El hombre pierde la sémola que compró para su mujer en el camino a casa. Para recuperarla, promete dar a sus hijas en matrimonio a la Luna, el Sol y un cuervo si lo ayudan. Cada yerno ayuda al hombre, pero cuando este intenta imitarlos regresa a casa lastimado.

1. El Sol, la Luna y el cuervo Cuento de Gianni Rodari Ilustrado por los niños y niñas de Tercero de Primaria CRA Valle del Bullaque (El Robledo)

2. Un día, una mujer mandó a su marido al mercado a comprar un poco de sémola, porque queria preparar un pudín para sus tres hijas. El marido compró la sémola y la metió en una bolsita; pero la bolsita tenía un agujero y los granitos fueron cayó por el camino hasta que ya no quedó nada de la sémola. -¿Dónde está la sémola? -preguntó su mujer cuando él llegó a casa. (Carla)

3. El hombre volvió sobre sus pasos esperando poder recoger los granitos, pero ya era de noche y el viejo suspiró: -Si la Luna se dignase a brillar e iluminar mi sémola, estaría dispuesto a darle como esposa a mi hija mayor. Inmediatamente, la Luna comenzó a brillar e iluminar la Tierra. (Ariadna)

4. -¡Si el sol se dignase a salir y darme calor, estaría dispuesto a darle como esposa a mi segunda hija! Inmediatamente el sol salió y comenzó a hacer tanto calor que el sudor se escurría por la frente del viejo. (Javi)

5. Pero ya estaba cansado, y aún no había recogido más que un puñado de sémola. Se sentó entonces y dijo: -Si el cuervo se dignase a volar hasta aquí para ayudarme a recogerlos granitos de sémola,estaría dispuesto a darle como esposa a mi hija más joven. Y pronto el cuervo llegó y recogió con su pico el resto de la sémola. (Nekane)

6. Entonces la Luna dijo: -¡Dile a tu hija mayor que salga al balcón! El hombre obedeció y la Luna se llevó consigo a la muchacha. Después llegó el Sol, que se llevó a la segunda hija y, por fin, el cuervo, que se fue con la más joven. (Manuel)

7. Un día el hombre le dijo a su mujer: -Quiero ir a ver a mi yerno, la Luna. La Luna lo recibió amablemente: -¡Bienvenido,suegro! ¿Qué quieres de mí? -Nada,gracias. Sólo he venido a visitarte a ti y a mi hija mayor.

8. -Estarás cansado del viaje. Date un baño -le dijo la Luna-, y le pidió a su mujer que encendiese la estufa del cuarto de baño. -Ya es de noche, estará oscuro el cuarto de baño -objetó el abuelo-. -Claro que no -se rió la Luna y apoyó el dedo en un pequeño agujero de la puerta-. Del agujero salió un rayo de luz tan fuerte que se habría visto una aguja en el suelo. (Marta)

9. Cuando el hombre llegó a casa le dijo a su mujer: -Enciende el fuego en el cuarto de baño, porque quiero ducharme. -¿A estas horas de la noche? -preguntó sorprendida la mujer-. Pero estará oscuro allí dentro. -Enciende el fuego sin discutir. Te haré lo que he aprendido de mi yerno. Y apoyó el dedo en un agujero de la puerta, pero el agujero era tan pequeño que el hombre empleó más de una hora en sacarlo. Sin embargo, el cuarto de baño seguía estando oscuro. (Víctor)

10. Cuando finalmente se curó el dedo del hombre, le dijo a su mujer: -Ahora voy a visitar a mi segundo yerno, el Sol. Y se fue a la casa del sol. El Sol lo recibió amablemente. -Bienvenido, suegro. Llegas a tiempo para cenar con nosotros. El Sol se tumbó en el suelo y su mujer puso a cocer sobre su estómago una sartén con croquetas de patatas. En pocos minutos las croquetas comenzaron a freírse y la cena estuvo lista. (Jessica)

11. Cuando el hombre volvio a casa, le dijo a su mujer: -Prepara un pure de patatas, y con eso haremos croquetas para cenar. La mujer preparó las croquetas y las puso en una sarten al fuego. Pero el hombre se tumbó en el suelo y le ordenó a su mujer: -Pon la sartén sobre mi estómago. -Pero, ¿qué otra tontería estás inventando? -preguntó la mujer-. -Pon la sartén sobre mi estómago y te haré ver lo que he aprendido de mi yerno,el Sol. La mujer retiró la sartén del fuego y la puso sobre el estomago del hombre, que naturalmente dio un salto gritando e hizo saltar todo por el aire porque se había quemado. (Santi)

12. Otro día le dijo a su mujer: -Ahora quiero visitar a mi tercer yerno. Y fue a visitar al cuervo. El cuervo lo recibió cordialmente: -Bienvenido, suegro. ¡Tu visita nos honra! ¿En qué puedo serte útil? -En nada, en nada, sólo he venido a veros. -Bien -respondio el cuervo-. Te daré mi mejor lecho,alli, sobre aquella rama. El hombre subió a la rama del árbol y se durmió,pero durante el sueño se dio la vuelta, cayó a tierra y se rompió la nariz. Y aquí termina esta historia infeliz. (Esther)