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Domingo, 15 de noviembre de 2009	 la GACETA  67
Deportes_Fútbol
El centrocampista inauguró el pasado jueves unos campos con su nombre en Torrejón de Ardoz. / realmadrid.com
Guti es un gran aficionado al golf y un buen jugador. / Madrid Masters
tora. De la misma manera le regaló este
año su camiseta a la familia de una ado-
lescente que falleció tras recibir a los
jugadores madridistas en el nuevo esta-
dio del Español, e incluso fue al funeral
de un joven perteneciente a su club de
fans, fallecida por un terrible cáncer.
Sensible y humano, pero también arro-
gante y pendenciero, los calificativos no
casan porque así es Guti: un fenómeno
inexplicable.
Carácter difícil
Según cuentan allegados del futbolista a
LA GACETA, Guti lo tiene todo, pero le
cuesta disfrutarlo. Dicen que es “muy
tímido” (tanto que incluso cuando era
adolescente y le presentaron a Fernando
Redondo, su ídolo, estuvo toda la conver-
sación mirando al suelo) y aseguran que
es una persona “extremadamente sensi-
ble, que se emociona bastante”, pero que
se ha “puesto una careta” para sobrevivir
a los caprichos de la fama, al igual que
hace un músico cuando se sube a un esce-
nario, dejando sus miedos y sus dudas en
los camerinos.
	 Pero las mismas fuentes también aña-
den que Guti tiene un carácter “rebelde,
díscolo y tan arrogante que se imita a sí
mismo”, interponiendo un muro con la
gente de “fuera de su círculo”. Su proble-
ma como futbolista, ese que le ha pega-
do el cartel de eterna promesa a la espal-
da, es precisamente que esa bipolaridad
la ha trasladado al terreno de juego.
	 Su forma de ser le pierde con sus entre-
nadores, a los que lleva mandado al
mismo sitio que a Pellegrini desde que
era niño (son incontables las veces que ha
Antiguos compañeros de Guti, gen-
te que ha compartido un campo de
fútbol con él, nos cuentan que en los
entrenamientos le han visto hacer
cosas inimaginables, demostrar tal
superioridad en el campo que “tie-
ne que ser chulo a la fuerza”. Guti
siempre jugaba bien y asombraba
a cualquier observador. Padres, en-
trenadores, futbolistas, ojeadores…
fuera quien fuera. Una anécdota que
ilustra lo que era este futbolista ocu-
rrió en la final de la Copa de España
de juveniles, en 1995.
El Real Madrid se enfrentaba al Se-
villa y Guti, debido a que había pro-
tagonizado la noche anterior uno
de sus frecuentes episodios de in-
disciplina, era suplente a pesar de
ser el mejor jugador del equipo. Es-
taba tremendamente enfadado, ru-
miando su malestar en el banquillo.
Cuando le llegó el momento de salir
al terreno de juego (nadie se atrevía
a tenerle sentado demasiado tiem-
po), extraordinariamente motivado,
salió al césped cuando su equipo
perdía 0-1 y le dio la vuelta a la fi-
nal con tres golazos antológicos en
otras tantas jugadas personales.
Por aquel entonces, el jugador blan-
co promediaba nada menos que 30
goles por temporada. Pocos meses
después de aquello, debutaría en
partido oficial con el Madrid precisa-
mente ante el Sevilla, el 2 de diciem-
bre de 1995, de la mano de Valdano.
En otra ocasión, un árbitro le anuló
un golazo espectacular tras contro-
lar un saque de banda y, sin dejar
caer el balón, marcar en el segun-
do toque por la escuadra de una
volea imposible al segundo palo. El
colegiado ordenó repetir el saque.
Guti, muy cabreado y tras protestar
airadamente, se ofreció de nuevo a
su compañero. Se repitió el saque y
calcó el gol con exactitud.
Al madridista siempre le ha costado
encontrar la motivación y nunca le
ha gustado la presión. Quizá por eso
haya sido siempre el mejor en los
entrenamientos y haya necesitado
excusas para brillar en los partidos.
