1. CLONAR O NO CLONAR
JORGE MEMBRILLO HERNANDEZ
¿Qué es la clonación?
E
n febrero de 1997, Ian Wilmut y sus colaboradores del Instituto Roslin de Escocia asombraron al mundo con el informe sobre el primer
animal clonado, la oveja Dolly. ¿Clonado?, sí, la
confusión sobre qué significa clonar empieza
desde la definición del término. La palabra clonar (cloning,
en inglés) fue adoptada hace casi cien años para referirse a
cualquier proceso que diera origen a organismos genéticamente idénticos, y en este sentido la clonación es normal y
muy común en la naturaleza, pues las bacterias, las amibas
así como muchos microorganismos se clonan cuando se dividen, lo mismo que las plantas cuando se reproducen por esporas. Además, las manzanas, las uvas, los plátanos, las piñas y otras múltiples plantas importantes en la agricultura se
han propagado por medio de la clonación; así, en nuestros
días es común encontrar en el mercado frutas de determinada “marca” que no son mas que resultados de la clonación de
un producto de alta calidad. El clonar también existe naturalmente en los animales, incluyendo a los mamíferos, por ejemplo, los gemelos idénticos son producto de un proceso de
este tipo. Pero entonces ¿qué hay de nuevo en la oveja Dolly?
Esta es el primer organismo clonado a partir de un mamífero
adulto.
2. La clonación de Dolly
C
omo muy seguramente se habrán enterado por otros
medios de comunicación, como revistas científicas,
periódicos o la televisión, el clonamiento de Dolly
no surgió en uno de los famosos centros de investigación genética molecular como Harvard, Stanford u Oxford, sino en
el mundo de la investigación sobre agricultura y ganadería,
en el Instituto Roslin de Escocia, muy cerca de Edimburgo,
su capital, donde el equipo encabezado por el científico Ian
Wilmut logró existosamente lo que por años había fracasado,
esto es, el clonamiento de un mamífero a partir de otro.
Hace veintidos años, los experimentos de Gurdon en ranas habían traído a la mente de muchos científicos la idea de
la clonación a partir de organismos adultos, mediante la técnica de remover el núcleo de un cigoto (quitando así la información genética contenida en él) y sustituirlo por el núcleo
de una célula ya diferenciada. Los experimentos de Gurdon
hicieron pensar en los años setenta que la “era del clonamiento” estaba cerca; sin embargo, fue hasta 1983 cuando se dieron a conocer algunos experimentos exitosos en la transferencia de núcleos en células de ratones. Muchos esfuerzos
fueron realizados por gran cantidad de investigadores, e inclusive algunas compañías biotecnológicas contrataron a científicos de renombre para investigar si la clonación de mamíferos era posible. Es importante mencionar en especial que
investigadores de una empresa texana logró hacer la transferencia de núcleos de células de una vaca adulta a cigotos de
otras vacas, y los resultados fueron desastrosos, pues los animales que nacieron de estos experimentos tenían grandes defectos morfológicos, pesaban casi el doble del promedio de
peso de una vaca al nacer y otras nacieron muertas o sin alguna extremidad.
El equipo de investigadores lidereados por Wilmut llegó
a la conclusión de que los esfuerzos anteriores por clonar un
mamífero habían fallado porque la célula que proveía el núcleo y el cigoto que la recibía estaban en diferentes estados (o
fases) del ciclo celular. Aplicando técnicas comunes de biología celular, Wilmut cultivó ambas células de oveja (la donadora del núcleo y la receptora o cigoto) en un medio con
muchos requerimientos nutricionales, en hambruna, con el
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3. objetivo de que ambas estuvieran en una fase
“inactiva” al momento de la transferencia. La
colocación de núcleos de células adultas (diferenciadas) en estado de hambruna en cigotos,
también en hambruna, dio origen a varios embriones que se implantaron en diversas ovejas,
y a pesar de que muchas ni siquiera empezaron el periodo de gestación por problemas técnicos al realizar el implante del embrión, una
de ellas fue implantada con éxito. Después de
empezar con 277 transferencias de núcleos,
Wilmut y sus colaboradores obtuvieron una oveja sana, la ahora famosa Dolly.
El profesor Stack con sus ranas de laboratorio. (Fotografía tomada de The Sunday Times,
19/X/1997).
