La juventud cristiana es un tiempo para crecer en la fe y acercarse a Dios. Se deben evitar las malas influencias y distracciones del mundo, enfocándose en leer la Biblia, orar y servir a los demás. La juventud es una etapa para formar buenos hábitos espirituales que lleven a una vida plena y significativa guiada por los principios cristianos.