Lo que nadie duda es que estamos
ante un jugador que es un fuera de
serie, con una calidad inigualable, y
tiene un don portentoso que lo mis-
mo le sirve para jugar al fútbol que
al golf, donde atesora un extraordi-
nario hándicap 7 que le podría per-
mitir atacar profesionalmente este
deporte cuando cuelgue las botas.
Pero hay más. Guti también es un
gran jugador de baloncesto, deporte
que practica a la perfección, tam-
bién con un manejo muy técnico de
la pelota, y un fenómeno en las can-
chas de tenis. Sus cualidades para el
deporte son innatas. Pero dicen que
se cansa muy pronto de todo lo que
hace, que no es capaz de dedicarse
a nada en cuerpo y alma salvo a sus
hijos Aitor José y Zaira.
Por como es, “Guti
tiene que ser chulo
a la fuerza”
Como le ven los que han com-
partido campo con él
abandonado un entrenamiento por pro-
pia iniciativa tras una discusión, y en la
Ciudad Deportiva decían de él que era
tan revoltoso como buen jugador).
	 No ha sido capaz de separar sus obli-
gaciones de sus aficiones (las discotecas,
sin duda, son una de ellas, y sus constan-
tes visitas al Buda Bar así como sus retra-
sos en sus entrenamientos son vox popu-
li), no ha puesto siempre el fútbol en el
primer plano de su lozanía, le cuesta
dominar su lengua y sus gestos (se ha per-
mitido llamar paleta a toda la afición del
Villarreal o mandar cerrar la boca a su
compañero y amigo Iker Casillas), no le
gusta entrenar y no tiene continuidad
porque se evade de los partidos con bas-
tante regularidad.
	Lo que sí son regulares son sus
expulsiones: de hecho se le acusa de
borrarse de partidos cuando se acer-
can celebraciones clave en su entorno
más íntimo como fiestas y cumplea-
ños, y pierde los nervios en el campo
con demasiada frecuencia, temporada
tras temporada.
	 Todo esto le provoca siempre la pérdi-
da de confianza del entrenador de turno
y le obliga a volver a hacer girar una rueda
que cada vez le cuesta más mover. A sus
33 años y de nuevo en entredicho, su futu-
ro en el club está más oscuro que nunca
después de acumular cuatro partidos
consecutivos fuera de la convocatoria. El
fenómeno inexplicable se encuentra ante
el terrible problema de enfrentarse al
olvido y no a la gloria cuando. definitiva-
mente, opte por colgar las botas. Segura-
mente se arrepentirá.
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  • 1. Domingo, 15 de noviembre de 2009 la GACETA  67 Deportes_Fútbol El centrocampista inauguró el pasado jueves unos campos con su nombre en Torrejón de Ardoz. / realmadrid.com Guti es un gran aficionado al golf y un buen jugador. / Madrid Masters tora. De la misma manera le regaló este año su camiseta a la familia de una ado- lescente que falleció tras recibir a los jugadores madridistas en el nuevo esta- dio del Español, e incluso fue al funeral de un joven perteneciente a su club de fans, fallecida por un terrible cáncer. Sensible y humano, pero también arro- gante y pendenciero, los calificativos no casan porque así es Guti: un fenómeno inexplicable. Carácter difícil Según cuentan allegados del futbolista a LA GACETA, Guti lo tiene todo, pero le cuesta disfrutarlo. Dicen que es “muy tímido” (tanto que incluso cuando era adolescente y le presentaron a Fernando Redondo, su ídolo, estuvo toda la conver- sación mirando al suelo) y aseguran que es una persona “extremadamente sensi- ble, que se emociona bastante”, pero que se ha “puesto una careta” para sobrevivir a los caprichos de la fama, al igual que hace un músico cuando se sube a un esce- nario, dejando sus miedos y sus dudas en los camerinos. Pero las mismas fuentes también aña- den que Guti tiene un carácter “rebelde, díscolo y tan arrogante que se imita a sí mismo”, interponiendo un muro con la gente de “fuera de su