1. Casa de inclínate
Éramos seis los caballeros compartíamos aire con
siete gatos eramo un problema para la dueña de la
casa doña maría una frágil y diminuta para que los
aguaceros no lograron borrarle su acento caribeño,
a principio de mes la patrona ponía cara de lunes
porque sus inclinados no fueran a cribares por los
doscientos pesos de arriendo la dueña dormía con
ojos abiertos y oídos despiertos solo cuando serraba
la tienda y caía en varazos de morfeos en nuestros
tiempos solo estábamos rodeados de chiros solo nos
permitía bañarnos con agua caliente cada 15 días no
podía conciliar el sueño por la pulgas y cada dos
meses nos cambiaba los tendidos de la cama cando
estaba de buen humor invitaba a unió de los
inquilinos a almorzar pero decline la invitación
cuando vi que uno de sus gatos dentro de las ollas