagamos todo lo que hay que pagar. Pero es que además, se está poniendo de moda que los badulaques, al igual que las gasolineras y otro tipo de comercios no relacionados con el ramo, vendan pan, y bollería, y rosquilletas, y que el frutero tenga rosquillas, el ultramarinos haga bocadillos y en la papelería se puedan comprar napolitanas, caracolas e incluso pan. Esto es otra patada, pero esta vez en las pelotas. Visto lo visto, rogaría a usted/ustedes se dieran un voltio por ahí o bien mandaran a sus subordinados acólitos para que comprobaran si todos los susodichos citados anteriormente poseen, siquiera, el preceptivo y obligatorio carnet de manipulador de alimentos. O si ellos mismos o sus proveedores disponen de vehículos isotermos homologados para el reparto y transporte de alimentos. O neveras y congeladores debidamente identificados y controlados. O quizá si el papel de envolver (caso de que lo utilicen) cumple con todas las garantías sanitarias. Y el por qué se ven cajas de pan precocido, pasteles o tartas sin frío en pasillos de hipermercados e incluso en gasolineras Si siguen algún tipo de trazabilidad de los productos alimenticios. Y si manipulan y almacenan correctamente los mismos. Si se lavan las manos entre los 20 euros de gas-oil y las dos barras de pan. O si lo hacen para dar una napolitana después de haber estado trasteando con la fotocopiadora. O quizá cuando preparan un bocadillo sobre el mostrador después de haber vendido 5 kilos de patatas. Es más, podían mirar siquiera si tienen lavamanos, con jabonera y papel desechable, como se nos exige a nosotros. Y de paso controlen si las botellas de lejía, el aceite de motor o las cebollas moradas están distancia suficiente del pan y las caracolas de chocolate. A nosotros se nos llegó a medir una vez la distancia entre el expositor del pan y el lugar donde están las bolsas donde ponerlo. Osease, señor/es míos, a ver si puede ser que seamos todos moros o todos cristianos, que se nos mida a todos con el mismo rasero, que no seamos siempre los mismos cuatro gilipoyas los que cumplimos a rajatabla la ley porque somos honraos y porque ustedes nos lo exigen y controlan, que toda esa piratería incontrolada pase algún tipo de control sanitario, industrial, fiscal y de comercio, como nosotros. Que no tengamos que ir cuatro familias más al paro por no poder luchar contra su desidia y su doble rasero. Que sí, que vale, que bueno, que la cosa está muy mal y cada uno se defiende como puede, pero en la selva el león hambriento igual se come a la gacela que a la hiena. Aquí no. Aquí ustedes solo van a la yugular de la presa apetecible, la que se ve, la franca, la que no se esconde, la que saben que si muerden sacan cacho.
  • 3. Y mientras, las hienas, los carroñeros, los buitres, sobrevolando para llevarse las migajas que quedan tras la caza. ¡Un poquito de por favor, hombre! No queremos Justicia, porque creemos que ya no queda en este país, pero sí queremos que nos dejen trabajar, como mínimo, en igualdad de condiciones que la caterva de piratas que pululan por ahí, si no protegidos, sí consentido por ustedes. Perdone la extensión del escrito pero cuando se trata de defender el pan de los hijos, no hay que escatimar en letras. Ruego a usted tenga en consideración este escrito, aunque permita que dude al respecto, y quede usted con Dios, porque a nosotros ya nos tiene dejaos de Su mano. Atentemente: Pepe Genovés. PD: Así, entre amigos y ahora que no nos oye nadie, si está interesado en que le sirva pan, pasteles y bollería en el ministerio, solo tiene que decirlo. Eso sí, en las mismas condiciones que los piratas mentados más arriba: sin furgón isotermo, ni envoltorios, ni facturas, ni por supuesto, IVA. Ya me dice algo.