círculo”. Su proble- ma como futbolista, ese que le ha pega- do el cartel de eterna promesa a la espal- da, es precisamente que esa bipolaridad la ha trasladado al terreno de juego. Su forma de ser le pierde con sus entre- nadores, a los que lleva mandado al mismo sitio que a Pellegrini desde que era niño (son incontables las veces que ha Antiguos compañeros de Guti, gen- te que ha compartido un campo de fútbol con él, nos cuentan que en los entrenamientos le han visto hacer cosas inimaginables, demostrar tal superioridad en el campo que “tie- ne que ser chulo a la fuerza”. Guti siempre jugaba bien y asombraba a cualquier observador. Padres, en- trenadores, futbolistas, ojeadores… fuera quien fuera. Una anécdota que ilustra lo que era este futbolista ocu- rrió en la final de la Copa de España de juveniles, en 1995. El Real Madrid se enfrentaba al Se- villa y Guti, debido a que había pro- tagonizado la noche anterior uno de sus frecuentes episodios de in- disciplina, era suplente a pesar de ser el mejor jugador del equipo. Es- taba tremendamente enfadado, ru- miando su malestar en el banquillo. Cuando le llegó el momento de salir al terreno de juego (nadie se atrevía a tenerle sentado demasiado tiem- po), extraordinariamente motivado, salió al césped cuando su equipo perdía 0-1 y le dio la vuelta a la fi- nal con tres golazos antológicos en otras tantas jugadas personales. Por aquel entonces, el jugador blan- co promediaba nada menos que 30 goles por temporada. Pocos meses después de aquello, debutaría en partido oficial con el Madrid precisa- mente ante el Sevilla, el 2 de diciem- bre de 1995, de la mano de Valdano. En otra ocasión, un árbitro le anuló un golazo espectacular tras contro- lar un saque de banda y, sin dejar caer el balón, marcar en el segun- do toque por la escuadra de una volea imposible al segundo palo. El colegiado ordenó repetir el saque. Guti, muy cabreado y tras protestar airadamente, se ofreció de nuevo a su compañero. Se repitió el saque y calcó el gol con exactitud. 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Por como es, “Guti tiene que ser chulo a la fuerza” Como le ven los que han com- partido campo con él abandonado un entrenamiento por pro- pia iniciativa tras una discusión, y en la Ciudad Deportiva decían de él que era tan revoltoso como buen jugador). No ha sido capaz de separar sus obli- gaciones de sus aficiones (las discotecas, sin duda, son una de ellas, y sus constan- tes visitas al Buda Bar así como sus retra- sos en sus entrenamientos son vox popu- li), no ha puesto siempre el fútbol en el primer plano de su lozanía, le cuesta dominar su lengua y sus gestos (se ha per- mitido llamar paleta a toda la afición del Villarreal o mandar cerrar la boca a su compañero y amigo Iker Casillas), no le gusta entrenar y no tiene continuidad porque se evade de los partidos con bas- tante regularidad. Lo que sí son regulares son sus expulsiones: de hecho se le acusa de borrarse de partidos cuando se acer- can celebraciones clave en su entorno más íntimo como fiestas y cumplea- ños, y pierde los nervios en el campo con demasiada frecuencia, temporada tras temporada. Todo esto le provoca siempre la pérdi- da de confianza del entrenador de turno y le obliga a volver a hacer girar una rueda que cada vez le cuesta más mover. A sus 33 años y de nuevo en entredicho, su futu- ro en el club está más oscuro que nunca después de acumular cuatro partidos consecutivos fuera de la convocatoria. El fenómeno inexplicable se encuentra ante el terrible problema de enfrentarse al olvido y no a la gloria cuando. definitiva- mente, opte por colgar las botas. Segura- mente se arrepentirá. Adora a su madre, Carmen, y no se marchó a La Masía de joven por no separarse de ella