Un clon, tres madres
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n los experimentos de Wilmut, Dolly obviamente tuvo
la información genética del núcleo de la célula donadora; es decir, la oveja donadora de esta célula y
Dolly comparten la misma información nuclear. Una oveja
diferente fue la que donó el cigoto, por lo que Dolly posee
igual información genética mitocondrial que la donante (las
mitocondrias se encuentran en el citoplasma y tienen una
cantidad limitada de ácido desoxirribonucleico –ADN–). El
papel que desempeña la información genética mitocondrial
en el desarrollo temprano de un vertebrado ha sido poco estudiado; lo que sí podemos afirmar es que Dolly es el resultado de la interacción del ADN del núcleo (de la célula donadora) y el citoplasma del cigoto (célula receptora). A decir
verdad, ésta fue el producto de dos hembras de las que se
obtuvieron tanto la célula donadora como la receptora, y por
si esto fuera poco, en una oveja diferente se implantó el embrión para su incubación. Entonces Dolly tiene tres madres
(madre nuclear, madre de cigoto y madre uterina) y carece de
padre.
¿Es posible clonar humanos?
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espués de leer los hallazgos de Wilmut y sus colaboradores hay diversas preguntas que uno debe hacerse, y la más importante (por la naturaleza antro-
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pocéntrica que nos caracteriza) es si será posible realizar los
mismos experimentos de Wilmut en células humanas (creación de un clon humano). Primero, se tendría que reducir el
alto grado de error que aún existe en la técnica de clonación
desarrollada por Wilmut, pero es difícil predecir qué tanto se
tardará la ciencia en lograr clones humanos, porque la investigación biológica está siempre expuesta a diversas contingencias. Como mencioné anteriormente, los experimentos de
Gurdon en 1975, en los cuales produjo exitosamente una rana
adulta por medio de la clonación, indicarían que este procedimiento en toda clase de animales está casi a la vuelta de la
esquina. Es de esperarse que hoy en día se acorten los tiempos y muy pronto se reduzca el margen de error de los experimentos de Wilmut.
Identidad
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s posible pensar que un clon humano sería muy similar a su madre nuclear, quizá casi idéntico, especialmente si la madre de la madre nuclear es la madre
uterina y si cualquiera de las dos mujeres es la donadora del
cigoto, ya que ambas comparten el mismo ADN mitocondrial;
en estas condiciones, ambas, la madre nuclear y el nuevo clon
tendrían la misma experiencia de gestación, además de compartir igual ADN nuclear y mitocondrial. Pero aun en este
caso, el nuevo clon no sería idéntico del todo a su madre nuclear, pues la identidad personal depende tanto de la genética
como de las experiencias vividas. Actitudes, recuerdos, emociones, prejuicios, todo ello contribuye a la identidad perso7
4. nal, en tanto que los factores ambientales llevan a muchas diferencias entre la madre (o padre) nuclear y el nuevo clon. Primero que nada, ellos serían de generaciones distintas, se desarrollarían en familias diferentes, con diversos amigos, maestros,
vecinos. Así, no todo es la clonación genética.
Múltiples fantasías de clonarse a sí mismo o de clonar a
Einstein, a Mario Molina o a otros grandes científicos son en
verdad sólo eso, fantasías. Los más grandes valores de cada
uno de ellos se han creado mediante una compleja interacción de la genética y el ambiente que les ha tocado vivir. Copiando el material genético únicamente se incrementa el porcentaje de probabilidad de éxito. En pocas palabras, no creo
que haya nunca otro tú, otro yo u otro Mario Molina, pues la
identidad personal en este aspecto rebasa la identidad genética.
Para qué clonar
S
i el objetivo de clonar humanos es el de generar una
clase especial de personas o una raza que predomine
sobre las otras, entonces el procedimiento es moralmente absurdo y repugnante. En los últimos meses ha habido gran
discusión sobre la ética de dicho proceso; en los Estados Unidos, el presidente William Clinton envió al Congreso una propuesta legislativa para que durante cierto periodo no se realicen experimentos de clonación en territorio estadounidense
y se esté en condiciones de reflexionar sobre llevarlos a cabo, y
en nuestro país se creó un comité que analizará la trascendencia e implicaciones éticas y científicas de la reproducción de
seres vivos a partir de cualquier célula de un espécimen adulto. Pero hay diversas circunstancias que deben considerarse y
que quisiera discutir como último punto.
