Este documento discute el desperdicio de alimentos en España y ofrece consejos para reducirlo. El autor señala que los españoles desperdician 7.7 millones de toneladas de comida al año, lo que podría alimentar a 2000 millones de personas. Explica que los jóvenes tienden a desperdiciar más comida que los ancianos. Finalmente, da una serie de recomendaciones como comprar solo lo necesario, congelar la carne y el pescazo en exceso, y donar alimentos en buen estado en lugar de desperdiciarlos.
1. “Los españoles que no comieron
mondas de mandarina”.
Por Elena Cañizares Aparicio
2. En los últimos años se ha popularizado la imagen del español
despilfarrador de comida. Una realidad que nos ha costado aceptar. ¿Tirar comida?
¿Nosotros? Imposible. ¡Si España está es crisis…!
A los españoles nos cuesta admitir nuestros
errores. No vemos errado tirar un plátano
pocho, un trocito de pan duro y esas sobras
de estafado que ya empiezan a oler. De vez
en cuando “no pasa nada”. Quién nos iba a
decir que en este hermoso país se
desperdician nada más y nada menos que
7.7 millones de toneladas al año. Total, solo
se podrían alimentar a 2000 millones de
personas con ellas.
3. “¡Cómo se nota que vosotros no habéis comido mondas de mandarina!”, diría mi
abuelo. Por algo será que los ancianos y personas mayores son los que menos
comida echan a perder. Por el contrario, son los jóvenes de entre 25 y 34 años los
que más. Cuanto más mayores somos y más agrandamos nuestra familia, nos damos
cuenta del valor de la comida.
Sinceramente, pienso que la razón de este crimen contra la humanidad reside en el poco
aprecio que le tenemos a la comida. No es que no nos encante comer (que lo hacemos),
sino que no entendemos realmente el valor de los alimentos en sí; nos pasamos la vida
corriendo de un lado para otro y comemos mucho y mal, sin dedicarle el tiempo necesario a
comprar buena materia prima, colaborar con pequeños comercios, calcular bien la cantidad
necesaria o incluso a mirar la fecha de caducidad.
4. ¡Qué pensarían de nosotros los españoles que
vivieron la Guerra Civil…! Me avergüenza
pensar en la sociedad de la que formo parte.
Quien sea libre de no haber tirado comida
que tire la primera piedra. Mejor tirar piedras
que tirar vida, ¿no?
Después de todo, lo que realmente me entristece es pensar en
que la causa de este sacrilegio es la falta de concienciación y de
información. Pienso que es más fácil informar que concienciar, así
que empezaré por ello:
Aparentemente, tiramos la comida porque compramos demasiado. Lo
primero que tenemos que hacer es una lista de la compra en la cual
especifiquemos lo que queremos. Compra no es sinónimo de turismo, en el
mercado o tienda no dejes que te lleve la marea. Llévate solo lo que
necesites y calcula la cantidad dependiendo de si es para uno, dos o una
familia. Asimismo, comprueba la fecha de caducidad. Y ten en cuenta que
esa fecha es orientativa, no significa que tengas que tirar un producto justo
el día que caduca.
5. Otra de las razones por las cuales tiramos
comida es que esta se pone mala, huele mal y
demás. Pues bien, la carne y el pescado debe
congelarse si se compra en grandes
cantidades y solo descongelar lo que te vayas a
comer. Mejor que falte a que sobre, siempre te
puedes hacer una ensalada o darte un capricho
con el postre. Con respecto a la verdura y fruta,
es mejor comprarla en pocas cantidades ya que
se suelen pudrir enseguida. Sobre el pan,
podemos congelarlo y después meterlo en el
microondas con un vaso de agua y de esa
manera no se pone duro.
Por último, hablemos de las problemáticas sobras. El caldo, los fideos y la pasta de
todo tipo se pueden congelar y después descongelar. Podemos guardar el caldo en
forma de cubitos de hielo para utilizarlo mejor; también podemos hacer esas sobras
puré. Cabe decir que no habría sobras si no comprásemos más de la cuenta. Si al
llegar a casa nos damos cuenta de que hemos arrasado con medio supermercado,
podemos donar alimentos de primera calidad a bancos de alimento o
proporcionárselo a personas o familias que conozcamos o, simplemente, dárselo a
uno de los tantos sin techo que cada día pelean por vivir un día más.
6. Para terminar, después de haber proporcionado unos cuentas consejos, vamos con la
parte de concienciar: evidentemente, la comida que nos sobra, la que tiramos y muere
antes de haber podido ser consumida no se puede utilizar para nutrir a África, tampoco
vamos a darles nuestras sobras a otra persona y, gracias a la ley, tampoco a los gatos
callejeros. Pero el punto de no desperdiciar comida no es que esa sirva para alimentar a
más gente, sino que consumimos tanto que estamos acabando con los recursos.
Las granjas están a rebosar de animales maltratados en condiciones
deplorables. Los agrícolas, desesperados con tanta demanda, no saben qué
más químicos echarle a aquello que después comemos de manera que no
se eche a perder por insectos o diferentes epidemias. A parte de que cuanto
más compramos, más sube la demanda y más cara es la comida (con lo que
más gente sufre de desnutrición y hambruna).
Tenemos que empezar a comprender la
repercusión de nuestros actos. La
educación es un derecho, la igualdad es un
derecho, la sanidad es un derecho. Sin
embargo, sin comida nos morimos. Así de
simple. No es un derecho, es una
responsabilidad para con la sociedad. Si no
empezamos a respetarla ahora, no lo
haremos nunca.