Un buen ejemplo fue lo sucedido en 1988 con la familia Ayala, de California, a cuya única hija, Anissa (16 años) le fue diagnosticada leucemia, y sin un trasplante de médula ósea moriría en cinco años. ¿Quién podría donarla sin que el sistema
inmunológico de Anissa la rechazara? Las pruebas de compatibilidad de la médula ósea de sus padres resultaron negativas, y
la familia Ayala estaba desesperada, pues cientos de donadores
voluntarios resultaron negativos al realizárseles dicha prueba. Entonces, los Ayala planearon desesperadamente tener
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5. otro hijo que pudiera servir como donador para Anissa, sabiendo que tenían sólo un tercio de probabilidad de que ese
nuevo hijo tuviera una médula ósea compatible con la de la
joven. Al padre, de 43 años de edad, se le había practicado ya
la vasectomía y, así, primero tuvo que someterse a una intervención quirúrgica que la revirtiera. Finalmente, la señora Ayala quedó embarazada. La agonía de la familia Ayala por
saber si su nuevo hijo tendría médula ósea compatible con la
de Anissa fue inmensa. Contra todos los pronósticos, ésta resultó compatible y a la edad de dos años a la nueva hija le
fueron extraídos algunos gramos que sirvieron para salvar la
vida de su hermana. Quizás esta historia con final feliz suene
un poco tétrica, pero dio origen a diversas opiniones: ¿es correcto que una pareja procreé a un nuevo hijo para salvar a
otro?, ¿es lícito traer a este mundo a un individuo para un fin
predeterminado? Por fortuna, ahora existe un gran banco de
datos de compatibilidad y de posibles donadores en el Instituto Anthony Nolan de Londres, que por cierto está dirigido
por un eminente científico mexicano.
El papel de la técnica de clonación en el problema de compatibilidad para el trasplante de órganos ocasionó recientemente grandes discusiones en Inglaterra e inclusive fue el
encabezado de la primera plana de todos los periódicos británicos el 19 de octubre de 1997. El profesor de biología del
desarrollo de la Universidad de Bath en Inglaterra, Jonathan
Slack, dio una conferencia de prensa en la que explicó que,
basado en investigaciones de manipulación genética, él había podido crear embriones de ranas a las que les faltaba la
cabeza, la cola (en renacuajos) o las extremidades, simplemente surprimiendo la expresión de genes responsables para cada
uno de ellos. El doctor Slack explicó que dicha técnica podría ser utilizada en humanos, puesto que genes similares a
los que él suprimió en las ranas tienen una función idéntica
en el desarrollo humano; la idea de Slack es reprogramar un
embrión humano que suprima el crecimiento de todas las partes del cuerpo, excepto las que uno desea, además del corazón y la circulación de la sangre. Así, si alguien necesitara un
órgano en especial, digamos un riñón, se aplicaría la técnica
de Wilmut, utilizando células de la persona afectada para
donar el material nuclear; a éstas se les reprogramaría con la
supresión de los genes responsables de todos los otros órga-
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nos, excepto el riñón, el corazón y la circulación sanguínea,
y el embrión sería entonces incubado en una mujer para su
periodo de gestación. El resultado podría ser un producto consistente en sólo un riñón listo para ser trasplantado, con la
ventaja de que el rechazo celular por el problema de compatibilidad no se presentaría. No creo que estemos cerca de esta
situación, pero además no considero moralmente aceptable
en el corto plazo que se “crezcan” partes de un embrión humano en el útero de una mujer.
Existen muchos otros casos en los que quizá la clonación
de una persona sea justificada, y uno de ellos es la infertilidad. Al momento, tanto la biología como la medicina permanecen ignorantes de los riesgos potenciales que conlleva el
clona-miento humano. Por ello más estudios deben ser llevados a cabo en otros animales para entender mejor las ventajas
y desventajas que puede traer dicho procedimiento.
La vida después de Dolly
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as perspectivas de investigación son muchas, pero aún
hay grandes interrogantes que el tiempo nos permitirá conocer con exactitud; no sabemos si Dolly es una
oveja fértil, o si tendrá algún problema durante su existencia;
al momento parece saludable, pero si es fértil ¿cómo serán
sus descendientes? Hay todavía mucho camino que recorrer
antes de pensar en aplicar la técnica en células humanas; sin
embargo, considero que el hallazgo realizado por Wilmut y
sus colaboradores es una de las contribuciones más importantes al campo de la ciencia de este siglo. q
Bibliografía
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Wilmut; P. Cappai, y S.T.I. Casu. “Embryo Cloning in Sheep: Work in Progress”, Theriogenology, 48, pp. 1-10.
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